Comenzar la jornada con un contundente desayuno disfrutando
de las excelentes vistas que nos ofrecía la terraza de nuestra casa rural Mas
Isoles es algo que no tiene precio y que nos permitiría estar de buen humor
desde el minuto uno del día que empezaba.
Vistas desde Casa Rural Mas Isoles. Ripoll |
El senderismo sería la actividad que ocuparía nuestras
primeras horas, optando por realizar sencillas rutas situadas en el bello
Parque natural de la zona volcánica de la Garrotxa, el cual no se encontraba
lejos de donde nos hallábamos.
Desde hace 10.000 años no se registran erupciones volcánicas
en esta zona, pero son perfectamente distinguibles sus 33 conos, lo que unido a
la rica y variada vegetación favorecida por el clima húmedo de la comarca, los
valles salpicados de hermosos pueblos, ermitas y muestras de arquitectura
popular hacen del Parque Natural un territorio único.
Comenzaríamos por un ecosistema singular conocido como la
fageda d´en Jordá o hayedo de Jordá. Situado a una altitud de 600 metros, es el
único hayedo europeo en tierra llana, ya que la mayoría crece por encima de los
mil metros. Tal es su excepcionalidad que se asienta encima de una colada de
lava que expulsó el volcán del Croscat, la cual ofrece un relieve accidentado,
con abundantes prominencias muy características, que pueden alcanzar más de
veinte metros de altura y que reciben el nombre local de tossols.
Hayedo de Jordá. P.Natural de la Garrotxa |
Nuestra elección sería el sendero número dos, también
conocido como Joan Maragall, en clara referencia a este poeta. Es una ruta
circular que se realiza en menos de una hora, pero que te permite apreciar la
belleza de este lugar tan especial.
Hayedo de Jordá. P.Natural de la Garrotxa |
Desde el aparcamiento Can Serra, donde teníamos el coche,
optaríamos por desplazarnos en este hasta un nuevo aparcamiento conocido como
Can Xel, el cual sólo se encuentra a dos kilómetros del anterior, por lo que se
puede hacer perfectamente caminando, pero estábamos perezosos e iríamos a lo
fácil.
Desde este punto iniciaríamos nuestra segunda ruta del día
de no más de dos kilómetros que nos llevaría hasta el famoso volcán de Santa
Margarida, un enorme y hermoso cono volcánico con una característica imagen
achatada y cubierto de bosques.
En menos de una hora,
tras atravesar un bosque de castaños y una cuesta con cierto desnivel, nos
habíamos plantado al final de la ruta, pudiendo divisar la famosa y pequeña
ermita del mismo nombre que el volcán y situada en el corazón del cráter.
Parece mentira que miles de años atrás la única protagonista en este lugar
fuese la lava incandescente, aunque lo único cierto hoy es que esta ha sido
sustituida por un inmenso prado que puede ser el lugar perfecto para pararse a
comer unos sándwiches, como así haríamos nosotros.
Volcán de Santa Margarida. La Garrotxa |
Volcán de Santa Margarida. La Garrotxa |
Tras deshacer nuestros pasos por el mismo camino y hasta el
mismo parking, sólo nos restaba ya aproximarnos hasta el volcán del Croscat,
cuya ruta se puede empezar en esta mismo punto y en la que sólo hay que
recorrer 1,4 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.
Aunque tiene unos 11.500 años de edad, está considerado el
volcán más joven de la Península. Las canteras de las que se extraía piedra
basáltica abrieron una gigantesca grieta que permite ver su interior.
Afortunadamente con la declaración de la zona como Reserva Natural se detuvo la
explotación y se acondicionó para la
visita.
Volcán del Croscat. La Garrotxa |
Volcán del Croscat. La Garrotxa |
Volcán del Croscat. La Garrotxa |
Ni que decir tiene que está prohibido recoger piedras o
cualquier otro elemento del entorno para llevárselo como recuerdo, pues sería
objeto de una importante sanción.
Era el momento de cambiar la naturaleza por la tranquilidad
de algún pueblo de la zona y no cabía duda que el primer elegido iba a ser
Santa Pau, el cual posee un interesante núcleo medieval, declarado conjunto
histórico – artístico, apiñado en torno al castillo. Las casas de piedra,
cuadradas y con pequeñas ventanas, muchas de ellas adosadas a los restos de la
muralla, bordean las calles en cuesta que van a confluir a la preciosa plaza
porticada conocida como Firal dels Bous con arcadas y soportales en sus tres
lados. Desde el año 1300 en que obtuvo la carta de población se ha venido
celebrando en este bello espacio el mercado, así como varias danzas
tradicionales de la localidad.
Santa Pau |
Santa Pau |
Santa Pau |
De verdad que es una gozada perderse por sus callejuelas,
estrechas e irregulares, que se asoman a las casas que limitan por su parte
posterior con las huertas y el campo.
En este conjunto de arquitectura popular destaca la iglesia
gótica de Santa María, así como su castillo, una gran mansión de aire palaciego
que se levanta en el centro de la población con fachada hacia la plaza
porticada. Fue construida entre los siglos XIII y XV, siendo su elemento más
destacable la torre que se levanta en uno de sus ángulos, aunque también son
reseñables sus hermosos ventanales góticos.
Santa Pau |
Santa Pau |
Santa Pau |
Y antes de dejar este bonito lugar todavía tendríamos tiempo
de conocer una leyenda la cual hace referencia a que el nombre de Santa Pau
tiene su origen en la paz santa firmada en el lugar entre el conde de Besalú,
señor de la zona, y el jeque árabe contra el que combatía. Según dicha leyenda,
el noble al mando de las tropas cristianas perdió su espada en pleno combate y,
a punto de ser derrotado, se refugió en la vecina ermita de Sant Martí
implorando la ayuda del santo. Éste le puso milagrosamente en las manos una
nueva espada capaz por sí misma de
vencer a cuanto enemigo se le pusiera por delante.
Y antes de volver a nuestra casa rural en Ripoll, todavía
tendríamos tiempo de parar en San Juan de las Abadesas, otra villa de impronta
medieval que ofrece características muy peculiares.
San Juan de las Abadesas |
Creció a la sombra del monasterio homónimo y en el siglo
XIII se hizo un ejercicio de urbanismo que huye del retorcido parcelario
medieval para crear un limpio trazado de calles paralelas y perpendiculares.
Estas se agrupaban por gremios, como la calle Tints o la de Canonaires. La
porticada plaza Mayor fue el centro comercial.
A la entrada de Sant Joan se levanta desde 1138 el Pont
Vell, reedificado en estilo gótico tras el terremoto de 1428. Tiene un bello
diseño con una elegante arcada central de 33 metros de luz, la mayor de la
península. Bombardeado en 1939, fue objeto de una minuciosa reconstrucción.
Pont Vell. San Juan de las Abadesas |
Pero si por algo es conocida esta localidad es por su
monasterio fundado el año 887 por Wilfredo el Velloso y donde su hija Emma
sería la primera abadesa. En 1017, el papa Benedicto III clausuraba este a
instancias del conde Bernat Tallaferro, quien aportaba pruebas sobre las
licenciosas costumbres de sus monjas incluida su priora, hermana del propio
conde.
Monasterio de San Juan de las Abadesas |
Monasterio de San Juan de las Abadesas |
En su interior alberga el grupo escultórico del Santísimo
Misterio, un Descendimiento del XII con las figuras a tamaño natural que hay
que considerar como una de las obras maestras de la escultura románica. Después
hay que ver el retablo gótico y la Capilla barroca del Santísimo Sacramento.
Por último una visita al claustro permite observar en los capitales el escudo
de Arnau de Villalba.
Si da tiempo, no está de más echar un vistazo a la iglesia
de Sant Pol, antigua parroquia cuya fundación se atribuye a Carlomagno.
Sant Pol. San Juan de las Abadesas |
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