Hay
tantísimo que hacer y qué ver en Nueva York que es evidente que con sólo una
semana no puedes abarcar la gran cantidad de lugares interesantes que existen,
por lo que te sirve sobre todo para tener una primera toma de contacto y
conocer algunos de los sitios más famosos, vivir un poco el ambiente de la
ciudad, saborear alguna que otra gran hamburguesa y, cuando te quieres dar
cuenta ha llegado el día en el que tienes que volver a hacer las maletas y regresar
a tu país de origen.
Es por todo ello
que lejos de agobiarnos con intentar ir a cada punto del mapa a matacaballo,
decidiríamos pensar que siempre habrá alguna que otra oportunidad de volver a
la gran manzana, dejar muchos de aquellos para esa próxima ocasión y hoy hacer
lo que nos pedía el cuerpo que no era otra cosa que dedicar casi el día
completo a irnos de compras por algunos de los principales centros comerciales,
tiendas de famosas marcas y algún que otro lugar que encontraríamos de casualidad.
Además
también hay que tener en cuenta que, como ya comentaba en el primer capítulo
del diario, el cambio del euro con respecto al dólar era de casi 1,60 por lo
que era evidente que había que aprovecharlo a toda costa, pues es una
diferencia histórica y a saber si esto volverá a producirse en el futuro.
Cuando el
primer día visitamos Times Square y comenzamos a caminar por sus calles cercanas
y anexas, no tardaríamos mucho en fijarnos en que allí se encontraban marcas
tan famosas como Levi Strauss, la primera a la que íbamos a entrar. Nunca había
visto tal cantidad de modelos de pantalones, camisetas, chaquetas, cinturones y
accesorios. Pero si algo me sorprendería sobremanera es que según entrábamos
una chica nos preguntaría si íbamos a necesitar una asistente para realizar
nuestras compras. Yo estaba flipando pues se trataba de una persona que te iba
asesorar, en todo momento, en cómo te sentaba la ropa y que era lo más
apropiado para tú constitución. Evidentemente diría que sí, pero avisaría de
que mi nivel de inglés era bastante bajo, a lo que acto seguido me dirían que
no había ningún problema, para pocos minutos después presentarse ante mí un
chica mexicana espectacular que me preguntaría que era lo que buscaba. Me
costaría reaccionar pero poco después comenzaría con las compras, consiguiendo
precios de 60 dólares por pantalón, lo que, efectivamente, al cambio venían a
ser menos de cuarenta euros. Algo irrisorio a todas luces.
Muy cerca de
la anterior, nos dirigimos a la tienda Mac Cosmetics, donde se quedarían Isabel
y Carolina disfrutando de la cantidad ingente de cosméticos, pinturas y demás
productos para mujeres, para Alberto y yo dirigirnos a todo un clásico de los
dulces en el centro de Manhattan: la tienda de M & Ms donde la boca se nos
haría agua al contemplar, por todas partes, tal cantidad de los deliciosos
caramelos de cacahuete bañados en leche y chocolate. Dos pisos enteros de estas
delicias, donde además también pudimos encontrar camisetas, peluches y todo
tipo de merchandising de la marca. Es evidente que no conseguimos salir de allí
sin comprar muchas de las cosas que ofrecen.
Una vez que
nos volvimos a juntar los cuatro en esa misma tienda, tomaríamos el metro para
desplazarnos hasta el famoso centro comercial Century 21, situado en Lower
Manhattan, al lado de la Zona Cero. Aunque hay que decir que la ropa no es de
excesiva calidad, los precios son para echarte a reír e incluso tienes la
sensación de que hay una cámara oculta filmando porque parecen una broma. Yo me
compraría un montón de camisetas bastante chulas que muchas no superaban los
cuatro euros, por lo que merece la pena darse una vuelta por sus instalaciones
si quieres conseguir auténticas gangas.
Cuanto
terminamos aquí volveríamos al suburbano para dirigirnos a otro clásico en
Nueva York: los grandes almacenes Macy´s, que ocupan toda una manzana y son de
los más grandes del mundo. Es de imaginar ante este último dato que en su
interior se pueda encontrar absolutamente de todo, desde ropa a zapatos,
pasando por joyería, colonias, deportes o belleza. Todo se encuentra aquí.
Además desde sus inmediaciones se puede tomar una buena perspectiva del Empire
State Building, aunque esto no es nada nuevo pues hay miles de lugares para
hacerlo.
Empire State desde calle de Manhattan |
Empire State desde calle de Manhattan |
Por cierto,
que no quería dejar pasar la oportunidad de comentar que aunque en su momento
barajamos la posibilidad de desplazarnos hasta un Outlet, al final acabaríamos
descartando la idea, sobre todo por pereza, más que por otra cosa, pues para
llegar hasta ellos hay que desplazarse a las afueras de Manhattan y se tarda
entre media y una hora en llegar a algunos de los mejores, por lo que
preferimos dejarlos para mejor ocasión. Aunque tengo que reconocer que una
pequeña espina se me quedó clavada porque casi que hubiéramos conseguido buenas
marcas a precios irrisorios, pues si en el centro de la ciudad los precios ya
eran buenos, allí no quiero ni pensar cómo serían.
Aunque
cuando miramos el reloj creíamos que se había estropeado, no era así y habíamos
llegado a la hora de comer. Eran las 14:00 por lo que no lo dudamos y nos
dirigimos a darnos un buen capricho, del cual teníamos muchas ganas, pues
todavía no nos habíamos dado casi ninguno. Decidiríamos comer en un restaurante
de prestigio llamado Uncle Jacks Steakhouse, el cual data de 1903. Pediríamos
hamburguesas pues el resto de platos se iban por las nubes, pero la carne de
estas fue la mejor que probaríamos en nuestra estancia en la ciudad. Los
postres de chocolate también estaban especialmente buenos. El interior está
decorado lujosamente y a decir verdad, cuando entramos, nos sentimos un poco
raros ya que no llevábamos las mejores pintas para este lugar, pero aun así el
trato que nos dispensaron fue amable y servicial.
Restaurante Uncle Jacks |
Después de
este gran homenaje, no tendríamos que andar ni cinco minutos hasta llegar a otra
inmensa tienda llamada B&H, situada en la novena avenida, y un auténtico
paraíso para los que disfrutan con la electrónica y para todo aquel que quiera
encontrar muy buenos precios en cámaras fotográficas, ordenadores, televisores,
equipos de audio e iluminación y un sinfín más de accesorios. Sería gracias a
Isabel por quien descubrimos este sitio y es que quería comprarse una cámara
nueva ya que la que tenía estaba a punto de pasar a mejor vida e investigando
lo encontró, enterándose además que aquí están las últimas novedades de todos
los artículos mencionados, no pudiendo encontrar muchos de ellos en Europa o de
ser así con precios desorbitados que pueden llegar a 400 y 500 euros más.
Tanto los propietario
como sus trabajadores son judíos y por tanto hay que tener en cuenta que
cierran los sábados, su día de descanso, además de aquellos que se consideren
festivos en dicha religión, por lo que conviene informarse de si está o no
abierta antes de acercarse hasta ella.
Otra cosa a
tener en cuenta es la gran profesionalidad de sus dependientes, pues te
asesoran y responden a cualquier pregunta posible que se te pueda ocurrir, lo
que es una garantía ya de por sí cuando uno va con dudas de si llevarte este u
aquel artículo o no está demasiado convencido de si lo que tiene pensado será
lo mejor o las prestaciones que ofrece son las más apropiadas para lo que se
quiere utilizar. Ellos te aconsejan y te recomiendan que es lo que más se
acerca a tus intereses, sin andarse por las ramas.
Con la
decisión tomada de cuál era la cámara que se llevaría, otra de las cosas que
más nos sorprenderían sería la forma de obtener aquella, pues tendríamos que
dirigirnos a pagar a la caja, para hecho este trámite ver cómo recibía su
pedido a través de un curioso sistema interno de carriles que permite llevar
los productos desde el almacén hasta su comprador, una vez abonado el mismo.
Original cuanto menos.
Aquí finalizaría
nuestra jornada de compras, aunque no así de otras actividades, pues todavía
nos quedaban unas pocas horas de luz, para intentar aprovecharlas y probar así
alguna que otra interesante experiencia.
Tras ojear
durante un rato nuestro libreto de New York Pass y dado que íbamos cargados
como mulas con un montón de bolsas y casi que se nos cortaba la circulación al
transportarlas, decidimos hacer algo tranquilo y que nos permitiera poder dejar
todas ellas en el suelo y no cargar demasiado con tanto peso hasta que
regresáramos a nuestra casa. La opción que más nos gustaría sería la de llevar
a cabo un crucero de hora y media alrededor de la isla de Manhattan mientras
atardecía. Este le llevaba a cabo la empresa Circle Line Sightseeing Cruises y
la New York Pass te permitía realizar de forma gratuito el que navega hasta la
mitad de la isla por ambos lados, aunque luego había otro de tres horas que la
rodeaba entera pero que ya no estaba incluido en la misma.
El barco
zarpaba desde el muelle 83 así que para allá que nos dirigimos, solicitando en
las taquillas nuestra entrada gratuita y viendo a su vez que el mismo ticket
sin el pase especial suponía 27 dólares por persona. Una vez abordo sólo
tendríamos que esperar quince minutos y pasadas las 18:30 el barco empezaría a
moverse.
Poco después
ya estábamos disfrutando de unas vistas privilegiadas de los rascacielos de la
Gran Manzana y de diferentes perspectivas que iban cambiando según
navegábamos. El ocaso de la jornada
unido al contraste de las últimas luces del día reflejándose en los rascacielos
hacía que no pudiéramos estar más satisfechos de haber seleccionado este
horario, pues nos permitió ver como Nueva York pasaba de su vestimenta de tarde
a engalanarse con el traje de luces de noche, por lo que no se podía pedir más.
Manhattan desde Crucero en Circle Line |
Manhattan desde Crucero en Circle Line |
Manhattan desde Crucero en Circle Line |
Manhattan desde Crucero en Circle Line |
Poco a poco
iríamos pasando por todos los lugares significativos: las áreas de la zona
financiera y el Midtown, Battery Park,
North Cove Harbor, por las que hacía tan sólo unos días habíamos paseado.
Podríamos también disfrutar de unas vistas sensacionales de New Yersey y
deleitarnos con la puesta de sol justo detrás de la Estatua de la Libertad,
pasando casi rozándola. Cayendo casi la noche sería cuando nos sorprenderían
los puentes de Brooklyn y Manhattan, dos colosos de hierro sin los que
Manhattan no sería la misma, además del famoso edificio de las Naciones Unidas
que todavía no habíamos tenido oportunidad de observar.
Liberty Island desde Crucero en Circle Line |
Manhattan Bridge desde Crucero Circle Line |
Brooklyn Bridge desde Crucero Circle Line |
ONU desde Crucero en Circle Line |
La vuelta
sería ya de noche, olvidándonos casi de las fotografías y dedicándonos solo a
disfrutar de la maravillosa perspectiva que se tenía de Manhattan desde el
agua.
Manhattan Nocturna desde Crucero Circle Line |
Manhattan Nocturna desde Crucero Circle Line |
Fuentes del Muelle 83 |
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