ALENTEJO - DIA 01. Villas de Campo Maior y Ouguela, primeras visitas de la región

28 de Abril de 2023.

Una vez más recurría al comodín portugués para afrontar un nuevo viaje, con la intención de abaratar costes y huir de los altos precios de los vuelos que en los últimos tiempos se estaban dando, incluso mirándolos con meses de anticipación, pudiendo llegar como mínimo a duplicarse, por lo que aquellos chollos de menos de cien euros, ida y vuelta, empezaban a brillar por su ausencia y ser un grato recuerdo del pasado.

Dado que ya conocía algunos de los lugares más emblemáticos del país como Lisboa, Sintra, Oporto, Guimarães o Braga, entre otros, en esta ocasión me apetecía perderme por una zona menos conocida y famosa que los destinos que acabo de mencionar.

Y de las muchas regiones interesantes que ofrece el país luso, había una de la que llevaba escuchando maravillas desde hacía mucho tiempo: el Alentejo, la mayor de las provincias portuguesas, ocupando casi la tercera parte del país, extendiéndose desde el río Tajo hasta el Algarve.

A lo largo de este inmenso territorio se pueden encontrar sugerentes y bellísimos lugares llenos de romanticismo, desde villas fortificadas a castillos y atalayas, pasando por vestigios de la Edad de Piedra o pueblos encalados de blanco distribuidos por grandes planicies, doradas por el trigo y plateadas por los olivos o encaramados a riscos escarpados y de imposible acceso.

Cuando este año acudía a FITUR, uno de los stands informativos que visitaría sería el de esta zona de Portugal, donde me aconsejarían que disponiendo sólo de cuatro días como era el caso, me centrara sólo en una parte de la misma, ya que pretender abarcarlo todo en ese tiempo suponía ir a matacaballo y al final no disfrutar apenas de cada destino, por lo que haría caso y decidiría centrarme en el norte y centro alentejano, dejando para mejor ocasión el sur y el litoral.

Dicho y hecho, el viernes que daba comienzo el suculento puente de primeros de mayo, nada más salir de trabajar, me ponía rumbo hacia el Alentejo dispuesto a disfrutar de la belleza de su paisaje, la calidad de su patrimonio y la excelencia de su gastronomía.

CAMPO MAIOR

Después de cuatro horas de viaje desde el centro de Madrid, a las 18:00 llegaba a la primera localidad alentejana que iba a visitar: Campo Maior, un blanco caserío de edificación menuda cuyo nombre, según la leyenda, proviene de cuando tres familias se asentaron en un campo más grande del que disponían anteriormente (Campo Maior).

Mi primer contacto con la población sería en la plaza da República, uno de los pocos ejemplos que se da en Portugal de plaza típica castellana y donde se encuentra el Ayuntamiento y una popular Picota del siglo XVIII coronada por la figura de la justicia, en la que se pueden ver también cuatro armazones de hierro en los que se retenía a los delincuentes.

Plaza da República. Campo Maior

Prácticamente al lado de la plaza se encuentra la iglesia Matriz, en la que es venerada Nuestra Señora de la Expectación, tardándose tres cuartos de siglo en construirse, sustituyendo así a la vieja iglesia Matriz que se encontraba en el interior del castillo. Es de estilo manierista y en su interior se pueden observar nueve altares barrocos y dos tribunas.

Iglesia Matriz. Campo Maior

Adosada a esta última se encuentra la capilla de los Huesos, un peculiar ejemplo de enterramiento cristiano en Portugal vinculada a un desgraciado fenómeno natural ocurrido en 1732 en el que un rayo hizo explotar un almacén de pólvora, matando a más de mil personas, proporcionando las víctimas, después de un tiempo prudencial, el material para esta capilla, cubierta por entero de huesos humanos y fechada en 1766.

Capilla de los Huesos. Campo Maior

Desgraciadamente el horario es de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00, por lo que se encontraba ya cerrada.

Seguiría avanzando hasta la iglesia de Sao Joao Baptista, de estilo clásico, con sus dos características torres y un hermoso interior revestido de mármol bicolor en el que destaca el coro y las cinco capillas de pilastras dóricas.

Iglesia de San Juán Bautista. Campo Maior

Iglesia de San Juán Bautista. Campo Maior

Acto seguido me toparía con restos de murallas fortificadas que son una buena muestra de las necesidades de defensa de la zona y que eran el complemento necesario a la propia fortaleza de Campo Maior. El recorrido a través de las diferentes fortificaciones con paneles informativos a lo largo del mismo me permitiría conocer mejor la historia del conjunto histórico.

Muralla de Campo Maior

En el recorrido que acabo de mencionar me daría de bruces con el mismo castillo, el cual domina la población desde su parte más alta con una privilegiada visión de esta y del paisaje que la rodea.  Parece que su origen es islámico y tras permanecer casi inalterado durante los siglos XV y XVI, sufriría importantes reformas durante los reinados de Joao II Y Manuel I.

Castillo de Campo Maior

Castillo de Campo Maior

Se cruzaría también en mi camino la iglesia de la Misericordia, un templo de lo más sencillo y del que me atrevo a afirmar que, salvo que te pille de paso, como era el caso, no merece la pena acercarse explícitamente hasta él.

Lo que sí merece la pena es la puerta de la Villa, conocida también como puerta de Santa María, uno de sus principales accesos, aunque demasiado restaurada para mí gusto.

Puerta de la Villa. Campo Maior

Para finalizar la visita me detendría en el monasterio de la Inmaculada Concepción y en la ermita de San Sebastián, destacando especialmente el primero, con una agradable fachada encalada en azul y blanco, así como un bello claustro. Respecto a la segunda, lo mejor son las vistas que se consiguen desde la atalaya en la que se encuentra situada.

Monasterio de la Inmaculada Concepción. Campo Maior

Castillo y Muralla de Campo Maior desde Ermita de San Sebastián

En la población también merece la pena pasear por sus calles para admirar la arquitectura civil con casas del siglo XVII al XIX.

OUGUELA

A sólo ocho kilómetro de Capo Maior, se encuentra esta diminuta población en la que destacan esencialmente su castillo y sus murallas, situados a tan solo tres kilómetros de la frontera con España y a una altitud de 260 metros. La fortaleza es uno de los ejemplos más perfectos de arquitectura militar medieval y moderna, conservando las características de un bastión fronterizo en una región de tierras bajas. La entrada se realiza a través de una puerta de acceso libre, para una vez dentro de sus dominios poder disfrutar de nuevas y hermosas perspectivas de la región. De las murallas sólo quedan algunos tramos, interrumpidos por torreones rectangulares, no conservándose en su totalidad.

Ouguela

Castillo de Ouguela

Castillo de Ouguela

Esta fortaleza junto con otras de la zona, serían uno de los puntos fronterizos de defensa más importantes de esta zona de Portugal al ser de los más expuestos a la invasión de ejércitos procedentes de España.

La población también cuenta con una gran cisterna cuadrangular, de doce metros de ancho ubicada en la plaza de armas del pueblo y a la que se puede acceder a su interior bajando por una pequeña escalera.

Por último repararía en la iglesia Matriz de arquitectura barroca con campanario, aprovechando una de las torres alrededor del castillo. Posee una sola nave.

Iglesia Matriz de Ouguela

ROSSIO HOTEL (PORTALEGRE)

Sólo quedaba ya dirigirme hacia la localidad de Portalegre, situada a 56 km de Ouguela, tardando unos cincuenta minutos en ello, para alojarme en el céntrico Rossio Hotel, cuya noche me saldría por 53 euros con el desayuno incluido. Sus instalaciones eran modernas, con habitaciones espaciosas y muy tranquilas. El personal es muy amable, y el desayuno es variado. Cuenta con parking privado que hay que reservar, lo que haría por siete euros, ya que en la zona no es fácil aparcar. Conviene avisar con tiempo ya que no disponen de muchas plazas.

Tras acomodarme, me animaría a salir a cenar, decantándome por una taberna llamada Casa Facha, donde probaría bolinhas de alheira, una especie de croquetas redondas de carne picada, tocino y especias, así como especie de guiso de pollo deshilachado en salsa de tomate acompañado de patatas frita muy finas y sabrosas. Y de beber mi primera cerveza Sagres, que me encantó. Todo estaba recién hecho y muy rico. Me saldría por 22 euros.

Cenando en Taberna Casa Facha. Portalegre

Las pocas horas que llevaba en el Alentejo no me habían decepcionado, sino todo lo contrario, y lo bueno que esto no había hecho nada más que empezar.


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