22 de Agosto de 2011.
La noche
para mí fue toledana, pues pasé un frío que te cagas, a pesar de la bolsa de
agua caliente, y además algo me debió sentar mal y estuve fastidiado del
estómago sin poder pegar ojo.
Cuando por
fin empezaba a entrar en calor y a conciliar el sueño, unos golpes en la puerta
deseándome los buenos días, serían para él, significaban que eran las 05.15 de
la mañana y me tenía que levantar para prepararme, desayunar y estar listo a
las 06.15, hora a la que pasaban a por mí. Comenzábamos el trayecto tan
temprano con el objetivo final de ver a los famosos cóndores, pero hasta este
punto en el que se pueden ver los
enormes animalitos, haríamos unas cuantas paradas.
Además del
mirador de la cruz del cóndor, que es lo más famoso, también tienen su encanto
los pueblecitos coloniales, fundados por los españoles, a lo largo del valle
del Colca. Y para comprobarlo la primera parada sería en Yanque, en cuya plaza
principal y única, hay una iglesia y una fuente donde, alrededor de la misma,
hay señoras con puestos de ropa artesanal.
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Plaza de Armas. Yanque |
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Plaza de Armas. Yanque |
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Plaza de Armas. Yanque |
Media hora
sería suficiente para pasear por ésta y por las calles aledañas y continuar el
camino hasta llegar a dos miradores, uno llamado Choquetico donde se ven unas
vistas espectaculares de todo el valle y el otro, ya en el cañón, del que no me
acuerdo de su nombre, pero también muy chulo.
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Valle del Colca |
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Valle del Colca |
Y por fin, a
las 08.40, llegábamos al ansiado mirador, donde permaneceríamos hora y media. No
había demasiada genta, de hecho no pasarían de veinte personas las que se
encontraban en ese momento en las inmediaciones. Todo estaba en calma, el cielo
estaba casi totalmente despejado y por tanto se cumplían las condiciones
necesarias para poder ver sobrevolar sobre nuestras cabezas al mítico animal de
la cordillera andina. Y tras un rato de espera… ¡tachán!, aparecerían las
impresionantes aves planeando de un lado a otro, aprovechando las corrientes de
aire caliente, dado que debido a su peso no pueden volar demasiado rato y lo
compensan de esa otra manera. Pudimos ver unos diez de estos majestuosos y emblemáticos animales, aunque realizando juntos los
vuelos sólo a unos cuatro. Luego se turnaban para mostrarse al
expectante público que no parábamos de fotografiarles. ¡Fue emocionante!
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Vuelo del Cóndor. Cañón del Colca |
También hay
que destacar la enorme brecha que se abría bajo nuestros pies, la cual alcanza
su máxima profundidad donde se encuentra la famosa Cruz del Cóndor. A ambos
lados de la misma te vas encontrando diferentes miradores, tanto naturales como
artificiales, que te permiten tener nuevas perspectivas de la grieta. Por allí
me estaría moviendo durante todo el tiempo que nos dieron libertad de
movimientos, tomando todas las perspectivas posibles tanto de los
maravillosos cóndores como de las
vertiginosas caídas que te ponían los pelos de punta. Y todo ello desplazándome
de un lugar a otro con pasos lentos y pausados y es que la altitud hay que
reconocer que se notaba en el momento que hacías un sobre esfuerzo.
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Cruz del Condor. Cañón del Colca |
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Cañón del Colca |
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Cañón del Colca |
Sobre las
10.15 comenzábamos a deshacer el camino recorrido, parando al rato, en otro de
los pueblos coloniales llamado Maca, donde nuestro guía, Persi, nos explicaría
los detalles interiores de la iglesia de Santa Ana y podríamos sorprendernos
con el sagrario y el altar barroco de la misma. También tendría tiempo para
descansar un rato en la pequeña pero encantadora plaza de Armas de esta
localidad andina.
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Iglesia de Santa Ana. Maca |
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Iglesia de Santa Ana. Maca |
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Plaza de Armas. Maca |
A eso de las
12.30 regresábamos, de nuevo, a Chivay para comer. Al igual que el día anterior
me tocaría compartir mesa con una pareja de Barcelona, Carlos y Nuria, con los
que me lo pasé bastante bien.
Para
terminar el servicio, la empresa Colca Tours, a las personas que no volvíamos a
Arequipa y seguíamos ruta hacia Puno, nos sacaría los billetes correspondientes
con la empresa 4M, la cual se encarga de este recorrido por el altiplano
peruano, realizando tres paradas. (El precio no lo sé porque ya me venía
incluido en el tour).
De ellas
haríamos dos, porque la gran mayoría ya habíamos pasado por el mirador de los
volcanes y no queríamos perder más tiempo al ser un viaje de más de seis horas.
Pero eso sí, nos ofrecieron la opción aunque la rechazamos.
Las dos
paradas siguientes serían en un bar para darnos gratuitamente un sándwich de
jamón y queso con una infusión de coca (esta había que pagarla, 3 soles) y, la
segunda, en el paraje llamado Lagunillas, también dentro de la reserva de
Aguada Blanca, para avistar a un grupo de flamencos. Serían tan sólo diez
minutos, pero suficientes para disfrutar del entorno.
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Lagunillas. Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca |
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Lagunillas. Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca |
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Lagunillas. Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca |
Sobre las
19.30 llegaríamos a Puno a 3900 m., donde, ¡oh, sorpresa!, me empecé a
encontrar un poco mal. Manda huevos, no me pasaba en altitudes superiores y me
tenía que pasar ahora, después de varios días donde ya se supone que me había aclimatado.
Con algo de
angustia me cogería un taxi (4 soles) que me dejaría en el Manzano Lodge, donde
tenía hecha una reserva. (29 soles por noche con desayuno incluido). Como no
había habitaciones simples me dieron una triple para mí sólo, así que mejor
imposible.
Después
de elegir la cama en la que dormiría, je, je, y una ducha calentita sólo me
quedaba acostarme, pues con el malestar que tenía no tenía ganas ni de cenar ni
de nada.
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