DIA 05. ROMA. Del Coliseo a los Museos Capitolinos

6 de Diciembre de 2022.

COLISEO

Si existe un lugar en Roma que no he podido olvidar y que siempre lo recuerdo como si lo visitase ayer por primera vez, a pesar de haber transcurrido algo más de 22 años, ese es el Coliseo, símbolo por excelencia de la ciudad, el cual deja sentir como ningún otro lugar el peso de largos siglos de historia.

Coliseo

Y por fin había llegado el momento de reencontrarme con él de nuevo, exactamente a las 09:15 de la mañana, el primer tramo horario por el que se puede optar al realizar la reserva para su visita en la página web: https://www.coopculture.it/en/products/ticket-colosseum-roman-forum-palatine_24h/ .

Si se es titular de la Roma Pass, como era mi caso, habrá que indicar esta opción antes de realizar el pago, costando sólo dos euros por gastos de gestión. Esto siempre que sea una de las dos primeras visitas a los monumentos que incluye el pase, ya que de lo contrario sólo se aplica un descuento sobre el precio general. Yo como empezaba a utilizar la tarjeta hoy por primera vez, no tendría que abonar nada más. Si esta es la tercera visita o siguientes que se realiza con la Roma Pass el coste sería de 9,50 euros y si no se dispone del pase el precio es de 16 euros. La entrada incluye también el Foro Romano y el Palatino siempre que se visiten el mismo día.

Coliseo

Tras pasar los controles de seguridad, en poco más de cinco minutos ya me encontraba en su interior dispuesto a revivir las sensaciones que tuve tantos años atrás, e incluso más intensas, ya que al propio monumento en sí habría que añadirle los recuerdos y anécdotas de aquella visita con mi abuela, algo imposible de olvidar.

Coliseo

La construcción del espectacular Coliseo de Roma se empezó alrededor del año 70 d.C. por el emperador Vespasiano, y se terminó en el año 80, cuando fue inaugurado por su hijo, el emperador Tito, con un festival que duró ciento un días.

El enorme edificio circular de mármol travertino recibió al principio el nombre de anfiteatro Flavio, y tenía un aforo para 50.000 espectadores que acudían para ver los combates entre gladiadores, batallas navales y obras de teatro.

Coliseo

Los gladiadores solían ser esclavos o prisioneros de guerra, y entretenían a la multitud romana peleándose entre sí o enfrentándose a animales. A pesar de los peligros que corrían, ser un gladiador tenía sus ventajas, ya que eran adiestrados en escuelas militares que ofrecían un mejor nivel de vida que el que recibían otros esclavos, además de que los grandes gladiadores eran considerados héroes.

Después de la contienda entre gladiadores, el que salía victorioso solicitaba a la multitud – o al emperador si estaba presente – que decidiese si el gladiador que había sido derrotado debía morir o continuar con vida, en caso de haber demostrado su valentía. La decisión se tomaba con ese famoso gesto de levantar o bajar el pulgar. Los animales que participaban en los combates (leones, leopardos y cocodrilos) eran encerrados en jaulas debajo del anfiteatro y se subían a la arena por medio de ascensores tirados con cuerdas.

Coliseo

Durante la época medieval, el Coliseo de Roma se utilizó como iglesia y, posteriormente, como fortaleza por dos familias destacadas. El edificio ha sufrido terremotos, robos de su mampostería y los efectos de la contaminación causada por el tráfico de la ciudad, pero aún sigue manteniéndose en pie y sorprendiendo, por su exquisita monumentalidad, a todos aquellos que venimos a admirarlo.

Coliseo

La Roma Pass me permitiría acceder a la segunda de sus gradas, así como a un área cercana al trozo que emula a la arena, por lo que las perspectivas que ofrecen estas zonas creo que son bastante similares a las que pueden ofrecer otras áreas más caras y que es necesario comprar por separado. Lo que no incluye es la visita al subsuelo, algo que ya tendría oportunidad de visitar la vez anterior.

ARCO DE CONSTANTINO

Justo al lado del Coliseo, se yergue imponente otro símbolo de Roma: el arco de Constantino, el cual cruza la vía Triumphalis, la ruta que tomaban los emperadores cuando entraban en la urbe como triunfadores. Junto con el de Tito y el de Septimo Severo, es uno de los tres arcos conmemorativos de la ciudad que se han mantenido intactos desde la época de la Roma clásica.

Arco de Constantino

El arco se construyó para conmemorar la victoria del emperador Constantino I – el primer emperador cristiano – en la batalla de Puente Milvio, a las afueras de Roma. Esta victoria lo afianzó como único gobernador del imperio romano de Occidente y fue un punto crucial en la ascensión al cristianismo.

Arco de Constantino

Cuando uno se sitúa junto a él, uno queda impresionado por sus dimensiones de 21 metros de alto y casi 26 de ancho. La parte inferior consta de un gran arco central a través del cual pasó Constantino con los botines conseguidos con su triunfo. El ático de la parte superior es un friso de mármol con escenas que conmemoran la campaña del emperador y su victoria sobre Majencio.

FORO ROMANO

Ávido de más vivencias clásicas, me encaminaría hacia el Foro Romano, que se esparce en pleno centro de la ciudad. En él se concentraron los edificios públicos durante los dos siglos de existencia de la República. Luego diversos emperadores hicieron sucesivas reformas, ampliaciones o adosaron sus propios foros al original, hasta dejarlo irreconocible. Hoy arcos, templos y basílicas se suceden sin ninguna lógica aparente. El orden geométrico que caracteriza las ciudades romanas en provincias brilló por su ausencia en la capital del imperio.

Foro Romano

Es aconsejable llevar consigo un plano e información de los lugares más destacables a visitar para comprender esta área de suma importancia. Aparte de ello yo también llevaba un pequeño libro, que adquiriría en la primera visita a roma, en el que pequeñas transparencias con el edificio original se superponen sobre las fotografías de las ruinas del monumento actual, permitiéndome apreciar cual era el aspecto real de todo lo que estaba visitando hace más de dos mil años, lo que me incrementaría sobre manera el disfrute de toda esta área. En cualquier caso, siempre está la opción de contratar un guía que te vaya explicando los mil y un detalles del yacimiento.

La entrada está incluida en la del Coliseo junto con el Palatino y no es necesario reserva previa.

No obstante, voy a hacer referencia a cuáles son los edificios y templos más importes en los que uno no puede dejar de reparar en una visita al Foro Romano. Serían los siguientes:

Arco de Tito: entrando desde el Coliseo es la primera e imponente construcción que te da la bienvenida al Foro. Sería Domiciano quien lo mandaría erigir en el año 81 d.C. en honor de las victorias de su hermano Tito y su padre Vespasiano. Aunque los relieves del interior del arco están muy erosionados, aún puede distinguirse una procesión triunfal de soldados.

Arco de Tito. Foro Romano

Templo de Venus y Roma: es necesario no continuar recto y hacer un giro de noventa grados desde el arco de Tito, para poder ver este templo que bien merece la pena. El emperador Adriano lo diseñó el mismo, por lo que se piensa que fue el más grande y espléndido de la Antigua Roma. Estuvo dedicado a Roma, personificación de la Ciudad, y a Venus, vinculada a los orígenes del pueblo romano y portadora de buena fortuna. Cada diosa poseía su propio santuario. Desde este templo se consigue probablemente la mejor panorámica del Coliseo que hay en la ciudad, al menos para mi gusto.

Templo de Venus y Roma. Foro Romano

Templo de Venus y Roma. Foro Romano

Coliseo desde Templo de Venus y Roma. Foro Romano

Basílica de Constantino y Majencio: las tres grandes bóvedas de cañón con artesonado son magníficas reliquias de lo que en su época fue el mayor edificio del Foro. Al igual que otras basílicas romanas estaba destinado a la administración de la justicia y a los negocios. En el ábside, situado en el extremo occidental, existía una estatua del emperador de doce metros de altura, hecha de madera y mármol.

Basílica de Constantino y Majencio. Foro Romano

Templo de Rómulo y de los Santos Cosme y Damián: nadie sabe a quién se dedicó este templo, pero probablemente lo fue al hijo del emperador Majencio y no al fundador de Roma. Es un edificio circular de ladrillo, coronado por una cúpula, con dos salas laterales de forma rectangular y un pórtico cóncavo. Las pesadas puertas de bronce son las originales.

Templo de Rómulo y de los Santos Cosme y Damián. Foro Romano

Templo de Antonino y Faustina: en el foro destaca la fachada barroca de la iglesia de San Lorenzo in Miranda, que se alza sobre el atrio de un templo romano. Dedicado por el emperador Antonino Pío a su esposa Faustina en el año 141 d.C. el templo se consagró posteriormente a ambos. En el siglo XI fue convertido en iglesia cristiana ante la creencia de que San Lorenzo había sido condenado a muerte en este lugar.

Templo de Antonino y Faustina. Foro Romano

Templo de Cástor y Pólux: las tres esbeltas columnas de este templo forman uno de los más bellos conjuntos de ruinas del Foro. El primer templo del año 484 a.C., estuvo probablemente dedicado a los gemelos míticos, Cástor y Pólux. Durante la batalla del lago Regilius contra los reyes tarquinos depuestos, el dictador romano Póstumo prometió construir un templo dedicado a los gemelos si salían victoriosos. Según la leyenda ambos hermanos aparecieron en el campo de batalla, contribuyendo a la victoria de los romanos, materializándose después en el Foro para anunciar el triunfo. Estas columnas datan de la última reconstrucción, ordenada por el emperador Tiberio tras un incendio en el siglo VI d.C.

Templo de Cástor y Pólux. Foro Romano

Casa de las Vírgenes Vestales: tan pronto como una muchacha se convertía en vestal, es decir en sacerdotisa encargada de mantener encendido el fuego sagrado del altar, se trasladaba a esta Casa. Originariamente, era un vasto complejo con unas 50 habitaciones distribuidas en tres plantas. Hoy en día sólo se conservan sólo algunas salas alrededor del patio central. Este espacio es uno de los más evocadores del Foro. Con vistas a los estanques de nenúfares y carpas, se encuentra una colección de estatuas erosionadas, la mayoría sin cabeza, que datan de los siglos III y IV d.C. Las piezas mejor conservadas se encuentran el palacio Massimo alle Terme, que ya pude visitar días atrás.

Casa de las Vírgenes Vestales. Foro Romano

Casa de las Vírgenes Vestales. Foro Romano

Templo de Vesta: es otro de los templos más elegantes del Foro con su forma circular que originalmente se encontraba rodeado por un peristilo de esbeltas columnas, aunque existió otro en el lugar anteriormente.

Templo de Vesta. Foro Romano

Basílica Julia: la construcción de esta inmensa basílica fue iniciada por Julio César en el año 54 a.C. y completada tras su muerte por Augusto. Presa de un incendio poco después, pronto fue restaurada. Tras numerosos saqueos, tan sólo las escaleras, el pavimento y fragmentos de columnas permanecen en pie. La basílica tenía un vestíbulo central rodeado de un pórtico doble. Era la sede de un cuerpo de 180 magistrados que se ocupaban de los casos civiles. Estaban repartidos en cámaras de 45 hombres y solían juzgar por separado. Los cuatro tribunales de justicia estaban divididos por pantallas o cortinas. Cada abogado contrataba grupos de espectadores, para que aplaudieran cada vez que hablaba y abuchearan las intervenciones de su oponente. En los escalones se han encontrado dados y otros juegos similares con los que se entretenían entre caso y caso.

Basílica Julia. Foro Romano

Columna de Focas: esta columna es de las pocas que han permanecido en pie desde el día en que fue erigida. Se trataba del más moderno de los monumentos del Foro, erigido en el 608 d.C. en honor del emperador de Bizancio, Focas, quien acababa de visitar Roma. La columna se emplazó aquí como muestra de gratitud hacia este emperador por haber donado el Panteón al papa.

Columna de Focas. Foro Romano

Rostra: los discursos eran pronunciados desde este estrado; el más famoso fue el de Marco Antonio tras el asesinado de Julio César en el 44 a.C. El propio César acababa de reorganizar el Foro, y este discurso fue hecho desde el nuevo emplazamiento de la Rostra, donde hoy se encuentran sus ruinas. Al año siguiente, la cabeza y las manos de Cicerón fueron expuestas aquí, después de su ejecución por orden del segundo triunvirato.

Templo de Saturno: se encuentra en el área vallada entre el Foro y la colina Capitolina. Consiste en una plataforma elevada, ocho columnas y una sección de entablamento. En el 497 a.C. hubo aquí un templo dedicado a Saturno que tuvo que ser reconstruido varias veces.

 Templo de Saturno. Foro Romano

Arco de Septimio Severo: este arco de triunfo fue erigido en el 203 d.C. para celebrar el tercer aniversario de Septimio Severo como emperador. Los paneles con relieves conmemoran las victorias del emperador en Partia (actual Irán e Irak) y Arabia.

Arco de Septimio Severo y San José de Falegnami. Foro Romano

Curia: sobre las ruinas del recinto donde se reunía el Senado Romano se alza una restauración moderna del edificio. La primera curia se levantaba en el lugar ocupado actualmente por la iglesia de Santos Luca y Martina, pero después de que el edificio resultara destruido por el fuego, Julio César construyó una nueva curia en el extremo del Foro.

Curia Julia. Foro Romano

Basílica Aemilia: este edificio era un vestíbulo rectangular flanqueado por columnas, con un suelo de mármol multicolor y un tejado de bronce. Las basílicas no eran lugar de culto sino centros de reuniones para políticos, prestamistas y comerciantes contratados para recaudar impuestos. Estos debían entregar al Estado una suma determinada de dinero, pero estaban autorizados a recaudar cuanto pudieran y quedarse después con la diferencia. La basílica, reconstruida muchas veces, finalmente se quemó cuando los visigodos saquearon Roma en el 410 d.C.

Basílica Aemilia.Foro Romano

PALATINO

No tendría que salir del recinto que delimita el Foro para acceder al monte Palatino, sino que un sendero me llevaría hasta el mismo desde las cercanías del arco de Tito.

En la visita anterior a Roma tampoco tendría oportunidad de conocerlo, por lo que era otro de esos lugares que tenía especial interés en descubrir.

El Palatino es, probablemente, la colina más famosa de la ciudad, una colina que conserva memorias importantísimas de la Edad Antigua. En efecto, sobre el Palatino fueron construidos los primeros grupos de chozas de la ciudad cuadrada, que se fueron extendiendo luego sobre las colinas cercanas. En el Palatino surgieron importantes edificios públicos, grandes templos y también muchas viviendas particulares, como las de Cicerón, Craso y Tiberio Graco. Más tarde la colina pasó a ser la residencia de los emperadores de Roma, que en ella hicieron erigir sus suntuosos palacios, de los que subsisten grandes vestigios. El Palatino fue luego residencia de los reyes godos y de muchos papas y emperadores del imperio de Occidente. En el siglo XVI, gran parte de la colina sería ocupada por las inmensas estructuras de Villa Farnesio y de los Jardines Farnesianos.

Monte Palatino desde Foro Romano

No son pocos los lugares que se pueden visitar aquí y el área es también bastante grande, por lo que tendría que darle algo más de intensidad a la visita y no podría recrearme tanto como en el Foro si quería llegar a cumplir con todos los planes de la jornada. Veamos cuales son los lugares a destacar:

Jardines Farnese: tres avenidas con árboles, rosaledas y elegantes pabellones me darían la bienvenida al monte Palatino. Estos adornan lo que fue un amplio jardín de esparcimiento, ofreciendo una maravillosa vista del Foro Romano y de muchos de los lugares emblemáticos de Roma.

Foro Romano desde Monte Palatino

Domus Flavia: se trata de la más amplia de las edificaciones del Monte Palatino. En la entrada de la misma, fragmentos de columnas y muros configuran las tres habitaciones adyacentes. En la basílica, Domiciano llevaba a cabo la administración de justicia. El aula Regia central era una sala del trono decorada con doce estatuas de basalto. El Lararium, hoy cubierto de plástico arrugado, era un santuario dedicado a los dioses del hogar conocidos como lares. Pudo haberse empleado para ceremonias oficiales.

Domus Flavia. Monte Palatino

En su temor a ser asesinado, Domiciano, hizo recubrir las paredes del patio con placas de mármol brillante realizadas para actuar como espejos, para reflejar a cualquiera que fuera detrás de él. A pesar de ello, fue asesinado en su dormitorio, posiblemente por orden de su mujer.

Domus Augustana: esta parte del palacio de Domiciano se llamaba así porque era la residencia privada de los augustos emperadores. En el nivel superior queda un alto muro de ladrillo y es posible reconstruir mentalmente la forma de los dos patios. El nivel inferior está cerrado al público, aunque puede echarse un vistazo a su patio hundido con los restos de una fuente geométrica en el centro.

Domus Augustana. Monte Palatino

Cryptoporticus: este conjunto de pasillos subterráneos, fue construido por Nerón con objeto de conectar su Domus Aurea con los palacios de emperadores anteriores en el Palatino. Su bóvedas están decoradas con relieves en estuco, copia de los originales que hoy se guardan en el museo Palatino.

Jardín: desde el siglo XIX se pensó que esta estructura era un estadio, pero hoy se cree que fue un gran jardín hundido contiguo al palacio de Domiciano.

Jardín Domus Augustana. Monte Palatino

Casa de Livia: esta casa, que data del siglo I a.C., es uno de los edificios mejor preservados del Palatino. Fue probablemente la casa en la que vivieron el emperador Augusto y su esposa Livia. Comparado con otros palacios imperiales posteriores, se trata de un hogar relativamente modesto. Es probable que Augusto durmiera durante 40 años en el mismo pequeño dormitorio.

Casa de Livia. Monte Palatino

Casa de Augusto: los frescos de la casa de Augusto, que datan de alrededor del 30 a.C. se encuentran entre los mejores ejemplos de pinturas murales romanas, similares a los encontrados en Pompeya y Herculano. Destacan por sus vivos tonos rojo, azul y ocre. A pesar de que los frescos son impresionantes, la casa en sí es modesta. En este lugar es donde Augusto, entonces conocido como Octavio, vivió antes de asumir el poder supremo como primer emperador de Roma.

Casa de Augusto. Monte Palatino

Templo de Cibeles: aparte de una plataforma y restos de columnas y capiteles, es bien poco lo que queda del templo dedicado a Cibeles, popular diosa de la fertilidad importada a Roma desde Asia. Los sacerdotes de su culto se autocastraban en la creencia de que si sacrificaban su propia fertilidad garantizarían la del resto del mundo.

Cabañas de Rómulo: dice la leyenda que, tras asesinar a su hermano Remo, Rómulo fundó una aldea en la colina Palatina. En los años cuarenta se encontraron unos hoyos que se cree que sirvieron para clavar los postes sobre los que se asentaban tres cabañas de la Edad de Hierro.

Cabañas de Rómulo. Monte Palatino

FOROS IMPERIALES

Eran las 15:15 cuando daba por finalizada la visita al Foro Romano y al Palatino y aunque estaba cansado, quería aprovechar que estaban cerca para dar una vuelta por los llamados Foros Imperiales, los cuales surgieron en las cercanías del precedente Foro de la época republicana pero, a diferencia de este, fueron estructurados de manera más racional y grandiosa. Se trataba, en efecto, de imponentes plazas rodeadas de pórticos, en el centro de las cuales, a menudo, se levantaba la estatua ecuestre del emperador y, al fondo, cerrando la plaza, un majestuoso templo. Los Foros Imperiales nacieron con la precisa finalidad de conferir a la ciudad cada vez mayor lustre y, al mismo tiempo, dar a sus habitantes la posibilidad de organizar mercados, escuchar arengas o asistir a ceremonias religiosas.

A lo largo de la avenida paralela al Foro Romano podría contemplar los siguientes Foros:

Foro de Nerva: fue iniciado por su predecesor, Domiciano, y completado en el 97 d.C. Poco más que un corredor flanqueado por columnas y un templo dedicado a Minerva, era también conocido  como Forum Transitorium, porque se encontraba entre el foro de la Paz y el de Augusto.

Foros de Nerva y Augusto

Foro de Augusto: se construyó para celebrar su victoria sobre los asesinos de Julio César, Bruto y Casio, en la batalla de Filipo en el 41 a.C. El templo situado en el centro estaba dedicado a Marte el Vengador. El foro se extendía desde un alto muro a los pies del barrio de Suburra hasta los límites del foro de César. Al menos la mitad de él sigue oculta bajo la Vía del Foro Imperial, construida por Mussolini. Originalmente contaba con un estatua de Marte que guardaba una gran semejanza con Augusto.

Foro de Augusto

Foro de César: el primero de los foros imperiales de Roma fue construido por Julio César. Gastó una fortuna comprando y demoliendo casas en la zona. El lugar preferente lo ocupaba un templo dedicado en el 46 a.C. a la diosa Venus Genetrix, de quién César se proclamaba descendiente. El templo albergaba estatuas de César y Cleopatra, además de Venus. Sólo queda una plataforma y tres columnas corintias. El foro estaba flanqueado por columnas que ocultaban una hilera de tiendas, pero se quemó y fue reconstruido por  Domiciano y Trajano.

Foro de Trajano: es el último y más imponente de los Foros Imperiales de Roma, y representa la mayor obra pública del emperador Trajano y de su arquitecto. Para construirlo fue necesario cortar el collado que se encontraba entre los montes Capitolino y Quirinal. El conjunto es de grandiosas dimensiones y fue realizado gracias al botín procurado en la guerra contra los Dacios.

Foro y Columna de Trajano

Construido frente a este se puede ver también los mercados de Trajano, desde ras de la calle, sin necesidad de acceder a los mismos. Estos eran el equivalente romano de un centro comercial moderno, es decir un complejo de tiendas en cinco niveles donde se vendía de todo, desde sedas y especias de Oriente Próximo hasta pescado, frutas, flores, vino, aceite y telas. La planta superior la ocupaban las oficinas sociales que administraban las raciones gratuitas de maíz a hombres y niños. La torre de la Milicia, que se levanta sobre los mercados, fue construida en la Edad Media.

Mercados de Trajano

Mercados de Trajano

Justo al lado de todo lo anterior se aprecia igualmente la imponente columna de Trajano, la cual conmemora las dos campañas en Dacia (Rumanía) de este emperador. La columna mide 40 metros de altura. Dispuestas en espiral hay escenas detalladas de las campañas. Cuenta también con pequeñas ventanas que permiten iluminar su escalera interior en espiral (cerrada al público).

Columna de Trajano

PLAZA VENECIA

Era el momento de disfrutar de otra de las plazas más míticas de Roma: la plaza Venecia, donde el monumento a Víctor Manuel II se convierte en el edificio más destacable y que se lleva casi todas las miradas. Conocido como Il Vittoriano, este monumento se comenzó en 1885 y fue inaugurado en 1911 en honor a Víctor Manuel II de Saboya, primer rey de la Italia unificada, que está representado en una estatua ecuestre de bronce, de tamaño tan espectacular como el monumento – la estatua mide doce metros de altura -.

Monumento a Víctor Manuel II. Plaza Venecia

Monumento a Víctor Manuel II. Plaza Venecia

El edificio alberga el museo del Risorgimiento que trata los acontecimientos que llevaron a la unificación, así como un excelente mirador en la azotea al que subiría en un ascensor de cristal que sube por la parte posterior del edificio. Una vez en su parte alta podría disfrutar de unas soberbias vistas de de los Foros Romanos, del monte Palatino y de gran parte del centro de la ciudad. El único pero que la entrada cuesta 12 euros y no está incluida en la Roma Pass, además de no haber un pase separado de museo y mirador, por lo que ambos están incluidos en la misma.

Roma desde Monumento a Víctor Manuel II

Roma desde Monumento a Víctor Manuel II

En la plaza también habría que destacar las iglesias de Santa María del Loreto y, adosada a la misma, la del Santísimo Nombre de María.

SANTA MARÍA IN ARACOELI

Iglesia del Senado y del pueblo romano, se ha utilizado para conmemorar hechos históricos. Su techo, adornado con motivos navales, conmemora la batalla de Lepanto, y fue construido bajo las órdenes del papa Gregorio XIII, cuyo emblema familiar, el dragón, puede verse cerca del altar. Aunque posee un sinfín de obras de arte, la iglesia es especialmente famosa por el Santo Bambino. Se dice que sus poderes milagrosos incluyen la resurrección de los muertos, y a menudo, es transportado junto al lecho de enfermos graves. En Navidad el niño Jesús se sitúa en el centro de un pesebre, pero normalmente se encuentra en la sacristía.

Santa María in Aracoeli

Santa María in Aracoeli

Santo Bambino. Santa María in Aracoeli

La famosa escalera Aracoeli que lleva hasta la iglesia, con 124 peldaños de mármol (122 si se sube por la derecha), se terminó en 1348, algunos dicen que en agradecimiento por el fin de la Peste Negra, pero probablemente fue por el Año Santo de 1350. La creencia popular dice que a quienes suben de rodillas los peldaños les toca la lotería. Desde lo alto, hay unas bonitas vistas de Roma y de las cúpulas de Sant´Andrea della Valle y San Pedro, ligeramente a la derecha.

PLAZA DEL CAMPIDOGLIO O DEL CAPITOLIO

Tras bajar las escaleras de Santa María in Aracoeli, sólo tendría que avanzar unos pasos para situarme en la parte baja de unas nuevas escaleras que me llevarían hasta la popular plaza del Campidoglio situada en la colina del mismo nombre, la más sagrada de todas las que conforman Roma, pese a ser la más baja.

Al final de la escalera (llamada también Cordonata) me darían la bienvenida las estatuas de los Dióscuros, es decir de los hijos de Zeus, llamados Cástor y Pólux, muy famosos por la gran cantidad de leyendas que se les atribuyen, así como sus valerosas hazañas.

Plaza del Campidoglio

Tras los anteriores haría acto de presencia en la maravillosa plaza. Cuando el emperador Carlos I visitó Roma en 1536, el papa Pablo III Farnese estaba tan avergonzado del barro que había en el Capitolio que pidió a Miguel Ángel que realizara los planos para pavimentar el espacio y restaurar las fachadas del palacio dei Conservatori y del palacio Senatorio.

Este tuvo la idea además de construir el palacio Nuevo, para dar a la plaza forma trapezoidal, embelleciéndola con estatuas clásicas, elegidas por su relevancia para Roma. Las obras comenzaron en 1546, pero progresaron tan lentamente que Miguel Ángel sólo llegó a completar la doble escalinata de la entrada del palacio Senatorio. Los toques finales se añadieron en el siglo XVII, pero la estructura permaneció tal y como la había concebido Miguel Ángel.

Plaza del Campidoglio

En el centro se levanta una réplica de una estatua de Marco Aurelio, así como en uno de los lados otra réplica de la Loba Capitolina. Las originales se encuentran en el interior de los Museos Capitolinos.

Loba Capitolina. Plaza del Campidoglio

Avanzando hacia el arco que se encuentra al fondo, atravesándolo y girando a la derecha, llegaría además hasta una terraza que ofrece una de las mejores vistas del Foro Romano y del Palatino en su conjunto y que no se puede obviar en una visita a Roma.

Foro Romano desde Mirador Plaza del Campidoglio

MUSEOS CAPITOLINOS

Después de disfrutar hasta que cayó la noche del anterior mirador, me dirigí a visitar los inigualables Museos Capitolinos de los que apenas me quedaban recuerdos de mi anterior visita hace más de veinte años.

Aunque en esta fechas no es necesaria reserva alguna, en otros momentos de mayor saturación conviene reservar la entrada en https://romapass.vivaticket.it/it/tour/musei-capitolini/2480, en el caso de poseer la Roma Pass como era mi caso. Como este era el segundo museo que iba a visitar en el día, la visita también sería completamente gratuita al ser poseedor del mencionado pase, ahorrándome 11,50 euros de la entrada. Por tanto entre el Coliseo (incluido el Foro y el Palatino) y estos museos había amortizado ya 27,50 euros de los 52 euros que me había costado. Por lo que ya digo aquí que realizando las visitas que yo iba a realizar y utilizando el transporte público sí que se amortiza sin problema. Pero es muy importante hacer cuentas y tener claro lo que se va a hacer, ya que si por ejemplo quitásemos dos de mis visitas de días sucesivos ya no se amortizaría.

Los Museos Capitolinos albergan una de las colecciones públicas de arte más prestigiosas y antiguas del mundo, que reúne sobre todo estatuas de la época clásica, algunas de las cuales de notable importancia histórico – artística y de indiscutible fama. Las colecciones están distribuidas entre el Palacio de los Conservadores, que comprende también la Pinacoteca Capitolina, y el Palacio Nuevo.

Palacio de los Conservadores

La entrada la haría por el Palacio de los Conservadores, sede ya en la Edad Media de una de las magistraturas más importantes de la ciudad. Fue enteramente reestructurado según proyecto de Miguel Ángel a partir de 1563.

La primera sala con la que me encontraría, para abrir boca nada más empezar, sería el apartamento Conservatori, una inmensa estancia decorada con extraordinarios frescos en las paredes que cuenta además en cada extremo con dos impresionantes esculturas. Una perteneciente a Urbano VIII y la otra de Inocencio X. La primera de ellas es obra de Bernini. En esta sala además se firmó el Tratado de Roma, creando así la Comunidad  Económica Europea.

Apartamento Conservatori. Museos Capitolinos

Urbano VIII de Bernini. Museos Capitolinos

Pero es en una gran galería de techo acristalado en el corazón del palacio donde, hoy por hoy, se pueden observar las obras más importantes del museo, eso sí con una pésima iluminación, todo hay que decirlo, como si los que optáramos por ver el museo a última hora en invierno, no tuviésemos el mismo derecho de ver bien iluminadas las obras que contiene. Más allá de polémicas, aquí se encuentra la estatua ecuestre de bronce dorado de Marco Aurelio con una altura de cuatro metros y extraordinariamente dotada de vida. Igualmente, se puede admirar La Loba Capitolina, escultura en bronce del siglo V a.C., símbolo mismo de la ciudad. O el llamado Espinario, una estatua de bronce del siglo I d.C. de un niño quitándose una espina del pie. Por no hablar de los fragmentos de la colosal estatua del emperador Constantino que sobrecogen (una de las manos y la cabeza).

Estatua de Marco Aurelio. Museos Capitolinos

Loba Capitolina. Museos Capitolinos

Espinario. Museos Capitolinos

Aunque no puede ser más cómodo que algunas de las principales obras se hallen en la misma sala, no se pueden obviar otras que también son imprescindibles y que se distribuyen por otras zonas del palacio. Es el caso de la Venus Esquilina, el Hércules combatiente o la espectacular Medusa barroca de Bernini.

Medusa de Bernini. Museos Capitolinos

Venus Esquilina. Museos Capitolinos

En el segundo piso del Palacio de los Conservadores  podría disfrutar de la pinacoteca, la cual alberga una interesante colección de arte renacentista con obras de Tiziano, Tintoretto, Rubens y Caravaggio, entre otros. Yo iría con la lección ya aprendida y me ceñiría a observar las siguientes obras:

San Juan Bautista de Caravaggio. Es una de las obras más importantes del museo. Pintada en 1602 para una familia noble romana, los Mattei, la libertad del pintor al realizar un encargo no eclesiástico es evidente, con un Juan Bautista representado como un adolescente desnudo.

San Juan Bautista de Caravaggio. Museos Capitolinos

Buenaventura de Caravaggio. Muestra a una niña gitana leyendo la palma de la mano y, posiblemente, robando el anillo de un joven acicalado. Al parecer, al ver a la niña en la calle, Caravaggio decidió pintarla para demostrar la entonces revolucionaria idea de que el arte encuentra la inspiración en cualquier parte, no sólo copiando modelos clásicos.

Buenaventura de Caravaggio. Museos Capitolinos

Entierro de Santa Petronila de Guercino. Se trata de un oleo sobre lienzo pintado hacia 1621 – 1623. La Santa fue una de las primeras mártires del cristianismo y fue considerada durante mucho tiempo la hija del apóstol Pedro. El cuadro se divide en dos episodios: la parte inferior cuando es enterrada y la parte superior cuando llega a la presencia de Jesús.

Entierro de Santa Petronila de Guercino. Museos Capitolinos

Rapto de las Sabinas de Pietro da Cortona. Todo un manifiesto de la pintura barroca romana, realizado por el artista después de consagrarse gracias a una serie de frescos realizados para el cardenal Barberini.

Rapto de las Sabinas de Pietro da Cortona. Museos Capitolinos

Rómulo y Remo de Rubens. Está considerada como una de las obras más importantes del pintor flamenco y representa el momento en que Rómulo y Remo son encontrados siendo amamantados por la loba, por el pastor Fausto, en la orilla del Tíber.

Rómulo y Remo de Rubens. Museos Capitolinos

Retrato de Juan de Córdoba de Velázquez. Todo un lujo poder ver esta obra de uno de nuestros pintores universales. Sería realizada en su segundo viaje a Italia, retratando a uno de sus mejores amigos y confidentes, quien le ayudaría a conseguir las pinturas y esculturas que le había encargado el rey Felipe IV.

Retrato de Juan de Córdoba de Velázquez. Museos Capitolinos

Observando estas seis obras me daría por satisfecho en la pinacoteca, dejando a continuación el Palacio de los Conservadores y dirigiéndome al Museo Nuevo a través de un túnel en el sótano que conecta ambos edificios.

Disponía ya sólo de una hora antes de que cerraran a las 19:30 los museos, por lo que no podría recrearme demasiado y me ceñiría a las obras más importantes como había hecho hasta ahora en las otras secciones.

El Palacio Nuevo fue, en 1734, la primera sede de los Museos Capitolinos. En él se exponen algunos de los ejemplares más interesantes de la estatuaria romana: sobre todo, la retratística imperial halla aquí una de las colecciones más singulares y completas. La sala de los Emperadores conserva, en efecto, 65 bustos de emperadores romanos, dispuestos en orden cronológico en torno a una sugestiva estatua sedente de Elena, en la que la efigie de la madre de Constantino está colocada sobre el cuerpo de un original griego del siglo V a.C.

Sala de los Emperadores. Museos Capitolinos

La sala de los Filósofos tampoco le va a la zaga a la anterior con bustos de oradores, poetas y filósofos de la antigüedad griega, cuyas imágenes decoraron en el pasado viviendas, bibliotecas, villas y parques. Podríamos destacar entre otros las estatuas de Homero, Sócrates y Cicerón.

Entrar en las galerías principales de escultura del Palacio Nuevo es acceder a un mundo de figuras de mármol iluminadas por grandes lámparas de araña. Algunas de las más importantes serían la Venus Capitolina saliendo del baño, el Gálata moribundo, la Amazona herida, el Viejo Centauro, el Fauno Rojo, esculpido para la villa de Adriano en Tivoli, o el guerrero herido del escultor francés del siglo XVIII Monnot, que transformó un torso de un discóbolo en un luchador caído con un escudo en el brazo.

Venus Capitolina. Museos Capitolinos

Gálata Moribundo. Museos Capitolinos

Fauno Rojo. Museos Capitolinos

Otras menos famosas son igualmente arrebatadoras, como la anciana borracha y demacrada, Caracalla de niño estrangulando feliz a una serpiente o la pequeña romana jugando con una paloma.

Apuraría hasta el máximo y antes de abandonar los museos todavía podría contemplar las excelentes vistas que se tienen del Foro Romano desde una de sus terrazas y la estatua de Marforio, un gigante reclinado del que no se sabe muy bien a quien representa, aunque muchos creen que sería el océano. En cualquier caso es también impresionante.

Marforio. Museos Capitolinos

LA MONTECARLO/SAN CRISPINO

Estaba exhausto y al salir aprovecharía para sentarme un rato en la plaza del Campidoglio y asimilar todas las obras que había podido admirar, hecho lo cual andaría unos veinte minutos hasta llegar a La Montecarlo, otra de las pizzerías más afamadas de Roma, donde no quería dejar de probar alguna de sus especialidades. Me decantaría por la pizza de pepperoni picante, la cual estaba buenísima, de un sabor y una jugosidad espectacular. Probaría también dos croquetas rellenas una de patata y otra de arroz con tomate, que estaban deliciosas. Todo ello, con una coca cola como bebida, me saldría por 16 euros.

Pizzería La Montecarlo

Acabaría la jornada con una tarrina de tres sabores en la heladería “Il Gelato di San Crispino” cuya calidad no le va a la zaga a la de otras heladerías de días anteriores. Igual de bueno, de cremoso y de espectacular. Los helados de Roma son impresionantes.

Il Gelato de San Crispino

Tras degustarlo disfrutando de las vistas de la Fontana de Trevi, ya que la heladería está a sólo una manzana, me retiraría feliz a descansar.


No hay comentarios :

Publicar un comentario