Comenzaba un
nuevo y espléndido día en el oeste
americano por lo que con el mismo grado de ilusión o incluso más que en
jornadas pasadas, ya que en cada una de estas éramos sorprendidos con algún
paisaje inesperado o postales visuales inimaginables, nos dirigimos bien
temprano, una vez más, a Zion pues no nos conformábamos con llevarnos sólo una
ruta de este parque que tanto nos había impactado en el día de ayer.
Fort Zion |
Volvimos a repetir los mismos trámites de la jornada anterior para en esta ocasión bajarnos del shuttle en la parada llamada The Grotto para poder así comenzar la ruta elegida hoy: Angel´s Landing Trail.
Cuando
preparaba el viaje pude leer en muchos lugares que esta era una de las rutas
más espectaculares que se podían hacer y sólo ya el nombre parece que quiere
confirmarlo. La traducción es “donde aterrizan los ángeles” por lo que todo
hacía presagiar que íbamos a disfrutar como enanos.
La distancia
a recorrer son 8,6 kilómetros, el tiempo estimado para ello son unas cinco
horas y el desnivel de 450 metros. Conviene llevar, por lo tanto, agua
suficiente para gran parte de la jornada y comida para ir cogiendo fuerzas a lo
largo del sendero. Nosotros lo compraríamos todo en Hurricane el día anterior,
pues nos habían dicho que salía más barato que en Springdale.
Tras
bajarnos del bus, pronto localizaríamos el área de servicio de Zion Lodge y un
kilómetro más adelante podríamos ver el inicio de la senda. No tardaríamos
mucho en cruzar la carretera que atraviesa el cañón y el río Virgin, para tras
ello comenzar el ascenso hacia la cima de la descomunal pared vertical que
teníamos ante nosotros. No hay que preocuparse pues ello se realizará a través
de un camino que transcurre por su otra cara y que va ganando altura poco a
poco, pudiendo afrontarse sin excesivo esfuerzo.
El sendero asciende en continuos zigzag lo que facilita enormemente la subida. Además el camino está acondicionado perfectamente y hay tramos en donde casi no te encuentras ni una piedra. Aquí entraría el eterno debate respecto a si esto no es exagerado, ya que parece que le quita cierto encanto a lo que sería una senda algo más salvaje y menos acondicionada como muchas de las que hay en Europa, pero también es cierto que, de esa manera, sería menos apta para todo tipo de público.
El caso es
que las vistas cada vez eran más espectaculares y el alma se nos sobrecogía
ante el soberbio espectáculo que íbamos teniendo delante nuestro. El recorrido
se suavizaría bastante una vez que alcanzamos cierta altura, lo que unido a la
sombra proporcionada por los farallones rocosos que nos vigilaban y a la ligera
brisa que soplaba en este corredor harían que el pequeño cansancio acumulado
desapareciera por completo. Algo que nos vendría muy bien para afrontar lo que
se conoce como Walter´s Wiggles, es decir 21 curvas zigzagueantes que salvan en
muy poco espacio un desnivel de varios cientos de metros. Tras estas llegábamos
a un llano donde el espectáculo era sublime. Desde aquí se podía apreciar una
gran parte del cañón de Zion, con el río Virgin recorriendo sus profundidades,
panorámicas del otro lado y todo ello rodeado de infinitas formaciones de
arenisca, haciendo todo ello un momento imposible de olvidar.
Desde este punto en el que nos encontrábamos ya no quedaba demasiado para terminar la ruta pero es verdad que el tramo que resta es el más aéreo y peligroso de todo el camino. Es por ello que mucha gente decide darse aquí la vuelta. No sería nuestro caso pues todavía teníamos ganas de más aventuras y aunque es cierto que me costaría convencer a Raúl para continuar, pues visualmente puede llegar a imponer y a impactar bastante por donde transcurre el camino, lo cierto es que una vez que te pones con él, la cosa no conlleva demasiadas dificultades siempre que no se padezca de vértigo.
Así que tras
descansar una media hora y comer y beber algo nos dispusimos a afrontar el
final de la subida. Esta se desarrolla por una estrecha pared vertical de
piedra rojiza, con forma de aleta, con caídas al vacío de más de mil metros, por
ambos lados, pero en muchos de los tramos se dispone de gruesas cadenas
amarradas a la roca lo que hace que sea bastante seguro. En el resto del camino
siempre hay espacio suficiente para asentar bien los pies y dar los pasos sin
riesgo de caer y alguna que otra trepada que se afronta sin problemas por lo
que, para mí, es el tramo más increíble, divertido y espectacular de todo el
recorrido.
Angels Landing Trail Angels Landing Trail
Tras media hora culminábamos la hazaña y conseguíamos reunirnos con los ángeles. El espectáculo que teníamos delante de nosotros era apoteósico y una emoción nos embargó al contemplar la grandeza de la naturaleza. Había que saborear este maravilloso momento por lo que decidiríamos comer aquí pues el día era inmejorable dado que no hacía demasiado calor y se estaba a gusto con el aire que corría. Además éramos pocos los que habíamos venido a la cita celestial por lo que la tranquilidad imperaba en el ambiente. Lo cierto es que estaba ensimismado y tratando de quedarme con cada detalle del entorno que me rodeaba por cada punto cardinal. Sin duda este privilegio de almorzar en una de las cimas más altas de Zion será uno de esos momentos de la vida que perdurarán en mi retina para siempre.
Zion National Park desde Angels Landing Trail
Tras algo más de una hora por las alturas, llegó el momento de deshacer el camino, por lo que fuimos destrepando la pared con sumo cuidado hasta llegar a la zona de senda y ya desde aquí emprender el camino de regreso hasta donde nos había dejado el shuttle por la mañana.
Angels Landing Trail Angels Landing Trail
Antes de abandonar el Parque Nacional aprovecharíamos todavía para bajarnos en alguna que otra parada, como Court of the Patriarde o Weeping Rock para explorar brevemente sus alrededores y hacer alguna que otra fotografía a las inmensas moles de piedra que nos rodeaban. Como se ve se puede bajar y subir de los autobuses tantas veces como uno quiera.
Cuando volvimos al Visitor Center eran ya las cuatro de la tarde, por lo que era buena hora para ponerse a los mandos de nuestro Lodge negro y emprender el camino hacia el centro de operaciones del destino del día siguiente: Bryce Canyon.
El trayecto
de unos 140 kilómetros lo haríamos en dos horas, pero no podríamos evitar,
durante el transcurso del mismo, hacer una parada en el llamado Red Canyon, el
cual nos lo encontramos en la misma carretera. Sólo daríamos un pequeño paseo
por los alrededores de media hora, pero podríamos ver espectaculares
formaciones y torres de piedra de arenisca roja. El mismo color que el suelo
por el que caminábamos que unido al contraste del verde de los pinos, hacían de
este lugar una nueva sorpresa inesperada en el recorrido.
Red Canyon |
Sobre las 19.00 llegábamos al Ruby´s Inn (128,31 dólares la habitación), nuestra estancia para esta noche y muy cercana a Bryce Canyon. El lugar está ambientado en el oeste americano con una pequeña zona comercial justo en frente. En el mismo hotel también existe una gran tienda que vende todo tipo de souvenirs y donde es complicado no caer en comprar algo de recuerdo.
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