3 de Septiembre de 2011.
Quería
visitar la considerada la tercera catarata más alta del mundo pero no de la
forma típica, sino de una forma minuciosa. Y es que lo que pretendía era llegar
hasta los dos saltos, tanto el que está a 230 m. (el primero), como el que está
a 540 m. (el segundo). Aunque existía la posibilidad de coger una combi hasta
uno de los poblados desde donde se empieza a caminar, el hecho de que esa misma
tarde tuviera que coger el bus que me llevaría hasta Chiclayo a las 19.30 y no
quería tener problemas en perderlo y teniendo en cuenta además que te obligan a
contratar en cualquiera de las dos aldeas un guía rural que te cobra unos 40
soles para llegar hasta los dos saltos ó 20 soles hasta uno de ellos, aunque el
camino no tiene pérdida posible y no hay ningún peligro, me hicieron volver a
pensar en contratar esta excursión con una agencia.
Como el día
anterior había quedado muy contento con Perú Nativo, me animé otra vez con
ellos. Pero el problema es que de momento era yo sólo y me cobraban 150 soles.
Quedé en que me lo pensaría y mientras me relajaba un rato, tumbado en la cama
de la habitación de mi hotel, recibí una llamada de la agencia para decirme que
había una pareja de Lima que quería hacer lo mismo que yo. Así que al decirme
que se me quedaba en 60 soles (coche particular + guía + entrada a la senda de
la catarata que son 5 soles) no me lo pensé y dije que sí.
A las
07.00 estaba en la puerta de la agencia,
donde conocí a Raúl y Ángela, la pareja limeña, con los que hubo muy buen rollo
desde el principio. Nada más montarnos en el coche, ya empezaríamos a cambiar
impresiones y a soltar las primeras tonterías. En tan sólo una hora, estábamos
en el pueblo de San Pablo.
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Aldea de San Pablo |
Allí
conoceríamos a nuestra guía, Lidia, la única señora de la aldea que realizaba
las dos caídas. Hechas las presentaciones oportunas, comenzaríamos a andar
hacia la primera caída de la catarata. Tras unas subidas un poco empinadas, llegaríamos
a los primeros miradores, los cuales nos brindaron unas vistas espectaculares
de todo el valle de Gocta, el pueblecito, a lo lejos, de Cocachimba y sus
alrededores.
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Valle de Gocta |
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Valle de Gocta |
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Valle de Gocta |
Continuaríamos
caminando, mientras íbamos charlando de las situaciones respectivas de nuestros
países, de nuestras vidas, etc., cuando sin darnos cuenta y tras dos horas, de
repente, estábamos debajo de la primera caída de Gocta. ¡Espectacular! Raúl y
Ángela tuvieron las narices de meterse en la pequeña laguna que deja el agua,
hasta las rodillas. Yo me acercaría hasta ella, pero me conformaría con acabar
calado sin hacer nada debido a la fuerza del agua y del viento.
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Primer salto. Catarata Gocta |
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Primer salto. Catarata Gocta |
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Primer salto. Catarata Gocta |
Justo este
repecho que separa las dos caídas es el que ha generado una controversia entre
los que la consideran la tercera más alta del mundo, como decía al principio
del capítulo, y los más escépticos que señalan que en realidad se trata de dos
caídas de agua, así que mientras se ponen de acuerdo unos y otros, lo que sí es
cierto es que es una de las diez mayores del mundo y que te corta la
respiración el estar debajo de ella.
Después de
secarnos un poco, especialmente ellos, continuaríamos caminando, para en otra
hora en continuo descenso, pasando por un mirador desde donde se apreciaban las
dos caídas, llegar a la segunda de ellas, la de 540 m.
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Catarata Gocta |
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Segundo salto. Catarata Gocta |
Nuevamente
me dejaría sin palabras y me senté un rato a contemplarla y extasiarme con esta
maravilla de la naturaleza. Luego vendrían miles de fotos, ya que a mis
compañeros de aventuras, al igual que a mí, les encantaba lo de la fotografía,
así que fue genial.
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Segundo salto. Catarata Gocta |
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Segundo salto. Catarata Gocta |
Por otro
lado, tratamos de ver a la sirena de la leyenda que se llevo al aldeano
Gregorio, pero no hubo suerte. A cambio vimos una serpiente en la orilla de la
laguna, de las venenosas, según otro guía que andaba por allí. Este la cogió
con un palo y nos dejó el honor de de sujetar el mismo. No duré mucho con él ya
que no me fiaba un pelo, pues en cualquier momento el bicho ese era capaz de
tirarse y morderte y no me apetecía que me fastidiara el viaje.
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Serpiente en la Catarata Gocta |
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Serpiente en la Catarata Gocta |
Tras más de
una hora por allí, comenzamos el camino de regreso, en continua subida hasta
Cocachimba. Dos horas nos demoramos en hacerlo, por lo que hasta las 16.30 no
llegaríamos al poblado.
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Entorno de Gocta regresando a Cocachimba |
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Entorno de Gocta regresando a Cocachimba |
Después de
reponer fuerzas en una bodega que había por allí con unos energizer y unas
galletas, nos montaríamos en el coche que nos volvería a dejar en Chachapoyas,
sobre las 17.40 de la tarde.
En el
trayecto, Raúl y Ángela me fueron explicando un montón de cosas de Lima, tales
como transportes, zonas por las que no debía ir, comidas que tenía que probar,
etc. ¡Majísimos!, se portaron fenomenal. Al final nos daríamos los mails y
teléfonos para estar en contacto y nos despedimos.
Como estaba
muerto de hambre, pues sólo había llevado unas rosquillas y agua para la
excursión, me metería a comerme una hamburguesa con patatas fritas y coca cola
en Café Café (9 soles).
Todavía
tendría tiempo de recrearme con la gran plaza de Armas y sus raíces coloniales,
además de las antiguas casonas que la rodean y que hasta ahora apenas las había
prestado atención.
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Plaza de Armas. Chachapoyas |
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Plaza de Armas. Chachapoyas |
Después
me cogería un taxi (2 soles) que me llevaría hasta la estación de buses de
Movil Tours para tomar allí a las 19.30, el que me llevaría en sofá cama a
Chiclayo (65 soles)
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