Las 04.30
fue la hora elegida para despertarnos. No por gusto, como es evidente, sino
porque no queríamos que nos pillara el toro con todo lo que teníamos que hacer.
Así que medio zombies nos dirigimos a dejar el coche a la empresa de alquiler
para una vez comprobado, por su parte, que el vehículo no tenía ningún
desperfecto, llevarnos, al igual que hicieron al inicio del viaje, hasta el
aeropuerto. Este servicio está incluido, sencillamente, porque como no tienen
sucursal en el mismo aeropuerto, pues de alguna manera para compensar esta
molestia. En el aeropuerto nos dejarían a las 05.00, lo cual iba a ser tiempo
más que suficiente para facturar y esperar a que saliera el avión porque, al
ser minúsculo el aeródromo, no tienes casi que andar a la puerta de embarque.
Así que nos tiramos en el suelo hasta que dieron las 06.30, hora en la que
empezamos a embarcar, despegando media hora después, es decir las 07.00.
A las 08.00
estábamos en Salt Lake City, donde teníamos que hacer el cambio de avión. No
tardaríamos prácticamente nada, pues al ser un vuelo interno y parte de la
conexión de otro, Delta lo tiene todo pensado para que no haya ningún problema.
De esta manera nos encontrábamos despegando de esta ciudad a las 08.30,
llegando a Las Vegas a las 08.55. Vamos que ni media hora.
Una vez en
la terminal nos dirigiríamos hacia la empresa de alquiler de coches. La elegida
en esta ocasión sería Álamo a través de la página www.ealquilerdecoches.com Esta vez nos correspondería un flamante Dodge negro,
que me dejaría alucinado y eso que paso bastante de los coches, pero este era
casi como el de un mafioso o como el coche fantástico, sólo faltaba que
hablase. Lo alquilaríamos desde hoy, día 8 de Septiembre, hasta el 21 de
Septiembre que tendríamos que devolverlo en el centro de San Francisco antes de
las 18.00. Así que íbamos a pasar juntos casi quince días. Para no perdernos
utilizaríamos un GPS con los mapas del oeste americano ya metidos en él, que
amablemente se encargó de prepararme en España mi amigo Nacho, así que desde
aquí muchas gracias por tu labor.
Y ahora sí y
con todo listo sólo quedaba arrancar el precioso automóvil y ponernos en marcha
desde el subsuelo del parking del aeropuerto de las Vegas. Eran las 10.30
cuando tomábamos la autopista en dirección a la ciudad de Hurricane.
Efectivamente no nos quedaríamos en Las Vegas, pues esto lo haríamos al volver
de la ruta circular por algunos de los parques nacionales más increíbles de
esta zona de USA.
Tardaríamos
tres horas en llegar a Hurricane, ya en el estado de Utah, pués también
aprovechamos para parar a comer en un área de servicio donde había un Mac
Donalds, pero si vas directo no te demora más de dos horas y cuarto. Nuestro
alojamiento elegido sería un Days Inn con una habitación con dos camas King
inmensas (47,38 USD). El hotel también contaba con piscina cubierta y una
bañera de hidromasaje de las que nos aprovecharíamos al regreso de nuestro plan
de la tarde.
Tras
acomodarnos un poco, no tardaríamos mucho en volver a coger el coche para irnos
a pasar la tarde al Parque Nacional de Zion que se encontraba a unos 30 km de
donde estábamos. Si bonitas habían sido las vistas que nos habían ido
acompañando en el trayecto de la mañana, mostrándonos a ambos lados de la
carretera parajes inconmensurables que no tenían fin con gran cantidad de
formaciones rocosas, este pequeño viaje hasta Zion, no se iba a quedar corto
tampoco, pues podríamos disfrutar de las vistas de los puntiagudos picos de las
montañas Eagle Crags y del corredor natural de murallones rocosos que guarda el
pequeño y bonito pueblo de Springdale, que más parece una maqueta hecha a
conciencia que un pueblo real. Tras atravesar este llegaríamos a la entrada del
Parque Nacional de Zion y unos metros más adelante hasta el aparcamiento del
Visitor Center, donde dejaríamo el coche y nos dirigiríamos hacia la cercana parada
donde se toman los shuttles que se adentran en el interior de la Canyon Scenic Drive, es decir la carretera
de color marrón que discurre por el cañón.
Y es que si
quieres visitar este Parque no te queda otra que tomar los autobuses gratuitos
que circulan constantemente en ambos sentidos por el gran desfiladero donde se
encuentran los mejores paisajes y las grandes atracciones de este lugar. Estos
buses van realizando paradas en todos aquellos puntos importantes que hay que
visitar y desde donde, además, parten un sinfín de rutas de senderismo de todo
tipo de dificultad que se adentran por los recodos de Zion.
Zion National Park |
Zion National Park |
Nosotros tomaríamos el shuttle hasta la última de las paradas del cañón, la conocida con el nombre “Temple of Sinawaba”, donde queríamos realizar la ruta conocida con el nombre Virgin River Narrows.
La primera
parte de la caminata transcurriría por un camino asfaltado, perfectamente
acondicionado, el cual nos fue introduciendo entre inmensas paredes verticales,
llevando el río paralelo a nosotros en todo momento. Tras terminar este,
llegaríamos al plato fuerte de la excursión y es que el sendero termina en el
acceso al río. Aquí procederíamos a quitarnos los pantalones cortos y quedarnos
en bañador, que ya lo llevábamos puesto, y a sustituir las playeras por unas
chanclas de romano de las que tienen agarre en los tobillos y tras guardar todo
lo que no íbamos a utilizar en las mochilas, nos introdujimos en el río.
¡Menuda pasada! El caudal, la verdad, que era bastante débil, llegándonos el
agua a la altura de los gemelos en gran parte del recorrido que fuimos
haciendo. Es más en algunos tramos se encontraba seco, lo que hizo que
pudiéramos andar sin preocuparnos demasiado de resbalar y de que se mojaran las
mochilas, por lo que la cosa estaba siendo bastante sencilla.
Poco a poco seguimos
avanzando y las paredes se iban estrechando más según el cañón se iba haciendo
cada vez más angosto a la par que nos íbamos encontrando algún que otro tramo
donde el agua ya sí que nos llegaba hasta las rodillas y un poco más. Cada vez
era más la gente que nos cruzábamos y que volvían hacia el inicio de la ruta y
es que la luz empezaba a escasear más según iban avanzando los minutos. Era
evidente que no íbamos a poder terminar la totalidad de la ruta y que había que
ser sensatos antes de que luego fuese tarde, por lo que decidimos darnos la
vuelta y deshacer todo lo que llevábamos recorrido. Sería una buena decisión,
pues éramos los que cerrábamos la vuelta, ya que no encontramos nadie más que
viniera detrás de nosotros.
The Narrows Route The Narrows Route The Narrows Route
A la salida del río, ni siquiera perderíamos tiempo en cambiarnos, pues no queríamos ni que se nos hiciera de noche ni perder el autobús que nos llevara hasta el parking donde teníamos el coche, por lo que a paso ligero desharíamos el camino asfaltado y conseguiríamos llegar a, seguramente, uno de los últimos shuttles que salían hacia el Visitor Center. Aquí volveríamos a coger el coche y regresaríamos hacia nuestro hotel en Hurricane, no sin antes parar en un supermercado para comprar algo y cenar tranquilamente en la habitación.
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