GRECIA - DIA 17. Isla de Zakynthos: playa del Naufragio, Cuevas Azules y otros maravillosos lugares

11 de Septiembre de 2022.

Creo que puedo afirmar que Zante o Zakynthos, en griego, es archiconocida a nivel mundial por tres cosas: la famosísima playa del Naufragio, las hermosas cuevas azules y por ser el refugio de la tortuga marina caretta y por tanto el lugar idóneo donde poder observarla.

De hecho, cuando preparaba el viaje reconozco que además de para desconectar un poco del aspecto cultural del Peloponeso, esas fueron las razones que me impulsaron a querer llegar hasta aquí.

Pero como me sucede no pocas veces, en el momento que me puse a investigar un poco más, pude descubrir que la exuberante y verde Zante era poseedora de otros grandes tesoros como monasterios, villas montañosas, playas paradisiacas y hermosas vistas casi a cada paso, por lo que al final el tiempo del que disponía era a todas luces insuficiente para poder llegar a tantos lugares hermosos. Así que me lo tomaría con filosofía y trataría de conocer lo que pudiera pero sin agobiarme, quedando la jornada que comenzaba como puede verse a continuación.

PLAYA DE XIGIA

El primer lugar al que iba a dirigirme era la playa de Xigia, situada a 14 kilómetros de donde me alojaba y a la que tardaría en llegar 25 minutos. Esta se encuentra en la costa norte de Zakynthos, en una bahía con un paisaje natural muy sugerente, caracterizado por un alto acantilado escarpado con colores tropicales que rodea y parece abrazar a la playa.

Playa de Xigia

Sus peculiares tonos azules se deben a los manantiales sulfurosos que brotan de una faja de agua dulce en una cueva marina cercana y que contiene mucho azufre. El terreno se compone principalmente de pequeños guijarros muy blancos que le dan a Xigia un aspecto aún más tropical.

Playa de Xigia

Los únicos peros serían que sus aguas se vuelven profundas casi de inmediato y el olor a huevo podrido característico de este mineral, aunque se compensa con el tremendo beneficio que reporta a la salud, siendo de ayuda para muchas enfermedades. De hecho, tiene propiedades curativas y terapéuticas que actúan sobre dolores musculares y artríticos, sobre la celulitis y sobre muchas enfermedades de la piel.

Playa de Xigia

Realmente Xigia está dividida en dos playas, una la más frecuenta y equipada y otra que se divide a su vez en dos y a las que hay que acceder por escaleras. Yo al final optaría por darme un baño en la primera y continuar mi camino. Aquí hay un pequeño parking donde por 3,5 euros se puede dejar el coche todo el día. En mi caso como estuve muy poco tiempo el chico que lo regenta no me cobraría nada.

CUEVAS AZULES Y ALREDEDORES

En unos veinte minutos había recorrido los once kilómetros que me separaban de un viejo molino de viento conocido como Potamitis, situado en el extremo norte de la isla y que una vez se utilizó para moler harina, convirtiéndose hoy en alojamiento para huéspedes.

Molino Potamitis

Tras admirar este y las hermosas vistas que brindan su ubicación, decidiría bajar unos cercanos escalones empinados hasta conseguir una primera visión de las famosas Cuevas Azules que en breve iba a tener la oportunidad de admirar subido en una barca desde el mar.

Pero antes de ello, todavía haría una pequeña parada en el faro de Skinari, situado a sólo 500 metros del molino y en el extremo más al norte de la isla de Zakynthos. Su construcción se remonta a 1897 y desde entonces vigila y protege el paso entre las islas de Zante y Cefalonia. Se encuentra a  67 metros sobre el nivel del mar y la altura de su torre es de 9,5 metros.

Las vistas son fantásticas pudiendo divisarse como los barcos van y vienen a las famosas cuevas que se encuentran justo debajo, así como la isla de Cefalonia en la lejanía.

Y ahora sí me desplazaría otros 550 metros hasta llegar casi a la punta del cabo Skinari, donde tenía localizada a la empresa https://potamitisbros.gr/ con la que iba a hacer la excursión a las Cuevas Azules y a la playa del Naufragio.

Lo bueno que a través de su página puedes reservar la excursión y luego el pago lo realizas directamente allí con efectivo o tarjeta, por lo que no tienes que adelantar el dinero. El precio es de 25 euros si optas por ambas cosas. Desde las 09:30 salen barcos cada quince minutos, por lo que la hora de la reserva es orientativa, pudiendo coger el que mejor te convenga. La duración del viaje es de 2,5 horas e incluye una parada en las cuevas para darte un chapuzón y, por supuesto, disfrutar de la playa del Naufragio durante una hora, aunque si se lo comentas al capitán puedes quedarte allí hasta la llegada del siguiente bote y disfrutar más del lugar.

A las 09:30 en punto estaba, por tanto, en el minúsculo punto desde donde zarpan los barcos de la empresa Potamitis Brothers. Enseñaría mi reserva, me cobrarían y me invitarían a subir al barco que estaba allí amarrado.

Embarcadero Cuevas Azules

Embarcación de las Cuevas Azules

Pocos minutos después empezaríamos la travesía y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en las maravillosas Cuevas Azules. ¡Qué maravilla! No serían pocas las exclamaciones de asombro que se produjeron entre los que estábamos a bordo y es que la primera impresión que te produce la sucesión de arcos perfectos moldeados por el agua y el tiempo durante siglos, unido al espectacular color del agua con unos tonos que pocas veces antes había contemplado en ningún lugar, hacían que este fuese uno de los mejores momentos vividos en Grecia.

Cuevas Azules

Cuevas Azules

Cuevas Azules

Poco a poco la embarcación se iría internando entre las formaciones rocosas, las cuales dan vida a una sucesión de cuevas, algunas incluso con playas de arena, donde los componentes de la excursión tendríamos oportunidad de bañarnos y relajarnos en estas maravillosas aguas azul turquesa. Es conveniente llevar unas gafas de buceo o equipo de snorkel ya que bajo el mar hay cientos de peces de colores y es todo un espectáculo, no teniendo que envidiar en nada a lo visto en la superficie.

Cuevas Azules

Cuevas Azules

Cuevas Azules

PLAYA DEL NAUFRAGIO / MONASTERIO AGIOS GEORGIOS

Tras unos cuarenta minutos en esta zona volveríamos al punto de embarque y cambiaríamos a otra embarcación algo más grande, pues la distancia a recorrer hasta el siguiente destino era mayor y el número de personas se incrementaba de siete que habíamos sido para las cuevas azules a unas veinte.

Sin más dilaciones, pondríamos rumbo al otro tesoro que teníamos pendiente: ni más ni menos que la Playa del Naufragio o Shipwreck, localizada en la costa noroeste de la isla y a la que sólo se puede llegar por mar ya que no existe camino posible para descender hasta ella por tierra debido a las paredes de vértigo de los acantilados que la protegen.

Navegando hacia la Playa del Naufragio

Hasta 1980, la playa se llamaba Agios Giorgios, como el monasterio próximo a sus acantilados, pero cambiaría de nombre a raíz del naufragio del buque mercante Panagiotis, que había sido utilizado para el contrabando de alcohol y tabaco.

La primera imagen que obtendría de la misma a lo lejos sería muy emocionante, pareciéndome mentira que estuviera a punto de llegar a otro de esos lugares míticos en Grecia. Según nos íbamos acercando a la orilla, el momento sería más sublime aún al poder ver ya de cerca el esqueleto oxidado del barco varado en la arena blanca, tumbado al sol, haciendo que su retrato proyecte a escala planetaria la hermosura de esta playa.

Playa del Naufragio

Desgraciadamente, tendríamos que conformarnos con verla desde la embarcación debido a que los desprendimientos en los acantilados que la flanquean, que ya de por sí son frecuentes, habían aumentado como consecuencia de un pequeño seísmo que se había producido hacía pocos días. Pero como quien no se consuela es porque no quiere, a cambio podríamos ver la playa completamente desierta y sin la masificación a la que está acostumbrada. Además un barco de la guardia costera griega vigilaba el lugar por si alguna agencia tenía tentaciones de infringir la prohibición que se había dado de tomar tierra.

Playa del Naufragio

El lugar hace honor a su fama y es que tener a tan pocos metros la colosal e inmensa nave, a quien debe el nombre la playa, hace que te sientas insignificante, estar rodeado de las paredes blancas como la cal de los acantilados que compiten en intensidad con las de la arena, que bien podría ser nieve si no fuera por la temperatura, hace que todo ello te estremezca y la felicidad te abrume.

Playa del Naufragio

Tras las fotografías de rigor, nos desplazaríamos a otra zona de la costa, cercana a la playa del Naufragio, donde podríamos sumergirnos en las aguas transparentes y cristalinas durante unos quince minutos, hasta que llegó el momento de tener que dejar el lugar y emprender el camino de vuelta.

Entorno de la Playa del Naufragio

Entorno de la Playa del Naufragio

Pasados unos minutos de las doce del mediodía desembarcaba en el mismo punto donde todo había comenzado a primera hora de la mañana, muy contento por la experiencia vivida y porque la agencia cumple totalmente con todo lo pactado, por lo que la recomiendo sin dudarlo.

Desde este punto me separaban quince kilómetros y media hora hasta el mirador de la playa del Naufragio, pues quería ver a vista de pájaro el paradisiaco lugar en el que había estado apenas hacía unos minutos. Ingenuo de mí, no podía imaginarme las peripecias que tendría que pasar para conseguir llegar a tal punto.

Y es que cuando llegué al desvío para acceder al mirador que permite observar dicha playa, tanto en coche como caminando, este estaba totalmente cortado con una valla y un coche atravesado, además de la correspondiente vigilancia privada que impedía que por esta vía nadie pudiera pasar.

Pero no pensaba rendirme tan fácilmente, por lo que aparcaría el coche en el cercano monasterio de Agios Georgios Krimnon, fundado en 1535, con interesantes pinturas murales y una torre vigía construida para defenderse de los piratas que atacaban la zona, aprovechando también para visitarlo.

Monasterio Agios Georgios

Monasterio Agios Georgios

Hecho lo cual buscaría el camino más corto y con menos maleza desde la carretera paralela a la que estaba cortada para llegar al mirador de la playa del Naufragio, consiguiendo acceder a esta unos metros después del punto de control y sin que tuvieran ya posibilidad de avistarme, por lo que continuaría el descenso por ella hasta una nueva caseta de control, donde me encontraría a un guardia de espaldas. Aquí hay dos caminos uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha. Yo creyendo que era el primero de ellos continué por el mismo sin ser visto, ya que como acabo de comentar el vigilante estaba mirando hacia el camino correcto, y empecé a descender. Tras unos quince minutos llegaba al mirador de la parte trasera de la playa con un hermoso entorno pero que no satisfacía mis pretensiones, por lo que tras unas fotos, di media vuelta y regresé al segundo punto de control, donde esta vez sí sería interceptado y tras la bronca de rigor, invitado a volver por donde había venido con amenazas de llamar a la policía y con mi gozo en un pozo al menos por la presente jornada.

Parte Posterior Playa del Naufragio

MONASTERIO ANAFONITRIA

En estos momentos me llevaba la decepción del viaje, por lo que abrumado y decepcionado, pondría rumbo hacia una visita más cultural, en este caso el monasterio Anafonitria, situado a sólo doce minutos y menos de cinco kilómetros del anterior mirador.

Este edificio religioso es un importante centro de peregrinación fundamentalmente por dos razones: la primera porque la imagen de la virgen María apareció aquí milagrosamente procedente de Constantinopla y la segunda porque está ligado a San Dionysios, patrón de la isla, el cual vivió aquí como abad en el siglo XVI, siendo este el lugar donde conoció al asesino de su hermano y perdonándole después.

Monasterio Anafonitria

Monasterio Anafonitria

Fue fundado a mediados del siglo XV, durante la ocupación veneciana de la isla. El conjunto del monasterio lo forman varios edificios, entre ellos una torre con fines defensivos de forma cuadrada. La iglesia principal se sitúa en el centro del complejo y posee tres naves. Los frescos de la iglesia son impresionantes y datan de hace cinco siglos.

OLIVO EXO CHORA

Ya que se encontraba de camino aprovecharía para admirar el árbol más antiguo de la isla, título que le corresponde a un olivo de más de dos mil años de antigüedad, localizado en la pequeña localidad de Exo Chora. En sólo doce minutos y siete kilómetros estaba ya contemplándolo.

Olivo Exo Chora

Olivo Exo Chora

ACANTILADOS KAMBI

Mi siguiente parada sería en otro lugar que corta la respiración. Me refiero a los acantilados de Kambi. En este caso necesitaría ocho minutos para recorrer cuatro kilómetros. Este es otro de esos lugares a los que merece la pena llegar ya que lo que te ofrece son vertiginosos muros de roca desnuda que caen a plomo sobre el mar Jónico. No hay senderos marcados, pero puedes ir caminando por el borde y conseguir espectaculares panorámicas. Aquí salta a la vista una gigantesca cruz de hormigón que honra a aquellos que han perdido la vida durante los tiempos de ocupación en la Segunda Guerra Mundial.

Acantilados Kambi

Acantilados Kambi

PORTO LIMNIONAS

Ya era la hora de comer, por lo que me pareció buena idea parar en un restaurante al lado de la carretera con una tranquila terraza, donde tomaría unos sándwiches de pollo y dos coca colas por quince euros, para tras ello dirigirme hasta Porto Limnionas, el cual se encontraba a casi catorce kilómetros que me llevaría recorrerlos unos 25 minutos.

A diferencia de mis dos inmediatas paradas anteriores, este es uno de los lugares con más fama de la isla por lo que encontraría bastante ambiente, aunque tampoco hasta un punto que fuese agobiante. Y es que se trata de una de las playas más pintorescas de la isla. Aunque a decir verdad se trata más bien de una inmensa poza abierta al mar, rodeada por acantilados de baja altura a la que uno se puede lanzar desde los mismos. Sus colores son deslumbrantes y sus aguas tranquilas. Otro aliciente en esta área son la gran cantidad de cuevas por las que puedes nada y adentrarte, con una visibilidad fascinante de los fondos marinos, por lo que es recomendable traer unas gafas o equipo de snorkel.

Porto Limnionas

Me hubiese quedado toda la tarde aquí, pero había todavía un último destino que me apetecía mucho conocer antes de que anocheciera, por lo que decidí continuar mi camino hasta el mismo.

Según conducía hacia allí, iba siendo consciente que había optado por pasar demasiado poco tiempo en una isla tan paradisiaca donde cada paisaje y cada parada merecerían por si solas dedicarles medio día para disfrutar al máximo, pero al final debía adaptarme al tiempo del que disponía.

MIRADOR MYZITHRES

En cincuenta minutos y tras otros 28 kilómetros llegaba hasta un mirador de nombre impronunciable conocido como Myzithres, el cual me brindaría una vista que, sinceramente, creo que en nada tiene que envidiar a la de la famosa playa del Naufragio. Puede hacerle una perfecta competencia. Y es que la imagen de sus espectaculares acantilados de 300 metros de altura y las dos altas e imponente rocas blancas que emergen del mar como agujas puntiagudas rodeadas por aguas azul turquesa hacen que este punto sea otro de los que hay que incluir obligatoriamente en una visita a la isla de Zante.

Mirador Myzithres

Mirador Myzithres

Puesta de Sol en el Mirador Myzithres

Ojo porque es importante realizar los últimos 500 metros caminando para evitar dañar el vehículo si este no es un todoterreno.  Y en el mirador no arriesgar demasiado ya que es una zona bastante expuesta.

Muy cerca de aquí, a sólo un kilómetro, se sitúa el restaurante keri Lighthouse, donde me hubiese gustado poner la guinda a la jornada que estaba a punto de finalizar, pero desgraciadamente estaba cerrado, por lo que optaría por conducir hasta la ciudad de Zante y volver a cenar en el mismo restaurante que ayer: Marpesa Gastro Bar, donde hoy me animaría con una excelente moussaka cocinada de manera distinta a todas las demás que había probado hasta ahora, acompañada por una cerveza (15 euros).

De esta manera, ponía rumbo a mi alojamiento para descansar, algo que no conseguiría demasiado ya que no dejaba de darle vueltas a si conseguiría llegar mañana al mirador de la Playa del Naufragio, algo que se había convertido ya en una obsesión.

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