DIA 02. FLORIDA. Miami: Ocean Drive, Wynwood Walls y Coral Gables

27 de Agosto de 2017.

Aunque la población de Miami es de 500.000 almas, su área metropolitana llega a tener más de 5,4 millones de habitantes, lo que la convierte en la cuarta área urbanizada más grande de los Estados Unidos, por detrás de Nueva York, Los Ángeles y Chicago. La ciudad en sí misma no tiene mucha extensión territorial, sin embargo sus alrededores cuentan con varias ciudades y núcleos urbanos que la hacen la más importante de todo el estado de Florida. Todo ello es debido al hecho de que Miami es un área en gran parte bilingüe, lo que resultó un incentivo para la inmigración de muchas otras personas de países centroamericanos y de Sudamérica. Además Miami es una ciudad abierta al comercio internacional y está considerada el puente a las Américas. Su puerto es el más importante en el servicio de cruceros turísticos y su aeropuerto uno de los mayores de la nación. También tiene un importante peso en lo que a finanzas, medios de comunicación y entretenimiento se refiere, siendo sede  de numerosas oficinas de compañías, bancos y estudios de televisión.

Ante todo ello era más que evidente que la ciudad no nos iba a dejar indiferentes y aunque es cierto que esta no ofrece monumentos especialmente destacables, sí que posee zonas y áreas de fama mundial con las que poder disfrutar unos cuantos días.

Como ya comentaba en el anterior capítulo, nosotros  estábamos alojados en la isla de Miami Beach que se encuentra unida a la Miami continental por medio de varias carreteras elevadas. Situada al sur de Miami Beach, entre las calles 5 y 41, se halla South Beach que es el barrio con el que se identifica Miami en general y que la mayoría de las veces sale en documentales y películas, encontrándose aquí todo lo que uno siempre ha imaginado: coches de lujo, impresionantes modelos, elegantes edificios e idílicas playas, siendo esta la zona en la que teníamos nuestro centro de operaciones, por lo que para recorrerla, podríamos hacerlo caminando sin ningún problema.

Apartamento Modern South Beach Home
Después del intenso día de ayer era más que evidente que nadie iba a madrugar, aunque sería más correcto decir: casi nadie, pues había alguien que el jet lag y la curiosidad le iban a llevar a estar despierto a las ocho para empezar dando un temprano paseo por la zona, antes que los demás comenzaran a desperezarse. Esa persona, evidentemente, era quien escribe estas líneas.

A pesar de la hora, el calor era ya sofocante y es más que probable que la humedad fuese del 100%, por lo que de nada me serviría la ducha de agua fría que pocos minutos antes me había dado antes de salir a la calle. Los goterones de sudor pronto empezarían a caer por mi espalda y mi frente y ya sería algo usual en todos, durante la casi totalidad de los días que permaneceríamos en el estado de Florida.

En pocos pasos llegaba a la esquina con Washington Avenue, una de las arterias principales de la zona y con un claro sabor hispano. En ella se encuentran algunas de las mejores discotecas de South Beach. Pronto me llamaría la atención el edificio de la oficina de correos y su techo abovedado y es que era el primer ejemplo de estilo Art Decó que vería en Miami.

Washington Avenue

Oficina de Correos en Washington Avenue

Sólo dos manzanas después de caminar por dicha avenida, llegaba a Española Way, por la que ya pasearíamos ayer por la noche y el contraste era muy diferente, pues ahora estaba totalmente desierta. Los edificios que la flanquean pueden presumir  del característico estilo español, que le da nombre, albergando la mayoría de ellos galerías de arte, tiendas y restaurantes italianos, españoles, franceses y cubanos. También llama la atención el letrero que todas las noches corta la calle, impidiendo la entrada de vehículos, en donde se puede ver a Don Quijote cabalgando hacia un molino. En contraste con este último y al otro lado de la misma, continuaba el mismo coche policial al que no podría evitar fotografiar anoche y que ahora, con la luz del día, permitía apreciar mejor los detalles patrióticos reflejados en toda su carrocería.

Española Way

Española Way

Española Way

Coche de Policía en Española Way

En paralelo y sólo cuatro manzanas después llegaba hasta la otra avenida peatonal de obligada visita llamada Lincoln Road Mall, diseñada en los años sesenta y que, aún hoy, mantiene el estilo Art déco en muchas de sus construcciones, al igual que otras importantes arterias de la ciudad, como después se verá. Esta vendría a ser como la calle Preciados en Madrid, pero con bastante más estilo y marcas de lujo que aquella, siendo una de las calles más emblemáticas y más animadas de Miami a cualquier hora del día. Tiendas como Lacoste, Nike, Swarovski; teatros como el Colony o el Lincoln; una iglesia con aire colonial y preciosas fuentes e infinidad de palmeras, se irían sucediendo a lo largo de todo su recorrido, mientras que poco a poco iba ganando vida gracias al mercadillo que se estaba montando y a los turistas que iban ocupando sus terrazas para degustar suculentos desayunos americanos.

Lincoln Road Mall

Tienda de Nike. Lincoln Road Mall

Lincoln Road Mall

Lincoln Road Mall

Estas últimas imágenes me recordarían que todavía no tenía nada en el estómago y que estaban a punto de dar las diez, hora a la que había quedado con Sergio, Cristina y los muchachos, para coger fuerzas. Para ello no dudamos en dirigirnos a un Diner situado en la esquina de Washington Avenue con la calle once. Nos encantaría pues fue emocionante comer en el típico restaurante, hecho con vagones de tren, que te permite transportarte al clásico ambiente de los años cincuenta y sesenta. Los platos son abundantes y la comida de buena calidad. Pediríamos tortitas, burritos rellenos de huevos y salchichas, bagels, gofres, huevos revueltos y unos estupendos batidos de chocolate, estando todo espectacular. Además el trato sería cordial y amable por lo que no podíamos pedir más. Pagaríamos 21 dólares por persona.

Restaurante Diner

Desayunando en Restaurante Diner

Después del festín, nos juntaríamos en el exterior con el resto del grupo y ya juntos iríamos paseando por Collins Avenue, otra importante avenida llena de vida y con nuevos y populares pubs donde no cabe un alfiler en las animadas noches, hasta tomar a la altura de la calle 17, la mundialmente conocida Ocean Drive, paralela a la famosa playa de South Beach, tantas veces inmortalizada en series como “Corrupción en Miami”, entre otras muchas.

El motivo de comenzar a recorrer esta última desde aquí, sería porque así nos lo recomendarían Ernesto y Sonia, pues ello te permite atravesar un agradable paseo arbolado, que hace de antesala a la locura y desenfreno de la inigualable e inimitable Ocean Drive, la zona más popular de Miami. Es aquí, en el paseo marítimo de South Beach, donde se hacen realidad todos los tópicos sobre la ciudad: cuerpos esculturales patinando al lado de la playa, cócteles tropicales, música latina a todo volumen y millonarios conduciendo los vehículos más caros del mundo. Es como si de repente, te encontraras en la típica serie o película americana.

Lummus Park

South Beach desde Ocean Drive

Además a todo ello hay que sumarle que buena parte de los edificios que puedes ir admirando están decorados en estilo Art Déco, pudiendo apreciar dibujos que semejan plantas, pájaros o mariposas redondeados. Las curvas predominan en los adornos de las fachadas, junto con la utilización de diferentes tonos con pinturas de color pastel para resaltarlas.

Circuito Art Decó por Ocean Drive

Circuito Art Decó por Ocean Drive

Circuito Art Decó por Ocean Drive

Afortunadamente, los amantes de la arquitectura, salvaron esta zona de la demolición y la reconstruyeron y la renovaron. En la actualidad hay más de 600 edificios censados que pertenecen a esa época  que se localizan tanto en esta arteria, como en otras, como Collins Avenue y Washington Avenue, como ya habíamos podido comprobar anteriormente.

Ese esplendor recuperado se puede apreciar bastante bien en hoteles como el Albion, el Colony, el Edison, el Delano y otros muchos que se van sucediendo uno tras otro por toda la zona.

Circuito Art Decó por Ocean Drive

En nuestra interesante caminata, dos zonas con una gran concentración de personas, nos llamarían la atención, parándonos en ambas para ver de qué se trataba. Por un lado, el motivo de hasta una fila para conseguir una fotografía, no era otro que el reloj de Miami Beach, de forma rectangular, elegante estilo y rodeado, como no podía ser de otra manera, de palmeras. Por otro, la que fuese la antigua casa del diseñador Gianni Versace, quien sería asesinado en las escaleras de la misma puerta en 1997 por Andrew Cananan, quien a su vez se suicidaría días después, justo cuando iba a ser detenido. Hoy en día es un restaurante de lujo, al venderse al hotel contiguo por la cantidad de treinta millones de euros. Si te apetece comer o cenar en él puedes hacerlo a partir de los 1500 dólares en adelante.

Casa de Gianni Versace en Ocean Drive

Reloj de Ocean Drive

Tras las respectivas fotos, nuestra siguiente parada sería para observar como varios hombres, algunos casi como un armario, realizaban ejercicios de Calistenia. Otras de las tradicionales imágenes que siempre salen a colación cuando se habla de este lugar. En las diferentes barras, situadas sobre la arena de la playa, nos quedaríamos con la boca abierta observando cómo estas máquinas conseguían aguantar toda su masa corporal sobre los brazos con ejercicios imposibles. Nosotros nos conformaríamos con hacer alguna que otra flexión, que nos dejarían exhaustos.

Calistenia en South Beach

Calistenia en South Beach

Entre lo anterior y que el calor era casi insoportable, decidiríamos por unanimidad, que lo mejor era tomarnos un merecido descanso bañándonos en la mundialmente conocida South Beach. Fue una gozada disfrutar de su enorme arenal de color blanco y de sus aguas cálidas, lo que nos haría reponernos del cansancio acumulado. También nos encantarían los famosos puestos de salvamento  pintados de todos los colores y que hoy son otro de los iconos de Miami Beach. Como curiosidad decir que existe una por cada calle y que no hay dos iguales, contando cada una con un diseño diferente. Su coste es de 25.000 dólares cada una.

Caseta de los Vigilantes de la Playa.South Beach

South Beach

Palmeras de South Beach

Existen diferentes puntos con vestuarios y también cuenta en muchas zonas con duchas para poder quitarte la siempre molesta arena, aunque hay que decir que es tan fina que apenas se adhiere al cuerpo.

Dado que volvíamos a estar repuestos, nos animaríamos a seguir caminando hasta el punto más al sur de la playa conocido como South Pointe Park, el cual cuenta con un bonito muelle de madera que se adentra unos metros por encima del mar, obsequiándote con unas excepcionales vistas de toda la costa y de las aguas color esmeralda, bajo tus pies.

Muelle de South Pointe Park

Muelle de South Pointe Park

Playa de South Beach desde Muelle de South Pointe Park

Mar Caribe desde Muelle de South Pointe Park

Justo a la entrada del anterior se localiza también una escollera formada por grandes bloques de piedra, por la que haríamos un rato la cabra y nos detendríamos a observar, en la lejanía, las residencias de lujo que se podían ver al otro lado, además del Skyline de Miami y los puntos de amarre de muchos de los grandes cruceros que pasan por aquí cada día.

Escollera de South Pointe Park

Eran ya más de las tres y nuestro estómago empezaba a protestar, pero en vez de volver sobre nuestros pasos, continuaríamos nuestro camino por el paseo paralelo a la escollera mencionada antes, con zonas verdes, parques y alguna que otra interesante escultura. En uno de esos parques seríamos testigos de cómo dos jóvenes hacían piruetas imposibles sobre dos cuerdas amarradas a los árboles. Parecía mentira que tras varias volteretas en el aire pudieran volver a caer sobre algo tan inestable y tan fino.

South Pointe Park

South Pointe Park

Piruetas sobre Cuerda en South Pointe Park

Poco tiempo después nos encontraríamos con un pequeño puerto donde volvimos a ser testigo del lujo y el dinero con el que cuenta esta ciudad. Ante nosotros se sucedían preciosos yates con todo tipo de detalles.

Puerto de South Pointe Park

Puerto de South Pointe Park

Y justo en frente de aquellos, hallábamos el restaurante Monty´s, con una piscina en el centro de un gran patio, donde darte un chapuzón si el calor aprieta como era el caso. A nosotros nos podría más el hambre y optaríamos por entrar en el interior y refrescarnos con el maravilloso aire acondicionado que haría que, poco a poco, volviéramos a ser personas. Ello unido a las hamburguesas y ensaladas que nos pediríamos, permitiría que volviésemos a nacer por segunda vez en el día, y es que el calor y la humedad estaban haciendo estragos en nosotros, aunque es cierto que la ilusión por ver los lugares más característicos de Miami, estaba pudiendo más.

Restaurante Montys en South Pointe Park

La atención sería buena, las bebidas nos las rellenarían constantemente de forma gratuita y la calidad de la comida era también bastante buena. Por persona, con propina incluida, nos saldría por 24 dólares.

Era el momento de regresar al punto de partida, a la zona en la que teníamos los coches y desde donde habíamos comenzado a caminar por la mañana y como es evidente no lo íbamos a hacer andando. Para ello utilizaríamos la aplicación de Uber, la red de transporte privado que te permite, de forma fácil, reservar con el móvil un vehículo a un precio bastante asequible y tenerlo a tu disposición en muy poco tiempo. Solicitaríamos dos de ellos y en sólo cinco minutos ya estaban pasando a por nosotros.

Ya en nuestro destino procederíamos a coger nuestros coches y con ellos nos desplazaríamos hacia una nueva zona conocida como Wynwood Walls, saliendo de la isla de Miami Beach a través de uno de sus inmensos puentes.

Había leído que esta zona cada vez atraía con mayor fuerza a visitantes extranjeros y a lugareños, por igual, y pronto comprobaría porqué. A partir del año 2009, las enormes paredes sin ventanas y escasas puertas de la gran cantidad de almacenes que se encuentran aquí situados, empezarían a verse como el lienzo perfecto para murales y obras de arte, naciendo así los famosos graffitis de Wynwood.

Wynwood Walls

Aunque, históricamente, el arte callejero no ha sido especialmente respetado, sin embargo eso parece estar cambiando y cada vez más gente alrededor del mundo le empieza a mostrar su apoyo. El crecimiento de la tecnología y las plataformas de medios sociales que la acompañan hacen que el compartir esas formas de arte sea rápido y fácil, y parece permitir que el arte de la calle se esté convirtiendo en una forma artística de gran interés.

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Desde su creación, Wynwood ha acogido a más de cincuenta artistas de más de veinte países diferentes, cubriendo más de 80.000 pies de muros. Nadie diría que apenas una década atrás esta era una de las zonas más degradadas y de mayor peligrosidad y delincuencia de Miami, debido a la venta de drogas, cometiéndose multitud de asesinatos en la misma. Ello se ha ido sustituyendo además de por los murales por una gran cantidad de galerías de arte y restaurantes de moda que todas las noches son objeto de una gran asistencia de público.

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Los murales se pueden encontrar entre las calles 23 y 28, pero es cierto que tal vez los mejores y de mayor calidad se hallan en el interior de un recinto a cielo abierto pero cerrado por vallas, llamado Wynwood Walls, donde cada año se van sustituyendo las obras de los más grandes artistas internacionales por las de otros. De esta manera este espacio siempre está en constante evolución y cambio y las obras que te encuentras en la primera visita puede que ya no estén en la siguiente, por lo que es un lugar siempre abierto a las sorpresas.

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Este es gratuito y abre a partir de las 11:00 de la mañana, aunque conviene confirmarlo porque hay ocasiones en las que lo cierran sin previo aviso. También es interesante dar un vuelta por la nave con la que cuenta, donde se puede ver curiosos murales y carteles de lo más variopintos, así como otros objetos y materiales trasgresores y de lo más curiosos.

Wynwood Walls

Sería en este último donde más concentraríamos nuestro tiempo por dos motivos, uno porque tampoco disponíamos ya de excesivo tiempo antes de que se hiciera de noche y otro porque sería aquí donde se produciría la primera tormenta desde que llegamos a la ciudad y andar por las calles suponía calarte. Aun así y todo no quisimos perder la oportunidad de dar una vuelta por las manzanas más cercanas para admirar nuevos graffitis y hay que decir que son espectaculares y merecen muchísimo la pena.

Wynwood Walls

Wynwood Walls

Wynwood Walls

De nuevo en los vehículos decidiríamos dirigirnos hacia el área de Coral Graves, una zona de lujo y que es una ciudad dentro de la propia ciudad. Se encuentra repleta de elegantes viviendas, algunas de ellas al lado de canales en donde hay amarrados lujosos yates. Es un lugar en el que da la impresión de que todo es perfecto: las casas son grandes y con jardines muy cuidados.  Fue la obra de George Merrick que en 1920 se hizo con 4000 hectáreas de terreno y constituyó lo que hoy se conoce como la “Ciudad de la belleza”. En este barrio predomina la arquitectura de estilo mediterráneo aunque, en algunas calles, se pueden encontrar construcciones de estilo colonial, francés o italiano. Lo mejor es recorrerla en coche, como así haríamos, ya que es bastante extensa, atravesando sus enormes avenidas, pudiendo comprobar cómo sus calles llevan nombres españoles tales como Granada, Valencia o Sevilla, entre otras.

Casa de Coral Gables

Pero si hay un edificio que destaca por encima de cualquier otro ese es el lujoso hotel Biltmore, de enormes dimensiones y con aires de castillo español, coronado por una torre de 18 metros inspirada en la Giralda de Sevilla. Se terminó de construir en 1926 y rápidamente se convirtió en un lugar de vacaciones de famosos como Ginger Rogers, Judy Garland y Bing Crosby y desde el presidente Franklin D. Roosevelt hasta Al Capone, estuvieron aquí alojados. En su piscina Johnny Weissmuller, el primer Tarzán del cine trabajó como instructor de natación. Durante la Segunda Guerra Mundial, el hotel se convirtió en un hospital militar y se mantuvo así hasta 1968. En 1983 fue renovado y reabierto.

Biltmore Hotel.Coral Gables

Biltmore Hotel.Coral Gables

No sé muy bien si se permite acceder al hall y a su increíble y lujoso patio interior con una hermosa fuente en su parte central y con una terraza con vistas a los campos de golf que se distribuyen por toda su parte trasera, pero el caso es que, mientras mis amigos me esperaban fuera, yo accedería por la puerta que se encuentra situada en la parte inferior de las escaleras, no encontrándome a nadie en mi pequeño recorrido. Los artesonados y la sala decorada con columnas del propio hall también te dejan sin palabras. La salida la realizaría por la puerta superior de las escaleras, encontrándome aquí a dos mayordomos los cuales me saludarían sin decirme nada más, por lo que si se tiene oportunidad merece la pena recorrer estas estancias.

Biltmore Hotel.Coral Gables

Biltmore Hotel.Coral Gables

Biltmore Hotel.Coral Gables

Aunque ya era de noche cuando volvimos a los coches, no dejaríamos pasar la oportunidad de recorrer con estos la llamada “Miracle Mile” o “Milla del Milagro”, una de las principales calles comerciales de Miami y que se encuentra ubicada entre las avenidas 37 y 42 de Coral Way. Lo más curioso es que gran parte de los locales se dedican a la venta de trajes de novias.

Para finalizar el día nos dejaríamos caer por una parte de la zona que conforma Coconut Grove, exactamente la más cercana al famoso centro comercial CocoWalk, otro de los barrios más elitistas y snob de Miami, por si no tuviera ya suficientes. Es un lugar de reunión y vivienda de bohemios, artistas, intelectuales, yuppis y gente sofisticada.  Se encuentra justo entre Coral Gables y el Downtown y es el vecindario más antiguo de la ciudad. Sus primeros pobladores fueron emigrantes de Inglaterra, Key West y de las Bahamas, por lo que es un barrio de contrastes, pudiendo verse al lado de residencias suntuosas, sencillas casas. Aunque en principio nuestra idea era cenar aquí, el hecho de que ninguno tuviéramos hambre, nos llevaría a acabar en una heladería saboreando diferentes tipos de helados (cada tarrina de tres sabores y botella de agua costaría casi diez dólares), una refrescante y dulce manera de dar por concluida la jornada.


Restaurantes de Coconut Grove

Restaurantes de Coconut Grove


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