DIA 12. ARGENTINA. Llegada a Buenos Aires y delta del Tigre

6 de Septiembre de 2016.

Habíamos tenido días de madrugones, pero lo de hoy era ya la locura y es que nuestro vuelo de aerolíneas argentinas previsto para despegar de Puerto Iguazú a las 08:35 nos lo habían adelantado a las 07:55, por lo que tendríamos que levantarnos a las 05:00 para que nos diese tiempo a estar preparados a las 05:30, hora a la que habíamos quedado con Nicolás para que nos llevase a la terminal (350 pesos). Este nos dejaría allí a las 06:00 y tras las despedidas estuvimos haciendo tiempo, dormitando en los asientos, pues todavía los trabajadores de Aerolíneas ni si quiera habían aparecido por allí.

Tras  abrir los mostradores de facturación todo se desarrollaría rápido, pasaríamos los controles, embarcaríamos y sorprendentemente el avión despegaba casi 10 minutos antes de la hora. Me estaba llevando una muy buena impresión de esta compañía. De dos vuelos, los dos perfectos e incluso antes de tiempo. Verlo para creerlo.

Aterrizábamos en Buenos Aires a las 09:30 y todo fue también muy rápido. Cogimos las maletas y nos fuimos al mostrador de Tienda León para contratar un coche con conductor pues los dos salíamos por 285 pesos, mientras que el par de billetes de autobús costaban 290 pesos. Así que estaba claro.

En unos veinte minutos, con tráfico lento, llegábamos a la puerta de nuestro hotel elegido en Buenos Aires: el Broadway Hotel and Suites, situado en el número 1173 de la famosa avenida Corrientes, en la que se encuentran una gran parte de los teatros donde se representan los musicales y obras más famosas de la capital, además de estar a sólo unos pasos del Obelisco, símbolo por excelencia de la capital.

Hotel Broadway Hotel and Suites.Buenos Aires


Hotel Broadway Hotel and Suites.Buenos Aires

La relación calidad precio de este hotel creo que puede calificarse como de muy buena, pues por cuatro noches en habitación doble con desayuno incluido nos cobrarían 300 euros con impuestos ya incluidos. Las habitaciones son amplias, limpias y con una pequeña sala de estar que se encuentra separada de las camas por un pasillo donde hay microondas, nevera, cafetera y otros utensilios útiles de cocina,. El desayuno es variado y de calidad y el personal es amable y resolutivo.

Nos hubiera gustado comenzar hoy mismo nuestra visita a Buenos Aires, pero dado que el orden de los factores no altera el producto y, de nuevo, nos encontrábamos con un día lluvioso y bastante feo, cambiaríamos los planes y optaríamos por llevar a cabo la actividad que menos impacto e inconvenientes nos pudiera causar y con la que menos nos tuviéramos que mojar ante semejante día de perros. Y para ello no nos quedaba otra que volver a salir de Buenos Aires para dirigirnos a la pequeña localidad de Tigre.

Para llegar allí es muy sencillo. Sólo hay que tomar la línea C (azul) de metro hasta la estación Retiro y una vez en esta seguir los carteles que indican la línea MITRE en los que debajo también pone “hacia Tigre” y llegar hasta la última estación de la misma. Se tarda justo una hora de reloj en llegar, por lo que a las 12:50 ya estábamos allí.

Estación de Tigre

Para montar en metro hay que comprar en cualquier kiosco de la calle una tarjeta llamada SUBE, la cual puedes utilizar tanto en metro, tren o autobús y es válida para todas las personas que se quiera. Cuesta 45 pesos. Luego ya dentro del suburbano tienes que dirigirte a cualquier taquilla donde el personal te la recarga por el importe que tú solicites. Y ya estás preparado para viajar en el metro de Buenos Aires. Para acceder sólo tienes que acercar la mencionada tarjeta al lector electrónico que se encuentra al lado de los tornos y se va descontando el precio del billete del saldo general. El transporte no es caro pues con 55 pesos que recargamos nos dio para ida y vuelta en metro y tren a Tigre, así que está muy bien.

Nada más salir de la estación de Tigre ya te encuentras a lo lejos la avenida Mitre y su estación fluvial, a lo largo de la cual hay un montón de casetas donde ofertan paseos en barco por los canales del delta del río Paraná. Los hay de una y de dos horas, aunque la mayoría de empresas ofrecen sólo los de una hora.

Estación de Tigre

Río Tigre

Río Tigre

Tras recorrer toda la avenida, no dudaríamos mucho en retroceder y decantarnos por la segunda caseta que habíamos visto nada más empezar a caminar, pues ofrecía paseos de dos horas que era el que queríamos hacer. Además el barco en la planta baja tenía un salón enorme para ir caliente y a cubierto y en la planta superior contaba con una terraza al aire libre con techo a la que poder subir cuantas veces quisieras para disfrutar de las vistas y hacer fotografías. El nombre de la empresa es Catamaranes Interisleña y es el local número nueve. La chica que nos atendió se llamaba Ana y fue encantadora y amabilísima, además de muy sincera y clara en todo momento.

Y es que hoy el gran problema era el dichoso tiempo, pues no paraba de diluviar y la mayoría de las casetas estaban cerradas a cal y canto y las pocas que habían decidido permanecer abiertas no conseguían reunir el número suficiente de gente para que la embarcación pudiera navegar y el paseo también fuese rentable para ellas.

El precio del billete era de 200 pesos pero eran necesarias al menos ocho personas para cubrir un grupo o pagar el importe equivalente a las mismas, lo que evidentemente descartaríamos desde el primer momento. Ana, nos sería sincera y nos advirtió que en dos horas éramos los primeros que nos acercábamos a preguntar, por lo que era mejor que no nos hiciéramos ilusiones. Así que el panorama era desolador y el desánimo grande, pues tenía toda la pinta de que este iba a ser un día perdido. Al final quedaríamos con ella en que aguantaría hasta las tres para ver si venía alguien más y mientras nosotros aprovechábamos para comer en el Mac Donald, que estaba justo detrás de la caseta, y que si ocurría el milagro vendría a avisarnos.

Y ocurrió, cuando no teníamos ya ninguna esperanza y estábamos a punto de terminar nuestras hamburguesas, de pronto, Ana aparecería por la puerta, nos pegaría un grito y nos diría que nos diésemos prisa y que la siguiéramos. Y es que resulta que habían aparecido  dos parejas que querían hacer la excursión y que al ser seis, se cubría el combustible aunque no tuvieran casi ganancias, pero el capitán tenía un buen día y no le importaba salir a navegar.

Así que tras una caminata, a paso ligero, al otro lado del río y todavía con el último bocado en la boca llegábamos hasta el barco en el que haríamos el paseo. Nada más subir, el capitán quitaría los amarres y zarparía.

Club de Regatas La Marina desde Paseo Fluvial

Los primeros quince minutos permaneceríamos todos en la planta baja, resguardados y calentitos, pero una vez que dieron permiso, yo decidiría subir al piso superior a pesar del viento, la lluvia lateral y el frío que hacía. La sensación térmica es probable que rondara los cuatro o cinco grados. Evidentemente, nadie más me siguió, ni siquiera Raúl. Pero, es cierto, que me apetecía mucho vivir al aire libre el delta del Tigre, aunque fuera con estas condiciones climatológicas tan adversas, y después de haber estado a punto de no poder llevar a cabo la travesía, la verdad que no me importaba pasar algunas penalidades, que por otro lado para mí tampoco eran tantas, al gustarme el invierno y el frío.

Un entramado de canales se iba abriendo paso entre nosotros, con el único sonido en el entorno del agua de la lluvia cayendo sobre las aguas marrones del delta y el ligero techo de la embarcación. El origen de este laberinto de corrientes de agua es el río Paraná, que llega desde Brasil y, antes de entregar sus aguas al río de la Plata, se desarma en infinidad de brazos acuáticos y centenares de islas  con una vegetación de una increíble variedad de tonalidades de color verde.

Navegando por el Delta del Tigre

Navegando por el Delta del Tigre

Navegando por el Delta del Tigre

Según íbamos avanzando iban apareciendo en la orilla algún que otro barco varado y destartalado del siglo pasado y multitud de casas de fin de semana con cuidados detalles en sus portadas y encantadores muelles de madera.

Navegando por el Delta del Tigre

Navegando por el Delta del Tigre

Navegando por el Delta del Tigre

Muchas de esas viviendas son testimonios de los tiempos de la colonización, pero sin duda que la auténtica protagonista de este lugar es la desmesurada y desbordante naturaleza que crece en las riberas de los cursos fluviales y que provoca una explosión de vida y de color, aunque hoy no fuese el mejor día para observar todo ello.

Viviendas en el Delta del Tigre

Muelle en el Delta del Tigre

Muelles en el Delta del Tigre

Navegando por el Delta del Tigre

Tras dos horas justas llegábamos, otra vez, a tierra firme, donde le daríamos las gracias al capitán por el detalle de haber salido a navegar con nosotros, cuando no tenía por qué haberlo hecho, y nos iríamos a dar un paseo por Tigre, para visitar al menos sus lugares más característicos, aunque no parase de llover.

Navegando por el Delta del Tigre

Navegando por el Delta del Tigre

Placa en el Paseo del Tigre

Pasaríamos por la puerta del Parque de la Costa, un pequeño parque de atracciones en el que, en mejores fechas, tiene fama de ser un buen lugar de entretenimiento para las familias. Por supuesto que en invierno está cerrado. También veríamos el exterior del casino, de paso que íbamos hacia el puerto de Frutos, otro lugar famoso y pintoresco en Tigre que se encuentra repleto de puestecillos, donde poder comprar objetos originales y artesanía tradicional, y de restaurantes para degustar un montón de comidas. Pero una vez más no había nada abierto, todo estaba completamente cerrado y tuvimos que utilizar la imaginación para hacernos una idea del ambiente que debe haber aquí en verano. Una lástima.

Parque de la Costa

Puerto de Frutos

Puerto de Frutos

Puerto de Frutos

De vuelta a la estación aprovecharíamos para fijarnos en los detalles de las mansiones con columnas blancas que aún conserva la ciudad ribereña de su etapa de máximo esplendor y aunque nos hubiera gustado pasear algo más, tendríamos que rendirnos debido a que cada vez la lluvia golpeaba con más fuerza, así que a las 17.15 daríamos por finalizada la visita a Tigre y nos marcharíamos para Buenos Aires.

En la capital el tiempo no era ni mucho menos diferente al que habíamos tenido todo el día, así que al final creo que tomaríamos una buena decisión porque sólo de pensar el tener que visitar así la ciudad era deprimente.

Lo que restaba de tarde lo pasaríamos en el hotel hasta que sobre las 20:30 volveríamos a salir para buscar un sitio para cenar. La primera noche en Buenos Aires nos decantaríamos por todo un clásico llamado La Americana situado en Avenida Corriente, 1383. En él se puede degustar desde sabrosas pizzas hechas con masa casera hasta todo tipo de empanadas saladas y dulces, fritas y horneadas, y todas ellas exquisitas. Cualquier cosa que pidas es contundente por lo que conviene pedir con moderación porque te llenas rápido. Nuestro pedido sería de dos porciones de pizza y cinco empanadas y acabaríamos bastante llenos. Todo ello más la bebida nos saldría por 300 pesos.

Sería esta una buena manera de terminar el día y de irnos pronto a descansar, pues mañana comenzábamos a conocer la maravillosa capital porteña.

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