Amanecía un día radiante, con un cielo azul sin nubes y sin
apenas viento, por lo que nada hacía presagiar que una jornada, en principio,
tan perfecta, pudiera estropearse en sólo unas horas y es que no olvidemos que
la caprichosa Irma estaba bastante cerca, aunque como ya contaba ayer, no se
esperaba que se desviase de su recorrido hacia el norte del estado de Georgia.
Nos levantamos despacio y sin prisas e iríamos desayunando
según nos poníamos en pié y sobre las 10:30 bajaríamos a la maravillosa playa
de arena blanca que teníamos a sólo unos pasos desde la urbanización que se
encontraba en primera línea de playa. La arena era tan fina que costaba mantener
un puñado de la misma en la mano, pues pronto se escapaba entre las fisuras que
encontraba. No quemaba y toda la zona estaba impoluta y no había un resto de
suciedad. El agua estaba limpia y era de color verde azulado y sin ser como la
del Caribe también tenía unos contrastes que eran realmente hermosos. Su
temperatura era templada, pero no llegaba a estar caliente como la de Miami o
los Cayos, por lo que permitía refrescarte y permanecer todo el tiempo que
quisieras dentro sin pasar frío.
Perdido Beach. Orange Beach |
Perdido Beach. Orange Beach |
Como se ve todo era perfecto e idílico, pero tan sólo
podríamos disfrutar de ello dos hora y media que se pasarían volando.
Sobre las 13:00, todo empezaría a cambiar, poco a poco fue
llegando un viento frío y desagradable que haría descender las temperaturas de
forma rápida, el mar en calma, que más parecía una piscina, empezaría a tener
oleaje y media hora después, fuertes corrientes que hacían que te costase
mantenerte quieto en el mismo sitio, e incluso si te descuidabas te empujara
con fuerza hacia dentro.
Perdido Beach. Orange Beach |
Perdido Beach. Orange Beach |
Unos instantes después la arena, impulsada por el cada vez
más fuerte viento, hacía las veces de agujas afiladas que se te clavaban con
saña en la piel y que hacía imposible ya poder mantenerse ni un minuto más en
lo que había sido un paraíso durante unas pocas horas. Ello se debía a los
coletazos de Irma, que estando alejada tantísimos kilómetros todavía se quería
hacer notar y estropearnos el día.
Ante tal panorama, decidiríamos pasar a la piscina interior
y disfrutar de la misma un rato más hasta la hora de comer. Salvo otra familia
no había nadie más y es que no era el mejor momento para venir a pasar aquí
unas vacaciones.
Aunque estábamos bien, es cierto que todos teníamos cierta
preocupación en nuestro rostro, pues aunque estábamos viviendo una aventura en
toda regla, no podíamos evitar pensar en todos los perjuicios que nos estaba
causando. Desde el coste extra que nos iba a suponer una semana más fuera, en
todos los aspectos: alojamiento, gasolina, comida, etc. hasta la pérdida del
colegio de los niños, pasando por nuestras obligaciones laborales, pues aunque
los respectivos responsables de todos nosotros fueron de lo más comprensivos y
nos apoyaron en todo momento, es cierto que al final no es plato de buen gusto
el tener que ausentarse tantos días extras. Pero en cualquier caso siempre
mantuvimos una actitud positiva y tratamos de tomárnoslo lo mejor posible.
Piscina Apartamentos Phoenix VI.Perdido Beach |
La tarde ya daba muestras de que iba a ser desagradable,
pero tendríamos la suerte de que retransmitían en directo la final del Open Usa
con nuestro querido Rafa Nadal como uno de los dos protagonistas, así que no
dudaríamos en verle y apoyarle, consiguiendo al final ganar y llevarse su
tercer título en este Grand Slam.
El resto del tiempo lo utilizaríamos para jugar un rato a
las cartas y ver algo más de televisión, permitiéndonos llegar, más o menos
entretenidos, a la hora de la cena en la que tomaríamos unas pizzas crujientes,
hechas en el horno.
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