GERONA - DIA 02. Castellfollit - Olot - Camprodón - Setcases

25 de Agosto de 2009.

Tenía claro que en cuanto me levantara lo primero que iba a hacer era buscar a la encargada del alojamiento y tener una seria conversación con ella, con la intención de que no nos cobrasen la noche de hoy, pues estaba claro que preferíamos dormir a la intemperie que volver a quedarnos en este lugar. Aunque no sería el caso porque ya teníamos asegurada la pernocta en la misma casa rural que teníamos para mañana.

Tras exponerle el enorme descontento por todo lo que nos encontramos ayer y recalcarle en varias ocasiones que en nada tenía que ver lo que se ofrecía por internet a la realidad, no pondría casi ninguna objeción en acceder a no cobrarnos más que la noche de ayer, por lo que nos marcharíamos al menos tranquilos y empezando bien la jornada.

Castellfollit de la roca iba a ser nuestro primer destino del día. La población se estira sobre un acantilado de roca basáltica y su hermoso perfil se puede ver según te vas aproximando por la carretera, siendo imposible que pueda pasar desapercibido. Resalta el campanario de la iglesia gótica de San Salvador, así como las murallas, parcialmente conservadas y que completaban las defensas locales junto al castillo. El centro de la villa se encuentra en la plaza de Sant Roc donde se levanta la torre rosada del reloj y de la que parten las dos principales calles bordeadas de casas de piedra.

Castellfollit de la Roca

Castellfollit de la Roca

Castellfollit de la Roca

Después de un agradable y solitario paseo, pues no había un alma por sus calles, subiríamos de nuevo al coche para plantarnos en tan sólo nueve kilómetros en Olot, capital de la comarca de la Garrotxa, caracterizada por el paisaje volcánico y la vegetación exuberante incluidos en el Parque Natural de la Zona Volcánica que tendríamos oportunidad de ver mañana.

Respecto a Olot tiene una buena tradición artística y artesanal, mereciendo la pena visitar el Museo Comarcal de La Garrotxa donde se expone la obra de la Escuela de Olot, pintores paisajistas de finales del siglo XIX que se inspiran en los bellos alrededores de la ciudad. Entre ellos se encuentran Joaquím Vayreda, su hermano Mariá y Josep Berga.

Otro aspecto a destacar de la localidad son sus casas modernistas realizadas en las primeras décadas del siglo XX en las cuales lucen adornos florales y de cerámica, balcones de forja con imaginativas formas, relieves y esculturas. De esta manera destacan la Casa Solá Morales, la Casa Gassiot, la Casa Sibidí o la Casa Gaietá Vila.

Casa Gaietá Vila. Olot

Casa Sola Morales. Olot

La obra religiosa más importante es Sant Esteve, un gran templo construido entre 1750 y 1763. Curiosamente, su trazado es obra de un ingeniero militar. En su interior destacan algunos retablos.

Iglesia de San Esteban.Olot

También se podría hacer referencia al hospital de Sant Jaume, del XVI y con una iglesia barroca, así como a la iglesia Mare de Déu de la Tura, del mismo estilo que la anterior.

Tampoco podríamos perdernos la visión del que iba a ser nuestro primer volcán de la zona conocido con el nombre de Montsacopa, situado dentro del casco urbano, con un gran cráter circular revestido de hierba y unas vistas muy bonitas del entorno. En su parte superior hay una ermita del siglo XVII, dedicada a San Francisco.

Volcán de Montsacopa. Olot

Olot desde Volcán de Montsacopa

Estábamos ya impacientes por conocer el destino estrecha del día, así que hacia allí nos dirigimos, tardando un poco más de media hora en recorrer los treinta kilómetros que nos separaban de Camprodón, un pueblo de montaña regado por el río Ter que cuenta con un rosario de monumentos románicos y góticos, y con muy buena arquitectura modernista.

Su bella imagen sería popularizada a finales del siglo XIX entre la clase alta barcelonesa debido a que se recomendaban sus aires para mejorar la salud. Después, en las décadas de 1960 y 1970, sería elegido por un gran número de personas para montar su segunda residencia (entre ellos hay que mencionar al cantante Joan Manuel Serrat, quien tiene una casa en las afueras).

Su centro turístico invita al descanso entre paseo y paseo por sus calles, en las que aún es posible respirar ese mismo aire sano que antaño se recomendaba para mejorar la salud y disfrutar de una paz y un sosiego típico de pueblo de los Pirineos.

El casco histórico está muy bien conservado y cuidado, teniendo en el carrer Valencia su principal vía que termina en una plaza donde una escalinata, entre setos verdes,  conduce al monasterio de Sant Pere. Está llena de tiendas de todo tipo y cuenta con varios edificios de estilo modernista como la Casa les Monges. Las casas colgadas que se asoman al río conforman una bella imagen.

Calle Valencia. Camprodón

Pero si hay un elemento que se ha convertido en emblema del pueblo ese es el Pont Nou, un puente románico cuyo origen se remonta al siglo XII. Tiene un solo ojo con 20,30 metros de diámetro por 13,90 en su punto más alto. Integrado en lo alto del puente, está el Portal de Cerdenya, que era en su origen la puerta de acceso al castillo de Sant Nicolau.

Pont Nou. Camprodón

Pont Nou. Camprodón

Por otro lado, es también agradable detenerse en la plaza Dr. Robert, la cual cuenta con un ligero desnivel, salvado por una escalinata. En la parte de arriba hay un par de bares con sus terrazas, y abajo el Hotel Camprodón, uno de los edificios modernistas más bonitos de la ciudad que en un principio, 1914, fue hotel, más tarde cine y ahora otra vez hotel.

El monasterio de Sant Pere, en la plaza de Santa María, sita en la parte alta, es otro lugar importante, pues hay que considerarle como el origen de la población, debido a los asentamientos que se produjeron en su entorno.

Monasterio de Sant Pere. Camprodón

Otros sitios de interés serían la iglesia de Santa María, el paseo de la Fuente Nueva, el passeig Maristany con las viviendas modernistas levantadas por la burguesía barcelonesa a principios del siglo XX, el museo Isaac Albéniz dedicado al compositor que nació aquí, la escultura Piano Suite o las plazas del Carme y de Espanya.

Paseo de la Font Nova. Camprodón

Iglesia de Santa María. Camprodón

Como se ve es un pueblo que bien merece la pena dedicarle tiempo y recorrerlo sin prisa, para disfrutar al máximo de todo lo que ofrece.

Para finalizar la jornada nos desplazaríamos unos diez kilómetros hasta Setcases, pueblo que ya no hace honor a su nombre, pues no lo forman sólo siete casas, sino que ha crecido con nuevos edificios de vocación turística.

Se encuentra a 1280 metros de altura y su parte antigua conserva su encanto a pesar de las muchas construcciones nuevas que, afortunadamente, no rompen su aspecto de pueblo de montaña.

Setcases

Setcases

Pero lo mejor es que se encuentra enclavado en una zona pirenaica de gran belleza al abrigo de los picos de Bastiments y Costanoba, que se elevan sobre el circo glaciar de Ulldeter donde nace el río Ter.

No olvidéis pasear por el barrio de la Creueta desde donde se disfruta de hermosas vistas panorámicas.

Setcases

Setcases

Aunque a nosotros ya no nos daría tiempo, una excursión agradable puede ser la que te lleva desde la cercana estación de esquí Vallter 2000 hasta el circo de Ulldeter por un sendero arropado entre rocas y coníferas. En ese paraje fue erigido en 1909 el primer refugio de montaña de la Península Ibérica.

Era ya de noche cuando volvíamos a montar en el coche, por lo que los 35 kilómetros que teníamos hasta las cercanías de Ripoll los haríamos con la oscuridad como acompañante.

Esta vez nuestro alojamiento en nada tendría que ver con el de ayer, de hecho sería la antítesis. Se llamaba Mas Isoles y se encontraba como a unos tres kilómetros de Ripoll. Estaba en un alto y las vistas que se obtenían desde sus terrazas eran fabulosas. Tanto las habitaciones como los espacios comunes estaban perfectamente cuidados, sintiéndote en ellos como si fuera casi un hogar. La limpieza era máxima y el dueño encantador, por lo que hoy sí que nos iríamos a dormir con una sonrisa de oreja a oreja.

Casa Rural Mas Isoles. Ripoll


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