Sólo me quedaban dos días en Grecia, los cuales los iba a
aprovechar para seguir conociendo algunos de los lugares más icónicos del país
que todavía tenía pendientes, mientras me iba aproximando a la capital, ya que
la salida del vuelo estaba prevista para el domingo por la tarde.
El trayecto hasta mi primera parada de hoy iba a ser largo ya que
tenía por delante casi 160 kilómetros y dos horas de recorrido. Lo bueno que,
como de costumbre, apenas había tráfico e iría sólo casi todo el camino.
TERMÓPILAS
Dicha parada sería en el mítico paso de las Termópilas, donde en el año 480 a.C. un ejército de
7000 soldados comandado por Leónidas I de Esparta se enfrentó al gigantesco
ejército persa, compuesto, según Herodoto, por más de dos millones y medio de
soldados. Aunque Leónidas contuvo a los persas unos días, estos abrieron un
paso y atacaron a los 2300 griegos restantes por la retaguardia. Solamente
sobrevivieron dos griegos y la derrota supuso la invasión persa de Grecia
central y Atenas.
Estatua del Rey Leonidas de Esparta. Paso de las Termópilas |
Dicha batalla se recrea a la perfección en la película 300 del director Zack Snyder.
Hay una estatua en bronce del rey Leónidas junto a la carretera,
frente al túmulo funerario que honra a los soldados que murieron aquí. A la
izquierda del túmulo están las fuentes de aguas sulfurosas que dieron nombre a
las Termópilas, o puertas calientes.
Paso de las Termópilas |
Aquí hay también un spa y mucha gente se baña gratis en las cascadas que alimentan el complejo de ocio y relajación.
DELFOS
El lugar no tiene mucho más que ofrecer por lo que seguiría mi
camino hacia el auténtico plato fuerte del día: el recinto arqueológico de Delfos, al que llegaría después de otros
ochenta kilómetros que tardaría en recorrer una hora y veinte minutos.
Eran las once cuando dejaba el coche en el parking habilitado a
tal efecto y afortunadamente no hacía un calor sofocante, por lo que podría
realizar la visita de manera agradable. La entrada me costaría doce euros y el
horario del recinto es de 08:00 a 20:00. Ya que se encuentra al aire libre es
recomendable llevar protección solar y una gorra o sombrero para protegerse del
sol, además de agua ya que esta no se puede comprar dentro del mismo.
La historia de Delfos está unida a sus templos y a su oráculo. Su
encuadre natural contribuyó en gran manera a darle su carácter sagrado y
misterioso.
El oráculo de Delfos fue el más célebre entre los oráculos
griegos. Los numerosos peregrinos que querían consultarlo debían primero
sacrificar un cordero, una cabra, un cerdo o cualquier otro animal. Si los
augurios eran favorables, esperaban su turno (por sorteo) a menos de haber
recibido de las gentes de Delfos el promanteia o derecho de prioridad,
reservado en principio a los visitantes ilustres, y negado a las mujeres.
El solicitante sometía entonces sus preguntas a la Pitia, la
sacerdotisa que transmitía los oráculos, campesina de más de cincuenta años.
Las profecías que pronunciaban eran transcritas en hexámetros por un poeta.
Según la opinión de algunos, se contentaba con escoger entre las respuestas
preparadas de antemano. Sea como fuere, la interpretación de sus
predicciones era generalmente muy
oscura.
Tras ser destruido en dos ocasiones por un incendio y un terremoto
no sería hasta el emperador Adriano cuando se restauran enteramente los templos
y se reorganiza el lugar.
El oráculo fue consultado por última vez por el emperador Juliano,
antes de ser prohibido por Teodosio en
el 385.
La visita a Delfos supone aproximadamente entre tres y cuatro
horas mínimo, ya que el recinto es inmenso y cuenta con infinidad de lugares
para visitar y disfrutar, por lo que es indispensable llegar con tiempo y sin
prisas.
Delfos puede dividirse en tres centros de interés: el Hierón (templo de Apolo, teatro y
estadio), Marmaria (donde está el
Oráculo de Delfos o Santuario de Atenea) y el Museo.
Comenzaría visitado el
Hierón, cuyo basto panorama con un mar de olivos más abajo y plantaciones
de pinos y cipreses en los alrededores, forman un marco a la medida del templo
de Apolo.
Accedería a él a través de una puerta abierta en el recinto del
santuario (el períbolo), siguiendo la Vía Sagrada que se inicia en este lugar y
que ha conservado restos del primitivo pavimento, pasando ante las ruinas (a la
izquierda) de una serie de monumentos, los tesoros construidos por las ricas
ciudades griegas para albergar las ofrendas hechas al dios. El más célebre y
mejor conservado es el tesoro de los
atenienses, edificado entre 490 y 485, con el diezmo del botín tomado en
Maratón. Construido en mármol de Paros, sus esculturas representaban las
hazañas de Heracles y Teseo y los combates entre griegos y amazonas.
Vía Sagrada. Delfos |
Tesoro de los Atenienses. Delfos |
Continuando el ascenso a lo largo de la Vía Sagrada, dejaría a mi izquierda las ruinas del Buleuterio o senado de Delfos, luego las del Santuario de Gea, sede del oráculo primitivo.
Es así como llegaría a la entrada del templo donde se pueden
observar los pedestales de las ofrendas, entre ellos la famosa columna
serpentina (trípode de los platenses) edificada después de la victoria de las
gentes de Platea en 479 a.C.
El propio templo de Apolo
Pitio, por su parte, se eleva sobre una terraza realizada en el siglo VI
a.C. Albergaba el ónfalos, “centro del mundo”, en una sala subterránea sobre la
cual la Pitia o sacerdotisa respiraba las exhalaciones que la hacían entrar en
trance. En el vestíbulo de este templo dórico estaban grabadas frases de los
siete Sabios de Grecia, entre ellas la famosa de “conócete a ti mismo”, de
Sócrates.
Templo de Apolo. Delfos |
Templo de Apolo. Delfos |
Justo al norte del templo se dibuja el teatro, construido en el siglo IV a.C., restaurado por Eumenes II de Pérgamo en 159 a.C. y después por los romanos. Tenía un aforo de 5000 espectadores y las vistas desde su parte alta son realmente abrumadoras, consiguiendo panorámicas de todo el entorno de Delfos. Es uno de los más bellos de Grecia junto con el Epidauro.
Teatro de Delfos |
Teatro de Delfos |
Más al oeste encontraría el estadio, situado sobre una pequeña meseta artificial y en el corazón de un bosque de pinos, el cual data del siglo II a.C. Es uno de los estadios mejor conservados del país. De casi 180 metros de largo, con una parte excavada en la roca sobre el santuario principal, podía albergar hasta 7000 espectadores durante los juegos Píticos, que se celebraban cada cuatro años. Los juegos nacieron de un festival musical, que tenía lugar en el teatro cada ocho años para celebrar la mítica muerte de la serpiente Pitón a manos de Apolo. Aunque el festival giraba en torno a los recitales de música y poesía, a partir del 582 a.C. se añadieron pruebas atléticas en el estadio. Los trofeos eran puramente honorarios; cada ganador recibía la tradicional corona de laurel y el derecho a tener su estatua en el santuario.
Estadio de Delfos |
Estadio de Delfos |
Tras esta apasionante visita era el momento de visitar el museo de Delfos, uno de los más importantes de Grecia. Sus colecciones proceden exclusivamente del yacimiento. Fue reconstruido en 1960, con tanto cuidado que su visita resulta agradable y apasionante.
A lo largo de sus salas encontraría obras maestras únicas de la
escultura arcaica, como son los relieves del tesoro de Sifnos, una de las
maravillas del museo; escudos de bronce
con bellos ejemplos del arte de la fundición, de estilo cretense o hitita; el
ónfalos, una gruesa piedra esculpida que, según una antigua creencia, marcaba
el punto central del mundo conocido, allí donde se reencontraron las águilas de
Zeus; las dos estatuas colosales de los Gemelos de Argos, Cleobis y Bitón,
quienes después de haber arrastrado el carro de su madre desde la ciudad hasta
el Heraion, se durmieron para siempre en el santuario; relieves que decoraban
el tesoro de los atenienses, realizados después de la batalla de Maratón;
esculturas del templo arcaico de Apolo, etc.
Relieves tesoro de los Atenienses. Museo de Delfos |
Gemelos de Argos. Museo de Delfos |
Pero por si todo lo anterior fuera poco, lo que menciono a continuación justifica por sí sola la visita a este museo. Se trata del grupo de las Tíadas (sacerdotisas de Apolo), obra maestra jónica de principios del siglo IV a.C.; algunas de las más célebres estatuas clásicas, como la de Augias, del gran escultor clásico Lisipo; la estatua del auriga de Delfos, una de las obras maestras del arte helénico, hallada casi intacta, la cual formaba parte de una cuadriga de bronce consagrada por Polyzalos, tirano en Sicilia hacia 474 a.C. después de su victoria en los juegos píticos; o la hermosa estatua grecorromana de Antínoo, joven favorito del emperador Adriano.
Auriga de Delfos |
Finalmente, me encaminaría hacia la zona de Marmaria, separada por casi un kilómetro de todo lo visitado anteriormente y que, sin embargo, alberga la imagen más característica de Delfos a la que ahora haré mención. De hecho el desconocimiento de esta distribución del yacimiento por mucha gente, hace que pase inadvertido para ellos esta zona, llevándose una buena decepción cuando descubren posteriormente que se han marchado sin ver uno de los iconos no sólo de Delfos sino de la misma Grecia.
Es aquí donde se elevaba antiguamente el santuario de Atenea
Pronaia, la guardiana del templo. A la entrada del santuario están las ruinas
de un templo del siglo VI a.C. dedicado a Atenea. En el otro extremo se
conservan los restos de otro templo dedicado a la diosa, construido en estilo
dórico en el siglo IV.
Es entre los dos templos recién mencionados donde se encuentra el
monumento más destacable y fotografiado de Marmaria y de Delfos: el circular Tholos, cuya función todavía se
desconoce. La rotonda data de principios del siglo IV a.C. y originariamente
estaba rodeada de 20 columnas. Tres de ellas volvieron a ser erigidas en 1938
para dar una idea de la antigua belleza del edificio.
Tholos. Marmaria. Delfos |
Tholos. Marmaria. Delfos |
Estaría un buen rato disfrutando de este lugar, para acto seguido tomar un sendero que me llevaría hasta donde está emplazado un gimnasio, el cual estaba edificado en varios niveles debido a la inclinación del terreno. Contaba con baños fríos para los atletas que se entrenaban para los juegos Píticos, con un diámetro de unos nueve metros. También contaban con una palestra, o zona de entrenamiento con su respectivo vestuario. Además de una pista exterior, poseía otra pista cubierta de 180 metros de longitud que se usaba cuando hacía mal tiempo.
Gimnasio. Marmaria. Delfos |
La visita la terminaría con la fuente Castalia, la cual proporcionaba el agua al recinto Marmaria. Se piensa que, antes de entrar en el recinto sagrado, los que visitaban Delfos por razones religiosas y los atletas debían purificarse en las frías aguas de esta fuente, sobre todo lavándose el pelo. La pitia también se lavaba aquí antes de pronunciar sus oráculos. Los nichos en las rocas que la rodean contenían los objetos votivos ofrecidos a la ninfa Castalia, a quien estaba dedicada la fuente.
Fuente Castalia. Marmaria. Delfos |
Algunas leyendas sitúan aquí la guarida de la serpiente pitón y los poetas latinos la consideran el lugar favorito de estancia de Apolo y las Musas.
Se cuenta además que el poeta Lord Byron se tiró a la fuente
creyendo que las aguas aumentarían su espíritu poético.
Eran casi las cuatro cuando abandonaba el lugar, lo que
significaba que había permanecido en el mismo la friolera de casi cinco horas.
Es verdad que me recreé todo lo que quise, pero también permite hacerse una
idea de todo lo que Delfos puede llegar a ofrecer.
Dado que estaba muerto de hambre optaría por comer un bocadillo y
una coca cola en la cafetería del museo (9 euros), ya que no había otro lugar
cerca.
ARACHOVA
Mi siguiente parada no estaba lejos. Sólo tendría que recorrer diez
kilómetros y ya me encontraba en Arachova,
una localidad situada a los pies del monte Parnaso que parece ser es víctima de
sufrir las consecuencias despiadadas del turismo excesivo durante el invierno
dado que se pone hasta arriba de esquiadores y de atenienses que se mueren por
ver un paisaje nevado.
Arachova |
Afortunadamente, en estas fechas el lugar estaba poco concurrido y podría disfrutar de una ciudad histórica que ha logrado mantener muchas de sus características tradicionales con casas antiguas bien restauradas y bonitas calles empedradas.
Arachova |
Arachova |
Entre su patrimonio cabría destacar la iglesia de San Jorge en la parte alta de la localidad, la torre del Reloj o el museo del Folclore. Aunque creo que lo mejor es, sin duda, las vistas maravillosas de su entorno y en especial del mítico monte Parnaso, vivienda épica de las Musas y de Apolo y considerado como la patria simbólica de los poetas.
Iglesia de San Jorge. Arachova |
Torre del Reloj. Arachova |
Después de pasear por sus calles y conocer sus monumentos no podría evitar detenerme en un agradable café, donde tomaría unos deliciosos pasteles y una coca cola mientras disfrutaba de unas espectaculares vistas hacia un desfiladero. Una manera perfecta de relajarme antes de continuar el viaje.
Arachova |
GALAXIDI
Por delante tenía 44 kilómetros que recorrería en cincuenta
minutos hasta llegar a Galaxidi, la
localidad costera que me acogería esta noche, por lo que lo primero que hice
fue llegar hasta mi alojamiento. Había elegido Filoxenia Studios, donde por 45 euros estaría en un agradable
apartamento bien situado, ya que en pocos minutos podría llegar a la zona de
restaurantes y al paseo marítimo. No dispone de parking pero se puede aparcar
en los alrededores sin problemas. La habitación era amplia y estaba limpia,
cumpliendo mis expectativas. La dueña sería correcta sin más. El desayuno fue
espectacular con dulces típicos, tortilla recién hecha, zumo natural. Una
maravilla.
Galaxidi |
No quedaba mucho para que anocheciera, por lo que tan sólo me dedicaría a pasear por las agradables pequeñas bahías que se suceden por su costa disfrutando de las vistas del mar hacia un lado y de las vistas de la iglesia encaramada en la cima de la colina con el pueblo descolgándose por las laderas debajo de ella. El puerto principal es pequeño y se podían ver yates de un buen nivel económico. En el pasado sería un importante centro de construcción de barcos.
Galaxidi |
Galaxidi |
Galaxidi |
Ya con la noche como protagonista optaría por cenar en la taberna Tasos. Me decantaría por pedir boquerones fritos y un plato de patatas fritas con la respectiva cerveza, costándome todo 15 euros.
Taberna Taxos. Galaxidi |
Antes de marcharme a descansar decidiría volver a recorrer parte del solitario paseo marítimo, mientras un sinfín de imágenes y sensaciones se iban sucediendo en mi cabeza de las más de tres semanas que había permanecido en Grecia. Estaba nostálgico por todo lo vivido y totalmente enamorado de un país que no sólo había cumplido mis expectativas sino que las había superado con creces y al que ya tengo ganas de volver.
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