Sin darme
cuenta, pues me pasé durmiendo en el cómodo sofá abatible, casi todo el
trayecto, había llegado, a las 04.30 de la mañana, a la estación de buses de
Chiclayo. Allí me entretendría durante más de una hora, poniendo al día algunas
cosas, ante lo temprano que era y que estaba todo cerrado. A las 06.00 me
pondría en marcha. Lo primero que haría sería irme dando un paseo hasta la
estación de autobuses de la empresa Línea, que estaba a dos cuadras. Allí
sacaría un billete de bus hacia Trujillo a las 18.00 de la tarde (14 soles) y
dejaría en consigna a mi pesado compañero de viaje, el mochilón. Luego un taxi
(2,5 soles) me llevaría hacia el hangar de las combis con destino a Lambayeque
(1,30 soles), donde llegaría a eso de las 07.00. Otra caminata de tres cuadras
me haría plantarme, por fin, delante del museo de las Tumbas Reales de Sipán,
el objetivo número uno para la jornada de hoy.
Museo Tumbas Reales Sipán |
Pero, ups,
eran las 07.20 y aquello no habría hasta las 09.00. No se veía un alma por
allí, aunque a decir verdad, quien iba estar a esas horas. Así que nada, me
tiré al suelo y allí sentado que estuve, casi dos horas, hasta la apertura (10
soles), dedicándome a cuadrar los días que me quedaban, pues no los tenía muy
bien preparados.
La cultura
moche o mochica data del S.I al S. VI. Era un pueblo que sustentaba su economía
en la agricultura, cultivando maíz, papa, yuca. En la metalurgia consiguieron
algo tan complicado como el dorado del cobre mediante oro y en la cerámica
hicieron imágenes escultóricas y vasijas decoradas. Con toda esta información,
acompañada de imágenes y esquemas, comienzan las primeras salas del museo.
Museo Tumbas Reales Sipán |
Después se
explica que Sipán era el lugar donde se asentaron. Era un santuario, al igual
que otros de la zona, formado por dos pirámides truncas hechas en adobe, por
diferentes generaciones. Y, justo en la parte delantera de éstas, sería donde
se encontraron las tumbas de los hombres más importantes de su tiempo, ya que
eran considerados como dioses y semidioses. Se han hallado hasta trece tumbas.
A
continuación empieza el muestrario de infinidad de piezas valiosísimas y súper
curiosas que se descubrieron, explicadas a la perfección y combinándolas con
fotografías de cómo estaban en la excavación arqueológica. A mí me
impresionaron piezas como un bastón de cobre representando un templo en
miniatura, un collar de diez piezas de oro que representaban arañas llevando en
el vientre el rostro de un personaje, sonajeros de oro y plata acompañados de
narigueras de oro, entre otras muchas.
Museo Tumbas Reales Sipán |
Lo más
sorprendente es la propia tumba del Señor de Sipán, que se encuentra flanqueado
por dos guerreros, uno de ellos enterrado con su perro; a sus pies y sobre su
cabeza se encuentran los cuerpos de dos mujeres jóvenes, y en un nicho sobre la
tumba hay un niño.
Nuevas
piezas vuelven a destacar, tales como pectorales, estandartes de tela, escudos
o sandalias.
Para
finalizar un conjunto de figuras con movilidad y representando a los señores de
Sipán y a su séquito, interpretan una melodía de la época durante cinco minutos.
Está muy logrado.
Tras dos
horas de lo más entretenidas, donde no pude tomar fotos, pues no te dejan ni
siquiera meter la cámara o el móvil, salí del museo, bastante impresionado,
pues no tiene nada que envidiar a muchos museos europeos.
Me
encaminaría, entonces, a unas cuatro cuadras en frente del museo y en la avenida
principal de Lambayeque tomaría una combi (1,50 soles) que me llevaría hasta el
pueblo de Túcume, a unos veinte kilómetros de allí. Nada más bajarme, había
unas motos con cabinas en la esquina, que por 2 soles, una de ellas me dejaría
en la puerta del museo de Túcume, a unos dos kilómetros. (12 soles la entrada).
Museo de Túcume |
Aquí se
encuentra la más importante concentración de pirámides de adobe en la costa norte
de Perú y entre ellas la más grande de América: la Huaca Larga. Las 26
pirámides de unos 40 metros de altura y otros edificios menores que las rodean,
pueden verse de maravilla desde el mirador del Cerro Purgatorio, donde se
consigue una perspectiva global de todo ello.
Pirámides de Túcume desde Cerro Purgatorio |
Pirámides de Túcume desde Cerro Purgatorio |
Se piensa que este fue el lugar de residencia
de sumos sacerdotes expertos en astronomía y agricultura. Alrededor de ellas, existía
toda una sociedad de agricultores y un continuo contacto con pescadores y
navegantes.
Una vez que
bajé del mirador, me dirigí por otro camino de tierra a la huaca “Las Balsas”,
donde se pueden ver los restos de un edificio de la época, decorado con
relieves de barro.
Huaca Las Balsas |
Huaca Las Balsas |
Huaca Las Balsas |
A la vuelta
vería con el llamado pueblo de los niños, con cabañitas y construcciones hechas
para pequeñajos.
Pueblo de los Niños |
Pueblo de los Niños |
Al final,
entre unas cosas y otras, me tiré dentro más de dos horas, pero a decir verdad,
me pareció caro en comparación con otros sitios y para lo que se ve. A mí me
defraudó un poco.
Para volver
tomaría, otra vez, una moto con cabina (2 soles) y luego en la esquina por
donde pasa la panamericana norte, volví a coger
una combi con dirección a Chiclayo (2 soles), que estaba a 30 km. Una
vez allí y como te deja a las afueras, tomaría un taxi (3 soles) hasta la plaza
de Armas.
Allí me
daría una vuelta por la plaza, donde destaca la catedral de estilo neoclásico,
y pregunté a una policía que qué tal estaba el mercado Modelo para visitarlo,
pues tiene fama de ser uno de los más interesantes de Perú al ofrecer todo tipo
de productos, pero me dijo que los Domingos no era muy recomendable ir por allí
porque había un grupito que se dedicaba a robar a los turistas y no de forma
discreta. Así que pasé y me fui a dos cuadras de la plaza de Armas, a un
restaurante que se llamaba Boom Boom y me metí para el cuerpo una papa rellena,
un sándwich de tiras de pollo, un trozo de tarta de chocolate y una chicha
morada. Y para terminar un jugo de fresa. (Todo por 16,50 soles). Había que
seguir degustando la gastronomía peruana en toda regla.
Plaza de Armas. Chiclayo |
Plaza de Armas. Chiclayo |
Como salí
rodando y ya eran más de las 16.30, decidí que para bajar la comida me iría
dando un paseo a la estación de buses, donde llegaría sobre las 17.30.
Allí
esperaría hasta la salida de mi autobús para Trujillo a las 18.00. (14 soles).
En tres horas y media me plantaría en esta importante ciudad, considera por
muchos como la segunda en tamaño del país, aunque siempre se disputa este
título con su eterna rival del sur: Arequipa.
Llegaba sin
nada reservado, así que eché mano de la Lonely Planet y me decidí por el Hostal
Solari, al que llegué en un taxi de los oficiales (5 soles).
En principio
la habitación simple estaba por 80 soles, pero le dije al dueño, que estaba en
ese momento en la recepción, que a ver si podía reducírmelo un poco, y al final
me dejaría por 60 soles cada una de las tres noches que pasaría allí, lo cual
me pareció bien al estar a tan sólo dos cuadras de la Plaza de Armas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario