Hoy me encontraba con la antítesis
de ayer, es decir un día gris, ventoso y que amenazaba lluvia y, por tanto,
idóneo para visitar alguno de los muchos museos con los que cuenta Colonia,
pero a decir verdad, no me apetecía llevar a cabo dicha actividad, por lo que
decidí jugármela y dedicarme a seguir paseando, conociendo algunos de los
lugares que me habían quedados pendientes la jornada anterior. Si empezaba a
llover siempre tendría tiempo de cambiar de planes sobre la marcha.
Comenzaría dirigiéndome a una
nueva iglesia románica, en esta ocasión Santa
Cecilia (St. Cäcilien), que se fundó expresamente para una orden femenina.
En este sencillo edificio del siglo XII, se conservan todavía restos de pintura
mural con escenas de la leyenda de Santa Cecilia y del Nuevo Testamento.
Actualmente alberga un museo de arte sacro, por lo que obviaría la visita y
continuaría mi camino.
St. Cäcilien |
Aprovechando que en mi ruta se
cruzaría una de las cadenas alemanas de bollería y pastelería, pararía unos
instantes para comer unas napolitanas y un zumo, siguiendo después hacia la Sinagoga. Como no podía ser de otra
manera se encuentra reconstruida, ya que todas las sinagogas y casas de oración
de la ciudad fueron destruidas y saqueadas en 1938. Un año histórico para este
edificio sería el 2005, cuando el Papa Benedicto XVI, lo visitó en la jornada
Mundial de la Juventud.
Sinagoga |
Para cambiar un poco de aires
decidiría perderme por el cercano y tranquilo Hiroshima Nagasaki Park, desierto a estas horas. Como es evidente
el parque conmemora los dos bombardeos nucleares sobre Japón, pero lo más
curioso y conmovedor es cuando uno es consciente que las colinas que forman
dicho espacio están hechas a partir de los escombros de los edificios
devastados por los bombardeos aliados sobre Colonia. Justo en el centro del
parque hay un lago artificial con forma de cuadrado que es de las imágenes más
idílicas del espacio verde.
Parque Hiroshima Nagasaki |
Unas manzanas después llegaría
hasta Brüsseler Platz, una plaza
arbolada en cuyo centro se halla la iglesia
de San Miguel, en pleno corazón del barrio belga, con mucha vida y estilo y
donde la gente va a jugar el ajedrez, pasar el rato o tomar unas cervezas. Es
ideal para hacer un pícnic con comida de los puestos que hay en las calles de alrededor.
Iglesia de San Miguel.Brüseler Platz |
Y un poco más adelante me daría de
bruces con Hahnentorburg, una de las
puertas más espectaculares de las que todavía quedan en pie, levantada a
mediados del siglo XIII, de hecho llegó a ser la más importante de las doce que
tenía la muralla. Es por ella por donde entraban los monarcas alemanes para
admirar el cofre de los Reyes Magos en la Catedral. También haría las veces de
prisión o sala de exposiciones. Sobre la entrada puede verse el emblema de la
ciudad.
Hahnentor |
Tras pasar enfrente de una torre romana que estaba en restauración
y con sus respectivos andamios, me encontraría con la basílica de St. Gereon, uno de los edificios más importantes de
finales de la Edad Antigua. Fue construido en el siglo IV en el emplazamiento
de una necrópolis que se encontraba fuera de las murallas de la antigua ciudad
romana. Está decorada con mosaicos sobre fondo dorado. El nombre de la iglesia
recuerda a San Gereon y sus discípulos, mártires de la última gran persecución
de cristianos. En la Edad Media la entrada estaba reservada a los nobles. Su
arquitectura es un ejemplo único en el medievo, por lo que es una de las
iglesias románicas más importantes que visitar.
St. Gereon |
En el parque que se encuentra en
uno de sus lados se puede observar una enorme cabeza del santo.
Cabeza St. Gereon |
Si ayer había podido ver en la
zona sur uno de los pequeños tramos de muralla
que rodeaban la ciudad, hoy en la zona norte pasaría por otro, antes de llegar
hasta la iglesia de Santa Úrsula,
una princesa inglesa asesinada por los hunos junto con diez de sus compañeras y
que la leyenda ha transformado esta cifra en 11.000. Su interior es muy
luminoso, gracias a las vidrieras modernas y a algunas del siglo XV.
Antigua Muralla |
Santa Ursula |
Otra nueva puerta se volvería a
cruzar en mi camino, esta vez Eigelsteintorburg,
por donde cruzarían, nada más y nada menos, que el Emperador Napoleón y su
esposa Josefina, bajo el sonido de las campanas y el disparo de cañones.
Eigelsteintorburg |
Tras cruzarla y seguir avanzando
llegaría a la iglesia de St. Agnes,
una de las más grandes de Colonia y una de las más bellas y una buena manera de
cambiar de estilo arquitectónico frente a la mayor parte de las iglesias
románicas de la ciudad. El barrio que la rodea es también uno de los más
agradables, lleno de tiendas de moda, restaurantes y hermosas calles arboladas.
St. Agnes |
Era el momento de volver otra vez
a las orillas del Rin, para disfrutar una vez más de sus preciosas vistas, y ya
de paso de una nueva iglesia románica conocida como San Cuniberto (St. Kunibert), consagrada ya en 1247, un año antes
de empezar la construcción de la catedral. Fue una de las últimas obras
románicas levantadas en Colonia que sufriría graves daños durante los
bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, siendo restauradas la torre y la parte
oeste del edificio. Lo único que se pudo conservar son las valiosas vidrieras,
así como las pinturas murales de la capilla bautismal.
St. Kunibert |
Puente Hohenzollern y Río Rin |
Sólo me quedaba ya una de las doce
iglesias románicas de Colonia por visitar, por lo que me dirigí hacia ella
pasando, de nuevo, por los alrededores de la Catedral, a rebosar de gente, para
desde su portada principal tomar la misma calle que sale de frente desde ella y
en pocos minutos encontrarme con St.
Andreas, parroquia y monasterio de los dominicos. Merece la pena la capilla
de María por su conjunto de pinturas murales góticas. En la cripta se encuentra
la sepultura de Alberto Magnus, el gran santo de la orden de los dominicos en
Colonia.
St. Andreas |
Mi visita a la ciudad estaba
llegando a su fin, aprovechando mis últimos pasos para pasar por delante de
algún que otro edificio interesante como el Museo Municipal y por otros como la Ópera, que no te dicen absolutamente nada.
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