22 de Septiembre de 2011.
Si ayer habíamos tomado rumbo sur, hoy nos iríamos hacia el
este de la península de Istria, exactamente a la ciudad de Opatija, a una hora
y cuarto de Umag. Para llegar hasta aquella atravesaríamos el largo túnel de
Ucka, costándonos 28 kunas.
Nada más bajar del coche, el cual lo aparcaríamos en el
paseo marítimo, utilizando los parquímetros, nos encontraríamos con la
tentación de una tienda de helados a la que no pudimos resistirnos (28 kunas).
La tienda se llamaba Bella Vista y la chica que nos atendió no pudo ser más
desagradable con nosotros ya que al decirle el sabor que queríamos nos ponía
justo el de al lado, debido a que tenía cambiados los carteles de sabores,
creyéndose ella que no era así. Por lo
que cada vez que iba a echar mano del helado que le pedíamos, nosotros le
decíamos que no, que era el otro y así varias veces, llegándose a poner
histérica y como una fiera, saliendo fuera del mostrador y todo, para ver si
le estábamos tomando el pelo. Cuando vio que la culpa no era nuestra sino suya,
agachó la cabeza nos dio por fin los helados y no dijo ni siquiera perdón.
Vamos un espectáculo ya que todo esto fue casi por señas, pues ella se
expresaba en croata y nosotros en spanglish.
Ya con nuestro merecido helado y mientras lo íbamos
saboreando, empezaríamos el bonito camino por el paseo marítimo, cuyo suelo
está lleno de estrellas, imitando al de Los Ángeles, pero con la pequeña
diferencia de que aquí los personajes son mucho menos conocidos. Yo sólo
conocía a Petrovic.
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Paseo Marítimo. Opatija |
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Paseo Marítimo. Opatija |
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Paseo de la Fama. Opatija |
Durante toda la caminata iríamos admirando las
impresionantes villas de lujo, que convirtieron la pequeña ciudad en un famoso
destino vacacional a comienzos del S.XX. Hoy ya no es tan exclusivo, pero sigue
atrayendo a muchos viajeros de la tercera edad que disfrutan de la tremenda
tranquilidad que se respira en el ambiente.
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Villa de Opatija |
Y andando, andando, llegaríamos a nuestro objetivo: la Villa
Angiolina, el primer hotel que se construiría por estos lares y del mismo
nombre que el parque donde se encuentra y por el que también pudimos pasear. En
la majestuosa edificación se alojaría la emperatriz austriaca María Ana, y a su
visita le siguieron las de otros dignatarios de la corte.
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Villa Angiolina. Opatija |
Como estaba haciendo un día buenísimo y el calor apretaba y
no podíamos hacer como mucha gente, que se estaban pegando buenos chapuzones en
el mar, pues por lo menos decidimos relajarnos en una terraza con unas
estupendas vistas mientras nos tomábamos
unas cervezas bien fresquitas. Lido se llamaba esta. (34 Kunas).
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Opatija |
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Opatija |
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Iglesia de Opatija |
No me extraña que el emperador Francisco José pasara largas
temporadas en invierno por estos lares, pues su clima y su entorno son de
envidiar.
Aunque nos costó levantar el culo del asiento, sobre la una,
nos pondríamos, de nuevo, dirección hacia el interior de la península de
Istria, deshaciendo el camino de ida y realizando, mientras volvíamos, la
llamada ruta de las ciudades fortificadas. Sino toda, al menos parte de ella.
Como su propio nombre indica se trata de una región donde
gran parte de sus pueblos y ciudades se encuentran protegidos por murallas y es
que hay pruebas de que muchas de ellas estuvieron pobladas desde el año 1000
hasta la actualidad. Se conservan hasta 136 de ellas por lo que nos
decantaríamos por las de más renombre.
Comenzaríamos por la minúscula villa de Hum, de la que se
dice es la más pequeña del mundo, donde podríamos dejar el coche al lado de su
cementerio, antes de entrar en la población. Este era gratis así que mejor para
nuestros bolsillos. Comeríamos nada más llegar en el restaurante Humska Konoba
(140 Kunas). La calidad fue inmejorable en todo lo que tomamos: una sopa de
maíz, judías y garbanzos, de primero y unos macarrones con carne estofada,
bañados en una salsa típica, de segundo.
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Vistas desde Hum |
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Recinto Amurallado. Hum |
La visita a este pequeño lugar no supone demasiado tiempo,
pero el que permaneces dentro del encantador recinto amurallado, hace que
viajes al pasado unos cuantos siglos. Su estructura urbana se compone tan sólo
de dos calles flanqueadas por casas de piedra y sin duda lo más reseñable
es la iglesia de San Jerónimo que tiene
espléndidos frescos bizantinos del siglo XII.
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Hum |
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Hum |
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Hum |
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Hum |
Tras disfrutar del ambiente medieval de Hum, seguiríamos
nuestro camino.
Buzet, el siguiente destino, aunque mantiene una situación
envidiable en lo alto de una colina y unas vistas para quitarse el sombrero,
sin embargo, su conjunto histórico, no nos llamó demasiado la atención, pues
estaba un poco dejado para nuestro gusto.
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Buzet |
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Buzet |
Esta localidad sería plaza fuerte romana y quedaría bajo el
control de Venecia en 1420. Los venecianos reconstruyeron la muralla y le
añadieron las puertas.
Entre sus monumentos más importantes cabría destacar varias
iglesias como las de San Jorge, San Vid y La Asunción, algún que otro palacio y
sus puertas defensivas de acceso.
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Iglesia de Buzet |
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Buzet |
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Vistas desde Buzet |
La tarde comenzaba a llegar a su fin por lo que sólo
tendríamos ya tiempo de elegir un último pueblo de la zona para visitarlo. Nos
decantaríamos por Motovun que también se encuentra en una privilegiada
situación estratégica y desde donde se tiene una perspectiva fantástica de toda
la comarca y del valle de Mirna y, al contrario que su vecino, su centro
histórico es como un cuento de hadas.
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Motovun |
Éste sigue rodeado por la muralla original de los S.XIII Y
XIV y una puerta inferior, al pie de una torre del S.XV, conduce de la parte
baja a la alta del pueblo. Paseando por sus empinadas calles llegaríamos a la
plaza central donde podríamos admirar el Ayuntamiento de estilo románico.
También tendríamos oportunidad de visitar la iglesia de San Esteban y de pasear
por su recinto amurallado, desde donde obtendríamos nuevas vistas
espectaculares de la región.
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Recinto Amurallado. Motovun |
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Recinto Amurallado. Motovun |
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Iglesia de Motovun |
El aire medieval que rezuma por sus cuatro costados hacía
muy difícil marcharte de aquí sin oponer resistencia, por lo que después de
pasear por sus murallas, admirar la iglesia y sus casas nobles, nos sentaríamos
en una terraza para ver atardecer.
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Puerta Medieval. Motovun |
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Motovun desde su Muralla |
Como la noche estaba cayendo, obligados por esta, ahora sí, que
retomaríamos el camino para deshacer los treinta kilómetros que nos restaban
para llegar hasta la casa de mis tíos, donde daríamos por terminada la jornada
turística.
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