18 de Septiembre de 2013.
Un nuevo día comenzaba en esta isla paradisiaca y llena de encanto, la cual pretendíamos seguir descubriendo con la misma intensidad e ilusión que el día de ayer. Hoy me decantaría por un desayuno continental, algo más ligero que la contundencia del resto de opciones que ofrecía la carta tales como el americano o el inglés y es que porque un día no me atiborrase desde primeras horas de la mañana, tampoco iba a pasar nada.
Un nuevo día comenzaba en esta isla paradisiaca y llena de encanto, la cual pretendíamos seguir descubriendo con la misma intensidad e ilusión que el día de ayer. Hoy me decantaría por un desayuno continental, algo más ligero que la contundencia del resto de opciones que ofrecía la carta tales como el americano o el inglés y es que porque un día no me atiborrase desde primeras horas de la mañana, tampoco iba a pasar nada.
Como el día anterior, a las ocho en punto, nos esperaba un
coche con conductor para afrontar las diez horas contratadas por 400000 rupias,
esta vez más caro porque el recorrido a realizar implicaba más kilómetros. En
esta ocasión cual sería nuestra sorpresa que quien nos estaba esperando no era
el simpático Madi, pues esa misma madrugada se había ido a guiar una ruta al
cráter del volcán Batur, por lo que nos imaginamos que en estos mismos momentos
estaría contando ovejitas.
Sustituyéndole nos encontramos con un señor ya mayor, con
traje y bastante serio, por lo que parecía que el cambio era considerable. Su
nombre fue imposible de entender por mucho que le preguntamos y nos lo repitió varias veces, por lo que al final le dejamos
con el sobrenombre del señor de negro. La verdad que nos dio pena no
encontrarnos con Madi, pues nos cayó bastante bien y era un bromista con mucho
sentido del humor y además se movía como pez en el agua por toda la isla,
ayudándonos y advirtiéndonos en cada momento de lo necesario para que todo nos
fuese a la perfección. Aunque no dudábamos de la profesionalidad del nuevo
señor pues parecía educado, era evidente que iba a ser bastante más parco en
palabras y menos simpático que nuestro amigo, pero bueno lo importante, al fin
y al cabo, era que hiciera bien su trabajo.
Una vez que le explicamos el plan de la jornada nos
pondríamos en camino hacia la primera parada: el templo de Pura Taman Ayun
(15000 rupias la entrada). Este fue el templo principal del reino Mengwi, el
cual conseguiría sobrevivir hasta 1891, fecha en la que sería conquistado por
los reinos vecinos. Lo primero con lo que nos encontraríamos sería un pequeño
puente de piedra que permite atravesar el foso que hace de protección exterior
a toda la construcción.
Templo Taman Ayun |
Templo Taman Ayun |
De esta manera
atravesaríamos la puerta principal y entraríamos en el recinto, donde lo
primero con lo que tuvimos que lidiar fue con varios guías, pero bastó con
decirles amablemente que no, para que no insistiesen mucho más. A continuación
llegaríamos hasta el enorme patio principal, para desde aquí comenzar a rodear
el templo en sí, al que no se puede acceder a su zona sagrada por estar
reservada sólo a los lugareños que quieren venerar a sus dioses.
Templo Taman Ayun |
Lo más destacable y que más impresiona, son sin duda y
nuevamente, al igual que ayer, los merus de los que que pudimos ver que había
algunos del máximo nivel, once, y a partir de aquí había otros menos altos y
que iban descendiendo escalonadamente, lo que le daba al recinto un encanto especial.
Como contaba en el capítulo anterior, su principal función es representar el
lugar donde habitan los dioses hindúes, el mítico monte Meru. Cada uno de ellos
representa a un dios distinto y según la importancia de este, tiene más o menos
niveles. Además otro de sus significados es el que los relaciona con conseguir
la perfección a través de diferentes reencarnaciones y distintos estados del
alma.
Templo Taman Ayun |
Rodeamos todo el complejo, mientras nos deteníamos a cada
dos por tres para tomar distintas perspectivas de todo ello y, de repente, un
grupo de unas veinte mujeres indonesias, ya entradas en años, que venían
pisándonos los talones, nos abordaron para pedirnos unas cuantas fotos con
ellas. Al principio se mostraron muy respetuosas, pero a la quinta o sexta foto
comenzaron a tomar confianza y empezaron a sobarnos y a entusiasmarse de un
modo que parecía que habían enloquecido. Parecía que nosotros éramos Brat Pitt
y George Clooney y si no tiraron como cuarenta fotos o más, no tiraron ninguna.
Incluso hay que decir que alguna de ellas, picaronamente, nos tocó el culo, por
lo que la soltura y desvergüenza final fue de campeonato. Eso sí, nosotros
encantados de ser como ídolos sexuales. Poco a poco nos fueron dejando, alguna
incluso despidiéndose con dos besos y nosotros seguimos haciendo la visita,
realmente emocionados y partiéndonos de risa, ante tan surrealista situación.
A la salida, nuestro conductor estaba esperándonos para
llevarnos a un destino que cambiaba radicalmente de tercio, es decir un mirador
situado en la colina de Gobleg, desde el cual se tenían unas increíbles vistas,
al mismo tiempo, de dos de los lagos más impactantes de la isla: el Buyan y el
Tamblingan. El acceso por una sinuosa
carretera de curvas, merecería totalmente la pena ya que una vez que llegamos a
lo más alto de la misma, la panorámica
de ambos era fascinante. Nuevamente la suerte se había aliado con nosotros y ni
la niebla ni la lluvia nos habían fastidiado tan gratas vistas. Estamos hablando
del tercer y cuarto lago de Bali y estaban completamente rodeados de vegetación
y la luz del sol que se reflejaba en ellos, hacía que la estampa que teníamos
delante de nosotros fuera inolvidable.
Lago Buyan desde la Colina Gobleg |
Lago Tamblingan desde la Colina Gobleg |
Sería justo en esta área de descanso, además de mirador,
donde podría vivir una de las experiencias más fascinantes y emocionantes que
he vivido hasta ahora. Y es que allí había un señor que tenía montado un
pequeño zoo entre cajas y jaulas con algunos animales típicos de la zona y que
hasta ahora nunca había tenido oportunidad de verlos en vivo y en directo y tan
cerca. Había una inmensa pitón, un camaleón y varios zorros voladores colgados
de algunas varas de madera. También había una jaula con pequeños insectos
varios. De primeras ya me sorprendió muchísimo ver a estos inmenso murciélagos
que eran más grandes que mi brazo y es que como poco miden un metro. Lo segundo
que realmente me fascinó es cuando uno de ellos abrió sus alas y pude verle
completamente extendido. Parecía un vampiro de los que muchas veces salen en
las películas, pero con la gran diferencia que ni les gusta la sangre, ni son
carnívoros sino que su dieta consiste principalmente en frutos. Me quedé
contemplándole un rato muy cerca, casi encima de él, fijándome en cada rasgo de
su cara y de sus alas, hasta que vendría lo mejor de todo que, no era otra cosa,
que por el módico precio de 20000 rupias podías sostener a los animales y
hacerte fotos con ellos, por lo que no lo dudé un instante y le dije al dueño
que adelante, que quería hacerlo.
Murciélago Gigante en la Colina Gobleg |
Así que primero me colocaron a la pitón en el cuello, la
primera vez que tenía una serpiente encima de mí, la primera vez que sentía su
frío cuerpo y su tremenda fuerza y es que era inmensa y pesaba una auténtica
barbaridad. El señor encargado me explicó como coger la cabeza y me tranquilizó
diciéndome que no había ningún peligro aunque esta se moviera. En cada uno de
esos movimientos pude comprobar que no es ninguna exageración cuando explican
en revistas y documentales que en pocos segundos asfixian a sus víctimas y es
que la fuerza que hacía en cada pequeño cambio de posición era increíble.
Acto seguido vendría el que me situasen en la cabeza a la
iguana, pero continuando con la pitón encima, la cual según la colocaron se
quedó tan pancha e igual de petrificada que suele estar la mayoría de las
veces. Me sentía como Noé, el amigo de los animales. Me hicieron yo no sé
cuantas fotos con las dos cámaras que llevaba y cuando me harté volví a quedar
libre de reptiles.
Camaleón en la Colina Gobleg |
La siguiente mascota que tendría oportunidad de sentir sería
al maravilloso murciélago gigante, pues estaba claro que no quería quedarme sin
poder tocar a uno de los seres más increíbles y auténticos del reino animal.
Por lo que me colocaron sus patas en los bolsillos de mis pantalones,
desplegaron sus alas y cogí cada una de ellas, extendiendo prácticamente mis
brazos. El animalito ni rechistó y me volvieron a hacer un montón de
fotografías. Era increíble su envergadura y yo me sentía realmente feliz de
vivir algo así.
Cuando acabé, fue el turno de Raúl, el cual repitió el mismo
procedimiento y cuando terminó volvimos a montar en el coche y seguimos la
recta asfaltada que veníamos siguiendo antes de esta parada, unos kilómetros
más adelante, hasta llegar a un pequeño y mínimo arcén donde pudimos detener el
vehículo y así pagar la entrada de 25000 rupias por persona, que te daba
derecho a iniciar una pequeña ruta de senderismo por una senda que nos llevaría
hasta la cascada de Munduk, un salto de agua de unos 240 metros, escondido
entre la maleza y cayendo al vacío con relativa calma.
Cascada de Munduk |
El paseo fue de unos veinte minutos sólo ida y ante la
tranquilidad que se respiraba en el lugar y dado que no había nadie más,
decidimos estar allí tumbados a la bartola durante un rato.
Tras los momentos
de relax, desandamos el camino y cuando llegamos al puesto de control, nuestro
serio pero amable conductor, nos estaría esperando con dos botellas de agua. Le
daríamos las gracias y casi acto seguido deshicimos los kilómetros que habíamos
recorrido hasta aquí, para tras un poco más de media hora, plantarnos en el
lago Bratán, donde se encuentra el templo flotante Pura Ulun Danu que presenta
once escalones en forma de tejado y que parece la nariz de un pez emergiendo de
las oscuras aguas.
Por supuesto, que pararíamos a verlo, pues se trata de uno
de los más bonitos y espectaculares de todo Bali y prueba de ello que nos
tiraríamos bastante tiempo paseando por todo el recinto que lo rodea. La
entrada cuesta 15000 rupias.
Templo Ulun Danu Bratan |
Se trata de un templo hindú que se fundó en el S.XVII y está
dedicado a la diosa de las aguas, Dewi Danu, y se haya construido sobre
diversas islas, completamente rodeado por el lago. Es un santuario cuya
principal característica es que es a su vez hinduista y budista, pudiendo
acudir a rezar a él, los seguidores de ambas religiones.
Orquideas, Iris y lirios acuáticos le dan aspecto de jardín
paradisiaco, pero lo sorprendente es que las plantas aparecen de forma
espontánea, sin intervención humana. Creo que cuando los balineses imaginan el
paraíso, lo deben dibujar en su imaginación muy parecido a este lugar.
Templo Ulun Danu Bratan |
Sin duda era uno de los templos más especiales e increíbles
que había visto hasta ahora, y quería disfrutarlo al máximo, por lo
permanecimos allí hora y media y aunque, siendo sincero, me hubiera quedado más
tiempo, el hecho, por un lado de que Raúl me diese un toque en referencia que
sí seguíamos aquí no nos iba a dar tiempo a ver el resto de cosas que teníamos
planificadas y, por otro, que en tan sólo un intervalo de cinco escasos
minutos, las nubes empezaron a llegar, bajaron hasta la altura de las aguas y
cubrieron completamente el templo y el lago, sin poder verse absolutamente
nada, como si una obra de teatro hubiese finalizado y se hubiese echado el
telón, sirvieron de excusa perfecta para liberarme de la hipnosis a la que me
había sometido este mágico lugar y su entorno.
Eran ya las 14.00 y el hambre empezaba a hacer de las suyas
con un concierto de tripas considerable, por lo que le dijimos al conductor que
nos llevase, si podía ser, a un lugar que fuese bonito y, en la medida de lo
posible, con unas vistas como las que habíamos tenido en el día de ayer. Y
parece que sí iba a ser posible en un restaurante llamado Labhagga, ubicado
prácticamente encima de los arrozales de Pacung, otra bella estampa de terrazas
de arroz de intensos colores verdes y donde la tradición se respira y se siente
con fuerza. Así que bajo estas vistas pudimos degustar un estupendo buffet con
una buena cerveza Bintang como acompañante.
Después de la copiosa comida que nos meteríamos para el
cuerpo, sólo quedarían dos paradas por hacer en la tarde que comenzaba. La
primera de ellas en unos nuevos arrozales, por si no habíamos tenido suficiente
con las privilegiadas vistas que nos habían acompañado durante el almuerzo. Me
estoy refiriendo a los más grandes de todo Bali y más conocidos que los que
acabábamos de visitar, los llamados Jatiluwih. Estos son la viva imagen de lo
que es el Bali rural, el Bali que representa a la tradición y a la autenticidad
de la isla y los distintos tonos de color verde hacen que mezclados con el
brillo de las aguas que cubren los arrozales, sean una explosión de belleza
difícil de superar. Allí permaneceríamos en unos pequeños asientos improvisados
por lugareños, durante otro rato, disfrutando de este maravilloso paisaje.
Terrazas de Arroz Jatilowich |
Como tampoco queríamos pasarnos con el disfrute, pues
todavía nos quedaba la última parada del día y todo parecía indicar que nos iba
a llevar un rato largo, nos dirigimos hacia el sitio con el que cerraríamos la
tarde: el bosque de Alas Kedaton (20000 rupias la entrada con guía incluida),
otro bosque sagrado, al igual que el de Monkey Forest, donde monos y
murciélagos gigantes comparten protagonismo y hacen y deshacen a su antojo. Se
trata de un complejo donde lo que supuestamente se visita es el templo que hay
en su interior, pero este está bastante descuidado y se aleja considerablemente
en belleza con respecto a muchos otros de los que se distribuyen por la isla,
por lo que tampoco es que sea una gran cosa.
A falta de que este se adecente un poco, lo que realmente
merece la pena aquí, es ver cómo se mueven a sus anchas los monos y se comen
todo lo que se pueden llevar a la boca. De hecho, compraríamos dos bolsitas de
cacahuetes y con este sutil cebo, podríamos permitirnos tener encima de
nuestras piernas a uno de los famosos monos. Fue genial el tener al macaco
encima de mis rodillas, mientras con una de sus manitas se comía los cacahuetes
y con la otra me sujetaba espontáneamente el dedo gordo de mi otra mano. Me
resultó algo entrañable, aunque está claro que la situación era por puro y duro
interés y tan sólo iba a durar el tiempo necesario que necesitase para zamparse
los panchitos, de hecho, en cuanto terminó el festín se iría con sus zalamerías
a buscar otra nueva víctima.
La guía nos llevaría a dar una vuelta al antiguo y vetusto
templo y tras pequeños detalles sin importancia, aparecimos en otra zona donde,
al igual que por la mañana, nos
volveríamos a encontrar con más murciélagos, esta vez serían unos cuantos más,
uno ocho, los cuales estaban ya acostumbrados a los humanos más que de sobra.
También puedes hacerte fotos con ellos por un precio de 40000 rupias sin marco
y 70000 con él, con inscripciones de Bali y Alas Kedaton en la parte inferior y
superior del mismo. Me encapriché de ello y no pude evitar volver otra vez a
las andadas, haciéndome distintas fotos tanto con ellos como con una nueva
pitón. Le había cogido el gustillo a esto de la fauna y me sentía como George
de la jungla, aunque fuese en plan cutre.
Murciélago Gigante en Alas Kedaton |
Por hoy, no se podía pedir más, había vivido un montón de
nuevas experiencias inolvidables, mientras seguía absorbiendo la tremenda
energía y belleza de esta isla, sin igual, por lo que el grado de felicidad que
llevaba encima era imposible de describir con palabras. El trayecto de vuelta
se haría un poco más pesado y largo de lo habitual y es que nos pillaría
bastante tráfico a la entrada a Ubud y no llegaríamos hasta las 18.30 al hotel.
Eso sí, en ningún momento este retraso en lo pactado, supuso el tener que pagar
más por habernos pasado en media hora de la hora estipulada, así que bastante
bien.
El cansancio de repente haría mella en los dos, por lo que
sin casi darnos tiempo a dejar las cosas en la habitación y antes de acodarnos,
propondría el darnos un buen homenaje yendo a darnos un masaje, para así probar
si era cierto que son tan espectaculares y famosos como dicen. Así que a eso
que nos fuimos.
Elegiríamos, por recomendación del famoso bloguero Sele, la
sala llamada Milano, que se encuentra torciendo a la derecha, al final de un
pequeño callejón, situado justo antes de llegar al campo de fútbol, según subes
por Monkey Street. Aquí y dado que ya eran las ocho y abrían sólo hasta las
nueve, elegiríamos el de cuerpo entero de una hora de duración y 90000 rupias por
persona. El sitio está fenomenal porque te pasan a una sala individual y
espaciosa con ducha, para cuando acabes. También tiene jacuzzi para aquellos
que elijan esa opción. Yo pasé porque aparte que ya no daba tiempo, creo que es
una opción para disfrutarla más en pareja. El masaje me pareció espectacular,
la chica era una auténtica profesional y trataba las zonas que ella veía que
tenías más resentidas por las contracturas. Y aunque es cierto que te dan caña,
al final, para mi gusto, te dejan como nuevo por lo que es muy recomendable.
Después del masaje de mi vida, tan sólo quedaba cenar algo
en el restaurante Cinta Grill & INN. En este caso una ensalada César por mi
parte y unas salchichas a la brasa por parte de Raúl más la bebida. (180000
rupias todo). Después y de paseo al hotel, un buen helado y con este, poner
punto y final a este día tan intenso e increíble.
A TENER EN CUENTA:
- Al igual que en el Bosque de los monos, en Alas Kedaton conviene quitarse las gafas y esconder cualquier objeto que pueda ser arrebatado por los monos. Son impredecibles y te puedes quedar sin ellos.
- En diferentes lugares como lo colina de Gobleg o en Alas Kedaton tendrás la oportunidad de fotografiarte con animales autóctonos, es una gran oportunidad y no hay ningún peligro. ¡Aprovéchalo!
- En el lago Bratán existen pequeñas barcas con las que poder dar un paseo por sus aguas. No sé el precio porque nosotros no lo llegamos a hacer, pero si hace un día bueno, puede ser otra opción interesante para realizar.
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