GERONA - DIA 07. Rosas - Ruinas de Empúries - Monells - Púbol

30 de Agosto de 2009.

Hoy volvíamos a levantar el pie del acelerador y nos lo tomábamos con un poco más de calma, no poniéndonos en marcha hasta las 10:00 y es que la semana que llevábamos por Gerona estaba siendo intensa.

Para abrir el día nos pareció buena idea desplazarnos hasta Rosas, una población turística asentada en un extremo de la amplia bahía de Roses, justo al inicio de la península del Cabo de Creus.

Las excavaciones han permitido comprobar las palabras del historiador griego Estrabón, según el cual hubo en el lugar una colonia fundada por griegos procedentes de la isla de Rodas en el siglo VIII a. C.

Uno de sus principales atractivos sería la Ciudadela, cuyo inmenso recinto resume buena parte de la historia de la ciudad. El fuerte y la monumental puerta del mar se construyeron en 1543. En el interior han aflorado restos de la ciudad griega, el barrio helenístico, una villa romana y el monasterio románico – lombardo de Santa María.

Ciudadela de Rosas

Ciudadela de Rosas

Los restos de la Rhode griega, pertenecientes a distintas épocas, es de lo más interesante y es que el nombre de esta ciudad era un mito hasta que los hallazgos arqueológicos  realizados en la ciudadela en la década de los sesenta del siglo XX permitieron confirmarlo como una realidad. Rhode fue una de las más activas colonias griegas del Mediterráneo, y en el periodo helenístico, en los siglos IV y III a.C., su época de mayor prosperidad y expansión comercial, llegó a acuñar moneda propia y exportaba sus productos, salazones entre ellos, a diversos puertos entre los que figuraba Cartago.

Ciudadela de Rosas

Ciudadela de Rosas

Cambiando totalmente de tercio y en el centro de la población destaca la Casa Mallol, un edificio modernista de 1906, hoy Ayuntamiento. Decoraciones florales en relieve se suman en la fachada a una galería con columnas que recorre la parte alta del edificio.

Y como no podía ser de otra manera, otro de los platos fuertes de Rosas son sus playas y calas. Las de La Punta y Roses son dos buenas playas urbanas; la de Palangres, de fina arena, se encuentra a un kilómetro. Entre las calas más hermosas destacan Canyelles Petites, a tres kilómetros del centro, y, a menos de siete, las casi vírgenes Rostella y Murtra. ¿Verdad que cuesta decidirse por una? Nosotros para no irnos muy lejos optaríamos por la playa de Roses, que estaba cerca de nuestro siguiente destino.

Playa de Rosas

Un baño sería suficiente para que remitiese el calor y coger fuerzas para la siguiente e importante visita. Nada más y nada menos que las ruinas de Empúries, la primera colonia griega establecida en España, un emocionante viaje en el tiempo que nos llevaría a pasearnos entre restos con más de 25 siglos de antigüedad y, por si eso fuera poco, con unas preciosas vistas del mar.

Ruinas Greco Romanas de Empúries

Ruinas Greco Romanas de Empúries

Ruinas Greco Romanas de Empúries

Las ruinas se pueden dividir en dos zonas, por una la parte griega con el templo de Zeus Serapis, el templo de Esculapio, el ágora, una torre vigía y la stoa, la calle donde se celebraba el mercado local. Y por otra, la romana con la basílica paleocristiana de Santa Margarita, el anfiteatro, el malecón del puerto y varias casas con mosaicos.

Ruinas Greco Romanas de Empúries

Vistas desde Ruinas Greco Romanas de Empúries

Ahora en verano el horario es de 10:00 a 20:00 de lunes a domingo y la entrada cuesta 5,50 euros.

En una iglesia del XVIII se ha montado el museo monográfico de Empúries, que permite contemplar algunas de las obras halladas en las excavaciones tales como columnas, estatuas, maquetas de los templos y, sobre todo, dos mosaicos, verdaderas joyas en su género: el que representa el Sacrificio de Ifigenia y el que se conoce como “de la Perdiz”.

Casi sin darnos cuenta, habíamos llegado a la hora de comer, parece mentira lo rápido que pasa el tiempo, y qué mejor que hacerlo en lugar tranquilo a la par que hermoso, de los que más del Ampurdán. Me refiero al pequeño pueblo de Monells, localizado tan sólo a 25 kilómetros del anterior destino, por lo que en veinte minutos habíamos llegado.

Monells

Este conserva un magnífico conjunto de arquitectura popular con ejemplares que arrancan de la Edad Media. Pero lo mejor es su plaza Mayor, llamada de Jaume I, que es un espacio irregular porticado. En el antiguo Ayuntamiento, uno de los edificios más destacados de la plaza, puede verse una ventana gótica.

Plaza Mayor. Monells

Plaza Mayor. Monells

Plaza Mayor. Monells

Sería en una de las terrazas localizada bajo uno de los bonitos soportales donde comeríamos unos bocadillos acompañados por unas buenas cervezas.

Después de una buena sobremesa aprovecharíamos para dar otro paseo y así descubrir parte de las murallas medievales que a la vez han servido como muros de las casas que se abren a hermosas calles y plazas. La iglesia de Sant Genis con cabecera románica y ábside y nave góticos también merece la pena una breve parada.

Iglesia de Sant Genis. Monells

Calle de Monells

Calles de Monells

Para finalizar la jornada nos desplazaríamos, a menos de diez kilómetros en coche, hasta la minúscula localidad de Púbol, el último de los destinos dalinianos que nos faltaban por visitar.

Púbol

Aquí se encuentra el castillo que Dalí regaló a su esposa, Gala, en 1970. Después de permanecer abandonado por siglos, el pintor lo compró en 1968. Las obras de restauración  y su total transformación, supervisadas por el propio artista, duraron más de un año, y al llegar la primavera se lo regaló a Gala, quien le puso la condición de que jamás entrase a no ser que recibiese una invitación por escrito (algo que al parecer casi nunca ocurrió).

El castillo, menos ostentoso y mucho más sobrio que las otras residencias, fue decorado con muebles y antigüedades de la zona. Es un lugar misterioso, austero, cerrado y sobrio, con espacios de gran belleza, como la antigua cocina convertida en cuarto de baño o el salón del piano.

Castillo Gala-Dalí. Púbol

Castillo Gala-Dalí. Púbol

Castillo Gala-Dalí. Púbol

En el interior del castillo Dalí diseñó dos chimeneas de boca singularmente curva, hizo colocar la “G” de Gala sobre puertas y accesos para marcar la propiedad del recinto y pintó personalmente algunas obras para la casa como “Vista de Púbol” y “Castillo de Gala en Púbol”.

Destaca también la sala donde se exponen los vestidos de Gala firmados por los mejores modistos.

En el jardín se pueden contemplar estatuas de elefantes con las patas enormes, además de una piscina decorada con bustos del compositor Richard Wagner o una glorieta recubierta de hiedra que le da un aire romántico.

Jardines Castillo Gala-Dalí. Púbol

Jardines Castillo Gala-Dalí. Púbol

En el sótano, el artista construyó una cripta donde su musa fue enterrada al morir a los 88 años. El día de su muerte – 10 de Junio de 1982 – Dalí, abatido, dejó su casa en Portlligat y se fue a vivir a Púbol. En 1983  pintó su última obra, “La cola de la golondrina”.

Cripta. Castillo Gala-Dalí. Púbol

En 1984 Dalí sufrió graves quemaduras en un incendio que se produjo en su dormitorio y que dañó gran parte del edificio. El excéntrico y genial pintor regresó a Figueres, donde permaneció hasta su muerte, en 1989.

El castillo se encuentra abierto en verano de 10:00 a 20:00, costando la entrada ocho euros. Cuando nosotros lo visitamos se podían comprar las entradas en el momento.

Con esta visita completábamos el tridente de los lugares dalinianos más importes, por lo que más que satisfechos poníamos rumbo a Gerona, la capital de la provincia, a la que dedicaríamos toda la jornada de mañana.

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