6 de Septiembre de 2019.
Estaba muy contento con la
decisión que había tomado de dedicar varias jornadas a la costa de Bohuslän,
pues gracias a ello había podido conocer con calma muchos de sus lugares más
emblemáticos, y aún así y todo tengo que reconocer que todavía me hubiera
quedado más días para, por ejemplo, pasarme una mañana entera en una terraza
contemplando el mar, pero no podía quejarme, había cumplido con la mayoría de
objetivos que traía.
Hoy sería mi último día en esta
región de Suecia, lo que aprovecharía para despedirme con una nueva ruta de
senderismo en un entorno privilegiado y conocer algún pueblo más, aunque no tan
destacables como los que llevaba vistos.
Esta vez serían casi cincuenta
kilómetros los que me separaban de mi primera parada: la pequeña localidad de Ronnäng, con características similares
a las de otras vistas en días anteriores. Daría un breve paseo por sus muelles
de madera pero no era mi objetivo prioritario pasar mucho tiempo en ella. Mi
intención era tomar el barco que partía desde su muelle principal hacia la isla
de Stora Dyrön, lugar donde iba a llevar a cabo la ruta de senderismo que
comentaba al principio.
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Ronnäng |
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Ronnäng |
El ferry sólo tarda diez minutos
en llegar allí y los billetes se compran en el mismo barco diciéndoselo a algún
miembro de la tripulación. Hay máquinas en el puerto pero en este momento
estaban clausuradas. Este mismo ferry te lleva también a la cercana isla de
Astol, siendo de hecho la siguiente parada, algo que descartaría para no tener
que ir con prisas.
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Puerto de Ronnäng |
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Puerto de Ronnäng |
El día amenazaba tormenta y en
cualquier momento el cielo podía caer sobre mi cabeza, pero decidí arriesgar y
continuar con mis planes.
Aproximadamente eran las diez
cuando desembarcaba en Stora Dyrön,
encontrándome un cartel que indicaba claramente el sendero conocido como Dyröleden. Verás que en realidad hay
dos que indican direcciones contrapuestas y es cada uno te lleva a un sector
diferente de la isla, pues el centro de la misma lo ocupa la propia localidad
en sí, partiendo la isla en dos.
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
Mientras me paraba para decidir
hacia qué lado ir primero, una señora muy amable se dirigiría a mí para
comentarme que ella lo tendría muy claro, qué la zona más espectacular es sin
duda la parte derecha, teniendo el puerto y el mar a tus espaldas al
desembarcar. Lo único que me advertiría que hoy no era el mejor día para
realizarla debido al viento y la más que probable lluvia, pero me la puso tan
bien que me pondría en marcha rápidamente dándole las gracias por sus consejos.
La ruta está muy bien indicada y
no hay pérdida posible, pues cada pocos metros te encuentras una baliza o una
señal indicándote por dónde ir. El paisaje agreste y salvaje es espectacular
con la fuerza de las olas rompiendo contra la costa y la pequeñísima isla de
Astol justo enfrente con el característico canal que la parte en dos. Y todo
ello contemplándolo en la más absoluta soledad, sin nadie más que yo realizando
la ruta, teniendo la sensación de estar sólo en una isla desierta. Nunca mejor
dicho.
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Isla de Astol desde Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
Pero no había terminado las
sorpresas y es que después de recorrer una parte del camino, de repente vendría
el plato fuerte del recorrido. Me encontraría dos desfiladeros espectaculares,
flanqueados por la propia piedra, donde el sonido del viento te hacía tener la
sensación de que alguien estaba cerca gritándote o susurrándote. El primero de
ellos me llevaría hasta el mismo límite de la isla, pudiendo casi sentir la
espuma que dejaban las olas al estrellarse contra las paredes rocosas. El
segundo, más estrecho todavía, me permitiría volver a ascender a través de unas
escaleras hasta la parte superior de la isla y así continuar la caminata.
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
Poco después y como a la mitad de
la ruta, las nubes no aguantaron más y enormes goterones empezaron a caer con
fuerza desde el cielo, para en pocos segundos convertirse en un aguacero
considerable. No había ningún sitio donde cobijarse, salvo un pequeño arbusto
donde podría colocar el chubasquero a modo de techo y situarme debajo como
pude. Temía lo peor: que la lluvia no cesase, se formaran cada vez más charcos
y la excursión se me complicase cada vez más. Pero afortunadamente, como tantas
veces, tendría suerte. Tras quince minutos la tormenta amainaría y conseguiría
llegar hasta el extremo sur de la isla con unas cuantas casas distribuidas
alrededor de su pequeño puerto. Aquí descansaría un rato para reponer fuerzas.
El tiempo invertido en hacer el trayecto sería de unas dos horas, pero creo que
se puede hacer en menos pues yo me entretuve demasiado entre unas cosas y
otras.
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Isla de Astol desde Ruta Dyröleden.Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Pueblo de Stora Dyrön |
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Pueblo de Stora Dyrön |
Viendo que el tiempo parecía
mejorar me animé a continuar con el otro sector que me faltaba de la isla. Hay
que tener cuidado de no confundirse con unas escaleras que trepan hasta las
rocas y donde luego no hay indicaciones ni salida posible, lo que hace que te
tengas que dar la vuelta. El camino correcto se encuentra en el extremo del
puerto donde vuelve a aparecer el cartel con la indicación Dyroleden. A partir
de aquí no hay ya pérdida posible, el sendero te va llevando por esta otra zona
de la isla donde los paisajes son más suaves pero igualmente hermosos, hasta
penetrar en un bosque que de vez en cuando te permite acceder a pequeñas y
bonitas bahías como “Sandy Bay” donde
se produjo un deslizamiento de rocas dejando una peculiar mole granítica o “Aleviga”, una de las más populares de
Stora Dyrön para bañarse y por donde todos los veranos, en agosto, entre otros
lugares, se puede ver la regata más grande del mundo con más de mil barcos
participando.
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Puerto Sur de Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
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Sandy Bay. Ruta Dyröleden. Stora Dyrön |
Tras cierta monotonía a causa del
bosque, el final del camino me sorprendería con una fabulosa perspectiva del
puerto de la zona norte de Stora Dyrön, donde poco a poco iría perdiendo la
misma hasta plantarme en el mismo y dar así por concluida esta magnífica y
sorprendente excursión. Esta segunda parte me llevaría como hora y media,
tomándomela también con calma.
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Puerto Norte de Stora Dyrön |
Llegaría al muelle sobre las
14:00, teniendo bastante suerte pues no había mirado horarios y el siguiente
barco zarpaba en tan sólo 45 minutos, los cuales aprovecharía para ponerme a
refugio en una cabina cerrada, protegiéndome así del gélido viento que se había
levantado, y para comer unos sándwiches como ya era tradición.
Partíamos con puntualidad suiza,
haciendo poco tiempo después la parada de rigor en la isla de Astol. Era muy
bonita, con su canal casi partiéndola en dos y casitas de madera de un blanco
impoluto. Probablemente en verano debe ser un gusto bajar aquí y tomarse algo
en alguna terraza, pero hoy no era el mejor día para ello, por lo que decidí
continuar hasta el puerto de Ronnang, donde llegaría casi a las 15:00.
Era el momento de volver a coger
el vehículo para conducir hasta el pueblo de Kladesholmen, situado a sólo tres kilómetros. Me pareció un lugar
agradable pero no me impactó como otras localidades que había visitado, así que
me dediqué a comprar unos dulces en un supermercado y dar un paseo por su zona
marítima antes de continuar mi camino. Para mi gusto es perfectamente
prescindible.
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Klädesholmen |
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Klädesholmen |
Tras otros ocho kilómetros
llegaría a Sharhamn, donde no cabe
duda que lo que más llama la atención son sus dos grandes veleros amarrados en sus muelles. Y es que esta población
fue un día la que contaba con el mayor número de este tipo de barcos en Suecia.
Estamos hablando de más de cien en la mitad del siglo XX y esto, teniendo en
cuenta que una década antes no contaba ni con puerto, es realmente meritorio.
Son espectaculares y no tienen nada que envidiar a los que pude ver en
Estocolmo o Gotemburgo.
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Skärhamn |
Más allá de aquellos, la
población es agradable con las tradicionales casas de madera, tiendas de
artesanía y algún que otro bar o restaurante, pero poco más. No es ni la más
bonita ni la más encantadora para visitar, por lo que, como sucedía con
Kladesholmen, se puede obviar perfectamente si no vas sobrado de tiempo.
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Skärhamn |
Eran ya las 17:30, por lo que me
pareció buena idea retomar el camino hacia Uddevalla,
a la que llegaría en una hora, y aprovechar lo que restaba de tarde para dar un
paseo por la población que me había acogido durante seis noches, al menos por
su zona más importante e histórica.
Uddevalla fue célebre por la
construcción de barcos hasta la década de 1980, cuando la recesión económica
obligó a cerrar los astilleros. La historia de esta localidad se remonta a 1498
cuando obtuvo la categoría de ciudad. Su posición estratégica favoreció el
desarrollo del comercio, pero también la convirtió en objetivo de ataques. Pasó
a manos suecas en 1658 tras la firma de la paz de Roskilde, como atestiguan las
estatuas de Carlos X Gustavo y Erik
Dahlbergh que se alzan frente al ayuntamiento.
Todo ello localizado en una amplia y vistosa plaza que se encuentra flanqueada
por edificios de diferentes tonalidades color pastel que sin ser especialmente
destacables, consiguen hacer un espacio agradable.
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Plaza Mayor de Uddevalla |
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Plaza Mayor y Estatua de Carl X Gustaf. Uddevalla |
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Plaza Mayor de Uddevalla |
Muy cercana al anterior se puede
pasear por la agradable ribera del canal
que cruza la población y detenerse a observar la iglesia, así como la bella torre
con reloj de esta, que hacía las veces de campanario, separada de la misma
y situada en lo alto de la colina, a la que se tiene acceso por unas pequeñas
escaleras situadas casi enfrente del edificio religioso.
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Iglesia de Uddevalla |
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Campanario Iglesia de Uddevalla |
Callejeando por las calles
adyacentes al Ayuntamiento también encontraría interesantes edificios con
aspecto de fortaleza y que no conseguiría identificar a que organismo o
institución pertenecían, pero en cualquier caso también merecían la pena.
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Uddevalla |
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Uddevalla |
Contento con lo que había podido visitar, sin más
preámbulos, volvería, en no más de diez minutos, a mi alojamiento para cenar, preparar
la maleta y dejarlo todo listo para mañana, pues efectivamente, había que
regresar a Estocolmo, más concretamente a su aeropuerto, aunque para no ir con
prisas, tomármelo de manera relajada y poder visitar algún que otro lugar
interesante de camino, lo había organizado todo para realizar la vuelta entre
el sábado y el domingo, por lo que, ni mucho menos, este viaje había llegado a
su fin.
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