CHILE - DIA 30. Centro histórico de Santiago y despedida

13 de Septiembre de 2014.

El último día de mi viaje por Chile lo íbamos a destinar a conocer los lugares más significativos del centro de Santiago.

La ciudad sería fundada el 12 de febrero de 1541 por Pedro de Valdivia y su población actual ronda los seis millones de habitantes, es decir más de un tercio de la población del país. El área metropolitana está situada en una cuenca entre los Andes al este y la cordillera costera al oeste. Además el río Mapocho divide la ciudad y alberga en sus orillas los lugares más interesantes para conocer.

El centro de Santiago reúne el patrimonio histórico, cultural y arquitectónico de la ciudad. Museos, iglesias, edificios, plazas, centros artesanales y restaurantes de comida autóctona, se mezclan con el ajetreo diario, permitiendo descubrir no sólo la historia sino también la identidad de su gente.

El coche lo aparcaríamos en un parking en pleno centro por lo que comenzaríamos saliendo al lado de la Plaza de Armas con algunos de los edificios más antiguos de la capital. Lástima que hacía unos meses que habían comenzado con su restauración y redistribución y más de la mitad se encontraba vallada, por lo que sólo pudimos ver la estatua de Pedro de Valdivia y las palmeras asomando a partir de la mitad de su tronco.

Plaza de Armas

Pedro de Valdivia. Plaza de Armas

La Catedral metropolitana, el edificio más importante de la plaza, también se encontraba cubierta por andamios, por lo que tampoco daba lugar a recrearse con él, por lo que decidimos pasar directamente a su  grandiosa nave barroca y pasear por sus 90 metros de longitud y sus tres naves.

Catedral Metropolitana

Cerrando otro de los flancos del cuadrilátero, en esta ocasión sí que pudimos ver el edificio del Correo Central,  que  fue la residencia del padre fundador de la ciudad, Pedro de Valdivia. También se utilizó como consejo de Gobierno, y tras la independencia sirvió de casa presidencial hasta 1846. Posteriormente albergaría ya la oficina de Correos.

Correo Central

Desde aquí comenzaríamos un paseo bajo la lluvia que nos llevaría a ver los exteriores de otros importantes edificios como el del Ex Congreso Nacional, en el que se celebraban  las sesiones del Congreso hasta que el dictador Augusto Pinochet disolvió este órgano en 1973; el de los Tribunales de Justicia, que actualmente alberga el Tribunal Supremo  y la Corte de Apelaciones; el Museo de Arte Precolombino,  que expone el arte de las culturas latinoamericanas y está ubicado en el impresionante palacio neoclásico de la Real Aduana; el Palacio Larraín que fuera sede del  Periódico Mercurio, etc

Ex Congreso Nacional

Palacio de la Real Audiencia

Y tras unas cuadras más llegaríamos hasta la inmensa plaza de la Constitución, adornada con un montón de banderas chilenas y en uno de sus laterales la parte trasera del Palacio de la Moneda y la escultura de Salvador Allende repleta de ramos de flores depositados a sus pies. También en esta plaza están otros edificios estatales como el Ministerio de Relaciones exteriores, el Ministerio de Trabajo, el Banco Central de Chile, etc.

Plaza de la Constitución y Palacio de la Moneda

Estatua de Salvador Allende

Palacio de la Moneda

Tras rodear los muros exteriores del Palacio de Gobierno podríamos situarnos frente a su fachada principal. Aquí se discuten las decisiones más importantes que afectan al país y son las dependencias  oficiales del presidente chileno. La fachada norte sufrió los ataques aéreos  durante el golpe de estado de 1973, cuando el presidente Salvador Allende se negó a abandonar el palacio, donde sería derrocado.

Palacio de la Moneda

Palacio de la Moneda

La Plaza que se encuentra justo en frente se llama de la Ciudadanía y en ella está una inmensa bandera chilena, que sorprende por sus dimensiones. Además en el subsuelo de este lugar existe un centro cultural cuyo techo de cristal inunda de luz natural el espacio abovedado al que accedimos por unas rampas que bajan en zigzag hasta dos grandes salas de exposiciones temporales. En este momento no pudimos ver ninguna, pero es llamativa la construcción del mismo.

Plaza de la Ciudadanía

Los estómagos ya empezaban a avisar de que había hambre por lo que nos dirigimos a un lugar llamado Bar Nacional en la calle Bandera, en pleno centro, para probar algo delo que yo tenía muchas ganas: los porotos con longaniza, que son como pequeñas judías. Estaban buenísimos y la cantidad era bastante generosa (10000 pesos por persona con bebida incluida).

La tarde la emplearíamos para seguir conociendo lugares significativos del centro de la capital. De este modo podríamos ver iglesias como la de San Martín y la de San Francisco. Esta segunda declarada monumento nacional y la construcción más antigua de Santiago.

Iglesia de San Agustín

Iglesia y Convento de San Francisco

Observaríamos nuevos edificios como la Biblioteca Nacional que ocupa toda una cuadra y donde se estima que el 60%  de las obras impresas durante el periodo colonial en Latinoamérica se guardan en la segunda planta; el Teatro Municipal, donde han actuado artistas de la talla internacional de Plácido Domingo, Anna Pavlova, Igor Stravinsky, etc

Teatro Municipal

Biblioteca Nacional

La tarde seguía de lo más desagradable y cada vez llovía con más fuerza por lo que tras pasear por las afueras de la Bolsa de Comercio y el Club de la Unión, nos dirigimos directamente hasta el Cerro de Santa Lucía, una frondosa colina que sirvió de punto estratégico para Pedro de Valdivia en la defensa de la Ciudad y donde fundaría esta en 1541. Llegaríamos hasta la monumental escalera de la plaza de Neptuno en la avenida Alameda, uno de los posibles accesos, pero esta se encontraba cerrada, tal vez por la lluvia, tal vez por ser el comienzo esta semana de las Fiestas Patrias, pero el caso es que no pudimos acceder.

Cerro Santa Lucía

Sería esta una buena excusa para poner pies en polvorosa y marcharnos hacia el parking donde teníamos el coche, pues ya no tenía sentido seguir conociendo lugares  al llover cada vez con más fuerza. Rafa y Cristina hubieran seguido mostrándome más  sitios interesantes, pero yo ya me daba por satisfecho y prefería pasar el resto de mi última tarde en Chile en casa calentito y no calado hasta los huesos.

Esa noche dormiría, una vez más, como un lirón, por lo que a la mañana siguiente me encontraba como nuevo para afrontar el viaje de casi trece horas hasta Madrid.

Tras una emotiva despedida de Cristina y Mencía, al aeropuerto me llevaría Rafa en su coche,  llegando sobre las 10.15. Al final sería el tiempo justo para la última despedida, agradeciéndole, nuevamente, como me habían tratado, facturar, pasar el control de seguridad y aduanas y embarcar. Esta vez sí, salíamos puntuales: a las 12.20 rumbo hacia la capital de España, donde llegaría a las 6.15, del ya estrenado día 15, tras casi trece horas de vuelo.

Así termina mi aventura chilena de un mes de duración, donde por segunda vez he podido constatar la hospitalidad sudamericana y el calor con el que te acoge su gente. Creo que no recuerdo ni una sola vez donde alguien no me tratara educadamente o con una respuesta desagradable, por lo que sin duda América del Sur, seguirá siendo uno de mis lugares preferidos para volver una y otra vez.

Lo que más me ha impactado de Chile  son, sin duda, sus paisajes infinitos, el contraste tan increíble que se da entre el desierto del norte y los bosques impenetrables y llenos de vegetación del sur, pasando por lugares únicos como las islas de Pascua y Chiloé, donde las tradiciones y culturas, tan diferentes al resto del país, nuevamente, me sorprendieron.

Sin duda que guardo  un lugar muy especial en mi corazón para Rapa Nui, un sueño de siempre hecho realidad y de donde me llevé algunos de los atardeceres más emotivos e increíbles contemplados en mi vida junto a los enigmáticos moáis.

Jamás podré olvidar  la subida al volcán Lascar con la expedición chilena donde casi que rocé las nubes y sentí una de las mayores satisfacciones personales tras el duro esfuerzo.
Y qué decir de la paz que me aportarían los lagos Llanquihue y Todos los Santos, creo que no había sentido antes tanta serenidad interior. Estos son sólo algunos de los muchos momentos que ya nadie me podrá arrebatar, junto con tantos otros que ya guardo como si fueran tesoros.

También me llevo algunos momentos críticos como el del coche en el Parque Nacional de Chiloé o el vivido con los perros en el lago Caburgua, pero que ahora hasta me sale una sonrisa al recordarlos, pues afortunadamente todo se resolvería sin mayores consecuencias y ahora quedan como buenas anécdotas que también forman parte de la magia del viaje.

Y, por supuesto, quiero hacer una mención especial a todos los que me acompañaron durante el camino, nunca más de tres días, pero que a veces parecía que nos conocíamos desde hacía años. Manolo, Begoña, Andrea, Lorena, Cristina, Sebastián, Magdalena, Simón, Christian, Richard, Johanna, Andrea, Gabriel, Egidio, Nydia, Rafa, Cristina, Mencía, etc. Fueron grandes momentos con todos ellos y desde aquí no puedo más que darles las gracias por cómo me acogieron y me trataron. No tengo más que palabras de agradecimiento.

En fin, que este diario llega a su final, esperando haber podido ayudar en algo a futuros viajeros por el país o de simple entretenimiento para quien se haya animado a leerlo  y haya conseguido llegar hasta aquí. Gracias también a todos vosotros.

Ahora sólo queda esperar a la siguiente aventura por el mundo. El destino, el tiempo lo dirá.

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