INDONESIA - DIA 11. Bali: templos, volcanes, arrozales y monos, para empezar

17 de Septiembre de 2013.

Durante la mayor parte del tiempo que permaneceríamos en la isla de Bali, tendríamos nuestro centro de operaciones en la ciudad de Ubud, la cual no tiene nada que ver con Yogyakarta ni con otras ciudades indonesias, ya que está enfocada totalmente al turismo, de hecho, como pudimos comprobar ayer, sus calles principales están llenas de comercios, de restaurantes de todo tipo de comida internacional y local, de locales de masajes, pero es cierto que todo envuelto bajo la tradición, la cultura y los ritos balineses que le dan a todo un aspecto diferente.

Durante las jornadas que permaneceríamos aquí nos dedicaríamos a hacer distintas rutas culturales a lo largo del día para tratar de empaparnos, todo lo que pudimos, de lo que este lugar está siempre dispuesto a ofrecer, empezando y terminado en Ubud, dejando el descanso y la playa, propiamente dichos, para más adelante y fuera ya de esta isla.

Se ha dicho y se ha hablado tanto sobre Bali, que es cierto que uno llega con unas expectativas de encontrarse un lugar paradisiaco y mágico, único a nivel mundial y que ni por asomo puede llegar a decepcionarte y creo que si se sale de las zonas más turísticas y uno se pierde un poco por algunos lugares no demasiado lejanos de estas, no se irá defraudado lo más mínimo, de hecho se llevará consigo algunas de las mejores vivencias que uno puede llegar a tener y que serán difíciles de poder olvidar. Así fue mi caso y todo ello sin necesidad de acudir con pareja, lo cual demuestra que, de nuevo, otro tópico, tantas veces oído, de que es un lugar para enamorados, cae por su propio peso, pues es un lugar para cualquier persona independientemente de su situación personal.

Hoy era el primer día que comenzábamos a descubrir la isla y mira por donde que la isla más conocida de todo el archipiélago indonesio nos recibía lloviendo y con el cielo más gris y encapotado que como no lo habíamos visto en todo lo que llevábamos de viaje. Así que de esta manera y después del desayuno, que estaba incluido en el precio del hotel y en el que te daban a elegir entre distintos y contundentes tipos, tales como el inglés, el americano, etc., comenzaríamos con nuestra ruta.

Mientras esperábamos al coche que nos conduciría a los distintos lugares de hoy, pudimos fijarnos como una empleada del hotel comenzaba un ritual en la puerta del mismo, en un pequeño templo allí situado, donde colocaba pequeñas cestas de bambú con flores de diferente colores, comida e incienso y esto mientras se movía a modo de una danza tradicional con leves y suaves movimientos, los cuales repetía sucesivamente. Era la primera vez que veíamos la importancia que para los balineses tiene la religión, pero a mí lo que más me impresionó fue ver el sentimiento de paz y serenidad que transmitía la mujer en cada gesto que realizaba. Y es que la cultura balinesa está muy ligada a la religión, demostrándose constantemente mediante este tipo de pequeñas ceremonias en cualquier casa, tienda u hotel. Además de celebrar numerosos festivales, ceremonias y danzas en honor de los dioses de la mitología hindú y del ser supremo, Sanghyang Widi, durante la cual los dioses bajan a la tierra y la población los festeja con banquetes y visitas a los familiares.

De repente, un joven que nos pilló por sorpresa, se presentó ante nosotros haciéndonos saber que se llamaba Medi y que iba a ser el conductor que nos acompañaría tanto hoy como los días posteriores. Nos comentó, además, que le contásemos la ruta a seguir, porque si se podía y lo veía factible, iríamos parando en algún que otro lugar más para así aprovechar al máximo las horas contratadas (350000 rupias por 10 horas con gasolina y parkings incluidos). 

El coche arrancaría y nos pondríamos en marcha para, en unos diez minutos, hacer la primera parada en el recorrido: el templo Goa Lawah o Cueva del Elefante (15000 rupias por entrada).

Hasta este momento los sarong, es decir las telas con las que uno se cubre de la cintura para abajo como muestra de respeto, que habíamos utilizado para la entrada a los diferentes templos en la isla de Java, habían sido todos prestados porque estaban incluidos en el precio de la entrada, pero a partir de este instante y dado el número de templos que teníamos que visitar y ya que en muchos de ellos te cobran por el alquiler de los mismos, decidimos comprarnos el nuestro, para de esta manera ahorrar, por higiene y para llevarnos un bonito recuerdo de esta parte del viaje. Así y todavía antes de entrar al templo, nos dirigimos a unos puestos situados en el parking donde habíamos dejado el coche y empezamos con una señora una negociación interminable. Para que veáis la cara más dura que le echan, pretendía cobrarnos de primeras, nada más y nada menos que 700000 rupias por un Sarong, por pedir que no quede. Al final lo conseguiríamos por 100000 rupias cada uno y aun así no es un buen precio, ya que se puede conseguir por unas 50000 o 60000 rupias, pero estaba ya harto de actuaciones y lo di por imposible el seguir negociando.

La cueva del Elefante, en indonesio Goa Gajah es un templo público construido en el S.XI que constituye un importante centro de meditación para los sacerdotes procedentes de otros templos. En la entrada te encuentras con un enorme elefante tallado en la roca, cuya boca hace de acceso a la cueva, donde puedes ver la escultura de Ganesha, el Dios de la ciencia. La diferencia de temperatura entre el interior y el exterior era considerable, pareciendo que estábamos en algo parecido a una sauna finlandesa durante el rato que estuvimos dentro.

Goa Gajah  o Cueva del Elefante


Así que después de sudar como pollos, el encuentro con la ligera brisilla que soplaba fuera fue un alivio. El recinto donde está este templo está repleto de fuentes para purificar a niños y mujeres, arroyos, arrozales, árboles milenarios e incluso una pequeña cascada, por lo que pasear por los caminos que te van mostrando todo ello, es un auténtico placer.

Piscina Purificadora. Goa Gajah

Arrozales en Goa Gajah o Cueva del Elefante

Cuando acabamos la visita, montamos, de nuevo, en el coche y seguimos avanzando por las pequeñas carreteras y sólo unos kilómetros más allá, Mali empezó ya a demostrar su gran profesionalidad proponiéndonos parar, si queríamos, en los arrozales Laplapan, que los teníamos a ambos lados del asfalto. Estos eran plantaciones rectas y no estaban dispuestas en terrazas, pero al ser los primeras que veíamos nos quedamos bastante impresionados, tanto de la extensión de los mismos como del color intenso que desprendían. Aquí veríamos a varios agricultores trabajando y aprovecharíamos para hacerles alguna foto.

Arrozales de Laplapan

Campesinos en Arrozales de Laplapán

Dos paradas más, una ante figuras dedicadas a las divinidades hinduistas que estaban preparando para una posterior celebración y otra ante otra plantación cuyo nombre desconozco, serían más que suficiente para llegar a uno de los platos fuertes del día, el templo Gunung Kawi .

La principal característica de este templo son las inmensas tumbas reales talladas en la pared de roca, por lo que nos dispusimos a realizar el pequeño paseo que hay que realizar para llegar hasta ellas. Por supuesto, que antes pagaríamos religiosamente nuestra entrada (15000 rupias cada una) y nos colocaríamos el sarong en la cintura, para entrar como es debido al recinto. Comenzamos bajando una escalinata, para unos instantes después ver, por primera vez, el primer arrozal dispuesto en terrazas de la isla. Ante nuestros ojos se disponían infinitas escaleras verde esmeralda que trepaban desde el fondo del barranco hasta lo alto de la colina, salpicado por finas y espigadas palmeras.

Arrozales del Templo Gunung Kawi

Tras este grato impacto visual, acabaríamos por descender los últimos peldaños que nos restaban y pronto nos daríamos de bruces con las increíbles tumbas de la dinastía Udayana del S.X. Eran cuatro colosales esculturas talladas en la dura roca que realmente me dejaron impactado.

Templo Gunung Kawi

Estuve un rato fijándome en los detalles y cuando acabé, seguí el camino que continuaba atravesando un pequeño puente sobre el río Pakrisan y que te llevaba hasta el otro sector del recinto. Raúl hacía ya un rato que se había adelantado y se había ido a su bola. Aquí encontraría el complejo religioso, en cuyo interior estaban realizando los preparativos para una próxima celebración y pude ver cómo tanto hombres como mujeres como niños colaboraban en que todo estuviera listo. Especialmente interesante era ver el detalle y la meticulosidad que ponían las niñas en preparar las ofrendas de las pequeñas cestas de flores.

Preparando las Ofrendas en el Templo Gunung Kawi

Ofrendas en el Templo Gunung Kawi

También tendría oportunidad de descalzarme para entrar a una de las partes sagradas del templo, totalmente esculpida sobre piedra, donde más mujeres y niñas seguían trabajando con sumo cuidado en más detalles. Saldría después por el lado contrario del santuario y allí me encontraría con otras cinco tumbas, igual que las que había visto hacía un rato, esculpidas en piedra, con las que me recree otros instantes.

Templo Gunung Kawi

Una vez que acabé de saciar mi curiosidad por todo lo que me rodeaba, me di cuenta que, mira por donde,  allí estaba mi amigo sentado al fresco. Así que nada desandamos el camino por el que habíamos venido y nos dirigimos hacia la salida donde nos esperaba Madi.

Madi era un joven de unos 25 años que hacía su trabajo con entusiasmo y cada dos o tres minutos, durante el trayecto al siguiente punto de la ruta, no dejaba de contarnos y de darnos explicaciones acerca de un montón de curiosidades de la vida balinesa. Cuando le hablé acerca de mi sorpresa por el templo que acabábamos de visitar, la conversación acabó desembocando en interesantes datos como que a lo largo de todo el territorio de Bali existen unos veinte mil templos públicos a los que habría de sumar un número indeterminado en el interior de las casas. Esto demuestra las firmes convicciones de los balineses en la existencia de la magia negra y la magia blanca y que derivado de ello, consideren que volcanes, arrozales, playas, árboles, acantilados, se encuentren influenciados por los dioses representativos de cada uno de ellos y que por tanto se considere que lo que se halla cerca del cielo es bueno y lo está en contacto con lo más profundo de la tierra o del mar contiene demonios y seres malignos.

Tras tantas curiosidades, Madi nos preguntó que si nos apetecía conocer una plantación de café y otras frutas y especias para poder observar de donde provenían los mismos y como era el proceso de transformación de materia prima al estado para ser actos para el consumo. Nos comentó que al finalizar el pequeño circuito nos ofrecerían una degustación de distintos cafés y tés y que en nuestra mano estaba ya el si queríamos comprar alguno o no, por lo que como más sincero no pudo ser con nosotros, decidimos animarnos a ver todo aquello. La plantación se llamaba Satria Agrowisata y lo más interesante de todo lo que vimos  fue sin duda el conocer como se obtiene uno de los cafés más caros del mundo, el llamado Kopi Luwak, el cual se produce mayoritariamente en Indonesia y tiene como peculiaridad que se obtiene moliendo los granos de café extraídos de las deposiciones de la civeta, un animal típico de aquí y que aquí llaman Luwak. Este animal se alimenta principalmente de bayas de café y como al defecar estos granos no se digieren y se eliminan enteros, son utilizados para hacer este. Luego estos son lavados, limpiados, tostados y molidos, por lo que no queda ningún resto desagradable del animal. Realmente curioso todo ello y la muestra, por una anciana señora, de cada paso, además de ver a los peculiares animalitos cafeteros.

Preparando Café.Plantación Satria Agrowisata

También tendríamos la oportunidad de ver enormes papayas, piñas y alguna otra fruta cuyo nombre ahora mismo no recuerdo. En la degustación final nos darían a probar hasta 12 diferentes tipos de té, café y cacao y la verdad que algunos de ellos estaban buenísimos por lo que no pude evitar caer en la tentación y llevarme tres diferentes.

Degustando Café y Té.Plantación Satria Agrowisata

La siguiente parada nos llevaría hasta el mirador de Kintamani, uno de los mejores sitios desde donde admirar el volcán Batur de 1717 metros y el lago volcánico que se encuentra a sus pies. Como íbamos con tiempo más que de sobra, decidimos tirarnos los tres en un trozo de césped que había por allí y tomarnos este momento con mucho relax y es que el día había despejado desde hacía ya unas horas y hacía un sol espléndido. Además de las correspondientes fotos, también pudimos aprender con Madi que todos los volcanes para los balineses tienen un carácter sacro y que la extrema fertilidad del suelo viene determinada por su carácter volcánico, lo que es causa de la gran riqueza agrícola que ocupa el 75% de la población.

Volcán Batur desde Mirador de Kintamani

Lago Batur desde Mirador de Kintamani

Con la  tontería eran ya las 14.15, por lo que nos marcharíamos tan sólo a unos cuantos kilómetros, en la misma carretera, para comer en el famoso Batur Sari, el cual recomendaban muchas guías y blogueros en internet, por lo que decidimos fiarnos y probar con él. Lo mejor, sin duda, son las impresionantes vistas que se tienen del lago y el volcán Batur, que se encuentran completamente en frente tuyo, mientras comes. Cuando llegamos todos los sitios que estaban en primera línea estaban ocupados, por lo que nos ofrecieron ir a la segunda planta donde nos dijeron que las vistas eran iguales y encima protegidos por el techo del primer piso, lo que tras echar un vistazo, acabó convenciéndonos, pues el sol pegaba de lo lindo y al final el estar en sombra lo acabamos agradeciendo. Para comer dispones de un buen buffet libre donde puedes degustar la tradicional comida balinesa y con el que nos pusimos hasta arriba.

Con algo de pena por tener que abandonar tan soberbias vistas y la tranquilidad de la sobremesa, nos desplazamos algo más adelante, vamos que casi fue montar y volver a bajar del coche en apenas cinco minutos, para llegar a un nuevo templo: el Pura Batur ( 35000 rupias por entrada). Aquí tendría lugar un episodio algo incómodo para nosotros y es que una vez que compramos la entrada, para acceder al templo tienes que atravesar como una nave con diferentes puestos y sería con la dueña y comerciante de uno de estos con la que tendríamos un intercambio de palabras no demasiado amables. La razón, como desgraciadamente se da en más de una ocasión en este país, la forma desmesurada y gran caradura que le echan ciertas personas para tratar de tomarte el pelo.

Madi nos había advertido antes de entrar al templo que iban a tratar por todos los medios de endosarnos a un precio desorbitado el pañuelo alrededor de la cintura que en algunos casos te exigen como complemento al sarong, pero que cuando esto es así normalmente te lo proporciona el centro correspondiente o te hacen pagar una simbólica cantidad como alquiler del mismo. Nos avisó que no era necesario, que se podía entrar sólo con el sarong y todo a pesar de que si por las buenas no cedíamos a la compra, incluso nos amenazarían con llamar a la policía por estar incumpliendo una norma básica en la vestimenta en la entrada a un centro religioso. A pesar de todo ello nos dijo que nos negásemos siempre y que no nos detuviésemos, salvo que al final nos diese igual pagar por ello, cosa que ya por amor propio y por cabezonería no estaba dispuesto.

Total que avanzamos unos pasos, después de comprar la entrada, y efectivamente nada más vernos dos señoras casi que se abalanzaron sobre nosotros con los respectivos pañuelos y sin darnos tiempo a reaccionar nos rodearon con ellos la cintura y empezaron a anudarlos, diciéndonos que era necesario y que les pagásemos 100000 rupias, ¡el mismo precio que nos costó el sarong! Raúl me dijo que no quería problemas y que lo pagásemos y yo le dije que no, que por encima de mi cadáver, a lo que me respondió que ok, pero bajo mi responsabilidad. Así que, ni corto ni perezoso, empecé a desanudarme el pañuelo, le pedí a Raúl que me diera también el suyo e intenté entregárselos, de nuevo, a la señora, la cual empezó a  gritarme en indonesio y a no querer cogerlos, por lo que tras tres intentos para que lo hiciera y ante su negativa, los dejé caer al suelo y seguí andando. La de más carácter siguió gritándome más aún y diciéndome en inglés que si iba a llamar a la policía y no sé qué más, a lo que ya no pude más, me di la vuelta y la respondí alzando también la voz: “ It´s not necesary, do what you want” (No es necesario, haz lo que quieras). 

Esto sucedía justo cuando llegábamos al control de entradas, donde entregamos las nuestras y nos ofrecieron dos botellas de agua. Como ya estaba algo histérico les dije muy borde que no, que no quería nada, a lo que me respondieron que eran gratis y que estaban incluidas en el pase. Se me quedó cara de circunstancia, dije que sí y pedí perdón, a lo que me sonrieron y asintieron con la cabeza, sabiendo perfectamente lo que me pasaba. Así que nada, ya más tranquilo atravesamos la carretera y entramos en el templo.

Templo Ulun Danu Batur

Pura Batur es un templo realmente bonito y que a mí personalmente me encantó. Fue, además, el primero donde pudimos encontrar un buen conjunto de Merus, es decir, las esbeltas torres de paja ennegrecida y madera tan características de la arquitectura balinesa. 
Su significado no es otro que hacer la labor de santuarios dedicados a distintos dioses y en base a la importancia del mismo tendrán más o menos niveles, con un máximo de once. 

Estuvimos paseando por su interior un buen rato fijándonos en cada detalle y prácticamente en solitario, lo cual realmente me sorprendió, pues pensaba que tenía muchos más visitantes de los que encontramos.

Templo Ulun Danu Batur

Otro elemento que empezaba a ser ya un constante y que también me imponía bastante es el llamado Candi Bentar, es decir dos triángulos simétricos con los que te encuentras en la entrada a cada templo y, dentro de estos, en el acceso a más de un área privada.

En ambos componentes mencionados, de lo que se trata, entre otras cosas, es representar al mítico monte Meru, hogar de los dioses hindúes y presente simbólicamente en muchos de los elementos de los templos balineses.

La tarde seguía avanzando y, qué mejor, que contrarrestar un poco el aspecto cultural y religioso por el que nos acabábamos de mover con algo de naturaleza, por lo que nos fuimos para una de las estampas más bonitas y espectaculares, en cuanto a terrazas de arroz se refiere, de la isla. Hablo de Tegallalang, una panorámica realmente bella de arrozales a rebosar de agua, distribuidos por toda la montaña en distintos escalones, combinados, una vez más, con las altas palmeras que embellecen, aún más, el entorno. Estuvimos en su mirador un rato sentados y así poder relajarnos con esta gran imagen antes de afrontar el final de nuestra ruta por hoy.

Terrazas de Arroz de Tegallalang

La última parada de la jornada la íbamos a realizar ya en la propia Ubud, en el famoso Monkey Forest o Bosque de los Monos, un santuario situado en pleno centro urbano de esta localidad donde los monos son los auténticos protagonistas, pues se cuentan por cientos y se mueven por el interior de esta pequeña jungla haciendo lo que les da la gana.

Hay que tener en cuenta que para la religión hindú los monos son sagrados por lo que les tienen gran respeto y estos al verse protegidos por su condición de Dioses se permiten la licencia de robar y hurtar todo tipo de objetos y alimentos que se les ponga a tiro de piedra, por lo que hay que tener cierto cuidado con determinados objetos como cámaras, gafas, comida, etc. La entrada nos costó 20000 rupias cada una y junto con ella te dan un plano con el que puedes seguir un recorrido bastante interesante, donde no paras de estar rodeado de los famosos macacos de cola larga interactuando con ellos en todo momento, pudiéndoles darles de comer, vivir que se te suban encima, fotografiarles a tan sólo un palmo de distancia, etc.

Monkey Forest o Bosque de los Monos.Ubud

Monkey Forest o Bosque de los Monos.Ubud

Además en este paseo te vas encontrando con distintos templos y esculturas monstruosas que representan a distintos demonios y dioses balineses, pero el hecho de que estés como en una pequeña selva hace que te encuentres como en una de las aventuras del gran Indiana Jones y tú imaginación se pierda un poco en lo fantástico y más cada vez que contemplabas esos seres esculpidos en piedra que bien podían ser duendes o espíritus malignos que en cualquier momento podían revivir y lanzarte un maleficio.

Monkey Forest o Bosque de los Monos.Ubud

Monkey Forest o Bosque de los Monos.Ubud

El recinto cada vez estaba más desierto y la luz comenzaba a escasear ya que eran casi las siete de la tarde, por lo que como iban a cerrar en breve y no queríamos quedarnos a dormir allí por muy emocionante que pudiera llegar a ser, decidimos encaminarnos a la salida y una vez en esta dirigirnos hacia nuestro hotel. Como, la verdad, que sólo nos encontrábamos a unos diez minutos andando de donde estábamos alojados, cuando Madi nos dejó en las taquillas del Monkey Forest le dijimos que se fuera ya porque no había necesidad que estuviese esperándonos una hora, tiempo en el que permanecimos dentro del recinto.

Al llegar al hotel cada uno iría un poco a su bola y yo decidiría tirarme en la cama y pegarme una siesta tardía de casi dos horas, para sobre las nueve volver a salir a cenar a uno de los muchos restaurantes que ofrece Ubud. Esta vez elegiríamos uno que estaba a rebosar de gente y tenía pinta de elegante llamado Ibu Rai, donde probaríamos unas hamburguesas y unos batidos que eran de los mejores que me había tomado hasta este momento. La cena nos costaría 225000 rupias ambos. Después nos marcharíamos muy cerca, exactamente al café – bar, llamado Bali Pesto Café, donde acabaríamos el día tomándonos unas copa y un zumo (130000 rupias ambos) y retirándonos a descansar a las 23.30.

A TENER EN CUENTA:
  • El templo Pura Batur, aunque es una de las entradas más caras de la isla, creo que merece la pena pasar a verlo. Eso sí, no hay que caer en el engaño de las señoras de la entrada que tratan de venderte a precios desorbitados los pañuelos que van ataviados a la cintura y que no son obligatorios. Basta con ser contundente e inflexible en la negativa a comprarlos.
  • En el Bosque de los monos, hay que tener cuidado con objetos como gafas, móviles, comida y cualquier otro que pueda ser sustraído en un descuido por los monos. Son rápidos y puedes quedarte para siempre sin ellos.
  • Son tantos los templos donde te obligan a entrar con Sarong como muestra de respeto a los dioses balineses que creo que no es mala idea comprarse uno propio, pues así te queda un buen recuerdo y no tienes que pelear constantemente con los comerciantes que te ofrecen una vez tras otra los mismos. Un buen precio estaría sobre las 50000 rupias.

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