DIA 12. MONTENEGRO. Puente Djurdjevica, Dobrilovina y P.N. Biogradska Gora

13 de Julio de 2021.

Estaba a punto de despedirme del parque nacional Durmitor y sus alrededores pero lo iba a hacer por todo lo alto y nunca mejor dicho.

De primeras y para empezar la jornada recorrería 20 km desde Zabljak, en una media hora, para llegar hasta el popular puente Djurdjevica que atraviesa el profundo cañón del río Tara, con un esplendoroso diseño y grandiosa construcción.

Fue levantado justo antes de la II Guerra Mundial para poder cruzar el segundo cañón más grande del mundo y así conectar sus dos lados con una carretera de 365 metros de largo entre los pueblos de Budecevica y Tresnica en el norte de Montenegro y a una altura de más de 170 metros. No había ninguna intención de que se hiciera tan famoso pero al final parece que era su destino.

Puente Djurdjevica

Sería construido, exactamente, entre 1938 y 1940 y sólo dos años después ya era atravesado por los primeros tanques de la guerra, tomando, el entonces comandante Tito, la decisión de destruirlo y así evitar que las fuerzas enemigas llegaran hasta donde estaban asentados los partisanos. Lazar Jaukovic, uno de los ingenieros que lo diseñaron, pondría las minas de tal manera que la construcción no sufriría importantes daños y sólo cumpliría la función de evitar el tráfico de un extremo a otro, pudiéndose restaurar fácilmente después de la contienda. El mismo ingeniero sería capturado tres meses después y fusilado en el puente.

Puente Djurdjevica

Djurdjevica Tara batió dos récords mundiales, y todavía tiene uno hasta el día de hoy: el primer récord es que nunca antes un puente ha tenido un arco de 116 m de largo, lo que lo convierte en el pionero líder en ese tiempo y el segundo récord, que lo más probable es que no sea superado debido al avance de la tecnología, es que los andamios de madera, que eran necesarios para construir el puente, han costado el 40% del presupuesto total de la edificación.

Puente Djurdjevica

Lo primera que haría nada más aparcar el coche en uno de sus extremos sería atravesarlo caminando lo que supone toda una experiencia cuando llegas a la mitad del mismo y te asomas al vacío. Os aseguro que no podréis evitar una expresión de sorpresa al ver su profundidad.

Cañón del Río Tara desde Puente Djurdjevica

Cañón del Río Tara desde Puente Djurdjevica

Pero lo mejor vendría acto seguido, cuando me animaría a regresar al extremo del que venía volando sobre el cañón del Tara. Es decir me atrevería a probar la tirolina que lo atraviesa por el módico precio de 10 euros. No era la primera vez que realizaba esta actividad pero puedo asegurar que ha sido la vez que más me ha impresionado. ¡Fue brutal! Y es que la velocidad que alcanzas de 70 km/h sumado a la profundidad del cañón con el río Tara corriendo casi dos kilómetros más abajo y el increíble puente a mi lado izquierdo, te crea una sensación de adrenalina increíble. Lástima que casi ni te des cuenta de lo rápido que se desarrolla todo.

Puente Djurdjevica desde inicio de la Tirolina

Tirolina en el Puente Djurdjevica

Tras tantas emociones era el momento de continuar el camino, conduciendo otros veinte kilómetros para llegar hasta el pequeño monasterio de Dobrilovina, situado entre exuberantes y verdes campos, en un entorno donde la paz y la tranquilidad eran las protagonistas.

Las fuentes existentes más antiguas que mencionan el monasterio ortodoxo datan de 1592, cuando el imperio Otomano emitió un decreto aprobando la reconstrucción de una iglesia destruida en los terrenos por parte de los lugareños. Esto indica que el monasterio existió antes, aunque no se sabe de cuándo es el original.

Monasterio de Dobrilovina

Monasterio de Dobrilovina

En su interior destacan unos maravillosos frescos dedicados a San Jorge, que no permiten fotografiar, por lo que tendría que conformarme con contemplarlos. Su visita es gratuita.

Nada me detendría ya hasta el lugar donde pasaría el resto del día antes de llegar a mi alojamiento. Me estoy refiriendo al Parque Nacional de Biogradska Gora, un hermoso espacio natural que cuenta en su espacio protegido con uno de los últimos tres bosques primarios que quedan en Europa, compuesto de hayas, abetos, enebros, fresnos blancos, arces y olmos; muchos de los árboles tienen más de 500 años y algunos alcanzan los sesenta metros de altura. También posee abundante fauna  como águilas, osos, lobos, gamos y zorros.

Su conservación hay que agradecérsela al rey Nikola, quien, en una visita en 1878, quedó tan cautivado por la belleza del lago Biograd que los lugareños le regalaron la tierra y él ordenó  que se conservara. El parque alberga también cinco lagos glaciares de gran altitud.

P. Nacional Biogradska Gora

Un puesto de control te da la bienvenida al mismo y es donde debes pagar los tres euros que vale la entrada. Luego una carretera llena de curvas y en ascenso te lleva en unos tres kilómetros al lago Biograd, donde hay que aparcar el vehículo en las inmediaciones.

Acto seguido iría al punto de información y tras contarles el tiempo del que disponía y mis pretensiones, la mujer que me atendió lo vio claro. Me recomendaría dos rutas de senderismo, una fácil y otra más exigente. Así que eso sería lo que haría.

En primer lugar, me decantaría por la más sencilla, la cual consistía en dar la vuelta al lago Biograd (Biogradsko jezero). Este es un lago de origen glacial y es el más grande de los que se hallan en el parque Nacional. Tiene 870 metros de largo y 260 de ancho y una profundidad media de 4,5 metros.

Lago Biograd. P.N. Biogradska Gora

Como ya sucedería con el Lago Negro en Durmitor, cuenta con varios carteles educativos que te enseñan los secretos de este delicado sistema lacustre, además, como no podía ser de otra manera, cuenta también con maravillosas panorámicas desde diferentes puntos del sendero. La distancia a recorrer son cuatro kilómetros y apenas existe desnivel.

Lago Biograd. P.N. Biogradska Gora

Tras terminar la ruta anterior llegaba el momento de afrontar la senda más complicada pero también con la mayor recompensa. Se trataba de la ascensión al monte Bendovac, sin duda el mirador más impresionante del lago desde las alturas, además de ofrecer la majestuosidad del bosque en el que se encuentra insertado.

P. Nacional Biogradska Gora

El camino no tiene pérdida pues simplemente se trata de seguir los zigzags de una pista de tierra muy amplia que además viene constantemente señalizada por círculos rojos de fondo blanco. La única dificultad como ya os habréis imaginado es el desnivel.

Monte Bendovac. P.N.Biogradska Gora

Tras la dura subida llegaría a una enorme pradera donde me encontraría un refugio de pastores tradicional al que en la zona se le conoce como “Katun”. Su nombre era Dolovi Lalevica y en él se puede pasar la noche y comer. Esto me haría ver la luz porque llegaba exhausto, con poca agua y sin comida. Lo sé, esta vez me confié y no fui previsor.

Zona de Pastos Dolovi Lalevica. P.N.Biogradska Gora

Una chica que era la amabilidad en persona me saludaba al pasar por la puerta y me preguntaba que de donde era y que si me apetecía tomar algo. Le respondí que encantado pero que antes quería completar lo que me quedara de ruta hasta la cima del monte Bendovac, pues todavía no había llegado a la misma.

Tendría dos buenas noticias. Una que sólo me quedaban 100 metros para llegar desde donde estaba y dos que a la bajada me estaría esperando con algo para comer y una buena cerveza fría. Podréis imaginar que el cansancio desaparecería en un instante y casi que me faltó subir corriendo hasta lo más alto de la montaña.

Una vez en la cima la visión es sublime y como decía párrafos atrás se obtiene la merecida recompensa. La panorámica del parque nacional de Biogradska Gora y de su lago más importante te deja sin palabras y hace que el tiempo se detenga y no te quieras marchar.

Mirador Monte Bendovac. P.N.Biogradska Gora

Lago Biograd desde Mirador Monte Bendovac

Algo idílico pero que el hambre y la sed no perdonan, por lo que tras disfrutar de esos instantes un tiempo prudencial, volvería a la gran pradera y tomaría asiento en una de las dos grandes mesas de madera con sombrilla que allí se encontraban.

En sólo cinco minutos aparecería mi agradable anfitriona con una enorme sonrisa y portando una cerveza fría, una ensalada de tomate y pepino y un plato de jamón y queso de la zona que bien podía haber sido para dos personas. Mis ojos se hicieron chiribitas. Todo me saldría por 14 euros que teniendo en cuenta donde me encontraba y la calidad de la comida, me pareció barato.

Comida en Dolovi Lalevica

Disfruté del festín como hacía tiempo que no disfrutaba con una comida, repetí con otra cerveza y no miré el reloj, pues ya no tenía intención de hacer nada más durante la jornada de hoy. Cuando consideré que estaba lo suficientemente descansado y relajado me despedí de mí efímera amiga y deshice el camino hasta donde tenía aparcado el coche.

La ruta son unos 17 km que se hacen aproximadamente en cinco horas, ida y vuelta, sin demasiadas paradas. A mí, evidentemente, me supondría más tiempo.

Como preveía que acabaría tarde decidí en su  momento que pasaría la noche en la ciudad de Kolasin que se encontraba a 23 km y una media hora del parque y donde ya llegaría casi anocheciendo.

Por primera vez desde que llevo haciendo reservas con booking me ocurría algo curioso, los dos alojamientos que tenía reservados en esta ciudad me fallaron uno detrás de otro por lo que me parece justo mencionar cuales fueron por si alguien va a hacer reserva con ellos sepan a lo que se pueden atener. El primero de ellos fue Apartments Tango cuyo responsable me mandaba un mensaje por whatsapp tres días antes de llegar diciéndome que tenían un grupo muy grande y que lo sentían pero me dejaban en la estacada. Así que me puse en contacto con booking y estos me facilitaron otra reserva: City Center Apartment Kolasin, con cuyo dueño quedaría a las 21:00 en las cercanías del apartamento y no se presentó. Tras escribirle me dijo que tenía una reunión y que mandaba después de media hora a alguien, pero yo ya me había buscado la vida. Así que avisados estáis.

Lo bueno que en los Balcanes es muy fácil encontrar rápido alojamiento y con las tres B, sin buscar mucho. Bueno, bonito y barato. Tras preguntar a una chica de un kiosco que si conocía algún sitio donde pudiera pasar la noche. Esta desenfundó su móvil del bolsillo, hizo una llamada y en cinco minutos tenía a un amigo suyo llevándome a casa de sus padres para enseñarme una preciosa y espaciosa buhardilla con cama de matrimonio y baño privado. No dudaría en decir que sí en cuanto la vi y me dijeron que serían 20 euros. Más barato que haciendo reservas por otras vías. Por cierto la casa tenía el nombre de Lidija Rakocevic, por si a alguien le interesa.

Casa Lidija Rakocevic. Kolasin

Tras dejar mi equipaje preguntaría a mi anfitrión un lugar para cenar, recomendándome un sitio llamado Konoba, en pleno centro de Kolasin, donde probaría un plato típico de Montenegro conocido como Kacamak, una masa espesa de patata, harina y queso blanco que estaba buena pero que en un rato se acaba haciendo muy pesado de comer. Probaría también una cerveza llamada Niksicko, suave y muy rica. Todo me saldría por 10 euros.

Cenando Kacamak en Restaurante Konoba. Kolasin

No obstante, mientras llegaba al anterior restaurante y después de la cena, todavía tendría tiempo de dar un pequeño paseo por el centro de Kolasin, el cual no ofrece grandes lugares de interés salvo la plaza de los Héroes (Boraca), donde se alza el ayuntamiento y algunas esculturas de comunistas locales muertos por la patria socialista, así como la pequeña iglesia de San Demetrio, levantada en 1888.

Plaza de los Héroes. Kolasin

Iglesia de San Demetrio.Kolasin


No hay comentarios :

Publicar un comentario