PERÚ - DIA 06. De Puno a Cuzco

24 de Agosto de 2011.


La señora Paola es la dueña de la agencia Inka Tours y tuve el placer de conocerla el día de mi llegada a Puno, cuando la pague el dinero de la excursión al lago Titicaca. A ella recurriría, de nuevo, para que me asesorara a la hora de realizar la ruta turística de Puno a Cuzco.

Al final, aunque mi idea era realizarla con la empresa Inka Express, deposité la confianza en esta señora y la haría con una empresa recién creada, no más de dos meses, llamada Wonder Perú Expedition, con unos autobuses nuevecitos, espaciosos, bebidas frías y guía. ¡Una pasada! Me costó 40 dólares con todo incluido (comida y entrada a los distintos sitios en los que vas parando). Había gente que no tenía incluida ni una cosa ni la otra y claro es cuando vinieron los cabreos y las quejas.

Autobús Wonder Perú


Autobús Wonder Perú

Me imagino que yendo directamente a esta empresa y sacando uno mismo los billetes saldrá más económico. A mí no me apetecía calentarme mucho la cabeza y preferí que me lo dieran todo hecho.

Además a las siete de la mañana un taxi me llevaría a la puerta desde donde salen los autobuses, cortesía de la señora Paola. Hay que reconocer que se lo curró bastante conmigo, por lo que lo menos que puedo hacer es recomendar Inka Tours, aparte de porque a mí me tratasen de maravilla, también porque realmente lo tienen todo muy bien organizado.

Mira por donde que aquí me encontraría con David y Nuria, de nuevo, que optaron por hacer lo mismo que yo. Así que genial porque iríamos juntos en el viaje.

A las 07.20 saldríamos en el gran autobús, medio vacío pues todavía no se conoce mucho esta empresa, camino hacia nuestra primera parada en el trayecto: Pukara (3876 m.), que significa “Fortaleza” y fue donde se asentó una de las primeras culturas del altiplano. Aquí llegamos tras 106 km de recorrido. En ella veríamos un pequeño museo dedicado a la cultura pre-inca, el cual es curioso si te lo explican. Al salir daría un breve paseo por su plaza y entraría a ver la iglesia colonial.

Plaza de Armas. Pukara

Catedral de Pukara

Museo de Pukara

Continuaríamos la ruta, no sin estar quince minutos parados porque estaban reparando la carretera, para tras otra hora y cuarenta minutos, parar en La Raya (4335 m.), el punto más alto del recorrido. Pero ahora sí que ya daba igual la altitud, ya que me había aclimatado y no tenía ningún problema. En este lugar acaba la cordillera oriental de los andes y empieza la central. Las vistas merecen mucho la pena.

La Raya

La Raya

La Raya

El pueblo de Sicuani sería el próximo en recibirnos para darnos de comer a base de buffet.

En la siguiente parada encontraríamos el misterioso poblado inca de Raqchi,  el lugar que más me gustaría sin dudarlo. Los restos forman parte de la zona central del que fuera el templo sagrado más grande del imperio inca. Y dicen que fueron los propios incas los que lo destruyeron, para evitar que los españoles lo convirtieran en un templo cristiano.

Raqchi

Raqchi

Raqchi

Raqchi

Tras otra hora y media más de autobús llegaríamos hasta Andahuaylillas, el último lugar que visitaríamos en la ruta que estábamos haciendo. Esta pequeña población sería fundada por el virrey Francisco de Toledo en 1572 y cuenta con una auténtica joya como es la iglesia de San Pedro Apostol, que recibe el sobrenombre de la “Capilla Sixtina de América”. Nada me hacía sospechar que su exterior sencillo y humilde, escondería en el interior un conjunto de maravillosos artesonados, murales y pinturas, entre ellas un cuadro del mismísimo Murillo, que hicieron que me quedara boquiabierto durante no menos de cinco minutos.

Vistas llegando a Andahuaylillas

Iglesia de San Pedro. Andahuaylillas

Y con esta última sorpresa terminaba lo que era la primera parte del valle sagrado. A partir de aquí nos adentraríamos en el valle de Cuzco o valle sagrado II, je, je, al que llegaríamos tras una media hora de viaje.

Habíamos recorrido en total unos cuatrocientos y pico kilómetros en diez horas de viaje, pero a decir verdad se hacen de lo más agradables y casi que ni te enteras.

Wonder Perú nos dejaría a todos en la  estación central de Cuzco, donde me despediría de la pareja de Sitges y justo cuando iba a coger un taxi para la plaza de Armas, unos chicos españoles me preguntarían  que si no me importaba que se vinieran conmigo, a lo que, por supuesto, les dije que no. De todas maneras, al final, el taxista nos cobró lo mismo que si hubiéramos ido cada uno por nuestro lado (5 soles a mi y 5 a ellos).

Mi primera parada fue en la plaza de Armas, como he dicho, porque lo que quería era quedarme tranquilo y sacar ya los billetes de tren para Machu Pichu desde Ollantaytambo y al revés. La empresa que elegí fue Inca Rail en clase ejecutiva por 100 dólares, ida y vuelta. (Carísimo, pero parece que los precios son parecidos entre las tres opciones que existen).

Ya con mis billetes le dije al taxista que me llevara a la dirección del hotel en el que me alojaba, que estaba como a ocho minutos andando de la plaza de Armas. El tío me acabó dejando en el barrio de San Blas, bastante más alejado de donde tenía que dejarme. De esto me enteré al cabo de un rato, como ahora veréis.

Pues eso que el simpático señor y aparentemente buena persona, me dejó en una plaza de este barrio con una iglesia y me indicó muy amablemente que mi hotel era uno que se encontraba en lo alto, sin acceso para vehículos, con una banderita peruana. Me despedí de él hasta el día siguiente, pues mi intención era hacer algunas cosas en taxi, y me fui para allá. Allí no coincidía nada, ni la calle, ni las fotos que había visto por Internet, ni nada de nada. Vamos que olía a encerrona que apestaba. Y mira que casualidad que en ese momento pasaban tres policías a mi lado, por lo que aproveché y les pregunté, a lo que me respondieron que, efectivamente, la intención del taxista era jugármela.

Muy majos me dijeron como llegar y tras un paseito de quince minutos, por fin, conseguiría entrar por las puertas del hotel Antanawasi, donde me alojaría las tres siguientes noches. (114 dólares con desayuno).

Me recibieron con un mate de coca, que no rechacé y me estuvieron asesorando un poco de cómo hacerlo para ver todo lo que quería en los dos siguientes días. Un trato estupendo que me hizo sentirme como en casa.

Tras dejar el petate, me fui a ver sino estaba cerrada la oficina de turismo para comprar el boleto turístico que te da derecho a entrar en casi todo, pero ya estaba cerrada.
Así que me senté un rato a recrearme con la espectacular plaza de Armas y a asimilar que estaba en el ombligo del mundo: Cuzco, capital del imperio inca.

Tras la emoción, me volví al hotel y reservé un taxi en recepción que pasaría a buscarme a las 08.20 del día siguiente, antes era tontería porque las ruinas no las abren hasta las 09.00 según me dijeron. Mi intención era estar justo a la hora de apertura de Sacsayhuamán y sacarme allí el boleto turístico, el cual puede obtenerse en cualquiera de las ruinas. Además me venía estupendo porque estaba roto de las palizas de los días anteriores y necesitaba descansar un poco.

Como eran las 20.00, después de todo lo que había dado de sí el día, y me parecía pronto para irme a cenar, me subí un rato a la habitación del hotel a descansar. Sería un error ya que me quedé frito y ya fue imposible reanimarme.

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