Todo iría muy rápido, tras el aterrizaje, y es que al ser el
único vuelo que llegaba en ese momento, sus integrantes nos encontraríamos
solos en los controles de pasaportes y equipajes, por lo que en sólo media hora
ya estaba fuera de la zona restringida de Ezeiza, haciendo una nueva fila en el
Banco de la Nación Argentina para conseguir mis primeros pesos. Irónicamente,
me tiraría aquí el mismo tiempo que utilicé para el resto de gestiones hechas
hasta ahora.
Acto seguido me dirigiría caminando hacia la terminal C que
estaba sólo a cinco minutos. Todo me era ya familiar y me acordaba de la
mayoría de lugares, pues sólo hacía año y medio que había estado por aquí.
Un mes antes de venir, Aerolíneas me cambiaba el lugar de
salida de mi vuelo, lo que me beneficiaba sobremanera, ya que me evitaba el
traslado en autobús al aeropuerto de Aeroparque, con el consiguiente gasto y
pérdida de dinero y tiempo, teniendo que haber ido con algo más de agobio. De
esta manera todo fue relajado, pues sólo tendría que entregar la maleta en los
mostradores de vuelos nacionales y dirigirme a la nueva puerta de embarque,
esta vez con destino a El Calafate.
Destino El Calafate |
Me sobraba la friolera de casi hora y media hasta el
embarque, por lo que aproveché para tomar unos bollos y unos zumos y es que
aunque acabábamos de desayunar había vuelto el apetito.
Esta vez, saldríamos con media hora de retraso, debido a que
había varios aviones delante de nosotros para despegar, pero al final
conseguiríamos llegar a nuestro destino pasados sólo veinte minutos de la
previsión inicial, es decir a las 11:20.
Embarcando en Buenos Aires hacia El Calafate |
Volando hacia El Calafate |
El desembarco fue rápido y algo más lento la recogida del
equipaje y el control de seguridad del aeropuerto, pues todo el mundo tenía que
pasar sus maletas por un escáner que detecta los productos orgánicos, así que
conviene no arriesgarse porque si te pillan te los requisan y te pueden multar.
Algo antes de las 12:00 estaba ya en la zona común de las
instalaciones buscando la mejor manera de llegar a la estación de autobuses de
la ciudad, pues desde ella tenía que tomar un autobús hasta mi último destino
de la jornada, tras tan largo viaje. Ese era El Chaltén.
Es verdad que el viaje es una auténtica paliza, pero siempre
he preferido hacer el máximo de recorrido de una vez y así luego empezar a
disfrutar.
En el aeropuerto de El Calafate me fijaría en una compañía,
cuyo nombre no recuerdo, la cual te llevaba al hotel o destino solicitado,
compartiendo el mismo vehículo con varios pasajeros, por sólo 160 pesos. Se
tarda más, si no eres el primero en bajar, pero desde luego te ahorras bastante
más dinero que cogiendo un taxi. Tendría suerte y a mí me dejarían el primero
por lo que a las 12:30 estaba ya en la estación de autobuses. Del Aeropuerto a
El Calafate hay unos veinte kilómetros.
El billete de autobús ya lo había comprado a través de la
página web: www.chaltentravel.com ,
una de las compañías que te lleva hasta ese lugar, suponiéndome 600 pesos, es
decir unos 25 euros, teniendo ahora que abonar sólo una tasa local de
utilización de la terminal que era de 10 pesos.
A las 13:00 en punto el conductor arrancaba y nos poníamos
en marcha hacia uno de esos lugares que siempre había idealizado y me moría de
ganas por conocer: El Chaltén.
Después de disfrutar, durante un buen rato, de las vistas
del lago Argentino, las sustituía por las maravillosas e infinitas rectas
patagónicas, por las que ya tendría oportunidad de conducir en la región de
Bariloche hace año y medio, así que fue un momento emocionante, aunque esta vez
fuese en autobús.
Lago Argentino camino hacia El Chaltén |
Recta Patagónica camino hacia El Chaltén |
Lago Argentino camino hacia El Chaltén |
En el camino también tendría oportunidad de ver algunos
animales similares a las llamas, antes de que el conductor nos sorprendiera
parando en la estancia “La Leona”, toda una institución en estas tierras. Y es
que la empresa de autobuses tenía un convenio con este histórico lugar para
hacer un descanso de unos quince minutos.
Estancia La Leona |
Me haría mucha ilusión conocer un sitio tan importante y es
que fue aquí cuando en 1877 el Perito Moreno, consagrado científico y
explorador argentino, sería malherido por el ataque de una hembra de puma
(“Leona” en la jerga patagónica) dando así origen al nombre del río.
Tras construirse el alojamiento por los primeros pobladores
de estas tierras, sería en 1905, cuando tres gringos se habrían hospedado aquí
unos cuantos días para luego seguir viaje a un rumbo desconocido. Tiempo más
tarde los propietarios de aquel entonces habrían reconocido a sus visitantes:
se trataría nada menos que de Butch Cassidy, Sundance Kid y su esposa, quienes
luego de robar el banco de Londres y Tarapacá en Río Gallegos habrían efectuado
en su huída una “parada técnica” en La Leona.
Estancia La Leona |
También el célebre Alberto M. D´Agostini se dejaría caer por
este lugar antes de liderar épicas expediciones a zonas casi inaccesibles de la
Cordillera Austral. Al igual que importantes alpinistas como el italiano
Casimiro Ferrari, el primero en conquistar por primera vez el Cerro Torre,
cuyas paredes de granito y hielo son consideradas aún hoy entre las más
difíciles y peligrosas del mundo.
Estancia La Leona |
Río La Leona |
Después de acceder un rato a su tienda de recuerdos e
inmortalizar con varias fotografías tanto el lugar como las señales que indican
las distancias a algunas de las ciudades más importantes del globo,
continuaríamos el camino.
Estancia La Leona |
Estancia La Leona |
Los kilómetros continuaban sucediéndose y nuestro vehículo
seguía atravesando la árida llanura erosionada por el sobrepasto. El viento
seco que bajaba de los Andes dejaba un universo de hierbajos amarillos y al
final de la inmensa planicie se dejaba entrever, en el horizonte, camuflados
entre nubes, los increíbles picos del macizo Fitz Roy. Al principio, demasiado
cubiertos, pudiendo casi tan sólo intuir que estaban allí, para según nos
íbamos acercando, y como si de una obra de teatro se tratase, las nubes convertirse
en cortinas y estas irse retirando para dejar paso a la imponente silueta de
las míticas montañas, afiladas como colmillos. Por allí apuntaban el Cerro
Torre, el Fitz Roy, la Aguja Poincenot y otros muchos, protagonistas de
titánicas escaladas. Fue un momento muy emocionante.
Lago Viedma llegando a El Chaltén |
Entrada al Parque Nacional Los Glaciares |
Macizo Fitz Roy llegando a El Chaltén |
Macizo Fitz Roy llegando a El Chaltén |
Quedando tan sólo un kilómetro para llegar a la estación pararíamos
a la entrada del pueblo en el centro de recepción de visitantes, desde el que
también se obtenían buenas perspectivas del mítico Fitz Roy. Un trabajador de
Parque Nacionales, no s invitaría a bajar y tras separarnos en dos grupos, uno
de habla hispana y otro inglesa, nos darían una pequeña charla sobre las rutas
que se pueden realizar en la zona y la normativa que hay que seguir mientras
estés caminando por los senderos del Parque Nacional de los Glaciares, que es
donde nos encontrábamos y más exactamente en su sector norte. Justo en esta
zona no hay que pagar nada en contraposición con lo que sucede en el área en el
que está Perito Moreno, donde cada día que se accede al Parque hay que abonar
500 pesos. No me extrañaría que en el futuro aquí suceda lo mismo, pero mientras
tanto hay que aprovecharlo.
Macizo Fitz Roy desde El Chaltén |
De nuevo en el autobús, sólo harían falta menos de cinco
minutos para dejarlo definitivamente y poder decir, ahora sí, que había llegado
a El Chaltén. Este pequeño pueblo se encuentra situado en la confluencia de los
ríos de las Vueltas y Fitz Roy, además de sobre un ancho valle glaciar que se
alza al pie de los macizos del Fitz Roy, valga la redundancia, y Cerro Torre,
siendo la puerta de entrada al hielo continental patagónico.
Macizo Fitz Roy y Cartel de Bienvenida. El Chaltén |
No tardaría más de diez minutos en encontrar el que sería mi
alojamiento durante los próximos cuatro días y es que estaba situado al lado de
la Avenida San Martín, la principal arteria de la ciudad. Se llamaba Hostería
Fitz Roy Inn y me recibiría un joven llamado Pablo, de lo más servicial y
atento que al haber espacio y tener habitaciones libres me ofrecería una con
cama de matrimonio y otras tres camas más. Sí, no me lo podía creer, tanto
espacio para mí sólo, así que no podía empezar mejor mi llegada a El Chaltén.
Hostería Fitz Roy Inn.El Chaltén |
La habitación se veía vieja y con moqueta, pero estaba
limpia y caliente, así que no se podía pedir más teniendo en cuenta el precio,
que es proporcional a lo que ofrece, para lo que son otros alojamientos aquí a
excepción de los Hostels. (220 euros las cuatro noches con impuestos y desayuno
incluidos). El desayuno estaba correcto con tostadas, zumos, leche y cereales.
Respecto al wifi sólo había en la sala de recepción y no iba demasiado rápido.
No dudaría en organizar un poco el equipaje, pegarme una
buena ducha y descansar un rato, antes de dar mi primera vuelta por el pueblo,
sin tardar demasiado en entrar en un pequeño local donde vendían unas
deliciosas empanadas, eligiendo una de cuatro quesos y otra de ternera, más la
bebida. (95 pesos).
Justo en frente hallaría un supermercado, de los muchos que
hay, donde entraría para hacer la compra para los días posteriores, pues es
fundamental en las diferentes rutas llevar suficiente agua, comida, frutos
secos y chocolate, para aguantar bien las distancias de ida y vuelta, que no
son cortas precisamente.
Tras todo lo anterior era el momento de pasear ya con más
tranquilidad por El Chaltén fijándome en las pequeñas casas de madera situadas
a ambos lados de la avenida San Martín, además de la gran cantidad de figuras y
esculturas de madera sitas en la calle Miguel Martín de Güemes que es la que
atraviesas al bajar del autobús. Aquí está el famoso cartel dándote la
bienvenida a la población, el que presume de ser la capital nacional del
Trekking y la escalada, así como una inmensa mochila ideal para hacerte la foto
chorra del día. Todos están realizados con madera.
El Chaltén |
Cartel de Bienvenida.El Chaltén |
El Chaltén.Capital Nacional del Trekking |
El Chaltén.Capital Nacional del Trekking |
Decidiría volver otra vez hasta el centro de visitantes,
pues no estaba lejos, pero una vez allí las vistas del Fitz Roy y su entorno
idílico, se habían terminado, pues las nubes habían decidido cubrirlo, así que
no tenía mucho sentido subir a ninguno de los miradores cercanos a los que se
podía acceder desde aquí (Los Cóndores y Las Águilas). Lo bueno que todavía me
quedaban varios días para volver a intentarlo, por lo que me daría la vuelta y
volvería a la Avenida San Martín donde empezaría a comparar restaurantes con el
fin de decantarme por uno para la cena de mañana que era Nochebuena. Me
decidiría por “Patagonia Rebelde”, que parecía que tenía buena pinta, ya
veríamos si acertaba o no.
Centro de Visitantes.El Chaltén |
Río de Las Vueltas a su paso por el Chaltén |
No hay comentarios :
Publicar un comentario