Aunque mis amigos ya no podían con su alma, tras los intensos días que llevábamos a nuestras espaldas, a mí todavía me quedaban fuerzas para meterme otro buen madrugón y acercarme a conocer otro punto imprescindible en esta zona.
No obstante, antes de ello optaría por desayunar en el hotel, disfrutando así de un gran desayuno consistente en zumos, bollería, tostadas, mermeladas artesanales, huevos, bacón, fruta y muchas otras cosas. Por lo que saldría de allí con las pilas cargadas para empezar con entusiasmo la jornada.
MIRADOR ORNESVINGEN
Había optado por comenzar las visitas turísticas por el mirador más espectacular que uno puede encontrarse a lo largo de la conocida carretera del Águila, una carretera en zig – zag compuesta por once curvas cerradas que sortea los empinados lados del valle del fiordo de Geiranger. Al final de sus muchas curvas, el mirador ofrece impresionantes vistas de este lugar Patrimonio Mundial de la Unesco, que lo convierte en una de las principales atracciones de Noruega.
Fiordo de Geiranger desde Mirador Ornesvingen |
Al ser temprano no había ni un alma y puede recorrer la carretera con tranquilidad y parsimonia, encontrando el mirador igualmente solitario y así poder disfrutarlo más todavía.
El punto de observación consta de tres losas de hormigón blanco superpuestas que sobresalen del borde de una caída vertical de 600 metros, lo que permite situarte sobre el espacio aéreo y sentir la adrenalina a flor de piel. En uno de los lados se forma además una cascada artificial al borde mismo del mirador que en conjunto con el resto del paisaje permite sentir la energía del lugar, verte envuelto por una naturaleza fascinante y experimentar la tranquilidad de un sitio tan mágico.
Fiordo de Geiranger desde Mirador Ornesvingen |
Si tienes vértigo te recomiendo no mirar hacia abajo, pues ya sin él la sensación es realmente impactante.
Con este mirador completaba los tres más importantes de la zona, junto con los de Flydalsjuvet y Dalsnibba que podríamos ver ayer, así que emprendería el camino de regreso al hotel donde llegaría tras ocho kilómetros y un cuarto de hora.
Aquí volvería a disfrutar de nuevo de las vistas maravillosas que ofrece este alojamiento y cuando ya estuvimos todos listos, nos dirigiríamos al cercano puerto de Geiranger.
CRUCERO POR EL FIORDO DE GEIRANGER
Muchos de los transbordadores de Noruega forman parte de su sistema de carreteras y de las rutas locales, abaratándose considerablemente el trayecto en ellos y hoy, para recorrer uno de los fiordos más pintorescos y hermosos del mundo, íbamos a poder utilizar uno de esos ferries, ahorrándonos de esa manera una fortuna.
Aunque a finales de agosto el turismo ya no es el del resto del verano, nosotros habíamos comprado los billetes de manera anticipada para estar tranquilos, pues teníamos que embarcar con dos vehículos. Ni que decir tiene que si vas en temporada alta es conveniente adquirirlos con antelación para evitar sorpresas y no quedarte sin ellos para el horario deseado.
La web para ello es https://www.norwaysbest.com/es, efectivamente os sonará porque es la misma en la que compramos todo lo relacionado con Flam y los fiordos de Aurlands y Naeroy. Compraríamos dos boletos del llamado Car Package & Driver que da derecho al vehículo, el conductor y hasta otras tres personas más en el mismo. Cada uno de ellos por 1380 NOK, es decir unos 120 euros por todo, lo que es un buen ejemplo de cómo pueden variar los precios con respecto a rutas privadas, prácticamente la mitad.
Para embarcar hay que ponerse en la fila habilitada para ello y esperar tu turno, luego enseñas el boleto y tras estacionar donde te indican sólo queda empezar a disfrutar de la nueva experiencia.
A las once en punto, el ferri zarpaba y durante una hora que dura el trayecto seríamos testigos de nuevos y maravillosos paisajes. El barco avanzaba con lentitud, una actitud deliberada para que los pasajeros pudiéramos contemplar pausadamente la belleza del fiordo, a la par que te van explicando los diferentes lugares de interés por los que se pasa, por lo que no es un ferri de cercanías al uso para llevarte de un punto a otro y ya está.
Crucero por Fiordo de Geiranger |
Crucero por Fiordo de Geiranger |
De esta manera, seríamos testigos de cómo se despeñaban por las laderas extremadamente empinadas de las montañas y se sumergían en las aguas casi planas del fiordo, varias cataratas míticas de las que había oído hablar muchas veces, tales como “Las Siete Hermanas”, “El Pretendiente” o “Velo de Novia”. Vislumbraríamos también varias granjas y fincas abandonadas de épocas pasadas esparcidas por las laderas, haciéndote pensar en cómo sería la vida en parajes tan bellos pero tan extremos a su vez como estos.
Cascada Velo de Novia. Fiordo de Geiranger |
Cascada Siete Hermanas. Fiordo de Geiranger |
Sólo una hora después de zarpar ya estábamos en Hellesylt, maldiciendo lo rápido que transcurrió el tiempo. Entre mis idas y venidas por la cubierta del barco, las fotografías y los momentos de contemplación, apenas me había enterado del viaje, habiendo deseado que este hubiese durado diez veces más.
Crucero por Fiordo de Geiranger |
Crucero por Fiordo de Geiranger |
HELLESYLT
Tras la maravillosa experiencia de la navegación por Geirangerfjord, no renunciaríamos a dar un pequeño paseo, tras desembarcar del crucero, por el pequeño pueblo de Hellesylt, a menudo eclipsado por su vecino, más conocido, Geiranger.
Hellesylt |
Sin embargo, el pintoresco pueblo es un hermoso puerto por derecho propio, con magníficas vistas a su alrededor y una inesperada cascada que ocupa un lugar central en la localidad.
Cascada de Hellesylt |
Por lo que, como comentaba, nada más desembarcar, sólo hay que dejar aparcado el coche en un lugar habilitado para ello y, al estar en el corazón del pueblo, se llega en pocos pasos al salto de agua, la llamada Hellesyltfossen, su atracción más llamativa, que parte la aldea casi por la mitad. El agua caía como un trueno sobre las rocas de granito, con tal fuerza que puedes sentir el rocío en tú cara si te acercas a pocos metros.
Cascada de Hellesylt |
Al encontrarse la catarata entre dos puentes, el inferior ofrece vistas fantásticas hacia ella.
Otro reclamo en la población es la iglesia de Sunnylven, construida en 1858 con vistas al fiordo. Construida con madera de los bosques locales, la iglesia tiene capacidad para 270 personas, más que suficiente para toda la población de Hellesylt.
El resto de la población no ofrece turísticamente hablando mucho más, pero simplemente por disfrutar de su belleza natural y del paisaje que la rodea, bien podría estarse aquí uno toda la mañana.
LLEGADA A BERGEN
Era el momento de afrontar el día más duro de carretera de lo que llevábamos de viaje, ya que por delante nos esperaban 345 km, estimando unas seis horas de conducción para llevarlos a cabo hasta llegar a Bergen, nuestro destino final.
Así que con mucha paciencia nos pondríamos en marcha. Esta vez no haríamos prácticamente paradas ya que queríamos llegar antes de que se hiciera de noche, por lo que salvo algunas áreas de descanso situadas en las orillas de los continuos lagos que se iban sucediendo como el Jolstravatnet o el Langelandsvatnet, no perderíamos mucho más tiempo. En el trayecto además tendríamos que tomar un ferri que ralentizaría algo más el tiempo previsto de viaje.
A las 20:45 llegaríamos por fin a Bergen, dirigiéndonos
directamente al que sería nuestro apartamento las dos próximas noches. Estaba
situado en Stølesmauet 4,
Bergenhus, a pocos minutos caminando del centro
histórico. Era un apartamento pequeño pero con encanto, donde se daba prioridad
a sus habitaciones amplias y espaciosas. Tenía una zona común que hacía las
veces de cocina y salón a la vez. El baño estaba limpio y bien cuidado.
Nuestra Casa en Bergen Calle Stolegaten
Dado que estábamos prácticamente en el centro, al final, y después de que los que condujimos nos repusiéramos un poco de la paliza de kilómetros que llevábamos a nuestras espaldas, nos animamos a salir y dar un paseo nocturno para llevarnos las primeras impresiones de esta hermosa ciudad noruega que visitaríamos en profundidad las siguientes jornadas.
Bryggen. Bergen |
Para cenar esta vez recurriríamos al Mc Donalds que se encuentra en el mismo centro.
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