¿Y qué vas a hacer durante nueve días, en pleno mes de
enero, en la provincia de Cádiz? Esta era la pregunta estrella cuando les decía
a mis amigos y compañeros de trabajo donde me marchaba de vacaciones.
Y es que es verdad que Cádiz, en la gran mayoría de
ocasiones, se suele asociar al descanso estival en sus inmensas playas, a sus
populares carnavales, a ser uno de los escenarios perfectos para la práctica
del windsurf por los especialistas o a su deliciosa gastronomía con platos tan
típicos como el pescaíto frito o la tortilla de camarones.
Pero la provincia de Cádiz es mucho más que todo lo
anterior. En ella se encuentran algunos de los pueblos más bellos de Andalucía;
su costa es una ancha extensión de arena blanca y acantilados, abiertos a la
inmensidad oceánica; su capital, considerada la urbe más antigua de Occidente,
invita a entrar en una bahía salpicada de poblaciones populosas, dueñas de un
notable patrimonio colonial y barroco; tierra adentro, la provincia despliega
sus encantos entre la campiña y la sierra con ciudades como Jerez de la
Frontera, capital del flamenco, del caballo y del vino; o Arcos, puerta de
entrada a la Ruta de los Pueblos Blancos, cuyo tentador itinerario conduce a la
pedregosa y fascinante sierra de Grazalema. Esas mismas carreteras se internan
en la provincia de Málaga buscando la serranía de Ronda, una sucesión de
evocadores y legendarios paisajes moteados por nuevas localidades, cuya reina
es Ronda, la ciudad romántica y decimonónica
que aguarda desde su altivo tajo.
Arcos de la Frontera |
Ante semejante panorama y teniendo en cuenta que la
distancia entre Madrid y la provincia más al sur de España es de más de 600
kilómetros y no es fácil estar yendo y viniendo con frecuencia, me pareció
buena idea hacer una incursión larga y así poder visitar la mayoría de lugares
interesantes que ofrece. Si a ello se le suma la poca o nula cantidad de gente
en estas fechas, pudiendo disfrutar de la totalidad de lugares sin
masificaciones, agobios, ni tráfico, unido a un poco de suerte con el tiempo,
especialmente en el interior que es una de las zonas de mayor pluviosidad de
España, pues todo hacía indicar que podía ser una gran oportunidad para abordar
esta zona de la península ibérica.
En estos tiempos que corrían, contaría para este viaje con
mi amigo Iñaki, cuyas inquietudes viajeras todavía eran similares a las mías,
aunque poco tiempo después, la buena vida, el no madrugar y los suculentos
festines gastronómicos tendrían más fuerza y conseguirían corromperle, variando
su manera de afrontar los viajes. No obstante antes de que eso sucediera,
también tendría oportunidad de recorrer con él la Comunidad Navarra, a finales
de este mismo año y cuyo recorrido también puedes ver ya en el blog.
Sin más preámbulos, nuestro viaje comenzaba recién salidos
de cumplir con nuestras obligaciones laborales, poniéndonos en camino un viernes
12 de enero sobre las 16:00. Por delante teníamos la friolera de casi 650
kilómetros por lo que, aún con una única parada, no llegaríamos hasta las
22:30, por lo que sólo habría ya tiempo de llegar a nuestro hotel y pedir unas
pizzas que devoraríamos en la habitación antes de irnos a descansar.
Nos pareció buena idea, después del tute de coche de ayer,
no tocarlo hoy y aprovechar para conocer la capital gaditana, la cual se puede
recorrer perfectamente caminando, así que eso haríamos.
La Tacita de plata, como cariñosamente se la conoce, está
llena de rincones acogedores y poco conocidos. Y es que Cádiz, a diferencia de
otras ciudades andaluzas como Sevilla, Córdoba o Granada, no es excesivamente
turística y en esto reside gran parte de su encanto. Es por ello que uno puede
perderse por sus barrios sin encontrarse con demasiados grupos de turistas en
el paseo, disfrutando del placer de tropezarse con rincones llenos de belleza,
casas y patios que transmiten historia, plazas y alamedas que te hablarán de
antiguas épocas coloniales…
Tres mil años de historia contemplan a Cádiz, la ciudad más
antigua de occidente. Esparcida en una península unida al continente a través
de un estrecho y arenoso istmo, la vieja Gades fue conquistada por fenicios,
griegos y romanos antes de que árabes y cristianos pugnaran por su excéntrico y
codiciado enclave geográfico. Puerta de entrada a la bahía que lleva su nombre,
Cádiz es una ciudad en la que destaca la arquitectura colonial y barroca.
Creo que entre sus visitas imprescindibles deberían estar
las siguientes:
Catedral Nueva:
este es el monumento más representativo de la ciudad y una de las imágenes más
típicas cuando se viene a lo largo de la costa desde el final de las playas,
hasta el punto que su silueta desde el mar es todo un símbolo de Cádiz, junto a
las casas que pintan sus fachadas de colores. La mezcla de estilos
renacentista, barroco tardío, rococó y neoclásico que la caracterizan se debe a
su lenta construcción. La parte trasera mira hacia el campo del sur, azotado
por el Atlántico. En su interior, varias capillas cuentan con valiosos retablos
y las imágenes son obra de los mejores artistas de la época. Merece la pena
subir a la torre de poniente para obtener una estupenda panorámica de la
ciudad.
Catedral desde Paseo Marítimo |
Catedral |
Cádiz desde Torre de Poniente de la Catedral |
Oratorio de San
Felipe Neri y Museo de las Cortes: el antiguo edificio de las Cortes
Nacionales ha pasado a la historia de España por alojar en su día a quienes
durante la guerra de la Independencia redactaron y promulgaron la famosa
Constitución de 1812, conocida como “La Pepa” por ratificarse el día de San
José. Aquella carta magna sirvió de base para articular las sucesivas constituciones
españolas, así como buena parte de las cartas cívicas de los países de América
del Sur. En uno de los extremos de la planta elíptica del oratorio se localiza
la capilla más importante del templo, circunvalado por otras seis de menor
tamaño. El conjunto escultórico del retablo acoge en el centro La Inmaculada
Concepción de Murillo. La cripta aloja las urnas con los restos de los
diputados que murieron a causa de la peste que asoló Cádiz a principios del
siglo XIX. Allí yacen también los civiles caídos a manos de los soldados de
Fernando VII durante la revuelta liberal de 1820. Puerta con puerta, el Museo
de las Cortes permite profundizar en la importancia de la ciudad de Cádiz en
aquellas primeras décadas del siglo XIX, Y también maravillarse contemplando la
famosa maqueta de caoba, ébano y marfil que Carlos III encargó fabricar de la
Tacita de Plata.
Capilla. Oratorio de San Felipe Neri |
Oratorio de la
Santa Cueva: una joya barroca que ofrece tal vez la mejor
representación de la dualidad moral cristiana, la luz contra las tinieblas, en
los dos espacios que componen este fascinante templo: la vibrante y luminosa
capilla superior arriba, con lienzos de Goya, y la lúgubre y tenebrosa cripta
en la parte de abajo, donde se reunían los miembros de la hermandad de la Santa
Cueva.
Museo de Cádiz:
por Cádiz han pasado las más importantes culturas y civilizaciones
mediterráneas. Buena parte de aquel legado se guarda hoy en este museo, ubicado
en un edificio señorial que preside la sombreada plaza de la Mina. En su interior se han reunido piezas procedentes
de las épocas fenicia, griega y romana, como los famosos sarcófagos
antropomorfos fenicios.
Puerta Tierra:
es un baluarte defensivo, reforzado y decorado en tiempos del barroco, que
separa la ciudad vieja de la ciudad nueva. Está ligada a los recuerdos
históricos de Cádiz y es punto de partida por los itinerarios monumentales más
importantes de la capital.
Puerta Tierra |
Teatro Romano:
data del siglo I d.C. y se dejó de utilizar tres siglos después. Se trata del
teatro romano más antiguo de la península ibérica, y el segundo más grande de
España. Se calcula que tuvo una capacidad para más de 10.000 espectadores.
Teatro Romano |
Plaza de San
Antonio: es una de las principales de Cádiz, una plaza mayor presidida
por una iglesia de aliento barroco que contempló en su día la proclamación de
la Constitución de 1812. En la plaza se reúnen algunos de los edificios
coloniales más interesantes de la capital.
Plaza de San Juan
de Dios: la actual plaza del Ayuntamiento tiene su origen en terrenos
ganados al mar y es una de las más recomendables para sentarse en una terraza a
tomar un vino y una tapita. El Ayuntamiento no pasa desapercibido con su
fachada de color blanco rematada con un frontón.
Ayuntamiento. Plaza de San Juan de Dios |
Plaza de las
Flores: atesora la esencia más bulliciosa y popular de la ciudad.
Puestos de flores rodean una plaza donde toman asiento viejas tabernas. Al lado
abre sus puertas el mercado de abastos,
muy animado a primeras horas de la mañana, en especial por sus puestos de
pescado.
Plaza de España:
en su zona central destaca el gran monumento dedicado a Las Cortes y Sitio de
Cádiz.
Barrio del Pópulo:
el origen de Cádiz está en este barrio de origen fenicio que fue también
poblado por romanos y luego por musulmanes. Se trata de un puñado de calles
blancas adornadas con coloridas flores donde se ubican algunas de las tabernas
más conocidas de la ciudad y unos pocos edificios históricos.
Barrio de la Viña:
se compone de calles con sabor, con fachadas a veces deterioradas que dejan
transpirar su historia. Aquí se encuentran algunos de los bares de tapas y
manzanilla más auténticos de Cádiz.
Torre Tavira:
con permiso de la Torre de Poniente de la catedral, la Torre Tavira es el mejor
mirador para ver Cádiz desde las alturas. Es la más alta de las torres –
mirador del casco antiguo y en ella se ha instalado además la interesante
cámara oscura, que permite acercarse, mediante un sistema de espejos similar al
de las cámaras fotográficas, a cualquier punto de la panorámica oteando por una
especie de periscopio.
Cádiz desde Torre Tavira |
La Caleta:
es la playa más emblemática, romántica y embaucadora de la ciudad de Cádiz. En
su arena atracaron los primeros barcos fenicios, los navíos griegos y las
embarcaciones romanas. La playa, que se extiende como un arco perfecto a lo
largo de 450 metros, está flanqueada por los castillos de San Sebastián y Santa Catalina. En el centro se alza
el balneario de la Palma, convertido
hoy en centro de estudios marinos. Ojo con sus puestas de sol que son
espectaculares.
Atardecer en Playa La Caleta |
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