OESTE EEUU - DIA 13. Las Vegas: recorriendo "The Strip"

16 de Septiembre de 2010.

Tras dormir como bebés y haber recuperado fuerzas, nos disponíamos a recorrer durante  todo el día “The Strip”, la famosa franja de seis kilómetros de las Vegas Boulevard, donde se encuentran los imponentes y lujosos hoteles que esconden bajo sus cimientos los tentadores casinos donde jugar hasta quedarte sin blanca.

Todo en Las Vegas son números y cifras espectaculares y records con respecto al resto del mundo: más de 20 hoteles se encuentran entre los más grandes del planeta, una ciudad abierta las 24 horas al día los siete días de la semana, cada día se pueden celebrar hasta 315 bodas, las construcciones más caras de algunos colosos como el Bellagio han supuesto 1600 millones de dólares, etc.

Los dos días que seguían nos los tomaríamos un poco más relajados y no nos levantaríamos hasta las nueve de la mañana.

Además de hacer el papel de alojamiento y centro de juego, gran parte de los hoteles de Las Vegas actúan como si de parques temáticos se trataran por lo que pasear por sus interiores es la manera perfecta de ir pasando de unos escenarios a otros del mundo en pocos metros y todo ello sin tener que soportar el sofocante calor del exterior, pues gran parte de ellos se encuentran conectados entre sí por el interior.

Hotel New York. Las Vegas

Como decía, la idea de hoy era patearnos “The Strip” de punta a punta e ir entrando y saliendo de muchos de los famosos hoteles para verlos por dentro y por fuera. Así comenzaríamos la jornada con el Mandalay Bay. Curioseando llegaríamos hasta una de las inmensas piscinas que posee, donde nos quedaríamos sorprendidos de ver que esta es una playa artificial, empezando a funcionar, en ese momento que llegábamos, las olas artificiales. Lástima que esta atracción sólo estuviera reservada para los clientes del hotel, que si no me hubiera metido con lo puesto.

Desde aquí pasaríamos a ver el Luxor que está dedicado al antiguo Egipto y fue uno de los primeros mega resorts que hacían referencia a un tema en concreto. Lo más interesante de esta construcción sería ver como todas las habitaciones de su interior están ordenadas a modo de pirámide hueca y con infinidad de tonos dorados. Además de los mil detalles exteriores que recuerdan a lugares tan increíbles del viejo Egipto como el propio Luxor, Karnak, el valle de los Reyes, etc.

Hotel Luxor. Las Vegas

Continuaríamos con el Excalibur, dedicado al Rey Arturo y su espada, que es la que da nombre al hotel. Desde aquí cruzaríamos por un puente peatonal para llegar hasta el MGM, dedicado a Hollywood y con su imponente león dorado presidiendo la entrada. Lo mejor de aquí sería, sin duda, ver a una leona, con bastantes malas pulgas, en su jaula y encarándose, por momentos, con los espectadores que estábamos al otro lado de los cristales de metacrilato.

Hotel LGM. Las Vegas

Leona del Hotel LGM. Las Vegas

La inmensa tienda de tres pisos de emanems sería nuestra siguiente visita y donde nos tiraríamos un buen rato pues aparte de tener miles de cajas, tubos y recipientes con todo tipo de colores y sabores de estos deliciosos chocolates, también tiene infinidad de peluches y recuerdos sumados a carteles de películas caracterizados por los propios emanems.

M & M World. Las Vegas

Monte Carlo Hotel, City Center, Planet Hollywood Resort y Harley Davidson Café serían los siguientes colosos que nos recibirían, sorprendiéndonos ante los detalles del medio oriente que nos ofrecía el Planet, ya que antes era el hotel Aladdin, y sintiendo el espíritu de los moteros, por unos instantes, al montar en las míticas motos situadas a la entrada del restaurante.

Y ahora vendría uno de los platos fuertes del Boulevard: el Paris Hotel, que como su propio nombre indica está dedicado a la ciudad de las luces. Lo que destaca por encima de cualquier otra cosa es la réplica a escala de la torre Eiffel, pero también están representados, algo más pequeños, el Arco del Triunfo y la plaza de la Concordia. Su interior es como trasladarte a los viejos cafés parisinos y a la elegancia de sus avenidas, con sus tiendas de lujo y sus restaurantes de etiqueta. Esto unido al cielo raso que te acompaña en todo el interior, hace que todo sea realmente espectacular. Además aquí aprovecharíamos para jugarnos unos dólares en su casino, con la suerte de ganar por primera vez algo de dinerito. Nada más y nada menos que cinco dólares. ¡La suerte estaba de nuestro lado! ¡Toma!

Hotel París. Las Vegas

Hotel París. Las Vegas

Tras atravesar hoteles de menor importancia en lo que se refiere a su temática y a lo que tenían que ofrecer tales como el Flamingo, el Imperial Palace o el Casino Royale, llegaríamos al descomunal e increíble The Venetian, otra de las joyas de “The Strip”. Su exterior ya te deja, inmediatamente, con la boca abierta debido al lago situado en su entrada y a la recreación casi perfecta de la torre del Campanile, el Palacio Ducal, el puente Rialto o el Gran Canal. Pero es que el interior tampoco te deja indiferente, ni mucho menos, pues nos encontraríamos con la réplica de la plaza de San Marcos y con canales por donde navegaban góndolas con sus gondoleros cantando serenatas. Al ver esto trataríamos de darnos ese capricho, pero las inmensas colas para poder realizarlo eran tales que desistimos. A cambio nos sentaríamos en un banco a descansar y cinco minutos después, una nueva sorpresa haría acto de presencia. Empezarían a llegar personas vestidas con trajes de época y tras colocarse por los alrededores comenzarían a cantar cual tenores mientras se iban dirigiendo a un pequeño escenario, donde llegaría el momento cumbre de su actuación con las canciones más famosas de Italia.

Hotel Venecia. Las Vegas

Hotel Venecia. Las Vegas

Después del espectáculo continuaríamos caminando por las calles interiores del hotel repletas de restaurantes y tiendas similares a las que puede haber por Venecia y, al igual que en el Paris Hotel, acompañados por el azul intenso del cielo que a cualquier hora del día o de la noche, hace que parezca que te encuentras en un día soleado.

El cansancio y el hambre empezaban a hacer mella en todos nosotros, pues eran casi las tres de la tarde. No obstante, todavía nos animaríamos a ver el Palazzo Hotel y los elegantes, lujosos y casi gemelos Wynn y Encore, para nada más terminar con la visita dirigirnos a la última planta de un centro comercial llamado Fashion Show Mall, que estaba repleto de restaurantes y decantarnos por un mexicano donde nos tomaríamos unos inmensos y riquísimos tacos.

Hotel Wynn. Las Vegas

A la salida nos dirigiríamos al Circus Circus, uno de los hoteles más antiguos de Las Vegas y que más viejo se le ve. Como su nombre indica, su temática estrella es la del circo y bajo su inmensa carpa se aloja un parque de atracciones con montaña rusa entre otras muchas opciones para divertirte. Como estábamos recién comidos optamos por sólo dar una vuelta por su interior y seguir paseando por la avenida principal, pues todavía nos quedaban unos cuantos hoteles por visitar.

El siguiente que veríamos sería el Treasure Island Hotel que se inspira en un gran barco pirata, rodeado de agua. Cuando llegamos el espectáculo que se representa en él ya estaba casi acabando, por lo que sólo pudimos disfrutar un poco de los bailes y piruetas que los bailarines y especialistas hacen sobre la cubierta del barco acompañados de fuegos artificiales.

Hotel Treasure Island. Las Vegas

Justo al lado se situaba The Mirage, donde cuando cae la noche tiene lugar el show en el que un volcán entra en erupción. Así que tampoco nos pararíamos mucho aquí y lo dejaríamos para el final del día.

Otro de los hoteles estrellas de Las Vegas es el Caesars Palace, nuestra siguiente parada. El interior te traslada hasta el antiguo Imperio Romano con cariátides como columnas, dioses adornando sus fuentes y un lujo extremo donde hasta el más mínimo detalle está cuidado y parece nuevo. Por haber, hay hasta una copia del David de Miguel Ángel y en su exterior una de las fachadas imita a la Fontana de Trevi. Aquí también tendríamos oportunidad de ver el show gratuito “Caída de la Atlántida”, el cual empezó bien, pero al final resultó ser un auténtico pestiño. Una vez que terminó este, seguiríamos paseando por las lujosas galerías comerciales con un nuevo cielo azul como acompañante al modo de los que habíamos visto por la mañana.

Hotel César Palace. Las Vegas

Hotel César Palace. Las Vegas

Muy cerca de aquí encontraríamos, sin buscarla y por pura casualidad la máquina de Zoltar, donde en la película “Big”, Tom Hanks pide el deseo de ser mayor. La verdad es que me haría mucha ilusión encontrármela y no pude evitar pedir también un deseo.

El último hotel que visitaríamos, antes de retirarnos a descansar unas horas, no podía ser otro que el Bellagio, con sus famosas fuentes y donde sus chorros bailan al compás de la música de las diferentes canciones que van sonando. Tendríamos suerte y el espectáculo estaba a punto de empezar, así que nos quedaríamos a verlo. Se me pondría la piel de gallina, porque hay que reconocer que es increíble y emocionante. Es una de las cosas que uno no se puede perder por muchos vídeos que haya visto.

Hotel Bellagio. Las Vegas

Otros elementos que caracterizan al Bellagio son, sin duda, su jardín botánico, sus maravillosos techos y el lujo extremo de cada rincón de este complejo hotelero que te deja con la boca abierta.

Hotel Bellagio. Las Vegas

Ahora sí, que había llegado el momento de retirarnos a descansar unas horas, después de un día tan intenso, pero sería sólo eso, un pequeño paréntesis para tomar fuerzas y afrontar con suficiente energía la salida nocturna que nos esperaba.

A las 21.30 quedábamos otra vez todos en la recepción del hotel y desde aquí nos marchábamos a pedirle a uno de los aparca coches nuestro vehículo, el cual no tardaría en traer ni cinco minutos. Ya con este nos marcharíamos al final “The Strip” para aparcar en un pequeño parking, al lado de una gasolinera, y a sólo unos metros de la descomunal torre del hotel Stratosphere.

Este edificio tiene una altura de 350 metros en su punto más alto y es la construcción de mayor altura del estado de Nevada. A parte de las vistas que ofrece, lo que más destaca de él son las atracciones que se encuentran en su parte superior por lo que no queríamos dejar de disfrutar de al menos una de ellas. Así que sacaríamos nuestra entrada combinada de subida al mirador con el disfrute de una atracción, nos montamos en el ascensor y en menos de un minuto habíamos llegado arriba del todo, encontrándonos grandes cristaleras oblicuas que nos permitirían ver una imagen imposible de olvidar: un mar de luces de neón que nos dejaron completamente hipnotizados, mientras que más allá, la más completa oscuridad se hacía en el desierto.

Hotel Stratosphere. Las Vegas

Las Vegas desde Hotel Stratosphere 

Tras deleitarnos con la imagen iluminada de Las Vegas, en todo su esplendor, nos dispusimos a elegir la atracción. Existen cuatro entre las que optar:

  • Sky Jump: Te atan una cuerda elástica y te lanzan al vacío.
  • Insanity – The Ride: Un brazo mecánico que gira en cículos, a modo de carrusel, sobre el borde de la torre y con el vacío bajo tus pies.
  • X-Scream: una pequeña, pero matona, montaña rusa que te sacará de la torre dejándote colgado a 300 metros de altura sobre el suelo.
  • Big Shot: Una catapulta que te sube hasta el punto más alto de la torre (350 metros) y en cuestión de segundos te vuelve a dejar caer los 50 metros que hay hasta su superficie.

Nosotros nos decantaríamos por X-Scream, ya que nos parecía una de las que más sensación podía provocar y, efectivamente, eso conseguiría. Cuando el vagón comienza a avanzar hacia el vacío, la adrenalina que consigue provocarte es bestial, pues parece que todo se va a terminar en unos segundos. Afortunadamente, la máquina se detiene cuando parece estar todo perdido y te encuentras, por unos segundos, con Las Vegas engalanada y al aire libre casi sólo para ti, sintiéndote un auténtico privilegiado. La misma acción la vuelven a repetir dos veces más, las cuales ya son más divertidas pues sabes cómo va la cosa. Tengo que decir que para mí sería una de las mejores experiencias de mi estancia en la ciudad y la recomiendo sin dudarlo, salvo que se tenga vértigo, como es evidente.

Después de las vistas y las emociones, no aptas para cardiacos, que nos llevaríamos del Stratosphere, volveríamos a dejar el coche en nuestro hotel y nos dispusimos a vivir la noche en la ciudad que nunca duerme. Si ayer nos habíamos sorprendido con los alrededores del New York, New York, eso no iba a ser nada para lo que nos esperaba en el meollo del Boulevard: miles de neones de colores; carteles luminosos por doquier anunciando juego, diversión y ocio; aceras repletas de gente haciendo que en momentos concretos te costara dar un paso; decenas de personas ofreciéndote, cada diez metros, cartas de mujeres desnudas esperando que la voluntad fuese débil para hacer negocio a tú costa, etc.

Hay que reconocer que ante este ambiente hasta la persona más desanimada y aburrida se viene arriba. La ciudad te invita al desenfreno, a la fiesta, a no parar. El ambiente y el juego en los casinos se triplican. Parece que el rumor de las máquinas tragaperras te llamara a jugar y, efectivamente, algún dólar más nos dejaríamos.

Pero también nos deleitaríamos viendo como el volcán artificial del hotel Mirage vomitaba y escupía fuego ante un complejo completamente dorado. Y por si esto fuera poco, nada como volver a ver la coreografía de los surtidores de agua del Bellagio con la noche como acompañante y sintiéndote como los protagonistas de Ocean´s Eleven, por unos segundos.

Fuentes de Hotel Bellagio

El reloj marcaba las 02.00 por lo que aunque hubiéramos continuado toda la noche pululando de un lado para otro, nos pudo más la sensatez y nos marcharíamos para el hotel para poder vivir, con vitalidad, las nuevas sorpresas que nos iba a deparar la jornada de mañana.


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