El archipiélago canario está formado por siete islas y varios islotes que se localizan en pleno océano Atlántico, a 1100 kilómetros de la península Ibérica y no muy lejos de la costa noreste africana. De origen volcánico, las Canarias surgieron del fondo del mar hace millones de años y por estar cerca del Trópico de Cáncer, recibir de pleno los húmedos vientos alisios y tener sus costas bañadas por aguas frías, gozan de un clima privilegiado, uno de los mejores del mundo, que se caracteriza por unas suaves y constantes temperaturas.
Aunque pueda parecer mentira y aún contando con todos los alicientes descritos en el párrafo anterior, tan sólo he estado en ellas una vez y de ello hace ya casi treinta años, por lo que apenas me quedan recuerdos de aquella estancia en la isla de Tenerife, salvo de algunas playas del sur y alguna pequeña escapada por los alrededores del valle de la Orotava.
Era el momento de regresar a las Islas Afortunadas y más concretamente a la isla de Tenerife. Efectivamente, regresaba a la única isla en la que ya había estado y no por casualidad, sino porque el objetivo principal, tanto de mi padre como el mío, era conseguir ascender a la montaña más alta de España: el Teide. Todo un reto que llevábamos persiguiendo muchos años y que parecía que por fin se podía hacer realidad.
Tajinaste Rojo en el Parque Nacional del Teide |
Aunque este era el motivo esencial de nuestro viaje, al disponer de otros dos días aprovecharíamos para conocer también algunos de los lugares más característicos de la isla. Siendo la más grande del archipiélago cuenta con infinidad de pueblos, espacios naturales, playas y rincones para descubrir por lo que la decisión sería realmente complicada a la hora de elegir, decantándonos finalmente por los lugares más importantes y con más nombre. Por tanto, nuestro viaje quedaría montado como puede verse en este y en los siguientes capítulos.
PARQUE NACIONAL DEL TEIDE
En sus tiempos, los aborígenes estaban convencidos de que en su cima habitaba algún malvado demonio que cada vez que se enojaba soltaba una gran bocanada de fuego por sus fauces, por lo que a nadie se le ocurría acercarse a sus inmediaciones. Hoy en día, millones de turistas acuden hasta él con el único fin de estar lo más cerca de su cumbre.
Existen muchas formas de disfrutar del Teide, tanto si se llega hasta la cima como si no. Nosotros, como ya comentaba, queríamos llegar hasta ella caminando pues si ya de por si nos encanta subir montañas, en este caso sentíamos una especial fascinación por esta grandiosa cumbre, al poder vivir la experiencia de estar en un volcán todavía activo del que salen vapores de azufre, así como el hecho de estar en las montaña más alta de las Islas Canarias y de toda España, por no hablar de las espectaculares vistas que a lo largo de toda la ruta se consiguen de toda la isla que, en días despejados, se extienden por todo el archipiélago canario hasta África.
Pico Teide |
No obstante, la opción más sencilla es hacerlo utilizando el teleférico situado a más de 3500 metros de altitud, algo que nosotros utilizaríamos para la bajada, pues sería lo más beneficioso para nuestras pobres rodillas, ya que para una vez que se presentaba esta oportunidad había que aprovecharla.
Aunque técnicamente no supone ninguna dificultad, el hecho de tener que afrontar 1400 metros de desnivel en continua ascensión por un camino pedregoso y escarpado, que puede llevar más de cuatro horas, la hacen una ascensión exigente y para la que se requiere tener buena forma física.
Algo de suma importancia es que el camino desde la estación terminal del teleférico hasta la cima está cerrado por ser zona de protección medioambiental, por lo que debe solicitarse un permiso especial con semanas o meses de antelación en la página web: www.reservasparquesnacionales.es. Después de seleccionar en el acceso al pico del Teide el día que uno quiera, habrá que decidir el intervalo horario en el que se quiera realizar la subida, el cual es de dos horas para todo, es decir para subir, bajar y estar en la cumbre, por lo que cada uno debe distribuírselo según le convenga, pero debiendo estar en el punto de control a la hora indicada tanto a la entrada como a la salida.
Cuando nosotros subimos el refugio de Altavista continuaba cerrado, por lo que la opción de dormir en él y realizar en dos tramos la subida seguía sin ser posible. No obstante, se conceden permisos para realizar vivac en zonas concretas, por lo que lo mejor es informarse si esto es lo que quieres.
Con condiciones meteorológicas desfavorables (niebla, nieve, hielo, tormenta) se desaconseja la ascensión. Tampoco hay que infravalorar el mal de altura: si durante la subida aparecen síntomas como dolor de cabeza, náuseas y mareos, se debe hacer una pausa e hidratarse bien, y si los síntomas no desaparecen, se recomienda regresar.
También es importante llevar ropa de abrigo, protección contra lluvia y viento, guantes y gorro (también en verano) y crema solar. Tampoco puede faltar comida y abundante agua.
Nuestra ruta comenzaría bien temprano, a las seis y media de la mañana. Nuestra intención era aparcar en el km 40,5 de la carretera de Las Cañadas, en el inicio de la pista conocida como Montaña Blanca, ya que es aquí donde empieza el sendero señalizado en dirección al Teide, donde a sólo cien metros existe una barrera que impide el paso a los vehículos. El problema de este parking es que sólo admite diez vehículos y, aunque pueda parecer mentira, ya estaban todas las plazas ocupadas debido a los que fueron más madrugadores que nosotros y sobre todo a los que había hecho vivac la noche anterior, por lo que no nos quedó otra que continuar hasta las inmediaciones del aparcamiento del teleférico y dejar allí el coche. Luego nos alegraríamos porque ese tramo ya no lo tendríamos que hacer.
Sendero Montaña Blanca |
Amaneciendo en el P.Nacional del Teide |
Por tanto, sería desde este último punto, el parking del teleférico, desde donde comenzaríamos a andar. Nosotros iríamos por la carretera, pero sólo porque al ser tan temprano no pasaban casi coches, pero no lo recomiendo porque no hay arcén y es peligroso si vienen dos vehículos al mismo tiempo por ambos sentidos. Por lo que lo mejor es tomar la senda de tierra de cuatro kilómetros que conecta este punto con la Montaña Blanca.
Ya en esta, la pista va subiendo cómodamente a través de las laderas de piedra pómez. Pasado un cuarto de hora ignoramos el camino carretero de la derecha y después de otro rato nos encontraríamos con dos postes metálicos.
Sendero Montaña Blanca |
Sendero Montaña Blanca |
La pista sigue subiendo trazando curvas amplias por las laderas de la montaña Blanca hasta pasar por los famosos huevos del Teide. Estos son enormes bolas de lava de hasta cinco metros de diámetro que, probablemente, se separaron de la masa líquida de lava y al rodar se convirtieron en bolas. Es como si la mano de un gigante hubiera tirado los dados y estos se encontraran dispersos por la ladera.
Huevos del Teide |
Huevos del Teide y Colada de Lava |
Aproximadamente, a una altura de 2700 metros, cerca de la cima de la montaña blanca, nos desviaríamos a la derecha por el sendero señalizado en dirección al refugio de Altavista. El sendero aquí es muy empinado y sube zigzagueando por un cantizal de piedras ocre. Al cabo de treinta minutos dejaríamos atrás la parte más empinada del recorrido y llegaríamos a un allanamiento de la ladera cubierto de enormes peñascos redondos: la Estancia de los Ingleses. En pocos minutos llegaríamos a otro similar: la Estancia de los Alemanes. El camino continuaría por un campo cubierto de retama que a los quince minutos abandonaríamos a la izquierda, para afrontar una nueva subida que nos llevaría de forma directa al refugio de Altavista, que no se divisa hasta que lo tienes encima. Este se encuentra ya a una altitud de 3260 metros y fue fundado en 1893. Lástima que desde la pandemia se cerró y ya no se ha vuelto a abrir por problemas administrativos.
La Fortaleza en la Ascensión al Teide |
Hacia el Refugio de Altavista |
Hacia el Refugio de Altavista |
A la izquierda del refugio se encuentra el camino ancho y en parte empedrado que lleva a la cima. El camino tiene tramos de subida pronunciada y cruza una corriente de lava. Al cabo de unos veinte minutos y justo después de una curva muy cerrada a la izquierda, una senda se desvía a mano derecha, la cual conduce, a través de trozos de lava negra, hasta la cercana cueva del Hielo, cuyo acceso se encuentra cerrado, por lo que no nos molestaríamos en malgastar fuerzas en llegar hasta allí. Una pena porque posee galerías de al menos cincuenta metros de longitud y de las paredes cuelgan carámbanos que hubiera sido interesante poder observar.
Refugio de Altavista |
Seguiríamos subiendo por el camino principal y empezaríamos a divisar el pan de azúcar, conocido por este nombre el resplandeciente cono volcánico del Teide. Después de media hora escasa llegaríamos a un tramo llano de la ladera, la Rambleta, donde nos topamos con el camino panorámico transversal, en el que podríamos descubrir varias zonas calientes. Cincuenta metros a la derecha está el mirador de la Fortaleza, que ofrece una vista maravillosa de toda la vertiente este de la isla, sobre todo del valle de La Orotava, así como la isla de Gran Canaria.
Tramo Refugio de Altavista - La Rambleta |
Pico Teide desde Mirador de La Fortaleza |
Vistas desde Mirador de La Fortaleza |
Siguiendo en dirección opuesta por fin nos daríamos de bruces con la estación terminal del teleférico del Teide situado a 3555 metros y, a continuación, el mirador del Pico Viejo, desde donde también podríamos observar esta montaña de peculiar trazado, además de las islas de La Gomera, El Hierro y La Palma.
Ruta al Mirador del Pico Viejo |
Mirador del Pico Viejo |
Tras esas paradas para ir abriendo boca, nos dirigiríamos cincuenta metros antes de la estación superior del teleférico, donde deberíamos tomar un camino a la derecha que sube empinado a la cumbre. Dicho camino es en parte empedrado y, en el tramo más alto, está brevemente expuesto. Es en esta parte donde te solicitan el permiso correspondiente que sacaríamos meses atrás por la web.
Ascensión Final al Pico Teide |
Ascensión Final al Pico Teide |
Sólo nos quedaría ya continuar por el borde del cráter de color claro, lleno de vapores de azufre, consiguiendo llegar así al pico del Teide situado a 3715 metros de altitud, tras casi cinco horas de ascensión con paradas incluidas.
Vistas desde la Cima del Teide |
Vistas desde la Cima del Teide |
Era el momento de relajarnos y disfrutar de unas vistas impresionantes de Tenerife y del conjunto de las Islas Canarias.
Después de que nos supiera a gloria el bocadillo y de apurar al máximo el tiempo en la cumbre, pues no se está todos los días en el techo de España, comenzaríamos el descenso hasta el control de acceso, desde donde nos dirigiríamos de forma directa al teleférico, pues como ya comenté, lo utilizaríamos para descender y así ahorrarnos un sufrimiento y un dolor innecesario en nuestras rodillas.
Teleférico de La Rambleta |
Las entradas del mismo las sacaríamos en la web www.volcanoteide.com y sólo la subida o la bajada cuesta 21,50 euros. Mientras que la conjunta supone 38 euros.
La bajada en la cabina es algo incómoda ya que te sientes como en una lata de sardinas, pues esta tiene una capacidad de 45 personas. Eso sí las vistas, una vez más, son espectaculares y serían la guinda perfecta a una jornada inolvidable.
Sólo nos quedaba ya regresar a nuestro hotel en el Puerto de la Cruz para descansar y darnos una ducha reponedora antes de salir a descubrir esta famosa localidad tinerfeña.
PUERTO DE LA CRUZ
Tras haber conseguido nuestro objetivo principal en la isla, era el momento de disfrutar con tranquilidad de otros lugares de renombre y la tarde del sábado, junto con la de nuestro día de llegada, ayer viernes, la dedicaríamos a conocer esta famosa localidad.
Es cierto que esto nos lo facilitaría el hecho de alojarnos aquí, donde elegiríamos el Hotel Sun Holidays, en pleno centro de la ciudad. Este cumple con su cometido de forma estricta. Un hotel normal y corriente, con instalaciones antiguas y cuyas fotos en booking parecen más de lo que son en realidad. Pero lo dicho, para dormir está bien, con habitaciones limpias y baño correcto.
Puerto comercial y pesquero que fue construido a comienzos del siglo XVI para dar salida a los primeros productos agrícolas del valle de La Orotava, el Puerto de la Cruz fue de gran importancia por sus exportaciones de vino y plátanos hacia Inglaterra. A finales del siglo XIX se convirtió en un privilegiado lugar de descanso para los más ricos y exigentes turistas británicos. Por la belleza de su entorno y su animada actividad sigue siendo uno de los más señalados enclaves turísticos de Canarias.
Es cierto que la primera imagen que se obtiene de la población cuando uno desciende hacia ella puede ser un tanto decepcionante al observar la típica concentración de grandes plantas hoteleras, de apartamentos y de infraestructuras turísticas. Sin embargo, escondido entre los grandes edificios de moderna construcción, el casco histórico del Puerto de la Cruz guarda numerosos puntos de interés turístico.
Uno de sus principales atractivos y por donde puede iniciarse la visita es el lago Martiánez, junto a la playa del mismo nombre, obra del lanzaroteño César Manrique, que se sacó de su chistera un complejo repleto de lagos artificiales, fuentes, esculturas y cascadas. Un regalo del genial arquitecto que se transforma en epicentro de la vida nocturna en cuanto el sol se esconde. Si se quiere disfrutar de sus siete piscinas hay que pagar la entrada de 5,50 euros en el horario de 10:00 a 18:00.
Playa de Martiánez |
En el extremo de las instalaciones del Lago Martiánez se halla la plaza de los Reyes Católicos, desde donde arranca el paseo de San Telmo, una gran avenida comercial, siempre repleta de gente, que discurre paralelo al litoral. Contrasta con el carácter turístico y comercial de la avenida la pequeña ermita de San Telmo, al inicio del paseo, una construcción de 1870 que se encarga de recordar los orígenes marineros de la villa.
Mirador Punta del Viento |
En la confluencia del paseo de San Telmo con la calle Santo Domingo se abre el mirador de la Punta del Viento, perfecto para contemplar la inmensidad del Atlántico. A pocos pasos de este se puede ver la Casa Consistorial, un edificio contemporáneo de estilo canario.
Ayuntamiento |
Frente al Ayuntamiento se abre un amplio espacio empedrado: la plaza de Europa, diseñada en forma de fortaleza balconada sobre el mar. En un lado de la plaza se halla la casa Miranda, magnífico ejemplo de la arquitectura civil canaria del siglo XVIII. Junto a ella se inicia la pintoresca calle de las Lonjas, reservada a los peatones, que aún conserva el adoquinado que antaño fuera propio de toda la población, así como buenos ejemplos de arquitectura tradicional canaria.
En las inmediaciones está el viejo puerto donde a un paso del mismo queda la Casa de la Real Aduana, que en el pasado hizo las funciones de residencia del Gobernador y aduana y hoy alberga en su interior el Museo de Arte Contemporáneo.
Subiendo desde el puerto por la calle de La Marina se desemboca en la plaza del Charco, con impresionantes laureles de indias y palmeras, y con una bellísima fuente central; es este uno de los espacios más agradables de toda la población. Desde esta, continuando por la calle Blanco, con buenos ejemplos de casas canarias, se llega hasta el curioso torreón de Ventoso, integrado en un conjunto arquitectónico del siglo XVIII muy bien conservado, testimonio del esplendor que vivió el Puerto de la Cruz durante esa época.
Plaza del Charco |
En las inmediaciones de la plaza del Charco, al final de la calle San Juan, se puede ver la iglesia de San Francisco, construida en 1599, siendo el edificio más antiguo de la población, mostrando diversos estilos arquitectónicos. En las cercanías se haya la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, levantada a partir de 1684 y cuyo interior esconde un importante legado artístico, entre el que destacan diversos lienzos, así como una gran talla del Señor del Gran Poder.
Iglesia de Ntra Sra de la Peña de Francia |
Iglesia de San Francisco |
Tampoco hay que olvidarse de la bonita plaza Pérez Galdós y sus alrededores, flanqueada por casas coloniales de vivos colores y cuya tranquilidad invita a sentarse en uno de sus bancos a relajarse.
Plaza Pérez Galdós |
Inmediaciones Plaza Pérez Galdós |
Hacia el oeste del casco antiguo se extiende el barrio pesquero de La Ranilla en la que se pueden encontrar algunas de las mejores tascas para degustar los productos del mar a buen precio. En su extremo, junto a la línea de la costa, se encuentra el castillo de San Felipe, una de las pocas fortalezas del siglo XVII que quedan en la isla. Formaba parte del complejo fortificado que defendía el puerto de los constantes ataques de los piratas europeos y africanos. Fue levantado hacia 1630 por orden del rey Felipe IV, y presenta una original disposición en la que destaca una amplia terraza convertida en patio de armas.
Castillo de San Felipe |
A partir de este punto se extiende el complejo de Playa Jardín, diseñado por César Manrique y compuesto por una sucesión de playas. Muy cerca queda el conocido Loro Parque, que por falta de tiempo no podríamos visitar.
Playa del Castillo |
Finalmente, si se tiene tiempo, también puede ser interesante visitar el Jardín Botánico, en la salida de la ciudad hacia La Orotava, que tiene su origen en 1788 y que ofrece una muestra excepcional de flora autóctona canaria y del mundo. Nosotros tampoco lo visitaríamos.
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