Me gustaría empezar este diario diciendo que este viaje por
India ha sido, sin lugar a dudas, el más duro y complejo que he realizado hasta
la fecha. La suciedad, el calor, los olores, la intensidad de sus gentes, la
pobreza, el tráfico, el ruido estridente en las calles de manera continuada…
todo te pone a prueba día tras día. Muchas veces te va desgastando sin que
apenas lo notes, hasta que en algún momento, sin saber muy bien cómo, acabas
desquiciado y con los nervios a flor de piel.
Por otro lado, también ha sido el viaje en el que más
emociones se han sucedido dentro de mí, a veces en apenas unos minutos, casi a
diario. Me he sentido como en una montaña rusa constante, y eso también te
permite experimentar la sensación de estar más vivo que nunca.
Hay imágenes, momentos, vivencias, monumentos y sucesos que
nunca me había encontrado antes, y que por lo mismo me han marcado mucho más.
India es pura adrenalina: es salir total y absolutamente de tu zona de confort;
es no saber qué te espera detrás de cada esquina, ni con qué tendrás que lidiar
en la próxima media hora. Por tanto, si buscas aventura y algo completamente
diferente, India es el país ideal. Y justo este año, todo eso era lo que yo
estaba buscando.
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| Fortaleza de Mehrangarh (Jodhpur) |
No en vano, muchos dicen que India es un país que amas o que odias, que te enamora o lo rechazas. O bien juras no volver a pisarla nunca más, o bien sientes una necesidad irracional de regresar una y otra vez. Así es India, un país de contrastes extremos, sin término medio, que provoca sentimientos encontrados e intensas emociones en quienes la visitan.
Por eso, viajar a India no es cualquier viaje. Es esencial
ir con ganas, con motivación, con ilusión, con una mentalidad más que abierta,
dispuesto a aprender y a aceptar que todo será completamente diferente a lo que
estás acostumbrado y que las sorpresas serán diarias y constantes. Y, aún con
la mejor actitud, existe la posibilidad de que el choque cultural sea demasiado
fuerte y la adaptación más difícil de lo esperado.
Lo que está claro es que no es un destino para improvisar.
No es un lugar al que ir sin saber qué esperar, porque eso puede hacer que el
viaje se convierta en una experiencia abrumadora y, en consecuencia, en una
gran decepción, hasta el punto de contar los días que faltan para regresar a
casa.
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| Templos de Khajuraho |
Pero si te entregas a la experiencia con los ojos abiertos y dejas atrás el apego a la vida occidental, India puede marcarte para siempre.
Y precisamente por todo lo que acabo de escribir, sentía que
estaba listo para afrontar este viaje. Me ilusionaba la idea de descubrir y
vivir la cultura india, de perderme en sus calles, de experimentar su esencia
sin filtros, teniendo la culpa de todo ello, en buena parte, la increíble
experiencia que viví el año pasado en China, donde quedé fascinado por todo lo
que descubrí y sorprendido por lo bien que me adapté a sus tradiciones. Aquella
aventura me dejó con ganas de algo aún más desafiante, y sentí que India era el
siguiente paso natural.
En este primer viaje a India decidí dedicar la mayor parte
del tiempo a su zona más tradicional, la que recorren la mayoría de viajeros en
mayor o menor medida: el Rajastán. Un territorio repleto de magníficos palacios
y fortalezas, antiguos bazares y coloridas festividades. Allí me esperaban
ciudades tan emblemáticas como Udaipur,
con su romántico Lago Pichola y el imponente City Palace; Jaipur, la vibrante "Ciudad Rosa" con su majestuoso Hawa
Mahal; Jodhpur, con la colosal
fortaleza de Mehrangarh dominando el horizonte azul de la ciudad; Jaisalmer, la joya dorada del desierto
con su impresionante fuerte aún habitado; y Bikaner, hogar del místico templo de las ratas en Deshnok y de su sobrecogedor
Fuerte Junagarh.
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| Palacio de la Ciudad (Udaipur) |
Después, ya en otros estados, visitaría el maravilloso Taj Mahal en Agra, la obra maestra de mármol que cambia de tonalidad con la luz del día y que, más allá de su belleza, esconde una historia de amor y tragedia. También me esperaba la mística Orchha, con su conjunto de palacios y templos a orillas del río Betwa; Khajuraho, célebre por sus templos esculpidos con escenas de la vida cotidiana y del erotismo más exquisito; y Gwalior, con su majestuoso fuerte que, desde las alturas, ha protegido la ciudad durante siglos.
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| Taj Mahal (Agra) |
Pero si había un lugar que prometía ser una experiencia completamente distinta a todo lo anterior, ese era Benarés. La ciudad más sagrada de la India, la que no solo se visita, sino que se vive y se siente en cada rincón. Allí, a orillas del sagrado río Ganges, esperaba presenciar el hipnótico ritual del Aarti al atardecer, ver a los peregrinos bañarse en sus aguas con la esperanza de purificarse y contemplar la mística relación de la ciudad con la muerte en sus famosos ghats de cremación. Un lugar caótico, intenso, espiritual y, sin duda, inolvidable.
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| Río Ganges a su paso por Varanasi |
Y, por supuesto, dedicaría unos días al principio y al final del viaje a la capital del país, Nueva Delhi. Aunque muchos viajeros apenas le destinan unas horas, creo que su patrimonio merece varios días. Entre sus rincones más fascinantes están la bulliciosa y caótica Old Delhi, con el enorme Fuerte Rojo y la imponente Jama Masjid, y la elegante Nueva Delhi, con sus amplias avenidas diseñadas por los británicos, el solemne India Gate y la impresionante tumba de Humayun, un claro precedente del Taj Mahal. Yo, por supuesto, no quería perdérmelo.
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| Fuerte Rojo (Delhi) |
Serían, al final, 26 días de viaje, tiempo suficiente para recorrer cada destino con calma. En la mayoría de los casos, pasaría al menos dos días en cada lugar, lo que me permitiría no solo visitar sus monumentos imprescindibles, sino también perderme sin prisas por sus calles, observar la vida cotidiana y absorber poco a poco su esencia. Sabía que, en un país como India, las experiencias más inolvidables muchas veces no estarían en lo que planeaba ver, sino en lo que surgiera de forma espontánea: una conversación inesperada, un rincón oculto o un momento de conexión con su gente.
Y ahora sí, antes de sumergirme en cada destino y en las
experiencias que me esperaban, es momento de repasar algunos datos prácticos
esenciales para preparar un viaje de esta magnitud por cuenta propia. India es
un país fascinante, pero también desafiante, y una buena planificación puede
marcar la diferencia entre disfrutar cada momento o sentirse abrumado por el
caos y la intensidad del día a día.
DATOS PRÁCTICOS INDIA:
REQUISITOS DE
ENTRADA: Para
viajar a India en 2025, es obligatorio obtener un visado antes de la llegada.
La opción más sencilla para estancias turísticas de hasta 30 días es la e-Tourist Visa (eTV), que se
gestiona completamente en línea y permite dos entradas al país. Su web oficial
sería: https://indianvisaonline.gov.in/evisa/tvoa.html.
Es imprescindible contar con un pasaporte con al menos seis meses de validez
desde la fecha de entrada y disponer de dos páginas en blanco.
El proceso es rápido y completamente digital, con una
respuesta habitual en pocos días. Eso sí, es fundamental revisar bien la
solicitud y cumplir con los plazos para evitar problemas a la llegada.
Para estancias más largas o viajes con fines distintos al
turismo, se requiere un visado convencional que debe gestionarse a través de la
Embajada o Consulado de India. Como las normativas pueden cambiar, lo mejor es
consultar siempre fuentes oficiales antes del viaje.
CUANDO IR: India es un
país inmenso con una gran variedad climática, por lo que elegir la mejor época
para viajar depende en gran medida de la región que se quiera visitar. Sin
embargo, de forma general, las mejores estaciones para recorrer el país son primavera (marzo a mayo) y otoño (septiembre a
noviembre), cuando las temperaturas son más suaves y hay menos
lluvias.
Es recomendable evitar los meses de verano (junio
a agosto), ya que el monzón trae consigo lluvias torrenciales y
calor sofocante en muchas zonas. También conviene tener en cuenta los
principales festivales y periodos vacacionales nacionales, ya que los precios
suben y las aglomeraciones en los lugares turísticos pueden ser considerables.
MONEDAS/TARJETAS: La moneda
oficial de India es la rupia india (INR).
Aunque en ciudades grandes y zonas turísticas es habitual el uso de tarjetas de
crédito y débito (Visa y MasterCard son las más aceptadas), en mercados
locales, pequeños comercios y áreas rurales el efectivo sigue siendo el método
de pago más común.
Para obtener rupias, se pueden cambiar euros o dólares en
casas de cambio oficiales o retirar dinero en cajeros
automáticos, aunque es recomendable llevar siempre algo de
efectivo para emergencias.
Además, tarjetas internacionales como
Revolut o N26 pueden ser una excelente opción para reducir las
comisiones al pagar o retirar dinero en el extranjero. Yo el año pasado en
China, haría uso de Revolut por primera vez y quedaría realmente contento.
SANIDAD: Para viajar
a India, no hay vacunas obligatorias si se llega desde España u otros países
sin riesgo de fiebre amarilla. Sin embargo, se recomienda visitar un Centro de Vacunación Internacional
con antelación para recibir asesoramiento personalizado. Entre las vacunas más
habituales recomendadas están la de la hepatitis A y B, la fiebre tifoidea y el
tétanos-difteria. En algunas zonas rurales o selváticas también puede ser
aconsejable la profilaxis contra la malaria.
En cualquier caso, es imprescindible contar con un
seguro médico de viaje. La sanidad privada en India es de buena
calidad en las grandes ciudades, pero los costes pueden ser elevados en caso de
hospitalización o tratamiento. Yo opté en esta ocasión por Bujaldón
Asistencia, que también ofrece buenas coberturas a precios competitivos y
no tiene nada que envidiar a otras compañías a las que se recurre con
facilidad.
IDIOMA: El inglés
es ampliamente hablado en India, especialmente en las grandes ciudades y zonas
turísticas, ya que es uno de los idiomas oficiales del país. No obstante, en
áreas más rurales o mercados locales, puede ser más complicado comunicarse si
no se habla hindi u otras lenguas regionales.
Para evitar problemas, es muy útil llevar instalada una
aplicación de traducción en el móvil. Google Translate
es una gran opción, ya que permite descargar varios idiomas y utilizarlos sin
conexión a internet, lo que resulta ideal en zonas con cobertura limitada.
ELECTRICIDAD: El voltaje
en India es de 230V - 50Hz,
similar al de España. Los enchufes más comunes son de tipo C, D y M. Aunque los de tipo C
(dos clavijas redondas) son compatibles con muchos dispositivos europeos, los
de tipo D y M tienen tres clavijas y pueden requerir un adaptador de corriente.
Para evitar imprevistos, lo mejor es llevar un adaptador universal que incluya
estos formatos. Además, debido a los cortes de luz ocasionales en algunas
regiones, puede ser útil contar con una batería externa
para mantener cargados los dispositivos en caso de necesidad.
TELEFONÍA, INTERNET: En India,
utilizar una tarjeta SIM local es la opción más económica y práctica para tener
internet durante el viaje. Aunque el roaming internacional de las compañías
europeas suele ser muy costoso, las operadoras indias ofrecen tarifas de datos muy asequibles.
Las dos compañías principales son Airtel y Jio, ambas con buena cobertura
en la mayoría del país. La SIM se puede comprar en aeropuertos, tiendas
oficiales o incluso en algunos hoteles. Para activarla, normalmente se requiere
presentar el pasaporte y una foto de carnet,
y el proceso puede tardar unas horas o hasta 24 horas en completarse.
Para quienes prefieran evitar trámites al llegar, como sería
mi caso, una alternativa cómoda es adquirir una eSIM
de Holafly, que se instala escaneando un código QR en pocos
minutos y permite tener internet desde el momento del aterrizaje. Ofrecen
planes de datos ilimitados y asistencia en español, lo que facilita mucho las
cosas. Eso sí, es importante comprobar antes que el móvil sea compatible con
eSIM, ya que no todos los dispositivos lo permiten.
En cuanto a la cobertura, en las grandes ciudades y zonas
turísticas es excelente, pero en áreas rurales o remotas puede haber menos
señal o una velocidad reducida. Conviene descargar con antelación mapas offline en Google Maps y
llevar aplicaciones como Google Translate
listas para usarse sin conexión.
TRANSPORTES: Moverse por
India es una experiencia en sí misma. La inmensidad del país y la diversidad de
sus infraestructuras hacen que elegir el medio de transporte adecuado sea clave
para aprovechar bien el tiempo y evitar imprevistos.
El tren es, sin duda, el medio más icónico y utilizado para
viajar por largas distancias. La red ferroviaria india es una de las más
extensas del mundo y conecta prácticamente cualquier rincón del país. Sin
embargo, también es una de las más caóticas, y reservar un billete no siempre
es tarea sencilla. Existen diferentes clases, desde los lujosos trenes
turísticos hasta los más básicos, donde el trayecto puede convertirse en una
auténtica aventura. Lo mejor es comprar los billetes con antelación a través de
la web oficial de Indian Railways o de plataformas como 12Go Asia,
donde el proceso suele ser más sencillo. Además, es recomendable optar por
clases con aire acondicionado (AC Chair Car o Sleeper AC) para trayectos largos,
ya que ofrecen mayor comodidad y seguridad.
El avión es la mejor opción cuando se trata de recorrer
grandes distancias en poco tiempo. India cuenta con un buen número de
aerolíneas de bajo coste como IndiGo, Vistara o Air India
Express, que permiten conectar ciudades alejadas entre sí de manera rápida y
eficiente. En mi caso, opté por dos vuelos internos para enlazar Delhi con
Udaipur y Benarés con Delhi, evitando así larguísimas travesías en tren o por
carretera.
Los autobuses son otra alternativa, aunque menos recomendada
para trayectos largos. Si bien hay servicios operados por compañías privadas
con autocares modernos, la realidad es que el tráfico, el estado de las
carreteras y la conducción en India pueden hacer que un viaje en autobús se
convierta en una prueba de resistencia. Son útiles para pequeñas excursiones o
para llegar a destinos donde el tren no es una opción viable.
Dicho esto, ante la complejidad y la incertidumbre que
supone moverse por India, decidí confiar en la agencia PANIPURI (https://panipuriviajes.com/) ,
gestionada por Carmen y Antonio,
una pareja española que lleva años organizando viajes por el país con un
conocimiento y una pasión inigualables. Desde el primer contacto, la
experiencia con ellos fue impecable. No solo se encargaron de gestionar mis
traslados, sino que me brindaron asesoramiento y flexibilidad en cada detalle
del itinerario.
Gracias a ellos, tuve un coche con conductor privado para
recorrer con total comodidad la región del Rajastán, Agra, Orchha, Khajuraho y
la llegada hasta Satna, donde tomaría el tren a Benarés, asegurando un viaje
sin contratiempos y optimizando al máximo el tiempo. Conseguir un coche con
conductor en India no es algo que se deba dejar en manos de cualquiera, ya que
hay muchos intermediarios poco fiables y el riesgo de engaños es alto. Contar
con alguien de confianza como Panipuri marca la diferencia. Además, ellos
también se encargaron de gestionar el billete de tren a Varanasi y los dos
vuelos internos, coordinando todo para que el itinerario fuera fluido y sin
preocupaciones. Sin duda, su ayuda fue una inversión en tranquilidad y en
tiempo bien aprovechado, algo que recomiendo sin dudar a cualquiera que quiera
recorrer India sin superar el mes de viaje.
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| Toyota en mi viaje por India |
ALOJAMIENTO: El alojamiento en India es un aspecto que merece especial atención. Siempre he confiado en Booking como plataforma para reservar hoteles, y en la mayoría de países suele ser una garantía de acierto. Sin embargo, en India hay que andarse con cuidado, ya que no es raro encontrar alojamientos que presentan imágenes retocadas o descripciones que no siempre se ajustan a la realidad. Esto puede dar lugar a sorpresas desagradables al llegar, algo que, en un viaje de esta magnitud, prefería evitar a toda costa.
Por ello, decidí delegar también esta parte en Carmen y
Antonio de Panipuri. Les indiqué mi presupuesto y mis preferencias, y ellos
se encargaron de seleccionar alojamientos que se ajustaran a mis necesidades,
asegurándose de que ofrecieran una buena relación calidad-precio y, sobre todo,
que fueran fiables. Gracias a su experiencia y conocimiento del terreno, pude
disfrutar de lugares bien ubicados, cómodos y sin imprevistos. Esta decisión,
además de ahorrarme tiempo en la búsqueda, me evitó la incertidumbre de no
saber exactamente qué me encontraría al llegar a cada destino. Sin duda, contar
con su ayuda fue una tranquilidad añadida y una excelente manera de asegurarme
de que cada jornada terminara en un lugar agradable y sin sobresaltos.
GASTRONOMÍA: La cocina
india es una de las más diversas y apreciadas del mundo, caracterizada por su intenso uso de especias y
su enorme variedad regional. No se puede hablar de una única
cocina india, ya que cada estado tiene su propio estilo, ingredientes y
técnicas culinarias. En general, predominan los curry, los platos cocinados en horno tandoor, las masalas aromáticas
y el uso de arroces y panes
como base de muchas comidas.
Entre los platos más emblemáticos destaca el pollo tikka masala, cocinado en
una salsa especiada de tomate y yogur, el biryani,
un arroz aromático con carne o verduras, y el dal,
una sopa espesa de lentejas con especias. También son muy populares el butter chicken, el rogan josh (un curry de cordero
originario de Cachemira) y el paneer butter masala,
un guiso cremoso de queso fresco muy apreciado por los vegetarianos.
El pan es fundamental en la gastronomía india, destacando
variedades como el naan, el roti y el paratha, que acompañan casi
todas las comidas. En el sur del país, en lugar de pan, se consumen más los dosa, unas crujientes crepes de
harina de arroz y lentejas.
En cuanto a los dulces, la repostería india es
extremadamente dulce y variada. Entre los postres más famosos están el gulab jamun, unas bolitas de
leche frita en almíbar, el jalebi, una
masa frita empapada en azúcar, y el kheer, una
especie de arroz con leche perfumado con cardamomo y frutos secos.
Los más aventureros gastronómicamente pueden probar algunas
especialidades menos habituales, como el curry de cabra,
los platos con carne de búfalo en
ciertas regiones o los intensos pickles indios,
encurtidos muy picantes que acompañan las comidas.
Eso sí, hay que tener en cuenta que la comida india suele
ser bastante especiada y picante. Si no se está acostumbrado, lo mejor es pedir
los platos sin picante, aunque incluso así no siempre es garantía de que no lo
tengan.
CURIOSIDADES,
COSTUMBRES: India es un país fascinante en el que cada rincón es una
sorpresa, pero también es un lugar donde la cultura y las costumbres pueden
diferir enormemente de lo que estamos acostumbrados. Adaptarse a ellas no solo
es una muestra de respeto, sino que también puede evitar situaciones incómodas
o incluso problemáticas.
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es la
religión, que impregna todos los ámbitos de la vida en India. Es fundamental,
por ejemplo, descalzarse al entrar en templos y casas particulares, ya
que llevar zapatos en estos lugares se considera una falta de respeto. Además,
en los templos hinduistas las vacas, monos o perros pueden moverse con total
libertad, ya que muchos son considerados sagrados.
El tema de la vestimenta también es relevante, especialmente
para las mujeres. Aunque en grandes ciudades como Delhi o Mumbai es posible ver
a jóvenes vestidas con ropa occidental, lo más recomendable es optar por prendas
que cubran los hombros y las piernas, sobre todo en zonas rurales o lugares
de culto. De hecho, en algunos templos no solo se exige ropa recatada, sino que
puede ser obligatorio llevar la cabeza cubierta o incluso entrar con el
torso descubierto en el caso de los hombres.
Otro punto que sorprende mucho es la concepción del espacio
personal. En India, el contacto físico entre hombres, como cogerse de la mano o
abrazarse, es algo habitual entre amigos, pero, en cambio, las muestras de
afecto en público entre parejas están mal vistas. También es común que los
indios mantengan una mirada fija e intensa sin que esto implique mala
intención, algo que puede resultar incómodo al principio si no se está
acostumbrado.
Al viajar por el país, es normal encontrarse con una
cantidad abrumadora de ruido y movimiento. Los bocinazos forman parte del día a
día y se utilizan constantemente, no como señal de enfado, sino más bien como
una forma de avisar a los demás vehículos. Lo mismo ocurre con la forma de
conducir, que para un occidental puede parecer caótica, pero que en realidad
sigue unas reglas propias difíciles de entender a simple vista.
Por último, hay pequeños detalles que conviene conocer para
evitar situaciones comprometidas. Comer con la mano derecha es lo habitual,
ya que la izquierda se considera impura y solo se usa para cuestiones de
higiene. También es importante no tocar a nadie en la cabeza, ya que se
cree que es la parte más sagrada del cuerpo, ni señalar con los pies,
puesto que estos son considerados la parte más impura.
India es un país que sorprende y que, en muchos aspectos,
rompe con los esquemas de lo que podemos considerar "normal". Pero
precisamente esa es una de las razones que lo hacen tan especial. Entender sus
costumbres y aprender a desenvolverse en ellas no solo facilita el viaje, sino
que permite vivirlo de una manera más auténtica y enriquecedora.
VUELO A DELHI
Y ahora sí, nos metemos de lleno en el viaje en cuestión.
Este año se me había pasado volando y me parecía mentira volver a estar en el
aeropuerto de Barajas, a punto de afrontar un nuevo destino. Si el año pasado
China me impactó, todo indicaba que India tampoco me dejaría indiferente.
Este año había elegido volar con Qatar Airways, una
aerolínea con muy buena reputación y que ofrecía un itinerario bastante cómodo.
Mi vuelo saldría de Madrid a las 09:30 horas, con una breve escala en Doha de
dos horas, para después continuar el trayecto a las 19:30 y aterrizar en el
Aeropuerto Internacional Indira Gandhi en Delhi a las 02:00 de la madrugada. La
vuelta, prevista para el 15 de septiembre, seguiría un itinerario similar. Todo
ello por un precio inmejorable: 575 euros.
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| Vuelo a Doha |
La primera parada en Doha ya me regaló una de esas sensaciones que no se olvidan: la bofetada de calor al bajar del avión para coger el autobús que nos llevaría a la terminal fue realmente increíble. Sólo serían tres minutos escasos, pero más que suficientes para comprobar las condiciones extremas que se viven en esta localización geográfica.
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| Aeropuerto de Doha |
La conexión, por suerte, la haría sin problemas. En apenas 25 minutos llegué a la puerta de embarque a Delhi, tras recorrer un aeropuerto que exhibe el lujo en cada rincón y que me recordó mucho al de Dubái cuando en 2013 hice la conexión a Yakarta.
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| Aeropuerto de Doha |
En la puerta de embarque apareció mi primer “choque cultural”: de repente me vi casi solo, todos los europeos habían desaparecido y el resto de personas eran indias. Me sentí completamente observado por esas miradas penetrantes de las que ya había leído en muchos lugares. Intentaba esquivarlas, mirando un poco a ninguna parte, hasta que finalmente comenzó el embarque, puntual a las 18:45. Tres horas y media después aterrizaba en Delhi, no sin antes pasar por un control de inmigración lento y exhaustivo, donde revisaban todo con exagerada minuciosidad.
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| Vuelo a Delhi |
Superado ese trámite y con el equipaje ya recogido, me esperaba en la salida Rajesh, quien después sería mi conductor desde Udaipur hasta casi el final del viaje, con un cartel con mi nombre, listo para llevarme a mi hotel. Todo se desarrolló con total fluidez, sin el menor inconveniente, marcando así un comienzo tranquilo para la que prometía ser una gran aventura.
HOTEL GODWIN DELUXE
Siendo las horas que eran, el trayecto a mi hotel lo
realizaría sin tráfico alguno, por lo que en poco más de media hora y tras unos
16 kilómetros llegaba al que sería mi hotel durante las próximas tres noches.
El Hotel Godwin Deluxe,
situado en la calle Arakashan, se encuentra en el barrio de Paharganj, una de las zonas más
céntricas y animadas de Nueva Delhi. Su cercanía a la estación de tren de Nueva
Delhi lo convierte en un punto estratégico para moverse por la
ciudad, aunque también implica estar en un área con un tráfico incesante y un
ambiente caótico, algo característico de esta parte de la capital india.
Al llegar al hotel, el personal de recepción me atendió con
amabilidad y rapidez, facilitando el check-in sin mayores contratiempos. Desde
el primer momento, el trato fue profesional y atento, algo que siempre se
agradece tras un largo viaje.
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| Hotel Godwin Deluxe |
Mi habitación era espaciosa, limpia y bien equipada, contando con aire acondicionado, televisión de pantalla plana, caja fuerte y minibar. La cama era cómoda, con sábanas limpias y bien cuidadas. El baño, aunque no especialmente grande, disponía de agua caliente sin problemas y estaba correctamente mantenido. La conexión Wi-Fi era gratuita y funcionaba bastante bien en la mayor parte del hotel, aunque en algunas ocasiones la señal podía ser un poco inestable.
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| Hotel Godwin Deluxe |
Uno de los puntos más destacables del hotel es su terraza en la azotea, donde cada mañana se sirve el desayuno. Desde allí, se puede disfrutar de una vista panorámica de la ciudad mientras se prueba una selección de platos tanto indios como internacionales. La calidad del desayuno era aceptable, con opciones variadas, aunque sin grandes lujos.
En cuanto a la ubicación, Paharganj es un barrio lleno de vida, con
calles abarrotadas de pequeños comercios, mercados, tuk-tuks y restaurantes
locales. Esto puede ser un atractivo si se busca estar en el corazón de la
ciudad, pero también puede resultar abrumador para quienes prefieran un entorno
más tranquilo.
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| Barrio Paharganj desde Hotel Godwin Deluxe |
En definitiva, el Hotel Godwin Deluxe ofrece una buena relación calidad-precio, con habitaciones cómodas, un servicio atento y una ubicación conveniente para moverse por Nueva Delhi. A pesar de algunos pequeños inconvenientes, me pareció una opción recomendable para quienes buscan un alojamiento bien situado sin necesidad de un gran presupuesto. Además, el desayuno estaba incluido en el precio final.
Eran casi las cuatro de la madrugada cuando apagaba la luz de mi habitación, tardando apenas segundos en quedarme profundamente dormido.














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