NUEVA YORK - DIA 05. De compras por Manhattan y crucero al atardecer

16 de Julio de 2008.

Hay tantísimo que hacer y qué ver en Nueva York que es evidente que con sólo una semana no puedes abarcar la gran cantidad de lugares interesantes que existen, por lo que te sirve sobre todo para tener una primera toma de contacto y conocer algunos de los sitios más famosos, vivir un poco el ambiente de la ciudad, saborear alguna que otra gran hamburguesa y, cuando te quieres dar cuenta ha llegado el día en el que tienes que volver a hacer las maletas y regresar a tu país de origen.

Es por todo ello que lejos de agobiarnos con intentar ir a cada punto del mapa a matacaballo, decidiríamos pensar que siempre habrá alguna que otra oportunidad de volver a la gran manzana, dejar muchos de aquellos para esa próxima ocasión y hoy hacer lo que nos pedía el cuerpo que no era otra cosa que dedicar casi el día completo a irnos de compras por algunos de los principales centros comerciales, tiendas de famosas marcas y algún que otro lugar que encontraríamos de casualidad.

Además también hay que tener en cuenta que, como ya comentaba en el primer capítulo del diario, el cambio del euro con respecto al dólar era de casi 1,60 por lo que era evidente que había que aprovecharlo a toda costa, pues es una diferencia histórica y a saber si esto volverá a producirse en el futuro.

Cuando el primer día visitamos Times Square y comenzamos a caminar por sus calles cercanas y anexas, no tardaríamos mucho en fijarnos en que allí se encontraban marcas tan famosas como Levi Strauss, la primera a la que íbamos a entrar. Nunca había visto tal cantidad de modelos de pantalones, camisetas, chaquetas, cinturones y accesorios. Pero si algo me sorprendería sobremanera es que según entrábamos una chica nos preguntaría si íbamos a necesitar una asistente para realizar nuestras compras. Yo estaba flipando pues se trataba de una persona que te iba asesorar, en todo momento, en cómo te sentaba la ropa y que era lo más apropiado para tú constitución. Evidentemente diría que sí, pero avisaría de que mi nivel de inglés era bastante bajo, a lo que acto seguido me dirían que no había ningún problema, para pocos minutos después presentarse ante mí un chica mexicana espectacular que me preguntaría que era lo que buscaba. Me costaría reaccionar pero poco después comenzaría con las compras, consiguiendo precios de 60 dólares por pantalón, lo que, efectivamente, al cambio venían a ser menos de cuarenta euros. Algo irrisorio a todas luces.

Muy cerca de la anterior, nos dirigimos a la tienda Mac Cosmetics, donde se quedarían Isabel y Carolina disfrutando de la cantidad ingente de cosméticos, pinturas y demás productos para mujeres, para Alberto y yo dirigirnos a todo un clásico de los dulces en el centro de Manhattan: la tienda de M & Ms donde la boca se nos haría agua al contemplar, por todas partes, tal cantidad de los deliciosos caramelos de cacahuete bañados en leche y chocolate. Dos pisos enteros de estas delicias, donde además también pudimos encontrar camisetas, peluches y todo tipo de merchandising de la marca. Es evidente que no conseguimos salir de allí sin comprar muchas de las cosas que ofrecen.

Una vez que nos volvimos a juntar los cuatro en esa misma tienda, tomaríamos el metro para desplazarnos hasta el famoso centro comercial Century 21, situado en Lower Manhattan, al lado de la Zona Cero. Aunque hay que decir que la ropa no es de excesiva calidad, los precios son para echarte a reír e incluso tienes la sensación de que hay una cámara oculta filmando porque parecen una broma. Yo me compraría un montón de camisetas bastante chulas que muchas no superaban los cuatro euros, por lo que merece la pena darse una vuelta por sus instalaciones si quieres conseguir auténticas gangas.

Cuanto terminamos aquí volveríamos al suburbano para dirigirnos a otro clásico en Nueva York: los grandes almacenes Macy´s, que ocupan toda una manzana y son de los más grandes del mundo. Es de imaginar ante este último dato que en su interior se pueda encontrar absolutamente de todo, desde ropa a zapatos, pasando por joyería, colonias, deportes o belleza. Todo se encuentra aquí. Además desde sus inmediaciones se puede tomar una buena perspectiva del Empire State Building, aunque esto no es nada nuevo pues hay miles de lugares para hacerlo.

Empire State desde calle de Manhattan

Empire State desde calle de Manhattan

Por cierto, que no quería dejar pasar la oportunidad de comentar que aunque en su momento barajamos la posibilidad de desplazarnos hasta un Outlet, al final acabaríamos descartando la idea, sobre todo por pereza, más que por otra cosa, pues para llegar hasta ellos hay que desplazarse a las afueras de Manhattan y se tarda entre media y una hora en llegar a algunos de los mejores, por lo que preferimos dejarlos para mejor ocasión. Aunque tengo que reconocer que una pequeña espina se me quedó clavada porque casi que hubiéramos conseguido buenas marcas a precios irrisorios, pues si en el centro de la ciudad los precios ya eran buenos, allí no quiero ni pensar cómo serían.

Aunque cuando miramos el reloj creíamos que se había estropeado, no era así y habíamos llegado a la hora de comer. Eran las 14:00 por lo que no lo dudamos y nos dirigimos a darnos un buen capricho, del cual teníamos muchas ganas, pues todavía no nos habíamos dado casi ninguno. Decidiríamos comer en un restaurante de prestigio llamado Uncle Jacks Steakhouse, el cual data de 1903. Pediríamos hamburguesas pues el resto de platos se iban por las nubes, pero la carne de estas fue la mejor que probaríamos en nuestra estancia en la ciudad. Los postres de chocolate también estaban especialmente buenos. El interior está decorado lujosamente y a decir verdad, cuando entramos, nos sentimos un poco raros ya que no llevábamos las mejores pintas para este lugar, pero aun así el trato que nos dispensaron fue amable y servicial.

Restaurante Uncle Jacks

Después de este gran homenaje, no tendríamos que andar ni cinco minutos hasta llegar a otra inmensa tienda llamada B&H, situada en la novena avenida, y un auténtico paraíso para los que disfrutan con la electrónica y para todo aquel que quiera encontrar muy buenos precios en cámaras fotográficas, ordenadores, televisores, equipos de audio e iluminación y un sinfín más de accesorios. Sería gracias a Isabel por quien descubrimos este sitio y es que quería comprarse una cámara nueva ya que la que tenía estaba a punto de pasar a mejor vida e investigando lo encontró, enterándose además que aquí están las últimas novedades de todos los artículos mencionados, no pudiendo encontrar muchos de ellos en Europa o de ser así con precios desorbitados que pueden llegar a 400 y 500 euros más.

Tanto los propietario como sus trabajadores son judíos y por tanto hay que tener en cuenta que cierran los sábados, su día de descanso, además de aquellos que se consideren festivos en dicha religión, por lo que conviene informarse de si está o no abierta antes de acercarse hasta ella.

Otra cosa a tener en cuenta es la gran profesionalidad de sus dependientes, pues te asesoran y responden a cualquier pregunta posible que se te pueda ocurrir, lo que es una garantía ya de por sí cuando uno va con dudas de si llevarte este u aquel artículo o no está demasiado convencido de si lo que tiene pensado será lo mejor o las prestaciones que ofrece son las más apropiadas para lo que se quiere utilizar. Ellos te aconsejan y te recomiendan que es lo que más se acerca a tus intereses, sin andarse por las ramas.

Con la decisión tomada de cuál era la cámara que se llevaría, otra de las cosas que más nos sorprenderían sería la forma de obtener aquella, pues tendríamos que dirigirnos a pagar a la caja, para hecho este trámite ver cómo recibía su pedido a través de un curioso sistema interno de carriles que permite llevar los productos desde el almacén hasta su comprador, una vez abonado el mismo. Original cuanto menos.

Aquí finalizaría nuestra jornada de compras, aunque no así de otras actividades, pues todavía nos quedaban unas pocas horas de luz, para intentar aprovecharlas y probar así alguna que otra interesante experiencia.

Tras ojear durante un rato nuestro libreto de New York Pass y dado que íbamos cargados como mulas con un montón de bolsas y casi que se nos cortaba la circulación al transportarlas, decidimos hacer algo tranquilo y que nos permitiera poder dejar todas ellas en el suelo y no cargar demasiado con tanto peso hasta que regresáramos a nuestra casa. La opción que más nos gustaría sería la de llevar a cabo un crucero de hora y media alrededor de la isla de Manhattan mientras atardecía. Este le llevaba a cabo la empresa Circle Line Sightseeing Cruises y la New York Pass te permitía realizar de forma gratuito el que navega hasta la mitad de la isla por ambos lados, aunque luego había otro de tres horas que la rodeaba entera pero que ya no estaba incluido en la misma.

El barco zarpaba desde el muelle 83 así que para allá que nos dirigimos, solicitando en las taquillas nuestra entrada gratuita y viendo a su vez que el mismo ticket sin el pase especial suponía 27 dólares por persona. Una vez abordo sólo tendríamos que esperar quince minutos y pasadas las 18:30 el barco empezaría a moverse.

Poco después ya estábamos disfrutando de unas vistas privilegiadas de los rascacielos de la Gran Manzana y de diferentes perspectivas que iban cambiando según navegábamos.  El ocaso de la jornada unido al contraste de las últimas luces del día reflejándose en los rascacielos hacía que no pudiéramos estar más satisfechos de haber seleccionado este horario, pues nos permitió ver como Nueva York pasaba de su vestimenta de tarde a engalanarse con el traje de luces de noche, por lo que no se podía pedir más.

Manhattan desde Crucero en Circle Line

Manhattan desde Crucero en Circle Line

Manhattan desde Crucero en Circle Line

Manhattan desde Crucero en Circle Line

Poco a poco iríamos pasando por todos los lugares significativos: las áreas de la zona financiera y el Midtown,  Battery Park, North Cove Harbor, por las que hacía tan sólo unos días habíamos paseado. Podríamos también disfrutar de unas vistas sensacionales de New Yersey y deleitarnos con la puesta de sol justo detrás de la Estatua de la Libertad, pasando casi rozándola. Cayendo casi la noche sería cuando nos sorprenderían los puentes de Brooklyn y Manhattan, dos colosos de hierro sin los que Manhattan no sería la misma, además del famoso edificio de las Naciones Unidas que todavía no habíamos tenido oportunidad de observar.

Liberty Island desde Crucero en Circle Line

Manhattan Bridge desde Crucero Circle Line

Brooklyn Bridge desde Crucero Circle Line

ONU desde Crucero en Circle Line

La vuelta sería ya de noche, olvidándonos casi de las fotografías y dedicándonos solo a disfrutar de la maravillosa perspectiva que se tenía de Manhattan desde el agua.

Manhattan Nocturna desde Crucero Circle Line

Manhattan Nocturna desde Crucero Circle Line

Al desembarcar decidiríamos sentarnos a cenar, muy cerca de allí, en una agradable terraza que se encontraba al lado de una de esas fuentes de la que salen del suelo chorros de forma alternativa, entreteniéndonos, mientras degustábamos unas hamburguesas, mirando como jugaban unos niños en ellos y es que hacía un tiempo excepcional y una noche fantástica de verano que hacía que no te apeteciese nada tener que retornar a casa, pero a eso de las 23:00 decidimos hacerlo tras otro día de lo más intenso en la fantástica Nueva York.

Fuentes del Muelle 83

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