DIA 08. CADIZ y MALAGA. Pueblos Blancos II

20 de Enero de 2007.

Continuando nuestra visita a los pueblos blancos, comenzaríamos la jornada en Olvera, un pueblo que fue declarado en 1983 Monumento Artístico Nacional, a casi treinta kilómetros de Zahara.

Olvera

Según nos íbamos acercando hasta él observaríamos algunos lienzos conservados de la muralla, para una vez aparcado el vehículo, callejear por sus estrechas y empinadas calles blancas que nos conducirían de forma directa a su castillo árabe. Tenéis que preguntar si está abierto en Turismo ya que se accede por allí.

Esta fortaleza formaba parte de las líneas defensivas del reino nazarí de Granada y las vistas que se consiguen desde su Torre del Homenaje son espectaculares.

Castillo de Olvera

Castillo de Olvera

Vistas desde Castillo de Olvera

El otro monumento imprescindible y que no te puedes perder en Olvera es la iglesia arciprestal de Nuestra Señora de la Encarnación, mandada construir sobre una antigua mezquita musulmana por los duques de Osuna a lo largo del siglo XVIII. Sus torres son visibles desde cualquier punto de la población y las naves de su interior están recubiertas por mármol traído desde Italia.

Iglesia de la Encarnación. Olvera

Iglesia de la Encarnación. Olvera

Antes de dejar la localidad conviene detenerse en la plaza de la Iglesia donde se levanta la casa de la Cilla, un viejo pósito de grano que hoy acoge un museo donde se da cuenta de las pugnas entre cristianos y árabes por dominar estos rugosos entornos. En la parte baja, junto a la plaza de Andalucía, se alza el monumento al Sagrado Corazón.

Sobre un profundo tajo se alza Setenil de las Bodegas, a quince kilómetros del pueblo anterior. Su nombre viene de Septem Nihil, los siete intentos fallidos de las tropas cristianas de conquistarlo a los árabes.

Setenil de las Bodegas

La arquitectura de este bellísimo pueblo, habitado por gentes de lo más amable, tiene la particularidad de que muchas casas han sido excavadas en la propia roca, pareciendo como acurrucadas en una garganta del río Guadalporcún y, a veces, sirviendo la misma roca como tejado de las viviendas. Es interesante por ser un pueblo blanco diferente dentro de la similitud de todos ellos, teniendo a veces la sensación de caminar bajo la piedra. Ello, además, se debe a razones prácticas: estas viviendas conservan el calor en invierno y se mantienen frescas en verano.

Setenil de las Bodegas

Setenil de las Bodegas

Setenil de las Bodegas

Además de pasear por sus dos calles principales, admirando lo anterior, resulta interesante la visita al castillo árabe, con su aljibe correspondiente y la Torre del Homenaje; la iglesia Mayor, de estilo gótico tardío; y la antigua Casa Consistorial en la que destaca su artesonado de estilo mudéjar. Por último, la ermita de San Sebastián, patrón de la localidad.

Y dado que estábamos tan cerca, a sólo 17 kilómetros, no podíamos dejar pasar la oportunidad de acercarnos a conocer Ronda, la famosa población malagueña, saliendo así de la provincia de Cádiz por unas horas en este viaje.

Si por algo es famosa Ronda es por estar cortada a pico por el Tajo, un profundo desfiladero de cien metros que traza a su paso el río Guadalevín y que constituye el elemento más característico de la ciudad, dividiéndola en dos, al sur, el casco antiguo y al norte, la ciudad moderna.

Ronda tiene una fuerte personalidad, espléndidos monumentos y un entorno natural repleto de sendas para caminar, por lo que puedo afirmar que después de terminada nuestra estancia en ella, nos quedaríamos cortos con un poco más de medio día, por lo que lo ideal es dedicar al menos un día completo para recorrerla y conocerla de forma relajada, e incluso dos si también se quiere acceder a sus monumentos y museos.

La etapa de esplendor de Ronda se inició con la llegada de los árabes. Tanto en época del Califato como después, durante los reinos de Taifas, como capital de unos de ellos, la ciudad fue una de las plazas más destacadas de toda Andalucía. Al esplendor cultural se unía su potencia militar y su estabilidad política. Esta situación se mantuvo hasta finales del siglos XI, a partir de entonces, diversas luchas internas dejarían a Ronda sucesivamente en manos de almorávides, almohades y otros grupos diversos. El carácter inexpugnable de la ciudad retrasó su caída en manos cristianas hasta 1485. Durante la Guerra de la Independencia se distinguió en la lucha contra los franceses; las partidas de guerrilleros hostigaban a las tropas enemigas desde las sierras cercanas, dando lugar al surgimiento del más célebre foco de bandolerismo de España en el siglo XIX.

Reconozco que en esta visita no sería tan ordenado y estructurado como en otras y que me dejaría llevar por la improvisación, perdiéndonos por sus calles, recovecos, cuestas y rincones, siendo una forma muy amena de descubrir su patrimonio monumental.

Aún así entre lo más importante de este se podría destacar lo siguiente:

Plaza de Toros: es una de las más antiguas de España; su construcción se llevó a cabo entre 1780 y 1785. Los graderíos del ruedo están formados por dos galerías de arcos realmente bonitas.

Plaza de Toros

Plaza de Toros

Puente Nuevo: situado junto a la plaza de España. El puente da acceso al centro monumental de la villa, antigua medina árabe, barrio también conocido como La Ciudad. Alcanza los 98 metros de altura y en su parte inferior está formado por un arco sobre el que se dispone otro de grandes dimensiones. Es el símbolo de la ciudad por excelencia y desde él puede contemplarse una magnífica panorámica del Tajo y de las sierras circundantes.

Puente Nuevo

Puente Nuevo

Baños Árabes: están emplazados en la antigua judería, cerca de la confluencia del río Guadalevín con el arroyo de las Culebras. En la actualidad pueden contemplarse tres salas principales; la sala central está dividida en tres naves por arcos de herradura de ladrillo, y presenta en cada uno de extremos un compartimento cuadrado. Las otras salas se sitúan a ambos lados de la principal.

Iglesia de Santa María la Mayor: en la plaza de la Duquesa de Parcent. Lo que más destaca en el exterior es su amplia galería que antiguamente se utilizaba como palco para contemplar los festejos que tenían lugar en la plaza.

Iglesia de Sta María la Mayor

Jardines de Cuenca: situados sobre una serie de terrazas permiten obtener unas maravillosas vistas del desfiladero y del puente. Al amanecer la luz que lo ilumina lo hace parecer de oro.

Puente Nuevo y El Tajo desde Jardines de Cuenca

Palacio de Mondragón: según la leyenda, su origen está en una vivienda edificada por el rey Abomelic en el siglo XIV. Su interior se distribuye en torno a tres patios.

Plaza y Palacio de Mondragón

Casa del Gigante: se trata de una vivienda que recibe su nombre de dos figuras ciclópeas que adornaban su fachada, de las cuales sólo se conserva una. Como todas las residencias musulmanas, se organizaba en torno a un patio, desfigurado como el resto de la casa a causa de las reformas posteriores. La pequeña alberca que ocupa el centro es una reproducción de la original.

Casa del Gigante

Palacio del Marqués de Salvatierra: destaca su fachada barroca.

Palacio de los Marqueses de Salvatierra

Convento de San Francisco: es una de las obras religiosas más interesantes de la ciudad. Fue fundada por los Reyes Católicos tras la toma de Ronda y erigido en el mismo lugar donde estuvo el campamento del rey Fernando el Católico.

Iglesia del Espíritu Santo: poco después de su entrada a la ciudad, los Reyes Católicos ordenaron su construcción, finalizándose en 1505. Su exterior sobrio y austero le da aspecto de fortaleza. En el interior destacaría su altar mayor, con una imagen de la Virgen de estilo bizantino.

Iglesia del Espíritu Santo

Casa Don Bosco: aunque en su interior cuenta con dos salas visitables repletas de gran cantidad de obras pictóricas y mobiliario de madera, lo mejor es sin duda su espectacular jardín colgado sobre el acantilado y que ofrece una de las mejores panorámicas de ronda.

Casa de San Juan Bosco

Puente Nuevo y El Tajo desde Casa de San Juan Bosco

Plaza del Socorro: es una de las plazas más concurridas de Ronda, de hecho está repleta de terrazas, bares y tiendas. Monumentalmente destaca la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro, la fuente de Hércules y una escultura de Blas Infante. En resumen una plaza con mucha vida.

Plaza e Iglesia del Socorro

Escultura de Blas Infante y Plaza del Socorro

Mirador de Aldehuela: se trata de un mirador situado junto al Puente Nuevo en el que las vistas que se obtienen sobre el acantilado del Tajo, las casas colgadas y el Puente Viejo, son espectaculares. El nombre es en honor del arquitecto José Martín Aldehuela, autor del proyecto del Puente Nuevo.

Puente Nuevo desde Mirador de Aldehuela

Ronda desde Mirador de Aldehuela

Alameda del Tajo: otro rincón rondeño en el que olvidarse del tiempo y disfrutar de las panorámicas espectaculares de la serranía de Ronda.

Alameda del Tajo

Alameda del Tajo

Puente Viejo: más pequeño que el Puente Nuevo, pero con las mismas vistas espectaculares. Se construyó para unir la antigua medina islámica con el barrio de Padre Jesús. Desde este y a través de los jardines de Cuenca, se asciende en un bonito paseo hasta el Puente Nuevo, con estupendos miradores.

Puente Viejo desde Puente Árabe o de San Miguel

Arco de Felipe V: fue construido en el año 1742 para mejorar el acceso a la ciudad. Está adornado con la concha de los Anjou y el escudo real de los Borbones. Maravillosas vistas sobre las murallas y para mí uno de los lugares con mayor encanto además de los ya tradicionales.

Puerta de Felipe V

Puertas de Carlos V y de Almocábar: otra bonita estampa de la ciudad, situada en su parte baja y junto a los restos de la muralla, que permite hacerse una idea bastante clara de cómo era la ciudad y sus fortificaciones. Muy cerca están también las murallas de la Cijara por las que también merece la pena dar un paseo.

Puertas de Calos V y de Almocábar

Ronda y Murallas de la Cijara

Hasta aquí llegaría nuestra visita a la increíble Ronda, por la que tengo muy claro que volveré a dejarme caer, pues es uno de esos lugares de los que nunca te cansarías.

Ahora teníamos por delante más de una hora de camino, por carreteras secundarias y de noche hasta Arcos de la Frontera, situado a 85 kilómetros de distancia, pero sarna con gusto no pica, pues a la llegada a nuestro último destino en Cádiz nos estaría esperando su Parador de Turismo como alojamiento final y es que bien nos merecíamos un capricho para terminar como Dios manda el viaje.

Del Parador poco se puede decir. Como siempre todo excepcional, a lo que además abría que añadirle que se encuentra ubicado en la Casa del Corregidor, un importante edificio histórico. Incluso en el tema del aparcamiento, siempre complicado en la ciudad, tendríamos suerte pues encontramos un hueco casi en la puerta.

Tras acomodarnos en nuestra habitación, decidiríamos salir a cenar y por ser nuestra última noche en la provincia de Cádiz, incluso nos daríamos el lujo de tomarnos una buena copa en el bar del Parador brindando por repetir pronto otro gran viaje por nuestro increíble país.

No hay comentarios :

Publicar un comentario