MONODENDRI
Comenzaba la jornada paseando por el agradable
pueblo de Monodendri, al que había llegado ayer por la noche. Apenas habían
pasado unos minutos desde que el sol empezaba a iluminar sus calles por lo que estas
se caracterizaban por encontrarse solitarias y sin gente, salvo alguna
excepción, que parece que tenían los mismos planes que yo, y es que su forma de
vestir les delataban.
El encanto de Monodendri reside en sus casas solariegas, sus calles empedradas decoradas con enredaderas y flores, así como el hermoso entorno en el que se ubica. A todo ello le acompañan el monasterio del profeta Elías y otras tres iglesias construidas con enormes piedras grises de los alrededores del pueblo que da al conjunto cierta uniformidad, considerándose uno de los más hermosos de la región de Zagoria y declarado por ello monumento histórico nacional.
CAÑÓN DE VIKOS
Este inicial y relajado paseo matutino sería tan
sólo la antesala de lo que estaba por venir, ya que en apenas unos minutos iba
a iniciar la ruta de senderismo que me llevaría al soberbio cañón de Vikos.
Son muchos los que la consideran la mejor
excursión que se puede realizar en Grecia. Excavada por el río Voïdomátis, sus
escarpadas y erosionadas paredes de caliza alcanzan casi los mil metros de
profundidad lo que le permitió en 1997 entrar en el libro Guinness de los
Récords como la garganta más profunda del mundo gracias a la proporción entre
altura y anchura. Aunque esto es bastante discutible ya que, por ejemplo el
cañón del río Tara, en Montenegro, que tendría la oportunidad de conocer el año
pasado, también se atribuye el primer puesto y encima con 1300 metros en su
punto más profundo.
Cartel Record Guiness Cañón Vikos
Pero dejando a un lado las polémicas, el caso es que la garganta atraviesa el Parque Nacional Vikos – Aóos, creado en 1975, a través de bosques de hayas, castaños y arces. Además es habitual poder observar aves de presa, como el buitre egipcio volando en círculos, y hay numerosos lagartos y tortugas.
Son varias las opciones a elegir. La más común es
la que une Monodendri con el pueblo de Vikos donde se realizan entre 12 y 13
kilómetros en unas cinco o seis horas. Aunque esta se puede alargar hasta los
pueblos de Megalo Papingo y Mikro Papingo lo que supone alargar la excursión en
otros 4 o 5 kilómetros y por tanto aumentar el tiempo a siete u ocho horas.
Otra posibilidad, si no se quieren afrontar tantos kilómetros, es enlazar estos
dos últimos pueblos quedándose en un recorrido más corto de cuatro kilómetros.
Como se ve sólo en este tramo las opciones son múltiples por lo que, como ya comentaba, la zona ofrece un sinfín de posibilidades para todo tipo de gustos y personas.
La senda, salvo alguna pequeña excepción, no
tiene pérdida y se encuentra bien indicada, por lo que se puede hacer
perfectamente sin guía ya que apenas tiene derivaciones o caminos que lleven a
confusión. En todo momento se va por el fondo del desfiladero y en este sentido
es sencillo. Otra historia son los aproximadamente 700 metros de desnivel que
es necesario afrontar entre la bajada y la subida al cañón, por lo que teniendo
esto en cuenta, más la duración del recorrido, es necesario tener cierta forma
física para disfrutarlo.
El calor en verano es sofocante, por lo que
también es indispensable llevar mucha agua. Yo estando ya casi en la mitad de
septiembre consumiría unos tres litros, por lo que es muy importante llevar
suficiente líquido ya que en el camino no hay fuentes. También es fundamental
llevar suficiente comida y un buen calzado, así como un chubasquero por si
sorprende alguna tormenta.
Otro aspecto a tener en cuenta es el regreso ya
que al ser una ruta lineal y no circular, será necesario contar con un vehículo
que te devuelva a Monodendri, ya que no creo que haya mucha gente que se atreva
a volver caminando. Para ello bastará con preguntar en cualquiera de los bares
o restaurantes del pueblo en el que se finalice la ruta para que ellos se
pongan en contacto con un taxi que te permita volver o dejarlo apalabrado con
los responsables del alojamiento que hayas elegido el día anterior. Tened en
cuenta que el precio es caro, pues supone entre 40 y 50 euros.
Sin más preámbulos, comenzaba la excursión a las
08:30, en el centro del pueblo de Monodendri, al lado de la iglesia de Agios
Georgios, siguiendo las marcas de pintura blanca y roja. Poco a poco el
conjunto urbano quedaba a mis espaldas y afrontaba la pendiente descendente que
en continuos zigzags me iba a situar al fondo del cañón y junto al río que en
estos momentos del año se encuentra casi completamente seco. Ya en estos
primeros momentos me podría deleitar, gracias a algún claro, con las primeras y
sorprendentes vistas de las colosales paredes de granito que flanquean la
garganta a ambos lados.
Iglesia Agios Georgios. Monodendri Ruta Garganta de Vikos
Mucho cuidado con ir distraído y no fijarse en la señal que pone “Vikos” en un cartel de madera clavado en un árbol y que indica hacia la izquierda, ya que si tomas el otro camino hacia la derecha, irás en sentido contrario. A mí me pasó e hice una hora de recorrido erróneo hasta que me di cuenta, aunque gracias a que había madrugado pude corregir el fallo y continuar con la ruta prevista.
Tras la confusión y el primer esfuerzo inicial,
el camino se vuelve más sencillo y avanzaría bajo los imponentes muros de
Vikos. El sendero serpentea a lo largo del lecho seco del río, ahora lleno de
rocas redondeadas en lugar de torrentes. Se suceden piedras cubiertas de musgo
y verdes campos de hiedra, sobre antiguos caminos de piedra y suelo húmedo, a
la sombra de un frondoso dosel que proporciona el bosque. El musgo sigue siendo
el protagonista, colgando de las ramas arqueadas y cubriendo troncos
retorcidos, otorgando una sensación verdaderamente mágica al lugar.
Ruta Garganta de Vikos Ruta Garganta de Vikos
A medida que el desfiladero se abre, también lo hace la vegetación, y pronto los pedregales y la espesura reemplazan a los bosques encantadores de antes, dando paso a impresionantes vistas de Vikos.
Ruta Garganta de Vikos Ruta Garganta de Vikos Ruta Garganta de Vikos
Es en este punto del camino donde una intersección me obligaría a tomar una complicada decisión. Por un lado, continuar por el camino de la izquierda que conduce hasta el pueblo de Vikos o seguir por el de la derecha hasta los pueblos de Megalo y Mikro Papingo.
Intersección Vikos - Megalos. Ruta Garganta de Vikos
La verdad que no me encontraba cansado, estaba disfrutando enormemente de la ruta y no era tarde, por lo que teniendo en cuenta todas estas circunstancias me animaría a continuar al menos hasta uno de los Papingos, lo que me llevaría otras dos horas aproximadamente.
Con las energías renovadas seguiría caminando,
debiendo emplearme a fondo en este tramo, pues tocaba afrontar una empinada
subida en zigzag que era bastante exigente. Nuevamente, las vistas que se
consiguen son de infarto, mereciendo cada paso y cada gota de sudor el
esfuerzo.
Ruta Garganta de Vikos Ruta Garganta de Vikos Ruta Garganta de Vikos
Afortunadamente, el camino llanea poco después de la misma lo que me permitiría recuperarme del esfuerzo. Unos metros más adelante de nuevo otra bifurcación me hacía volver a elegir. Tenía que optar entre Megalo Papingo, a tiro de piedra, o llegar hasta Mikro Papingo, todavía un poco más lejos. Decidiría la primera opción, ya que me apetecía mucho conocer la arquitectura tradicional de este pueblo y si después me quedaban fuerzas continuaría hasta la última localidad.
Mikro Papingo en la lejanía. Ruta Garganta de Vikos
En el fondo sabía que era sólo una excusa, pues una vez en Megalo Papingo y tras verme paseando por sus calles y encontrarme con alguna terraza donde saborear una cerveza bien fría, caería en la tentación y lo último que me apetecería después era volver a ponerme a caminar.
Pero estaba más que satisfecho, después de
recorrer la totalidad de la garganta de Vikos y unas ocho horas y 16 kilómetros
de recorrido.
MEGALO PAPINGO
Megalo Papingo se encuentra encaramado en la
ladera de la montaña y no es de extrañar que para muchos esté considerado como
el pueblo más bonito de la región de Zagori. Se encuentra rodeado de un
espectacular paisaje montañoso y su conjunto urbano muestra casas señoriales,
calles empedradas, hermosas fuentes y antiguas iglesias bizantinas, todo ello
basado en la arquitectura tradicional local, lo que le da un ambiente muy
especial al pueblo.
Megalo Papingo Megalo Papingo Megalo Papingo
Del mencionado paisaje montañoso destaca especialmente la imagen de las espectaculares torres de Astraka, uno de los iconos de esta zona y por cuyas inmediaciones se pueden realizar infinidad de rutas de senderismo, por si no había ya suficientes.
Torres de Astraka. Ruta Garganta de Vikos
Cuando doy con lugares tan auténticos como este, con la belleza de las montañas, su exuberante vegetación, lo salvaje del paisaje y su arquitectura local tradicional me da mucha rabia no poder disfrutarlos mucho más, pero es lo que tiene no poder estirar el tiempo. Así que trataría de retenerlo todo en la retina mientras paseaba por el pueblo y disfrutaba, posteriormente, como ya presagiaba, de una buena cerveza fría en una de sus terrazas.
Sólo me quedaba esperar al taxi que había quedado en recogerme aquí, tras llamar a los dueños de mi hotel e indicarles donde estaba, algo que ya habíamos hablado ayer por la noche.
Tras una hora de camino para realizar treinta
kilómetros llegaría a Monodendri. El taxi me saldría por cincuenta euros. Era
ya de noche y decidiría pasar un rato por mi hotel para dejar la mochila y
descansar, antes de volver a salir para cenar, lo que haría en el restaurante Dionisos, donde pediría un
sopa espectacular de judías pintas y una ensalada griega, acompañadas por una
cerveza (15 euros).
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