3 de Enero de 2018.
A las siete sonaba el despertador del móvil, señal de que
había que levantarse, aunque es cierto que a pesar de las ocho horas que
llevaba durmiendo, lo hubiera continuado haciendo varias más, pero prefería
madrugar y llegar pronto a los campamentos y refugios para descansar por la
tarde, cosa que hasta ahora me estaba yendo bastante bien.
Esta vez el refugio estaría a rebosar para los desayunos,
así que mis nuevos amigos no me ofrecerían nada, bastante con lo que hicieron
ayer, por lo que tendría que conformarme con unas galletas y un zumo de mi
propia cosecha, antes de comenzar la ruta de hoy.
Por delante tenía catorce kilómetros en progresiva
ascensión, salvando un desnivel de 500 metros al final de la etapa en su
conjunto. Así de primeras no parecía difícil pero siempre que el tiempo
acompañe y esta vez no lo hizo. Cuando salía a las 08:00, llovía bastante
fuerte por lo que iba bien cubierto con mi abrigo y el cubremochila, aún así me
di cuenta rápido que no tardaría mucho en calarme si seguía cayendo agua de esa
manera, por lo que a los veinte minutos sacaría un inmenso chubasquero de
plástico y me cubriría entero con él. Haría bien, pues poco después se pondría
a diluviar como si el cielo fuera a caer sobre mi cabeza, como bien diría
Astérix. Así es el tiempo de caprichoso en Torres del Paine, un día te da lo
mejor como ayer y otro te sorprende con lluvias torrenciales, por lo que se ha
de venir bien preparado ya que puedes encontrarte de todo.
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Bosque a la salida del Refugio Dickson |
El firme estaba embarrado y lleno de charcos, por lo que aún
yendo con cuidado no pude evitar meter el pie en varias ocasiones en algún que
otro barrizal que me acabaría empapando los calcetines, pero así es la
aventura, por lo que no le di la mayor importancia. Por cierto que bendito
bastón y eso que dudé en si me lo traía o lo dejaba en España. Este me salvaría
de más de una caída que de haberse producido no sé las consecuencias que
hubiera tenido. Y es que en muchos tramos las ramas mojadas y el musgo bien
hacían que se pareciese a una pista de patinaje, por lo que iba avanzando con
mucha lentitud.
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Bosque camino al Campamento Los Perros |
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Bosque camino al Campamento Los Perros |
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Bosque camino al Campamento Los Perros |
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Bosque camino al Campamento Los Perros |
Así con lluvia y todo el bosque es precioso y te ofrece unas
perspectivas muy bonitas que en mejores condiciones climatológicas hubieran
servido para recrearme a cada poco tiempo, pero de esta manera me tendría que
conformar con las fotos justas y de rigor y con cierto riesgo de fastidiar la
cámara.
En el sendero se van atravesando diferentes puentes de
madera que salvan varias veces el río que te encuentras cada cierto tiempo, y
así poco a poco y aceptando lo que me tocaba, llegaba hasta el mirador del
valle de Los Perros, con una panorámica increíble de parte del bosque en el que
llevaba sumergido varias horas.
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Bosque camino al Campamento Los Perros |
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Bosque camino al Campamento Los Perros |
Continué subiendo hasta encontrarme con una perspectiva
fabulosa del río corriendo con fuerza y el glaciar Los Perros en la lejanía.
Afortunadamente había escampado hacía varios minutos y pude deleitarme con la
imagen un largo rato sobre un puente de madera.
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Río camino al Campamento Los Perros |
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Glaciar Los Perros en la lejanía |
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Glaciar Los Perros en la lejanía |
No mucho después, me encontraría otro puente, pero esta vez
más parecido a lo que se puede ver en las películas de aventuras, dando hasta
miedo cruzarlo, pues no había pasamanos y los tablones estaban situados de
manera irregular y torcidos. Pero no quedaba otra que continuar, pues no era
plan de darse la vuelta ahora. No obstante las apariencias engañan y estaba de
tal manera amarrado que no se movía un ápice. Tras atravesarlo salía a una zona
abierta desde donde, de frente, me daba de bruces con el inmenso glaciar, de
nuevo, y a mi espalda tenía la perspectiva de todo el bosque por el que ya
llevaba caminando más de tres horas.
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Tramo Refugio Dickson - Los Perros |
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Glaciar Los Perros |
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Bosque desde las cercanías del Glaciar Los Perros |
Sólo me quedaba realizar un último esfuerzo que era ascender
cien metros de morrena del glaciar, para una vez superados conseguir una
maravillosa recompensa: una perspectiva brutal de la laguna y del glaciar de
Los Perros, sumándose, desde no hacía demasiado, un cielo bastante despejado, por
lo que, al final, hoy tampoco podía quejarme, a pesar de cómo había empezado la
jornada.
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Glaciar y Laguna Los Perros |
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Glaciar y Laguna Los Perros |
En este tramo soplaba más de lo normal el viento, lo que me
haría ir con bastante cuidado por la arista de la morrena hasta superarla y
poder ver otra linda laguna muy cerca de la principal.
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Llegando al Campamento Los Perros |
La ruta estaba a punto de finalizar y tan sólo restaba ya
descender un último tramo y caminar unos minutos paralelo al río, situado a la
derecha, hasta encontrar, por fin, la oficina de control de CONAF, donde me recibiría
un guardia de lo más amable que estuvo un rato conversando conmigo, mientras me
registraba. Había tardado cuatro horas y quince minutos.
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Llegando al Campamento Los Perros |
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Llegando al Campamento Los Perros |
Después accedería a un bosque de lengas donde estaba la
cabaña de recepción de Vértice a la que me dirigí para que me facilitaran la
tienda de campaña que había reservado. (25 dólares).
El lugar era el más cutre al que había llegado hasta ahora,
pues para empezar la tienda no estaba limpia y su interior se encontraba
repleto de mosquitos y alguna que otra mosca, por lo que se me caería un poco
el alma a los pies. Era la primera vez desde que empezaba el circuito O que me
venía un poco abajo y es que tenía los pies calados, estaba cansado y las
condiciones donde tenía que dormir no eran las más adecuadas, por lo que creo
que fue normal que me desmoralizara. Aún así no me quedaba otra que reaccionar,
por lo que me puse a matar con calma a todos los invitados que tenía en mi
pequeño palacio, adecenté un poco aquello situando papeles de periódicos y
algún plástico en el suelo de la tienda y cerré esta a cal y canto para que no
entrara nada más. Después comería algo, pues estaba muerto de hambre, y daría
una vuelta por las instalaciones del campamento, donde no hay más que un
barracón cutrísimo con mesas para comer, dos baños y duchas de agua fría.
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Campamento Los Perros |
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Campamento Los Perros |
Seguía estando despejado, así que decidiría huir de allí y
marcharme a la orilla de la laguna Los Perros para extasiarme con las vistas
del glaciar. Mi sorpresa sería que además me encontraría grandes bloques de
hielo flotando en ella, que se iban acercando a la orilla debido a la fuerza de
las olas que se levantaban como consecuencia de los desprendimientos que se
producían, cada cierto tiempo, en la gran masa de hielo. La imagen era idílica
por lo que allí estuve sentado buena parte de la tarde, como también haría ayer
con el glaciar Dickson. Cualquier calificativo se queda corto ante todo lo que
ofrece Torres del Paine.
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Glaciar y Laguna Los Perros |
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Glaciar y Laguna Los Perros |
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Glaciar Los Perros |
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Glaciar Los Perros |
El frío empezaba a ser más intenso y ante el riesgo de
quedarme allí petrificado decidiría volver, pero antes todavía tendría
oportunidad de asistir a un nuevo espectáculo de la naturaleza que no sería otro que un enorme
desprendimiento, siendo testigo de cómo arrastraba todo a su paso, causando un
enorme estruendo y un gran oleaje. Sería la imagen perfecta antes de dirigirme,
de nuevo, al campamento, pues también había comenzado a chispear.
Lo que quedaba de tarde lo dedicaría a la vida contemplativa
y a descansar también en la tienda, pues empezaba, otra vez, a llover con
fuerza y hacía bastante viento.
A las 20:30 me metía en el saco, después de los
sándwiches y las galletas de rigor, pues mañana se nos imponía, a todos los que
pasábamos allí la noche, un madrugón de campeonato, por las razones que
comentaré en el siguiente capítulo. Así que a ver si pasaban deprisa las horas y
salía de allí lo más rápido posible.
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