NUEVA YORK - DIA 07. Repitiendo lugares y alguna nueva sorpresa

18 de Julio de 2008.

Está claro que las cosas en frío se ven mucho mejor y aunque me levanté triste después de lo sucedido ayer, tras la charla con mi amiga Isabel, empecé a cambiar mi actitud y tratar de ver las cosas buenas, que casi siempre se encuentran.

Por un lado sólo había perdido las fotos de ayer, pues el resto las había ido descargando en el ordenador de la casa, así que el mal era menor. Si a eso le sumabas que mis amigos habían hecho fotografías muy similares a las mías en varios de los lugares en los que había estado como Chinatown, Soho o el puente de Brooklyn, pues al final las que realmente perdía eran en las que salía yo en aquellos sitios. Y aún así podía ponerle solución a esto último, repitiendo el destino más importante de ayer, pues hacia él se iban a dirigir Isabel, Alberto y Carolina en la jornada que empezaba.

No me lo pensaría mucho la verdad, pues me negaba a quedarme sin las fotos que me había hecho  en la isla de la Libertad con Miss Liberty, por lo que aunque esto supusiera renunciar a otros lugares de la Gran Manzana, tenía claro que esto era algo irrenunciable.

Así que quien me iba a decir a mí que no contento con una, iban a ser dos las veces que visitaría la isla en la que se halla la Estatua de la Libertad.

Estatua de la Libertad

Tras cumplir con los mismos trámites de ayer y una vez en el muelle de Battery Park las predicciones que haría Isabel ayer se cumplirían completamente y es que sólo había una pequeña fila de unos diez minutos, por lo que el que claramente se equivocaría ayer sería yo, pero uno tampoco es adivino.

Acto seguido embarcamos y navegamos hasta la famosa isla y allí que estuvimos recreándonos con un montón de fotografías con la elegante dama, así que  ya estaba solucionado parte del daño que me causó ayer el perder la cámara.

A la vuelta mis amigos prefirieron no desembarcar en la isla de Ellis, conformándose con verla desde el barco, así que aquí sí que me quedaría sin recuperar las fotos que había hecho ayer de este histórico lugar.

De nuevo en el puerto, debatiríamos acerca de qué actividad hacer de las muchas que nos quedaban, decidiendo, al final, decantarnos por acercarnos en metro hasta el Radio City Music Hall, el cual ya habíamos podido ver iluminado por fuera la primera noche, y hacer la visita guiada por sus instalaciones. (Incluida en la New York Pass).

Radio City Music Hall

No queríamos irnos de Nueva York sin ver las entrañas de este mítico teatro, inaugurado en 1932 en presencia de Charlie Chaplin y Clark Gable, y considerado el mayor teatro cubierto del mundo en esos momentos.

Un guía de lo más excéntrico nos llevaría por sus recovecos y nos mostraría la obra maestra de arquitectura art Decó que supone. Ya de primeras la entrada, con el techo de oro de 24 quilates y las lámparas de araña de dos toneladas, es espectacular, sin olvidar su decoración en la que se representa una puesta de sol en el océano.

Hall. Radio City Music Hall

Los grandes nombres de la música americana pasan por aquí con regularidad como los Rolling Stones o Ricky Martin, además de llevarse a cabo, en su gran escenario, la entrega de los premios Grammy, MTV y Tony. Por unos minutos podríamos experimentar la sensación de estar sentados en el patio de butacas,  al igual que las grandes celebridades cuando esperan nerviosas si el nombre que contiene el sobre será el suyo.

Escenario. Radio City Music Hall

También es aquí donde actúan, asiduamente, Las Rockettes, originalmente un grupo de baile de Saint Louis que cautivaron al público con sus patadas altas cuando actuaron en la inauguración del lugar, no dejando de bailar desde entonces. El acto más famoso se produce en Navidad, aunque también hacen otros espectáculos a lo largo del año. En sus números se puede ver bailes con una coreografía compleja de patadas que llegan a la altura de los ojos, ejecutadas con una coordinación perfecta. Lo que no quiero ni pensar es ya el coste de una entrada decente.

Y cual sería nuestra sorpresa que una de las preciosas chicas saldría a recibirnos para hablarnos un poco sobre ellas y su espectáculo, permitiéndonos hacerle alguna que otra foto.

Rockette. Radio City Music Hall

Poco después podríamos ver algunas interesantes fotos de las grandes celebridades de la música y el cine, expuestas en las paredes.

Fotografía de Época. Radio City Music Hall

Después de una hora de visita, volveríamos al exterior para pasear, de nuevo, por la Quinta Avenida pudiendo ver en esta ocasión la tienda de Tiffany & Co luciendo espectaculares joyas en sus escaparates.

Salida. Radio City Music Hall

Tiffany. Quinta Avenida

Y muy cerca de allí también nos encontraríamos con el famoso Hotel Plaza, famoso por salir en la película Solo en casa 2: Perdido en Nueva York.

Hotel Plaza. Quinta Avenida

Desde aquí teníamos claro que queríamos volver a Central Park y acabar la tarde paseando por sus instalaciones y disfrutando del buen día que hacía. Así que eso hicimos centrándonos en las inmediaciones del estanque conocido como The Pond, una zona de protección y observación de aves en la que nos sentaríamos en el césped a relajarnos, mientras observábamos los cercanos rascacielos y alguna que otra ardilla pasar muy cerca de nosotros. Pero si tuviera que elegir un rincón especial en esta zona para mí sería el del puente Gapstow, hoy de piedra pero antaño de madera y donde también se han rodado un buen número de series y películas.

The Pond y Puente Gapstow. Central Park

Teh Pond. Central Park

The Pond y Puente Gapstow. Central Park

Tanto la estructura como sus alrededores te permiten apreciar idílicas perspectivas con las que no puedes evitar recrearte una y otra vez, haciendo que el tiempo pase mucho más deprisa que lo que uno desearía.

Puente Gapstow. Central Park

Rascacielos desde The Pond. Central Park

Pronto se haría de noche, pero aún así decidimos acercarnos a observar otro de los edificios más famosos y míticos de Nueva York: el Flatiron Building, con el que en 1902 se abre la era de los rascacielos neoyorquinos. Su extraño nombre se debe a su forma, llamada “en plancha” debido al trazo irregular de las calles de Broadway. Hasta 1909 fue el edificio más alto del mundo con 91 metros.

Flatiron Building

Tras hacerse completamente la oscuridad, decidiríamos acabar nuestra última noche en Manhattan en el conocido Muelle 17, una zona repleta de tiendas y restaurantes, donde lo primero que haríamos sería caminar por su agradable paseo marítimo, deleitándonos con las vistas del puente de Brooklyn iluminado y un buen número de barcos históricos amarrados en sus muelles. Tras esto tomaríamos asiento en una de las innumerables terrazas al  aire libre que había y allí nos daríamos un último homenaje entre hamburguesas e inmensas ensaladas, con las que casi podía comer un ejército.

Puente de Brooklyn desde Muelle 17

Por cierto que para llegar a este último lugar utilizaríamos un taxi en el que nos sucedería una última anécdota que nos dejaría un poco cara de tontos. Y es que el conductor que nos tocó era un chico indio de no más de veinte años que, sorprendentemente, no sabía llegar a un lugar tan famoso como Pier 17, dándonos un sinfín de vueltas inútiles sin conseguir dar con nuestro lugar de destino. Ante esto Isabel le diría que lo razonable era que o no le pagáramos o, llegado este caso, sólo una mínima parte de lo que marcaba el taxímetro, poniéndose hecho un fiera ante tal propuesta y amenazándonos con llamar a la policía, ya que según lo que entendimos, era nuestra responsabilidad por no saber indicarle o no haberle dado la dirección exacta. Al final como no queríamos acabar con problemas la última noche, optamos por tomar otro taxi y pagarle los 12 dólares que marcaba la máquina sin un mísero céntimo de propina, por lo que también se ofendió, quedándose jurando en hebreo y acordándose de nosotros durante un tiempo.

Afortunadamente nosotros sí que nos olvidaríamos pronto de él gracias a las maravillosas vistas con las que contamos durante la cena y, ya de camino a casa, con el último skyline nocturno de la Gran Manzana que tantas alegrías nos había dado en esta semana de ensueño.

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