25 de Septiembre de 2011.
Al ser nuestro último día y salir el vuelo desde Venecia,
decidimos pasar éste por esta ciudad. Así aprovecharíamos también para que mi
madre pudiera conocer la ciudad de los canales. Para mí era un reencuentro de
lo más esperado, ya que tenía ganas de volver tras once años desde la primera
vez que estuve por aquí. Eso sí, parece que nuestro idilio está abocado al
fracaso, porque siempre se trata de algo demasiado breve y poco tranquilo.
En esta ocasión llegaríamos en el coche de la familia, tras
hacer casi 200 km, desde Umag y habiendo atravesado Eslovenia de nuevo.
Entraríamos por el único puente de acceso para atravesar la bahía y llegar
hasta el parking de Tronchetto, donde dejaríamos el vehículo (21 euros, unas 6
horas). Existe otro en la plaza Roma, pero es más caro y más pequeño. Desde
este mismo lugar, cogeríamos el vaporetto de la línea 2 (6 euros) que va
parando en todas las paradas importantes del centro histórico y de forma
rápida. También está la línea 1, pero va más lenta al tener muchas más paradas.
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Recorriendo el Gran Canal en Vaporetto |
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Recorriendo el Gran Canal en Vaporetto |
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Recorriendo el Gran Canal en Vaporetto |
Después de tomar el primer contacto con sus aguas,
llegaríamos hasta la penúltima parada, San Giorgio, donde se encuentra la
basílica del mismo nombre. Una vez dentro de ella, nos tomaríamos nuestro
tiempo para disfrutar de los cuadros de Tintoretto y subiríamos hasta su
Campanile (5 euros) para disfrutar de unas vistas espectaculares de Venecia,
destacando especialmente y justo en frente, el Campanile y la Basílica de San
Marcos, así como el Palacio Ducal.
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Venecia desde Basílica S.Giorgio Maggiore |
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Venecia desde Basílica S.Giorgio Maggiore |
Una vez que nos recreamos lo suficiente, bajaríamos y daríamos
una vuelta por las inmediaciones del pequeño puerto y su famoso faro.
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Faro.Isla de San Giorgio Maggiore |
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Puerto.Isla de San Giorgio Maggiore |
Después volveríamos a coger el vaporetto de la misma línea
anterior para tras una parada, dejarnos al lado de la plaza de San Marcos. De hecho,
lo único que hizo fue cruzar el canal. Una vez aquí, veríamos, como no, el
puente de los suspiros, en restauración y aún así atestado de gente, como
siempre, y en un suspiro, valga la redundancia, nos encontraríamos en el centro
de la plaza de San Marcos.
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Góndolas |
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Catedral y Campanile en la Plaza de San Marcos |
Los venecianos la llaman familiarmente “la Piazza”, aunque
ya Napoleón la consideró nada menos que el “Salón de Europa”. Fue centro
político y religioso de Venecia desde el siglo XIII, cuando se colocó la
primera de las varias capas de baldosas que descansan bajo la actual. El
terreno era entonces jardín de un convento, curioso contraste con el baño de
multitudes que recibe a diario. De sus inquilinos de excepción, la basílica y
el Campanile, este último es quizás el más emblemático, pero tras darnos un escalofrío
al ver la cola que había que esperar, decidimos prescindir de subir a lo más
alto. Por cierto, que se trata de una réplica del original, pues este se
desplomó al cumplir un milenio de su construcción.
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Catedral de San Marcos |
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Catedral de San Marcos |
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Campanile.Catedral de San Marcos |
Tras estas interesantes explicaciones de mi tío, mi madre no
podría evitar caer en la misma tentación en la que caería mi abuela hace más de
un década, es decir, en pasarse casi una hora mirando las tiendas de cristal de
Murano que se encuentran en la plaza y los alrededores y, por supuesto, que
caería en la tentación de llevarse unos cuantos recuerdos. Y es que la
historia, de una forma u otra, siempre se repite.
Sin darnos cuenta ya nos habíamos plantado en la hora de
comer, eran las 14.00, por lo que nos fuimos a un bar en una callejuela
saliente del campo de San Bartolomé, para tomarnos un risoto y una lasaña. Era
el típico bar veneciano para comer en la barra, de calidad y barato para cómo
están los precios aquí. (9 euros por persona, bebida incluida).
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Canal |
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Campo San Bartolomeo |
En veinte minutos habíamos acabado, así que nos fuimos
callejeando entre puentes y palacios hasta el puente Rialto, donde disfrutaríamos
un rato de las vistas y de un fabuloso helado.
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Puente de Rialto |
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Gran Canal desde Puente Rialto |
Continuaríamos ahora, con una ruta circular para seguir
conociendo lugares llenos de encanto, aunque no tan excesivamente famosos, con
la suerte de poder ir disfrutando, nuevamente, de algunas explicaciones y
anécdotas históricas curiosas, narradas por mi tío. Algunas de esas visitas
serían el teatro Fenice, el campo Santo Stefano, el puente de la Academia, la
iglesia de San Moisés, etc.
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Teatro La Fenice desde Puente del Canal |
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Góndolas en un Canal |
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Iglesia de San Moisés |
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Campo Santo Stefano |
De nuevo el vaporetto, para salvar algo de distancia, nos
permitiría acabar nuestros últimos momentos, en el puente de la Ferrovía y el
mercado de Rialto, desde donde volveríamos a coger la línea 2 de vaporetto, que
tras cruzar por debajo del puente de
Calatrava y dejar a la izquierda la plaza Roma, nos dejaría, de nuevo,
en el parking de Tronchetto.
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Gran Canal desde Puente de la Accademia |
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Navegando por el Gran Canal |
En quince minutos más, nos plantaríamos en el
aeropuerto Marco Polo, donde tras tomar algo, llegaba el momento de la triste
despedida de mis tíos, con los que habíamos pasado unos días estupendos y nos
habían hecho sentir como en casa.
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