CANADA - DIA 12. Banff: lagos Moraine y Louise

11 de Julio de 2012.

Un cielo completamente azul nos daba la bienvenida a las Rocky Mountains, por lo que la tónica de buen tiempo que estábamos teniendo a lo largo de lo que llevábamos de viaje, se seguía manteniendo, así que nosotros tan contentos y sin quejarnos lo más mínimo.

El parque nacional de Banff, donde nos encontrábamos, fue el primer parque nacional de Canadá. Se fundó en 1885 en una diminuta parcela de algo más de 15 kilómetros cuadrados, pero se ha convertido en un gigante de 4275 kilómetros cuadrados y en el parque más visitado del país.

Hoy teníamos un día intenso, por lo que desayunamos unas cookies gigantes con unos batidos en una cafetería cercana al hotel (7 dólares por persona) y comenzamos con las primeras actividades. Así en pocos kilómetros dejaríamos la carretera principal y autovía que te lleva hasta la población de Lake Louise y nos metimos por una carretera secundaria de doble sentido que es la que recorre el panorámico valle del río Bow. Continuamos tranquilamente por esta, cuando vimos que en el arcén de la misma carretera, un coche se encontraba totalmente parado y sus ocupantes asomados, con más de medio cuerpo fuera, por las ventanillas y haciendo fotos sin parar. ¡¡ Se trataba de un oso negro a sólo unos metros de donde nos encontrábamos!! ¡¡ Qué fuerte!! Éramos el segundo coche que nos deteníamos por lo que lo teníamos a tiro de piedra, mientras este estaba allí, tan pancho, mascando hierba.


Oso en la Carretera de Bow Valley


Cada vez más vehículos y gente iban parándose detrás de nosotros y como siempre la imprudencia empezaba hacer acto de presencia y muchos eran los que empezaban a bajarse de los coches para tomar una buena fotografía, algo que evidentemente tiene su riesgo ante la reacción impredecible de un animal salvaje. Como ya habíamos tirado las suficientes fotos y aquello parecía cada vez más un circo, decidimos continuar tras más de diez minutos allí parados, así que nos despedimos del oso y avanzamos unos kilómetros más hacia delante para realizar nuestra primera ruta. Sería a la catarata Silverton de 1,5 km, ida y vuelta. La senda, al igual que todas las del parque, está en perfecto estado y lo único que tiene de dificultoso son los desniveles acumulados, aunque si estás en buena forma no hay ningún problema. La catarata estaba encajada entre dos paredes de roca y tenía tres saltos de agua bastante chulos, además de unas vistas impresionantes de Banff, si mirabas al lado contrario de la masa de agua.


Silverton Falls

Banff desde Silverton Falls

De nuevo en el coche, nos dirigimos esta vez, por la estrecha y sinuosa carretera, al primero de los platos fuertes del día: el lago Moraine, solitario y agreste y vigilado por diez enormes torres calcáreas que semejan un castillo. Es un lago de cuento, de postal. Cuando llegamos al aparcamiento donde se tiene que dejar el coche, tuvimos que esperar un rato, ya que aquello estaba a rebosar de gente, es lo malo que tiene Julio y Agosto, que está masificado, pero sin embargo el tiempo acompaña bastante, como todo, siempre está lo bueno y lo malo. Una vez que nos deshicimos del coche, decidimos afrontar, de las muchas posibilidades que hay, dos pequeñas rutas ya que por la tarde queríamos hacer una algo más exigente y larga. La primera, de sólo 800 metros en su totalidad, te lleva hasta el mirador, sobre una elevación de terreno, que te permite ver las preciosas aguas azul turquesa del lago Moraine en su todo su esplendor, rodeado de los enormes e imponentes picos con restos de nieve y las estribaciones de algún glaciar.


Valle de los Diez Picos

Banff desde el Lago Moraine

Lago Moraine

La otra ruta sería de unos tres kilómetros, ida y vuelta, por un sendero que rodea el litoral norte del lago, bajo los picos de más de tres mil metros. Esta te permite ir tomando otras perspectivas distintas del mismo, mientras ves como las canoas alquiladas por la gente, navegan de un lado a otro.


Lago Moraine

Una vez  que acabamos estas dos rutas, deshicimos el camino de ida y, rápidamente, llegamos al enorme lago Louise, el más famoso del parque y también rodeado por altas montañas cubiertas de nieve que se reflejan en sus aguas verde jade. Su imagen ha generado los estereotipos de la naturaleza bucólica de Canadá, la forma más estética, la silueta más conmovedora: una orilla despejada rodeada de azucenas por todas partes. Junto a él se levanta el hotel Fairmont Château Lake Louise, un suntuoso edificio rematado por torretas, que para mi gusto le quita cierto encanto al lugar, es como una mancha en un lugar perfecto.


Lago Louise

Este al ser la estrella de Banff, es además el más masificado, por lo que casi no cabe un alfiler, es una auténtica romería. Dejado el coche, lo primero que haríamos sería imitar un poco lo que hace todo el mundo y acercarnos a su orilla a tomar unas fotos desde la misma y luego ya, después de comernos unos sándwiches en el aparcamiento, afrontamos la tarde dirigiéndonos hacia la parte izquierda del lago para tomar una senda, bastante empinada, la llamada Fairview Lookout, de 2 km ida y vuelta, que te lleva hasta un mirador en un saliente de la montaña, con vistas a todo el lago.


Chateau Lake Louise desde Fairview Lookout

Decir que al principio de esta ruta, un cartel, al igual que en otras muchas rutas del parque, establecía una advertencia de que podías encontrarte con osos grizzlys en la zona y que te recomendaban hacer el camino en grupos de cuatro personas, para que así el ruido no llegue a sorprenderles. Pero en esos mismos carteles te indican también si es una recomendación o una obligación bajo, en este caso, fuertes multas si no lo cumples y te pillan. Como en nuestro caso, era lo primero y la verdad no queríamos quedarnos sin hacerla, pues no hicimos caso y la realizamos, aquí ya depende de cada uno y de los riesgos que quiera asumir.

Y así de la parte izquierda del lago nos fuimos a la derecha, pasando por la puerta del gran hotel que domina todo el paisaje, y comenzamos otra ruta con un fuerte desnivel y unas dos horas de duración y 3,4 km, ida y vuelta, la cual nos llevó hasta los lagos Mirror, primero, y Agnes, en segundo lugar.


Lago Mirror

Caballos y Big Beehive camino hacia el Lago Agnes

Lago Agnes

La situación, sobre todo de este último, es inmejorable y está en un lugar privilegiado. Aquí estaríamos un rato descansado y después de recuperar fuerzas, vino el plato fuerte de la tarde, pues desde este lago continuaríamos subiendo el llamado camino de Little Beehive, de dos kilómetros, ida y vuelta, desde el lago Agnes, y que te lleva hasta un mirador excepcional de las montañas rocosas y en el camino te ofrece unas vistas para quitarte el hipo de la totalidad del lago Louise, del hotel y de todo su entorno a lo largo de unos cuantos kilómetros a la redonda. Es duro, pero el esfuerzo merece la pena, ante tremenda recompensa.


Banff desde la Ruta de Little Beehive

Banff desde la Ruta de Little Beehive

Empezaba a atardecer y a hacerse un poco tarde, por lo que no tuvimos más remedio que retornar y dejar a nuestras espaldas todas estas maravillas y así entre unas cosas y otras llegaríamos, de nuevo, al lago Louise a eso de las 20.00, con lo que se nos había pasado la tarde volando.


Lago Louise al Atardecer

Decidimos entonces, volver hacia Banff y en el camino parar en algún mirador más, mientras veíamos a lo lejos otro oso y un arce en el lado contrario de la autopista. Ya cerca del pueblo, nos acercaríamos para ver como se iba poniendo el sol, en el lago Minnewanka, también rodeado de picos de las rocosas. Aquí encontraríamos un rebaño de cabras a las que también fotografiaríamos al estar pegadas al coche.


Lago Minnewanka

Para terminar el día cenaríamos en Giorgios, un italiano en el centro de la villa de Banff (20 dólares por persona).

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