DIA 09. CADIZ. Arcos de la Frontera

21 de Enero de 2007.

Extendido a lo largo de un tajo, Arcos se puede sentir orgulloso de estar considerado como uno de los pueblos más bonitos de España. Un paseo por sus blancas y empinadas calles, evoca en numerosos momentos los pueblos andaluces del norte de África. Esta impronta árabe se ve rota en cada momento por las fachadas renacentistas o platerescas que hacen resaltar su presencia entre la blancura de sus calles y los arcos que cruzan de una acera a otra.

Arcos de la Frontera

Después del sabroso y contundente buffet libre del parador y de dejar las maletas en consigna, nos dispusimos a conocer los monumentos más importantes de Arcos, antes de regresar a Madrid.

El pueblo seduce por su belleza y uno no se cansa de subir y bajar por las empinadas callejuelas donde a veces los forasteros, ante la falta de práctica, se ven envueltos con sus vehículos en alguna complicada situación, haciendo maniobras imposibles para salir de la misma.

Dicho lo anterior, en su casco antiguo, medieval, declarado Monumento Histórico – Artístico, destacaría lo siguiente:

Basílica de Santa María: el templo que corona Arcos de la Frontera se abre a la plaza del Cabildo a través de un altivo torreón que nace de la portada principal. Sería erigido sobre un antiguo templo visigodo y los restos de una mezquita tras la conquista de la plaza por Alfonso X El Sabio. La torre sufriría graves daños durante el terremoto de Lisboa de 1755, por lo que debió ser reparada, y de ahí su aire barroco actual. El interior cuenta con tres naves donde se abren diferentes capillas.

Basílica de Santa María de la Asunción

Balcón de la Plaza del Cabildo: en la misma plaza que la basílica, es el antiguo patio de armas del castillo, un arco blanco donde hay que asomarse para contemplar la vista del meandro del río Guadalete.

Ayuntamiento: en uno de los laterales de la plaza del cabildo se levanta la Casa Consistorial, con una portada rematada con un San Miguel.

Iglesia de San Pedro: el templo es barroco y en su interior destacan la capilla del Reloj y el retablo de Nuestra Señora de la Soledad. El altar mayor es una buena muestra de pintura y escultura de los siglos XVI y XVII. Merecen también la pena visitarse las capillas de los Ayllones y de la Divina Pastora. Como curiosidad mencionar que entre esta iglesia y la de Santa María existe una antigua rivalidad, pues durante mucho tiempo mantuvieron un pleito sobre su antigüedad e importancia, hasta el punto que tuvo que intervenir El Vaticano. El tribunal de Rota dictaminó a favor de Santa María. En 1760 el cura de esta iglesia trajo de Roma dicho veredicto y la imagen conocida como  “El Niño de Roma”, que se saca todos los años en la procesión del Corpus, para envidia del bando contrario.

Iglesia de San Pedro

Castillo: también en la parte más alta de Arcos, sería levantado por los árabes y jugó un importante papel durante los reinos de taifas en el siglo XI. En 1264 fue conquistado por los cristianos y a partir de ese  momento sería una de las principales avanzadillas castellanas en la conquista del reino árabe. En el siglo XVIII tendría que ser restaurado a raíz del terremoto de Lisboa de 1755.

Ayuntamiento y Castillo

Palacio del Conde de Águila: situado en la cuesta de Belén posee una interesante fachada gótica.

Palacio del Conde del Aguila

Iglesia de los Jesuitas: en la calle Olivares. Las obras para la construcción de este grandioso templo se emprendieron en el siglo XVIII, pero al ser expulsada la orden de España, al poco tiempo se suspendieron los trabajos. Hoy puede verse la fachada  hasta un par de metros de altura y el Mercado de Abastos en su interior.

Palacio del Mayorazgo: tiene fachada renacentista y un balcón de piedra. Actualmente alberga la Casa de Cultura, así que es recomendable entrar para ver los patios interiores.

Palacio del Marqués de Torresoto y Palacio Juan de Cuenca: dos palacios más, uno frente a otro.

Puerta de Matrera: también llamada de la Traición, es de origen árabe y estaba flanqueada por dos torres, de las que ya sólo queda una.

Sobre la una de la tarde dejábamos Arcos de la Frontera, comprendiendo porqué Azorín decía que era el pueblo más expresivo de España. Mirando por el retrovisor quedaban en la lejanía sus poderosos y altivos campanarios, encarcelados entre la apretada trama urbana. Ya sólo formaban parte del recuerdo las plazoletas íntimas, los callejones tortuosos y los miradores anchos y luminosos de Arcos, así como el resto de lugares fascinantes que habíamos podido recorrer durante nueve días en esta provincia única repleta de sorpresas inesperadas.

Arcos de la Frontera


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