24 de Diciembre de 2017.
Empezaba lo bueno en este pequeño pueblo creado en 1985 con
motivo de los problemas fronterizos con Chile en aquel momento. Se le conoce
como “Capital Nacional del Trekking y la escalada” y no es para menos, pues
aquí se encuentran algunas de las rutas más bellas de senderismo del mundo, un
rincón emblemático de la cordillera de los Andes desde el que dicen se consigue
una de las mejores vistas de conjunto de toda la cadena montañosa.
Pero es cierto que para conseguir lo anterior es fundamental
que el tiempo y las nubes te respeten, algo complicado en esta zona del
planeta, aún en verano, por lo que veríamos si la suerte acompañaba.
Después de haber dormido del tirón más de ocho horas, a las
siete estaba ya desayunando, siendo el primero en la sala junto con otra
pareja. Cereales y tostadas con mantequilla y mermelada, junto con zumo y leche
era lo que se ofrecía. Así que repetiría varias veces para coger suficientes
fuerzas para la jornada que me esperaba hoy.
Acto seguido me pondría en marcha, dirigiéndome al final de
la avenida San Martín, la principal de la población, pues es el lugar donde
comenzaba la ruta de hoy. Efectivamente, no tiene perdida, pues en ese punto se
indica con un enorme cartel de madera el inicio de la caminata hacia la Laguna
de los Tres, lugar desde donde se puede ver y casi tocar el mítico Fitz Roy.
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Sendero al Fitz Roy |
La ruta son diez kilómetros de ida y otros tantos de vuelta
con un desnivel de unos 1500 metros acumulados. El camino no es complicado pero
conviene tener cierta forma física, pues al final es distancia y la última
parte es la peor, pues en ella se acumula el mayor desnivel y puede llegar a
dejarte exhausto si no estás acostumbrado a andar mucho.
Empezaba a dar mis primeros pasos, completamente sólo, pues
serían como las ocho de la mañana, pareciendo que era el único que se había
animado con la excursión. También es cierto que era Nochebuena y lo mismo
influía en algo.
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Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
Tras los primeros metros de ascenso, el primer mirador que
encontraría sería el del Río de las Vueltas, donde se puede ver el valle del
mismo nombre. Está cerca y no cuesta llegar hasta él ya que la subida es
progresiva. Hacía bastante viento ya por esta zona, por lo que era bueno irse
mentalizando que al final de la ruta sería mucho peor, pero todavía quedaba
mucho para ello, así que ya veríamos como estaba la cosa.
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Mirador Valle del Río de las Vueltas |
Continuaría ascendiendo y me volvería a encontrar las mismas
vistas que las anteriores pero con mayor perspectiva al ir ganando altura. Mirando
al otro lado también se puede ver, en la lejanía, El Chaltén, teniendo una gran
panorámica del mismo y observando perfectamente donde se encuentra situado.
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El Chaltén desde Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
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Mirador Valle del Río de las Vueltas |
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Mirador Valle del Río de las Vueltas |
En la senda se van indicando los puntos kilométricos por lo
que siempre sabes lo que queda para finalizar la ruta, estando todo
perfectamente indicado y no teniendo perdida alguna.
A continuación y sobre el kilómetro cuatro, llegaría a una
intersección en la que si se toma el camino de la izquierda llegas a la laguna
Capri, y si sigues por el de la derecha accedes al mirador del Fitz Roy.
Decidiría optar por el segundo ramal pero cuando llegué a dicho punto me encontraría
que el macizo montañoso se encontraba completamente cubierto de nubes, una
ironía pues en otras direcciones el cielo estaba limpio y claro, además de que
el viento debería moverlas, pero no, de momento, así era el panorama.
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Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
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Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
Como tenía todo el día e iba bien de tiempo, decidiría
sentarme un rato allí y esperar a ver si la situación mejoraba. Sería en este
momento donde me encontraría con la primera persona en la ruta y casualidades de
la vida, sería con Roberto, un zamorano de 56 años ya prejubilado que estaba
recorriendo Argentina durante varios meses. Charlaríamos largo y tendido,
haciéndome incluso de psicólogo, pues a partir de este momento y de sus
inteligentes palabras, cambiaría totalmente de actitud para el resto del viaje,
no permitiendo que el tiempo ni las nubes me arruinasen el sueño de mi vida,
pues en los primeros instantes y al ver que el Fitz Roy estaba cubierto, me
vendría un poco abajo. Así que gracias desde aquí. Después continuaríamos el
camino cada uno a nuestro ritmo, aunque no sería esta la primera ni la última
vez en que coincidiríamos.
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Mirador del Fitz Roy |
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Mirador del Fitz Roy |
Poco a poco seguiría acercándome al macizo montañoso,
haciendo la misma senda por la que transitaba, de mirador, pues tímidamente se
empezaban a mostrar algunos picos del mismo. Y como ya comentaba en el párrafo
anterior otra vez volvería a coincidir con Roberto, aprovechando para hacernos
de respectivos fotógrafos e inmortalizar así un lugar tan increíble.
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Macizo del Fitz Roy camino a la Laguna de los Tres |
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Macizo del Fitz Roy camino a la Laguna de los Tres |
Afortunadamente las nubes se iban disipando de una parte del
macizo, por lo que ya no nos íbamos a ir con las manos vacías, lo que haría que
nos animásemos bastante. Sin embargo, la cima estrella, el Fitz Roy, sólo
permitía ver la mitad inferior de ella. Aunque lo ideal es ver esta en su
totalidad, hay que decir que la excursión ya merece la pena por sí misma, pues
los paisajes por los que se transita son soberbios. Por otro lado, el viento
era cada vez más molesto y frío, obligándonos a abrigarnos con gorro y guantes.
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Macizo del Fitz Roy camino a la Laguna de los Tres |
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Macizo del Fitz Roy camino a la Laguna de los Tres |
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Macizo del Fitz Roy camino a la Laguna de los Tres |
Paso a paso, llegaría hasta el campamento Poincenot, lugar
que muchos senderistas eligen para pasar la noche y al día siguiente madrugar y
poder ver amanecer delante del Fitz Roy deleitándose con sus tonos rojizos y
anaranjados. Sin duda otra posibilidad muy interesante a tener en cuenta. En
esta ocasión había pocas tiendas de campaña y apenas había ambiente.
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Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
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Campamento Poincenot |
No tardando demasiado, cruzaría el río Blanco, para
instantes después llegar al inicio del último kilómetro del recorrido, el más
duro y exigente con diferencia con respecto al resto, debido a que hay que
afrontar una pendiente ascendente de 400 metros de desnivel que te lleva hasta
el cielo: la Laguna de los Tres.
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Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
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Recomendaciones en Senda al Fitz Roy o Laguna de los Tres |
El terreno está repleto de rocas en descomposición y
arenisca, lo que hace que haya que ir con precaución para evitar resbalones.
Aunque buen parte del camino se caracteriza por los continuos zigs zags que de
alguna manera facilitan la subida, esta se hace dura, pues el gran desnivel te
obliga a ir avanzando con pasos cortos y con mucha tranquilidad, algo que
también hace que tengas la sensación de que no vas a llegar nunca a tú objetivo
final.
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Subida a la Laguna de los Tres |
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Lagunas Madre e Hija subiendo a la Laguna de los Tres |
Cuando ya quedaba poco para terminar la senda y los espacios
empezaban a ser más abiertos, el viento, que hasta ese momento no había parado
de soplar pero que no era un obstáculo para avanzar, se recrudeció y se empezó
a manifestar con mucha más fuerza de la que había tenido hasta ahora, lo que en
algunos momentos me obligaba a ponerme en cuclillas y en otros a hincar bien el
bastón en el suelo y apoyarme con el pecho sobre él.
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Macizo del Fitz Roy llegando a la Laguna de los Tres |
Aprovechando los intervalos en que menos aire hacía,
conseguiría llegar hasta el final de la ruta, encontrándome así las
maravillosas vistas de la Laguna de los Tres y del glaciar Piedras Blancas.
Cuantos años esperando este momento y por fin había llegado. Cierto que no en
las mejores condiciones climáticas, pero sería un momento muy emotivo y
especial, pues me hallaba ante una de las vistas más cercanas de la pared
granítica del monte Fitz Roy y de sus agujas periféricas.
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Laguna de los Tres, Macizo del Fitz Roy y Glaciar de Piedras Blancas |
Los dioses habían decidido ser medianamente generosos
conmigo, pues me mostrarían las montañas que acompañan al auténtico
protagonista. Podría ver, en su totalidad, cumbres míticas como los cerros
Saint-Exupery, Poicenot, Juarez, Val Biois y otras muchas que han sido punto de
referencia para los grandes escaladores, perdiendo su vida en el intento por
ascender sus diferentes caras.
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Macizo del Fitz Roy y Glaciar de Piedras Blancas |
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Aguja Saint Exupery desde Laguna de los Tres |
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Aguja Poincenot desde Laguna de los Tres |
Sin embargo, el mítico y majestuoso Fitz Roy sólo se
mostraba hasta la mitad, haciendo honor al nombre por el que era conocido por
los tehuelches que lo llamaban “Chaltén”, que significa montaña humeante. Aun
así estaba contento, pues al menos el día anterior lo había podido ver en su
totalidad llegando a la ciudad y desde el centro de visitantes.
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Laguna de los Tres, Macizo del Fitz Roy y Glaciar de Piedras Blancas |
El aire era fortísimo y obligaba a resguardecerse del mismo
detrás de las grandes rocas que había por la zona, ya que si no había veces que
te llegaba a tumbar, como así le sucedería a más de una persona que se confiaba
en exceso y creía que podría mantenerse en equilibrio más tiempo del
imprescindible. Afortunadamente las caídas quedaban en articulaciones doloridas
y alguna que otra cámara pasando a mejor vida, pero la cosa no pasó a mayores.
Aunque éramos pocos por el lugar, es cierto que seguía
llegando gente a cuentagotas lo que me sorprendería, pues aún con estas
condiciones los guardaparques no ponen limitaciones para llegar hasta aquí,
dejando al criterio de cada uno que era lo más apropiado.
Conseguiría encontrar un pequeño rincón bien protegido por
ambos lados que haría de guarida perfecta para comer unos bocadillos que había
comprado el día anterior. Mientras reponía fuerzas con ellos, pasaría delante
de mí Roberto, por lo que con un grito le invitaría a compartir almuerzo y en
este escenario de lujo, pasaríamos una hora de charla.
Aunque la idea inicial era bajar hasta la orilla de la
Laguna de los Tres y acercarme hasta el mirador de la Laguna Sucia, el viento
casi huracanado lo hacía imposible, así que aunque no quería marcharme de allí,
pues me encontraba en unos de los símbolos por excelencia de la Patagonia
andina austral, ante un pico codiciado por escaladores de todo el mundo,
inspirador de numerosos mitos, personajes y leyendas, las condiciones
climáticas eran cada vez peores y cada vez se había más peligroso permanecer en
la zona, por lo que no quedaba otra que comenzar a descender.
La bajada fue muy complicada, pues el viento había aumentado
e impedía avanzar con garantías de que no te tirase o, lo que es peor, te desplazara varios metros sin saber dónde
podías caer. Fueron momentos difíciles, más viendo cómo había gente que se daban
auténticos golpes al caer contra el suelo como si fueran muñecos. Muy despacio,
con ayuda del bastón y casi arrastrándome conseguiría dejar el área más
expuesta y menos resguardada, poniéndome definitivamente a salvo, continuando
así hasta el final de la exhausta bajada que te deja las rodillas destrozadas.
Tras descansar un rato después de la pendiente rompe
piernas, continuaría deshaciendo el resto del camino hasta llegar al desvío
hacia la laguna Capri, que tampoco quería perderme. Aunque pueda parecer
mentira, aquí reinaba la calma y esta era similar a una piscina donde el agua
apenas se movía. El día, en estos momentos, invitaba a sentarse aquí y
disfrutar del entorno, por lo que eso haría casi una hora.
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Laguna Capri |
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Laguna Capri |
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Laguna Capri |
Tras este nuevo descanso, desharía los cuatro kilómetros que
me faltaban hasta El Chaltén, llegando a las 18:00 a la hospedería. Tardaría
unas diez horas, pero como se ha visto, me recree bastante en muchos lugares y
es que es un lugar para disfrutar al máximo.
No hay que olvidar que hoy era Nochebuena y había decidido
celebrarla en un restaurante -parrilla llamado Patagonia Rebelde. En principio
iba a cenar sólo, pero como había hecho buenas migas con mi amigo de Zamora, le
comenté que si quería apuntarse y como también estaba sólo le pareció buena
idea. Yo optaría por un bife de lomo riquísimo. En el precio del menú también
estaban incluidos dulces de Navidad de postre y una copa de champán, costándome
todo 680 pesos, unos 28 euros.
A las 23:00 me retiraría a descansar, pues se me
cerraban los ojos y mañana tocaba una nueva caminata.
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