3 de Septiembre de 2020.
Mis intentos de ayer por la mañana y por la noche de
conseguir contactar con Ryanair fueron infructuosos, debiendo rendirme en ambos
casos para comenzar mi jornada turística y para acostarme, por lo que hoy
volvía a levantarme una hora antes a ver si había suerte y podía conseguir una
solución para volver de alguna manera a Madrid. Tampoco lo lograría, así que
dejé en un cajón los agobios, todavía tenía tiempo por delante, y me dispuse a
prepararme para disfrutar de mi último día en Varsovia.
Había leído de casualidad que el servicio que ofrece Uber en
Polonia es extraordinariamente más barato que en otros países europeos, así que
me pareció una buena idea hacer uso de él para desplazarme a mi primer destino
en las afueras de la capital, exactamente al Palacio de Wilanów, así no me
complicaba la vida en buscar cómo llegar hasta allí y lo hacía de manera rápida
y precisa. La distancia a recorrer desde mi hotel sería de 13,6 kilómetros en
veinte minutos, cobrándome la aplicación por ello 27 PLN, es decir unos seis
euros, una cantidad muy razonable si tienes en cuenta que ese mismo trayecto en
Madrid te puede suponer el triple o incluso más.
Ahora sólo me quedaba ya empezar a disfrutar de uno de los
edificios históricos más importantes de Polonia: el palacio de Wilanów.
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Palacio de Wilanow |
La Ruta Real, que parte del castillo y sigue por Nowy Swiat,
como ya veríamos ayer, continúa hacia el sur de la ciudad, llevándote hasta
esta residencia secundaria del rey Juan III Sobieski, la cual fue comprada por
este en 1677, iniciándose las obras de reconstrucción ese mismo año. Fue
bautizada con el nombre latino de Villa Nova y fue más tarde cuando recibió su
apelación polaca de Wilanów. Su función sería la de hacer las veces de
residencia estival, donde poder disfrutar de la vida familiar que tanto le
gustaba, encargándose a los mejores artistas tanto de Polonia como del
extranjero, que crearan majestuosos interiores y hermosos exteriores.
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Palacio de Wilanow |
Tras multitud de trabajos de ampliación y restauración y
muchos otros residentes, en 1805 fue abierto al público, creando de esta forma
uno de los primeros museos de Polonia. En 1944, durante la insurrección de
Varsovia, el palacio fue ocupado y cuando las tropas alemanas se retiraron fue
saqueado. Fueron robados cuadros de excepcional valor, tapices, cuberterías y
cerámicas. Después en 1945, un departamento permanente del Museo Nacional fue
establecido en Wilanów y, después de un minucioso trabajo de restauración, el
palacio fue abierto al público en 1962.
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Palacio de Wilanow |
La entrada hay que obtenerla en una pequeña caseta que se
encuentra antes de llegar al propio palacio y los jardines. Hay que fijarse en
las indicaciones para no tener que dar luego la vuelta. Se puede optar por la
que te da derecho al conjunto de ambos lugares o por separado si no te interesa
ver el interior del edificio o no te apetece pasear por los jardines. Hoy al
ser jueves era gratuito todo, así que eso que me ahorré. Su horario es de 09:30
a 18:00 de mediados de abril a mediados de octubre, cerrando a las 16:00 el
resto de meses.
Decidiría comenzar recorriendo sus preciosos jardines que a lo largo de los siglos
han ido sufriendo numerosos cambios al igual que la misma residencia, en
función de la moda de la época y del gusto de sus propietarios.
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Jardines Palacio de Wilanow |
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Jardines Palacio de Wilanow |
El jardín más antiguo corresponde a la parte central,
situada entre el palacio y el lago. Pero esto es sólo una mínima parte, pues
también se puede observar un jardín barroco en dos niveles con parterres
decorativos, altas vallas dobles y agradables vistas sobre el lago. Tampoco te
deja indiferente el jardín romántico de inspiración inglesa, decorado a finales
del siglo XVIII o la isla artificial en la que está situada una estatua que
conmemora la batalla de Raszyn contra los austriacos en 1809. Esta isla está
comunicada con tierra firme por un puente con dos arcos de inspiración romana
que fue realizado por el mismo autor que la hermosa glorieta china situada no
lejos de allí.
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Jardines Palacio de Wilanow |
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Jardines Palacio de Wilanow
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Jardines Palacio de Wilanow |
Todo lo mencionado merece la pena, por lo bien conservado y
cuidado que se encuentra, invitando a tomárselo con calma y sentarte por
ejemplo en los bancos junto al lago entre otros hermosos lugares.
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Jardines Palacio de Wilanow |
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Jardines Palacio de Wilanow |
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Jardines Palacio de Wilanow |
Después de los exteriores era momento de conocer el interior
donde las dependencias habitables se encuentran en los bajos, según la
tradición de las mansiones polacas, y no en el primer piso como mandan los
cánones de la arquitectura moderna.
En la época de Juan III, el gran vestíbulo era el elemento principal de la arquitectura del
palacio, aunque desgraciadamente, esta dependencia ha cambiado mucho desde la
época del rey. Otras importantes salas serían el salón Blanco, que fuera comedor, cuyo interior es el más suntuoso
del palacio con grandes espejos de pared que dan a las ventanas acrecentando la
sensación de luminosidad y amplitud, destacando también las majestuosas
chimeneas que se sitúan en cada extremo que todavía tienen placas de hierro con
las iniciales del rey Augusto II; la alcoba
del rey, una de las habitaciones más importantes de la residencia, puesto
que el rey celebraba aquí audiencias y recibía visitas; la galería de Pintura, en cuyas paredes se sitúan infinidad de cuadros
extranjeros y en el techo murales con medallones esculpidos por grandes
escultores, arquitectos y pintores renacentistas, barrocos y clasicistas, etc.
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Palacio de Wilanow |
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Palacio de Wilanow |
Mi visita al conjunto de Wilanów estaba llegando a su fin,
pero antes de marcharme todavía tendría tiempo de ver ya en el exterior otros
dos monumentos que tampoco te dejan indiferente. Me estoy refiriendo a la iglesia de Santa Ana que sería
utilizada para el culto por las familias que habitaron el palacio y el mausoleo de Stanislaw y Aleksandra Potocki,
un hermoso sepulcro con leones esculpidos en cada una de sus cuatro esquinas.
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Iglesia de Santa Ana de Wilanow
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Mausoleo de Stanislaw y Aleksandra. Wilanow |
Era el momento de dirigirme a uno de los lugares preferidos
por los varsovianos, donde de hecho, un buen número de los habitantes de la
ciudad vienen aquí a pasear, pues supone un oasis en medio de la capital con
senderos arbolados y su bonito lago. Hablo del Parque Lazienki.
Para llegar hasta él volvería a servirme del servicio de
Uber, recorriendo los siete kilómetros que me separaban de él en trece escasos
minutos por el módico precio de 15 PLN, es decir unos 3,5 euros. La verdad que
para distancias largas fue todo un descubrimiento este servicio.
Elegiría apearme en el Palacio
Belvedere, que se encuentra adosado al propio parque, pues tenía interés
por conocer al menos por fuera, pues no es visitable, el que parece que vuelve
a ser residencia privada del Presidente de Polonia desde hace diez años, pues
recordad que me había referido a que ostentaba ese honor el Palacio
Presidencial, situado en la Ruta Real que había hecho durante el día de ayer.
El momento más importante de su historia sería en la noche del 29 de noviembre
de 1830 cuando un grupo de insurrectos hizo irrupción para asesinar al gran
duque que consiguió escapar. Por cierto que en estos momentos había una importante
recepción de estado, con un sinfín de autoridades y políticos y se preveía que
apareciera en cualquier momento el mismo Presidente de Polonia, pero tras diez
minutos de espera, desistí y me introduje en el parque.
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Palacio Belwederski. Residencia Presidente de Polonia |
El Parque Lazienki se
extiende en los antiguos terrenos de caza de los duques de Mazovia, que no
lejos de ahí poseían la fortaleza de Jazdów. Estos terrenos quedaron tal cual,
incluso después de haberse marchado los duques a Varsovia. En el siglo XVII
había una casa de fieras de propiedad real, por lo que cuando en 1674, lo
adquirió el mariscal Lubomirski lo modificó en parte construyendo una ermita y
un pabellón de baños sobre una isla. Fue este el que dio nombre al parque
(lazienki significa baños en polaco).
Mi mayor interés se centraba en poder ver algunos de los
iconos del parque, que a la vez también lo son de la propia Varsovia,
comenzando por el monumento a Chopin,
el cual tiene una historia larga y complicada que para no alargarnos no
mencionaré aquí, pero el caso es que no se hizo realidad hasta un cuarto de
siglo después del inicio de su realización, para sólo permanecer en su sitio 18
años, ya que durante la Segunda Guerra Mundial la música de Chopin fue
prohibida por los nazis y se destruyeron todas las efigies del compositor. Después
de la guerra, la estatua fue meticulosamente reconstruida y vuelta a colocar en
su sitio.
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Monumento a Chopin. Parque Lazienki
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Monumento a Chopin. Parque Lazienki |
El otro lugar clave en el parque es el Palacio Lazienki o Palacio sobre el Agua, que fue en lo que se
convirtió el antiguo pabellón de baños que mencionaba antes y donde le gustaba
pasar las temporadas estivales al último rey de Polonia, Estanislao Augusto. Su
imagen es probablemente la más idílica y evocadora del espacio verde al tener
la sensación que se encuentra flotando sobre el agua. Su interior es visitable
pero preferiría seguir disfrutando del magnífico día que hacía y seguir
conociendo otros lugares reseñables.
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Palacio sobre el Agua. Parque Lazienki |
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Palacio sobre el Agua. Parque Lazienki |
Uno de ellos sería el conocido como Anfiteatro, un teatro de verano, inspirado de los teatros de la
antigüedad con dos partes diferenciadas. Sus bajos están flanqueados de
esculturas que representan un Gladiador moribundo y Cleopatra y el escenario
imita las ruinas de un templo antiguo.
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Anfiteatro. Parque Lazienki |
También interesantes son la Antigua Orangery, la Torre
del Agua, el pequeño Jardín Japonés
o la estatua del rey Juan III Sobieski,
otro de los elementos más importantes del parque, situado sobre el puente
Agrycola. Representa al monarca a caballo, vistiendo una armadura de caballero
y las patas del caballo encabritado aplastan un turco.
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Antigua Orangery. Parque Lazienki |
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Rincón Japonés. Parque Lazienki |
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Monumento a Juan III Sobieski. Parque Lazienki |
Había llegado el momento de abandonar este maravilloso
remanso de paz y auténtico descubrimiento de la capital polaca, para poder
seguir conociendo algún que otro lugar en el que estaba interesado antes de
dejar definitivamente Varsovia.
Por ello optaría, otra vez, por recurrir a Uber para
desplazarme hasta la Biblioteca de la
Universidad de Varsovia, donde me plantaría en sólo siete minutos tras
recorrer los algo más de tres kilómetros que me separaban de ella. (11 PLN)
Fue abierta al público en el año 2002 y es toda una atracción
popular gracias a su hermoso jardín situado en el tejado, albergando multitud
de plantas, matojos, hierbas y enredaderas que trepan por las paredes del
edificio y que la hacen peculiar y con un aire futurista similar al que
aparecen en algunas películas de ciencia ficción. Además ofrece espectaculares vistas de la
capital, el Estadio Nacional y el río Vístula por lo que creo que es una visita
que no decepcionara en absoluto a aquellos que se animen a realizarla como fue
mi caso.
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Jardines Biblioteca de la Universidad |
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Jardines Biblioteca de la Universidad |
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Jardines Biblioteca de la Universidad |
En el interior de la biblioteca un patio con forma de
pasillo también se encuentra abierto al público en general, bastante peculiar y
que alberga cafés y puestos que venden postales y carteles.
Apenas me quedaba ya tiempo en
Varsovia y aunque tenía previsto cruzar el Vístula y adentrarme en el bohemio barrio de Praga, el hecho de saber que
iba a ir con prisas me hizo desistir de la idea y dejarlo para una futura
ocasión si es que la hay. A cambio optaría por dirigirme al paseo peatonal que
hay al lado del gran río y disfrutar de las vistas y la tranquilidad, mientras
saboreaba los pierogi que me habían puesto para llevar del día anterior, además
de una enorme tarrina de helados que había comprado en un puesto cercano.
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Paseo por el Río Vístula |
Mi paseo llegaría hasta el puente Swietokrzyski donde hallaría también otra de las famosas
esculturas de la Sirena, una hermosa imagen con la que junto al puente y el
Vístula daba por finalizada mi estancia en Varsovia.
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Sirena de Varsovia. Puente Swietokrzyski |
Eran las 16:30 y todavía tenía que volver a mi hotel a
recoger la maleta que la había dejado en consigna, por lo que volví a optar por
Uber para llegar de forma rápida hasta él, tardando en realizar seis kilómetros
un cuarto de hora por 13 PLN, unos tres euros. Sólo me quedaba ya llegar
caminando a la estación central, donde compraría un billete de tren con destino
a la ciudad de Gdánsk, en el norte
de Polonia, donde pasaría los dos próximos días y tres noches.
El billete me costaría 150 PLN y tardaría en llegar tres
horas, por lo que sobre las 20:30 estaba apeándome en la estación de dicha
ciudad. Desde esta sólo tendría que andar ocho minutos para llegar a mi hotel,
el Ibis Gdánsk Stare Miasto con una
situación inmejorable a sólo diez minutos del corazón de la ciudad. Las
instalaciones eran modernas y limpias y la habitación amplia, confortable y
bien cuidada. El personal de recepción era simpático y dispuesto a aclarar tus
dudas y ayudarte. El precio por noche sería de 200 PLN.
Unos sándwiches comprados en una tienda cercana serían
suficientes para cenar en mi habitación mientras, por fin, conseguía ponerme en
contacto con Ryanair a través de su chat en línea y que uno de sus agentes me
cambiara de manera gratuita el billete que me habían cancelado hacía unos días
con destino Madrid desde Cracovia. La opción, para como estaba la situación, no
sería del todo mala. Perdía un día y medio en Polonia, pero conseguían
recolocarme en un vuelo de Cracovia a Oporto el día 11 y en otro de Oporto a
Madrid el día 12, ya que Portugal era de los pocos países que todavía no exigía
pruebas PCR a los españoles. Así que con esa tranquilidad y después de
replanificar mi ruta y hacer los cambios respectivos en cuanto al alojamiento,
me quedaría profundamente dormido.
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