Tras una semana en la capital china y sus alrededores había
llegado el momento de decirla adiós. Atrás quedaba una magnífica experiencia
donde había podido disfrutar admirando algunos de los monumentos más
importantes del país, muchos de ellos Patrimonio de la Humanidad, había quedado
fascinado por la solemnidad y la tradición de sus templos y me había quedado
perplejo con los hábitos y la manera de actuar de sus habitantes. Sin duda,
vivencias que serán imposibles de olvidar.
Ya había visitado la mayoría de los monumentos más
importantes de Pekín y sus alrededores, pero en esta ciudad siempre hay algo
nuevo por descubrir. Aproveché mi última mañana para explorar algunos lugares
que aún no había tenido la oportunidad de conocer y que no quería dejar
pendientes. Veamos cuáles fueron esos destinos.
El primero de ellos sería el conocido como Palacio del
Príncipe Gong o también como Mansión del Príncipe Kung, uno de los palacios más
antiguos y mejor conservados de Pekín, construido durante la dinastía Qing. Se
ubica en el distrito de Xicheng, cerca de algunos de los hutongs más famosos de
la ciudad. Este majestuoso complejo arquitectónico es un testimonio de la
opulencia de la nobleza manchú y uno de los sitios históricos más emblemáticos
de Pekín.
El palacio fue construido en 1777 por orden del emperador Qianlong como residencia privada para su favorito, Heshen, un funcionario conocido por su poder y riqueza. Tras la caída de Heshen, acusado de corrupción, la residencia fue confiscada y más tarde entregada al Príncipe Gong, cuyo nombre ha quedado asociado con el palacio hasta la actualidad.
Palacio del Príncipe Gong |
El Príncipe Gong, también conocido como Yixin, fue un influyente estadista y miembro de la familia imperial que desempeñó un papel crucial en las negociaciones diplomáticas de China con las potencias occidentales durante el siglo XIX. Gracias a su papel destacado, el palacio se identifica más comúnmente con él.
Palacio del Príncipe Gong |
El palacio es un complejo enorme que abarca casi 60,000 metros cuadrados, y consta de edificios residenciales e impresionantes jardines, pudiendo destacar especialmente:
Gran Mansión: compuesta por varios pabellones y salones distribuidos en patios tradicionales, destacando el salón principal, donde se recibía a los invitados más importantes y se llevaban a cabo reuniones oficiales. Este salón es un reflejo de la opulencia de la nobleza Qing, con muebles antiguos, arte y caligrafía decorando las paredes. Además de los espacios públicos, la mansión incluye pabellones más privados, donde la familia del príncipe vivía y donde recibía a invitados selectos. Estos espacios están decorados con elementos de lujo, como sedas bordadas, porcelana fina y muebles de madera de alta calidad.
Palacio del Príncipe Gong |
Palacio del Príncipe Gong |
Jardín del Palacio: un ejemplo perfecto de los jardines tradicionales chinos, diseñados para evocar tranquilidad y armonía con la naturaleza. Fue diseñado siguiendo las tradiciones del feng shui y la estética del paisaje chino, con el objetivo de recrear un mundo ideal en miniatura. Cuenta con caminos serpenteantes, pequeños puentes, estanques de agua cristalina y formaciones rocosas cuidadosamente dispuestas, lo que crea un ambiente de paz y serenidad. Dispersos por el jardín, ofreciendo espacios para descansar y admirar el paisaje, se encuentran pabellones y quioscos. Los pabellones están decorados con caligrafía y pinturas que aluden a la poesía china clásica, y eran lugares donde los nobles disfrutaban de la música, el té y la reflexión en soledad. Cuenta también con un gran lago rodeado por sauces llorones y jardines de flores. A menudo se organizaban paseos en pequeñas embarcaciones por el lago, lo que proporcionaba un espacio de recreo y contemplación para los miembros de la corte.
Jardín Palacio del Príncipe Gong |
Jardín Palacio del Príncipe Gong |
Teatro Privado: Es uno de los tesoros más singulares del Palacio del Príncipe Gong, siendo un centro de entretenimiento para los príncipes y otros dignatarios. Este teatro es un ejemplo excepcional de la arquitectura teatral china, y sigue siendo un espacio donde se puede experimentar la ópera tradicional. Cuenta con una elegante decoración, con techos altos, decoraciones coloridas y un escenario meticulosamente elaborado. El techo a menudo está adornado con motivos de dragones y flores de loto, símbolos de buena fortuna y nobleza. El espacio fue diseñado para garantizar una excelente acústica, lo que permitía que las voces de los actores se escucharan claramente sin la necesidad de amplificación. El teatro era principalmente utilizado para representaciones de la Ópera de Pekín, una forma de arte tradicional que combina música, canto, mímica, danza y acrobacias. La ópera era el entretenimiento favorito de la corte, y el Príncipe Gong era un ávido patrocinador de este arte.
Teatro Palacio del Príncipe Gong |
El horario de la Mansión del Príncipe Gong es de 09:00 a 17:00 y la entrada cuesta 40 CNY.
GRAN TEATRO NACIONAL
Otro de los sitios que no quería dejar de admirar antes de marcharme de la capital era el Gran Teatro Nacional de China, conocido familiarmente como “El Huevo”, un edificio de diseño rompedor en el centro de la vieja capital. Su forma recuerda a una perla, tratándose de una impresionante cúpula de titanio y vidrio rodeada de agua. A pesar de su innegable belleza, levantó muchas críticas durante su construcción, tanto por su elevado coste, como por ser demasiado moderno e incompatible con el entorno tradicional de la zona.
Gran Teatro Nacional |
Otra de sus características es que por mucho que se busque no se encontrará ninguna puerta de acceso desde el exterior, debiendo acceder a través de un subterráneo.
CALLE QIANMEN Y ALREDEDORES
Sólo me quedaba ya tiempo para una visita más optando por una zona con gran ambiente y animación. Esta no era otra que la calle Qianmen, una de las calles más comerciales y más animadas de la capital China.
Calle Qianmen |
Durante la época imperial esta bulliciosa zona formaba parte de la Ciudad Exterior, y era famosa por sus burdeles, casas de ópera y fumaderos de opio, que incluso los oficiales manchúes frecuentaban. Hasta hace poco había sido una de las partes de Pekín que mejor había sabido conservar su aspecto y su esencia, donde las estrechas callejuelas continuaban estanco mal asfaltadas y las casas parecían no haber cambiado en los últimos cien años.
Actualmente, la calle principal y peatonal, Qianmen ha sido completamente remodelada conservando el aspecto que tuvo en el pasado, con fachadas de madera, faroles rojos y detalles tradicionales, pero perdiendo parte de su autenticidad y magia. Los antiguos negocios han sido reemplazados por tiendas de firmas internacionales y famosas franquicias. Aun así, el bullicio y el ambiente que se concentra en pocos metros es digno de vivir.
Calle Qianmen |
Calle Qianmen |
Además de la mencionada Qianmen, no dudaría en perderme por otras calles cercanas como Dazhalan Jie, un corto y antiguo hutong famoso desde la época Qing, repleto de muchas y variadas tiendas, algunas bastante antiguas. Entre las más curiosas cabría mencionar una de medicina tradicional, otra de legumbres saladas y otra de sedas y pieles.
Calle Dazhalan Jie |
Calle Dazhalan Jie |
Seguiría paseando hacia el oeste, hallando en mi camino callejuelas por donde parecía que el tiempo no había transcurrido, donde ciclistas, rickshaws, puestos de comida, peatones y perros luchaban por un hueco. De esta manera encontraría la calle Liulichang Jie, famosa por sus tiendas de antigüedades. Aquí se pueden encontrar libros, cuadros, caligrafías, reproducciones de inscripciones antiguas, plumas, tinta y piezas representativas del pasado cultural y artístico de China. Los objetos antiguos se venden con un certificado oficial que autorizan su exportación. También hay un buen número de restaurantes donde poder degustar las especialidades del país.
Aquí repasaría todos los momentos vividos durante mi primera semana en China y emocionado me dispuse a volver a mi hotel a recoger la maleta y encaminarme a la estación de trenes.
VIAJE Y LLEGADA A SHANGHAI
A las 14:00 partía el tren de alta velocidad con destino a
Shanghái que había reservado a través de la web Trip.com dos meses antes. El
billete era electrónico por lo que ya no tendría que realizar el cambio en la
estación como había leído en multitud de blogs. Ahora tan sólo tendría que
mostrar mi pasaporte y el propio sistema identificaría que era uno de los
pasajeros, permitiéndote pasar el guardia que vigilaba el acceso, ya que sólo
pueden pasar viajeros y no acompañantes.
Iba nervioso y es que me imponían bastante las dimensiones
de la estación a la que me iba a tener que enfrentar, así como el ajetreo y la
multitud que me iba a encontrar, además de conseguir hallar desde donde salía mi
tren. Ante todo, eso decidiría llegar una hora y media antes para no agobiarme.
Afortunadamente, todo saldría de maravilla y con la pequeña
ayuda de algún joven, no tendría el mayor problema en estar en mi asiento a la
hora fijada.
El viaje duraría cuatro horas y media y se desarrollaría sin
sobresaltos. El tren era moderno y muy cómodo y me recordaba mucho a los
momentos en los que viajé por Japón, ahora hace ya casi diez años.
Una vez en el exterior del tren, sólo tendría que dirigirme
al metro y tomar la línea 1 hasta la estación de People´s Square, donde se
encontraba mi alojamiento, al que llegaría un poco antes de las 20:00.
Había elegido The Seventh Heaven Hotel para alojarme durante las siguientes ocho noches por un precio de 3510 CNY, es decir unos 439 CNY por noche (56 euros). No cabe duda que lo mejor por encima de cualquier otra cosa es su excelente ubicación por ese precio, en plena Nanjing Road, la calle comercial por excelencia de Shanghái, en pleno centro de la ciudad y a tiro de piedra de todo. El hotel está en el piso séptimo de un rascacielos que también tiene un centro comercial y otras oficinas. El personal fue amable y hablaba un inglés correcto. La habitación era confortable, aunque antigua, pero limpia, con una cama cómoda, aire acondicionado y nevera, por lo que cumplía sus funciones. El desayuno no se encontraba incluido por lo que optaría por tomarlo sobre la marcha en la calle cada día.
The Seventh Heaven Hotel. Nanjing Road |
Tras acomodarme, lo único que haría sería salir a cenar algo a pocos pasos del hotel, lo suficiente para llevarme las primeras e impactantes imágenes de la siempre animada calle Nanjing Road, una de las arterias principales del centro de Shanghái, para poco después regresar a mi habitación, pues estaba agotado y sólo quería descansar, pensando en coger fuerzas para afrontar los intensos y emocionantes siete días completos que todavía tenía por delante en Shanghái y sus alrededores.
Vistas desde The Seventh Heaven Hotel |
Nanjing Road |
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