FIORDOS - DIA 12. Loen, Briksdalsbreen y maravillas rumbo a Geiranger

29 de Agosto de 2023.

Nos despertábamos en el pueblo de Loen, otro de esos lugares en Noruega poco frecuentados por el turismo de masas, pero no por ello menos interesante que el resto, pues esta pequeña aldea ubicada en el oeste del país se encuentra rodeada por poderosas montañas a ambos lados, en un hermoso paisaje de fiordos: entre el valle de Lodalen y el lago Lovatnet, brindando un buen número de posibilidades para pasar unos cuantos días en la zona. Nosotros, para variar, no disponíamos de tanto tiempo por lo que tendríamos que ceñirnos a lo justo para abrir boca y después continuar el viaje.

LOEN

Loen no es grande, pues sólo cuenta con una población de menos de 600 habitantes, pero el número de personas aumenta considerablemente durante la temporada de verano atraídos por las asombrosas vistas y parajes de sus alrededores.

Después de un breve paseo por el pueblo, entre su iglesia y sus casas de madera blanca, y donde nos enteraríamos de la historia trágica que le envuelve, pues a principios de la década de 1900 una serie de desprendimientos de rocas de las montañas circundantes produjeron enormes olas similares a las de un tsunami que atravesaron los fiordos y devastaron la parte superior del valle de Loen, matando a 135 personas, nos dirigimos a la principal atracción del pueblo y de la zona: el Loen Skylift, un moderno teleférico que en sólo cinco minutos te lleva desde las aguas del fiordo hasta la cima del monte Hoven, a más de 1000 metros sobre el Nordfjord.

Loen Skylift

Loen Skylift

Un cuento nórdico afirma que dicho monte recibió su nombre del caballo del dios nórdico Odín, que atravesó las montañas, golpeó el suelo con el casco y dejó una poderosa depresión en la tierra, formando el fiordo y el lago debajo de la montaña.

Monte Hoven

Se trata de una de las góndolas más empinadas del mundo que viaja a una velocidad de siete metros por segundo. El Skylift se inauguró en 2017 y, ni que decir tiene, que rápidamente, superó todas las expectativas en número de turistas y visitantes. Tanto es así que toda el área ha visto incrementados sus ingresos en un 80 %.

Los teleféricos, llamados Hugin y Munin, son enormes, lo suficientemente grandes para acomodar a treinta pasajeros, contando con vidrios transparentes en gran parte de las cabinas que permiten mostrar plenamente la belleza del fiordo y del entorno.

Entorno de Loen desde Monte Hoven

En la parte superior hay un restaurante donde quienes quieran y puedan permitírselo pueden tomar algo con vistas panorámicas.

Las vistas son impresionantes pudiendo verse en todo su esplendor el lago Lovatnet, el monte Skala, el glaciar Jostedalsbreen, Olden y Nordfjord. En cualquier caso, si deleitarse con estas vistas no es suficiente para muchos, se puede optar por realizar multitud de rutas de senderismo por el monte Hoven, tirolinas, una vía ferrata o incluso escalada.

Entorno de Loen desde Monte Hoven

GLACIAR BRIKSDALSBREEN

De nuevo en la localidad, cogeríamos los coches y afrontaríamos los primeros 28 km hasta llegar, tras media hora, a este nuevo brazo del glaciar Jostedalsbreen. Desgraciadamente, y como sucede con la mayoría de glaciares del mundo, Briksdalsbreen lleva ya retrocediendo desde hace unos años y su volumen ha descendido considerablemente.

La carretera nos dejaría en el mismo centro de visitantes, donde podríamos dejar el coche en un amplio parking que se encuentra justo a sus pies. Aquí nos informarían de las dos opciones existentes para llegar hasta las inmediaciones de la masa de hielo.

Ruta Glaciar Briksdalsbreen

Ruta Glaciar Briksdalsbreen

La primera es a través de un sendero panorámico y parcialmente pavimentado. Son casi tres kilómetros, entre la ida y la vuelta, que transcurre entre cascadas y una naturaleza desbordante, llevando aproximadamente unos 45 minutos en cada sentido.

La segunda es por medio de los llamados Troll Cars, unos buggys adaptados al terreno que realizan el camino en poco tiempo. Tras bajar de los vehículos son sólo diez minutos los que hay que caminar.

Nosotros, volveríamos a optar por caminar pues queríamos disfrutar del maravilloso entorno que brinda esta área. Así que en nuestro camino se irían cruzando ríos embravecidos, impresionantes cascadas y una densa vegetación a ambos lados del camino, hasta que tras el tiempo indicado nos plantaríamos delante de nuestro objetivo, contemplando el impresionante glaciar a sólo unos metros del mismo.

Ruta Glaciar Briksdalsbreen

Ruta Glaciar Briksdalsbreen

Glaciar Briksdalsbreen

Este desemboca en un precioso e idílico lago a sus pies, coloreado de preciosos tonos azules y verdes. Durante su periodo de expansión, en la década de 1950, las bolsas de hielo del glaciar cubrirían por completo el mismo. Ahora, sin embargo, se puede ver, claramente, como este se ha retirado hacia la montaña y ni siquiera llega ya al agua. Una auténtica lástima, que hace que este tipo de visitas sean cada vez más un auténtico privilegio para los que podemos disfrutarlas.

Ruta Glaciar Briksdalsbreen

Glaciar Briksdalsbreen

Glaciar Briksdalsbreen

Sería este punto en el que aprovecharíamos para comernos los clásicos y ya tradicionales sándwiches de rigor.

MIRADOR DALSNIBBA

Era el momento de afrontar el tramo más largo de conducción de la jornada. Por delante teníamos 74 kilómetros y una hora y veinte minutos de carretera que nos llevarían por parajes sobrecogedores e infinidad de nuevos lagos de nombres impronunciables como el Oppstrynsvatnet, Langvatnet, Djupvatnet y otros muchos, donde tampoco pararíamos demasiado para que no se nos echara el tiempo encima.

Lago camino a Geiranger

Todo con la idea de poder disfrutar tranquilamente del punto de observación Dalsnibba, una de las visitas imprescindibles en las cercanías de la localidad de Geiranger.

De nuevo, la magnificencia del paisaje noruego se abría ante nosotros, encaramados en este mirador situado en lo alto de la montaña Dalsnibba. Nos habíamos acostumbrado a no decir palabra alguna al llegar a este tipo de lugares. Una reacción que nos salía de manera natural ante lo hipnótico del entorno.

Fiordo de Geiranger desde Mirador Dalsnibba

Desde la barandilla de vidrio y la impactante cubierta que sobresalía hacia el espacio vacío, con un suelo de rejilla metálica abierta bajo mis pies, observaría las rocas deformadas que parecían de otro mundo, las puntiagudas montañas, los restos de glaciares en algunos picos y un horizonte sobrecogedor con el único e inigualable fiordo de Geiranger o Geirangerfjord.

Fiordo de Geiranger desde Mirador Dalsnibba

Tras un buen rato extasiados con estos parajes de ensueño, continuaríamos hacia la siguiente parada.

Tened en cuenta que transitar por esta carretera tiene un coste por vehículo de 300 NOK y que tiene un horario de cierre, en nuestro caso lo hacía a las 17:00.

MIRADOR FLYDALSJUVET

Sólo media hora después llegábamos a este nuevo mirador con impresionantes vistas del fiordo de Geiranger y de la localidad del mismo nombre. Al ser uno de los más famosos de la zona, normalmente suele estar bastante masificado, aunque no era el caso en estos momentos por lo que pudimos movernos a nuestro antojo. Está muy bien montado y permite captar diferentes perspectivas desde varios ángulos. Incluso hay una silla a modo de trono, donde sentarte y sentirte el rey del mundo. Este último sería inaugurado por la propia reina Sonja.

Fiordo de Geiranger desde Mirador Flydalsjuvet

Trono de la Reina Sonja. Mirador Flydalsjuvet

Aquí también se encuentra la famosa imagen de una roca colgada en el vacío desde donde muchos se fotografían encima de la misma y donde yo no quería ser menos. Esta no está señalizada debido a su peligrosidad pero no es difícil encontrarla. Sólo hay que situarse en el estacionamiento inferior, donde se encuentran los baños, y tomar un sendero por detrás de estos a la derecha, donde hay indicadores que señalan que no se acceda más allá de ese punto. Poco después habrá que continuar por un sendero que se adentra en un tupido bosque y en pocos metros se llegará a una amplia y llana roca en la que deberá quedarse quien vaya a realizar la fotografía, continuando más allá el que quiera posar, a través de un camino bien marcado flanqueado por un muro de piedra natural a un lado y un desfiladero al otro. La senda es estrecha pero no peligrosa por lo que no tendría que haber ningún problema si no llueve ni está resbaladizo. Sólo un minuto después ya se encuentra uno en la famosa “Geiranger Rock”. Es una plataforma amplia y si no se hacen tonterías no implica mayor peligrosidad, basta con no acercarse al borde. El ángulo es tal que manteniéndose en el centro se consigue la perspectiva de estar en el abismo, por lo que no es necesario arriesgarse.

Geiranger Rock y Fiordo de Geiranger en el Mirador Flydalsjuvet

Geiranger Rock y Fiordo de Geiranger en el Mirador Flydalsjuvet

Las vistas desde aquí también son muy buenas, aunque no tanto como las que se consiguen desde los miradores principales, por lo que merece la pena sólo para hacer las famosas fotografías sobre la roca.

GEIRANGER

Finalmente, llegábamos a la idílica localidad de Geiranger, emplazada al fondo del Geirangerfjord, el coloso de los fiordos de Noruega, con sus 16 km de aguas sinuosas de color esmeralda que se encuentran delimitadas por acantilados que se alzan hasta los mil metros de altitud y el ruido de las cascadas resonando por todas partes en un entorno natural espectacular.

No es de extrañar que la Unesco lo haya reconocido como Patrimonio de la Humanidad. Este entorno se formó a lo largo de una serie de glaciaciones en las que los glaciares tallaron barrancos y quebradas y moldearon las montañas.

Encaramada en la boca del fiordo, la aldea de Geiranger es uno de los reclamos turísticos más famosos del país de los fiordos, por lo que no dudamos en recorrer la misma, durante las últimas horas del día.

Nos ceñiríamos a caminar por el conjunto de pasarelas y escaleras que se distribuyen por una parte del pueblo y paralelas a una hermosa cascada, que van ascendiendo hasta un increíble mirador sobre el mismo y el fiordo. En el camino nos encontraríamos con un buen número de casitas de colores cuyos tejados estaban recubiertos de césped y flores, algo idílico y muy típico de los países nórdicos.

Cascada de Geiranger

Río a su paso por Geiranger

Tras deleitarnos con el entorno y las vistas, tomaríamos la estrecha carretera que nos llevaría caminando y en pocos minutos a la iglesia de madera de Geiranger, construida en forma octogonal y con un tejado de pizarra. El templo, junto con el cementerio que lo rodea, es de lo más fotogénico y se ubica en un lugar realmente privilegiado.

Iglesia de Geiranger

Desde aquí tomaríamos unas pequeñas escaleras que nos conducirían hasta el puerto, donde daríamos un último paseo por la orilla del fiordo antes de dirigirnos al alojamiento que habíamos elegido para dormir hoy.

Puerto y Fiordo de Geiranger

HOTEL UNION GEIRANGER

Podemos decir que este sería nuestro gran capricho en el viaje y es que tanto por sus instalaciones como por su situación es un sitio privilegiado para alojarse.

Y es que el hotel se encuentra ubicado con vistas al fiordo de Geiranger y tanto el restaurante, como la piscina, como las habitaciones tienen vistas al mismo, por lo que imaginaros la sensación de estar bañándote o cenando en semejante entorno. ¡Lo que disfrutamos!

Hotel Union Geiranger

Pero es que además la piscina cuenta con una zona exterior de hidromasaje, mantenida a una temperatura de 34 grados donde uno se puede relajar mientras contempla las maravillosas vistas que acabo de citar. Toda una gozada para darnos un respiro después de tantos kilómetros, rutas y lugares visitados.

Hidromasaje Hotel Union Geiranger

Las habitaciones eran muy amplias, limpias y modernas y el baño estaba impoluto, contando con zapatillas y albornoces. El personal sería de lo más hospitalario y amable.

Para cenar optaríamos por hacerlo en uno de los dos restaurantes que tiene el hotel, donde pediríamos unas hamburguesas que estaban riquísimas con las que nos chupamos los dedos.


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