Nuestro último día por la zona lo íbamos a dedicar a pasar
otra vez la frontera y esta vez no contentos con cruzar a un país lo íbamos a
hacer a dos, pero vayamos paso por paso.
Ayer cuando llegábamos a la estación de ómnibus, nos
informábamos de que no había ningún bus directo a la Presa de Itaipú y que para
llegar a ella teníamos que ir hasta Foz de Iguaçu, para desde allí tomar el
primero que saliese hacia el famoso mega embalse. El problema era que desde
Puerto Iguazú hacia la ciudad brasileña no salía ninguno hasta las siete de la
mañana y teníamos que estar allí a las ocho por lo que era imposible intentar
llegar utilizando el transporte público, por lo que no nos quedaba otra que
contar con los servicios de Nicolás, el dueño de la casa, aunque ello nos
supusiera dejarnos un dineral. Nos lo dejaría en 500 pesos y no llegaríamos a
nuestro destino hasta las 07:50, ya que tendríamos que volver a pasar las dos
fronteras y había tráfico.
Frontera entre Argentina y Brasil |
Río Paraná desde la Frontera entre Argentina y Brasil |
El centro de recepción de visitantes se encuentra en la
avenida Tancredo Neves, 6731 y aunque sé que también se puede visitar desde el
lado Paraguayo, es más complicado y se tarda más en llegar.
Las entradas las compraría en la página www.turismoitaipu.com.br y aunque en
las mismas pone que hay que estar media hora antes, lo cierto es que no tuvimos
ningún problema, llegando con la hora justa, en canjear nuestro boleto por la
entrada original y la acreditación correspondiente. Es fundamental llevar el
pasaporte tanto para este trámite como para los controles ya que si no es
imposible la visita. Tienes varias atracciones para elegir, pero las que más
destacan son la visita panorámica y el circuito especial. La diferencia entre
una y otra es que en la segunda puedes acceder a las entrañas de Itaipú,
mientras que en la primera no.
La normativa también exige que tengas al menos catorce años,
ir con calzado cerrado y sin tacones, llevar pantalones por debajo de la
rodilla y no portar mochilas o bolsos. Para este último caso te facilitan una
ficha (8 reales) para poder utilizar las taquillas que allí se encuentran.
También hay que procurar, a ser posible, si se quiere llevar
a cabo el circuito especial, reservarlo unos meses antes para garantizarse una
plaza, ya que hay un cupo concreto y si se espera a comprar la entrada allí, es
probable que no se consiga, sobre todo en las fechas de temporada alta.
Es interesante saber también que aunque se puede pagar la
entrada con tarjeta, si se desea hacer en efectivo sólo admiten reales
brasileños, por lo que si no se traen cambiados desde Puerto Iguazú, hay una
pequeña casa de cambio, en los laterales de las taquillas, donde cambian a
pesos argentinos, reales y guaraníes, lo que viene muy bien al estar en una
zona tan fronteriza.
El idioma elegido para nuestro tour, como es evidente, sería
el castellano así que tendríamos que esperar en la sala que da acceso a un pequeña
sala de proyecciones a que dieran las 08:45, hora en la que se proyectaba un
video en nuestro idioma de diez minutos, con el que se empieza el recorrido.
Como se ve el tema de los tiempos es relativo, ya que te van organizando un
poco sobre la marcha.
Centro de Recepción de Visitantes de Itaipú |
Centro de Recepción de Visitantes de Itaipú |
Maqueta en el Centro de Recepción de Visitantes de Itaipú |
La represa de Itaipú es uno de los trabajos de ingeniería
más ambiciosos del planeta. Una gigantesca presa hidroeléctrica que genera
más kilovatios que ninguna otra del
mundo. Cuarenta mil trabajadores se enfrentaron a las fuerzas de la naturaleza,
temperaturas extremas y la constante amenaza de inundaciones mortales y el
evidente peligro de que se produjera una catástrofe. Su construcción duraría
siete largos años.
Para construirla hubo que bloquear el curso del río Paraná,
de 4000 kilómetros de largo y el segundo más grande de Sudamérica después del
Amazonas, y miles de hectáreas de hábitat de valiosa fauna salvaje
desaparecieron bajo las aguas.
Después de ver el documental saldríamos por el lado
contrario por el que habíamos entrado y allí nos estaría esperando un guía que
nos acompañaría a pasar los controles de seguridad y hasta el autobús que
íbamos a utilizar para hacer el circuito y que nos conduciría hasta el área de
la presa compartida por Paraguay y Brasil.
Con un objetivo común: la prosperidad energética, ambos
países firmarían un tratado en abril de 1973 que iba a permitir suministrar
electricidad a bastas zonas de ambos países. El presupuesto de 15000 millones
de euros sería aportado por el gobierno brasileño e inversores extranjeros.
La primera parada que haríamos sería en la parte superior
para ver las vistas del río Paraná y el mar de agua represado que sustituyó al
valle del Paraná.
Represa de Itaipú |
Represa de Itaipú |
Tuberías de Presión. Represa de Itaipú |
Tras estar un rato observando el panorama nos dirigiríamos a
ver las colosales tuberías de presión y a la entrada al interior de la presa,
donde te facilitan unos cascos de obra con lo que poder acceder. El recorrido
nos llevaría por muchas de las zonas más interesantes de las instalaciones
tales como el centro de control, el eje
de una de las turbinas y otras salas donde recibiríamos explicaciones técnicas,
contadas de tal forma que pudiéramos hacernos una idea de lo que supone este
logro de la ingeniería.
Represa de Itaipú |
Represa de Itaipú |
Centro de Control. Represa de Itaipú |
Sin embargo para gente no ducha en la materia, como era
nuestro caso, mucho más llamativos serían datos más sencillos como que en ella
trabajan 3000 personas, siendo la mitad de cada país, que hay dos directores,
uno de Brasil y otro de Paraguay, que la energía que se genera se reparte al
50% entre ambos países, pero mientras que Paraguay sólo necesita un 10% de lo
que le corresponde para abastecer el 80% de su territorio, Brasil, sin embargo,
cubre el 18% y eso que utiliza tanto su parte como el 40% que le sobra al país
vecino, comprándole esa parte de la energía a un precio preferente.
Centro de Control. Represa de Itaipú |
Eje de la Turbina. Represa de Itaipú |
Represa de Itaipú |
Tras el recorrido por las entrañas de Itaipú volveríamos a
subir al autobús y nos dirigiríamos hasta un mirador panorámico que te permite
ver una perspectiva global tanto de la presa como del entorno que la rodea.
Aquí nos encontraríamos también con un simpático robot, símbolo de la obra
arquitectónica.
Represa de Itaipú desde Punto Panorámico |
Robot de la Represa de Itaipú |
Para concluir la visita a las instalaciones seríamos
testigos del inmenso canal construido por el que se desvió el río Paraná para
erigir el embalse, veríamos donde se depositaban todos los escombros y residuos
y, por último tendríamos oportunidad de observar el llamado aliviadero, es
decir, el lugar por el que puede escapar el agua cuando el embalse está a su
máxima capacidad.
Aliviadero. Represa de Itaipú |
Itaipú Binacional |
Habían sido casi tres horas de lo más apasionantes,
conociendo algo completamente diferente a lo que llevábamos visto y por ello
acabaríamos bastante satisfechos de la experiencia.
A las 11.30 nos dejaban de nuevo en el centro de recepción
de visitantes, donde tras comprar unos recuerdos en la tienda y cambiar pesos
argentinos a reales brasileños y guaraníes paraguayos, en la pequeña oficina de
cambio que ya comentaba al principio del capítulo, nos dirigimos al exterior y
cruzamos al otro lado de la inmensa avenida donde está situado el acceso a la
represa de Itaipú.
Nuestro objetivo era tomar un autobús que te deja casi al
lado del puente de la amistad, es decir el lugar donde se encuentran las
fronteras brasileña y paraguaya y que puede cruzarse andando para entrar de un
país a otro.
Efectivamente, la información que había leído en internet no
era errónea y allí estaban las líneas 101 y 102 que te dejan en el mencionando
lugar. Sólo tendríamos que esperar cinco minutos a que llegase el autobús de la
línea 101, aunque lo cierto es que debió tardar bastante porque había muchísima
gente. Subiríamos y lo curioso fue que por un lado estaba el conductor y por
otro lado el cobrador, el cual estaba sentado al lado de un torno como el del
metro y hasta que no pagaras o mostrases tu tarjeta de transporte no le daba al
botón que te permitía girarlo. Curioso la verdad.
Sólo aceptan reales para pagar por lo que conviene haber
cambiado antes porque como se va viendo cada país sólo admite su moneda en
muchos sitios, por muy cerca de la frontera que se esté.
El trayecto que hay que recorrer es tan sólo una recta, pero
inmensa y con tráfico, por lo que tardaríamos casi media hora en llegar hasta
la parada cercana al puente de la amistad, donde el cobrador nos indicaría que
teníamos que bajarnos, ya que no es la última. Una vez allí sólo tardaríamos
unos segundos en saber hacia dónde teníamos que dirigirnos, pues sólo unos
metros más adelante se encontraba la enorme frontera brasileña. La zona nos
impactaría un poco, porque es cierto que desde el primer momento te sientes
algo inseguro y tienes la sensación de que la gente te mira constantemente. Así
que a paso ligero caminamos hasta la mencionada frontera y pasamos como Pedro
por su casa, pues allí no tienes que sellar pasaportes ni hacer absolutamente
nada. Luego nos enteraríamos de que el motivo por el que está permitido es por
ser zona franca y mientras no te alejes más de determinados kilómetros hacia el
interior de ninguno de los dos países no hay que hacer ningún trámite.
Frontera Brasileña |
Cientos de personas iban y venían cargados hasta los
dientes, con bolsas, carros y mochilas, mientras los agentes de la policía aduanera
y federal brasileños charlaban entre ellos sin inmutarse.
Y sin darnos cuenta ya estábamos atravesando el famoso
puente de la amistad, con el río Paraná bajo nuestros pies. La verdad que las
vistas que se tienen desde él son bonitas, pero es cierto que te sientes como
en una jaula, pues los 500 metros desde que accedes a él hasta que lo
abandonas, te encuentras acompañado por gruesos y altos barrotes que hacen de
separación entre el asfalto por el que circulan los vehículos, por un lado, y
la caída hacia el río, por el otro. Así que no hay escapatoria posible si por
un casual vienen a atracarte.
Puente de la Amistad entre Brasil y Paraguay |
Río Paraná desde Puente de la Amistad |
Puente de la Amistad y Ciudad del Este, al fondo |
Cuando terminas de cruzarlo llegas a la frontera paraguaya,
donde al igual que pasaba en la brasileña, no tienes que hacer nada, sino que
pasas caminando tranquilamente y en unos minutos apareces en otro mundo
diferente. Es el reino del caos más
absoluto, de puestos callejeros por doquier, de grandes centros comerciales, de
calles colapsadas por vehículos y de cantidades ingentes de personas que salen de
cualquier parte.
No veníamos con intención de comprar nada, sino sólo de ver
el ambiente y vivir algo distinto y es que habíamos leído que en un gran
porcentaje de casos mucha gente es engañada o estafada de mil maneras y formas
diferentes, desde duplicando el importe del precio indicado en las tarjetas de
crédito hasta darte cajas vacías sin la mercancía que has comprado dentro de
ellas.
Ciudad del Este |
Ciudad del Este |
Aunque también es cierto que si tienes suerte puedes
encontrar auténticas gangas en lo que a aparatos electrónicos y marcas de ropa
se refiere.
Por otro lado, desde el primer momento que pones un pié en
Paraguay, parece que llevas escrito en la cara que eres español, porque aunque
no abras la boca, no paran de atosigarte ofreciéndote taxis y productos de cualquier
tipo además de invitarte casi a cada minuto para que les acompañes a sus
comercios. Son realmente pesados y pueden llegar a desquiciarte.
A todo esto, de repente, empezaría a llover con fuerza, por
lo que decidiríamos meternos en un centro comercial de lujo llamado Monalisa
para secarnos un poco y descansar de la gente. Como curiosidad, más allá de las
marcas de siempre que están en cualquier parte del mundo, lo que más nos
llamaría la atención sería ver, tanto en la puerta del centro como en las plantas,
agentes de seguridad armados con fusiles, lo que nos hizo constatar, aún más,
que esta ciudad paraguaya no era el lugar ideal para pasar unas vacaciones.
Centro Comercial Monalisa. Ciudad del Este |
Tras media hora esperando a ver si escampaba, lo que no
sucedió, volveríamos al exterior para marcharnos, pues la verdad que no
estábamos a gusto, entre como nos miraban y lo insistentes que eran la gran
mayoría de comerciantes. Además pudimos ver en un pequeño puesto escondido en
una calle, como entre los productos que ofrecían había varias armas de bajo
calibre y que tenía toda la pinta de que no eran de juguete, así que había sido
suficiente.
Ciudad del Este |
Nos encaminamos entonces hacia una parada de taxis oficiales
que estaba en la avenida principal, donde queríamos tomar uno para llegar a
nuestro siguiente destino: los desconocidos saltos del río Monday, también en
territorio paraguayo.
En la parada había un encargado que era al que tenías que
decir donde querías ir y el que te asignaba el taxi, además de cobrarte. Los
saltos del Monday se encuentran a unos ocho kilómetros de Ciudad del Este en el
distrito Presidente Franco y por el trayecto de ida y vuelta y la espera
mientras los visitábamos quería cobrarnos 150000 guaraníes. Yo había preguntado
a una chica de un puesto que por cuanto me podía salir todo ello a lo que me
dijo que no pagase más de 90000 guaraníes. Cuando le dije que me habían dicho
eso, pondría cara de pocos amigos y me respondería – “los comerciantes no
deberían meterse en las profesiones de los demás”. Pero acto seguido me pediría
100000 guaraníes, lo cual aceptaría porque ya estaba la cosa algo tensa y no
quería problemas.
El trayecto hasta los saltos nos llevaría por zonas
marginales y desiertas, con viviendas construidas con materiales precarios como
cartón o plástico y chapas metálicas. Tengo que reconocer que en algún momento
pensé que si el taxista nos la hubiera jugado y nos hubiera dejado en alguna de
estas zonas, es probable que lo mismo no lo hubiéramos contado, pero
afortunadamente era un señor legal y nos llevó sanos y salvos a nuestro
destino.
Parque Salto Monday |
El río Monday nace 170 kilómetros aguas arriba de donde nos
encontrábamos y su recorrido concluye uniéndose con las aguas del río Paraná en
la Triple Frontera. Su nombre proviene del idioma guaraní y significa “agua que
roba”. Es un curso de agua pequeño en comparación con los titanes que hay en
Sudamérica, pero como ya se sabe, aquí en América del Sur, lo más diminutos de
la naturaleza ya es soberbio si lo comparas con otros lugares del mundo y este
sitio no iba a ser menos.
Tras pagar la entrada de 12000 guaraníes por persona,
accederíamos a un recinto al aire libre y cerrado en el que a través de una
senda nos acercaríamos hasta varios miradores desde los que poder contemplar la
fuerza con la que baja el río y como se precipita al vacío durante cuarenta
metros, rompiendo brutalmente contra el fondo y creando una inmensa nube de
vapor.
Saltos del Monday |
Saltos del Monday |
Seguía lloviendo con fuerza y los chubasqueros que
llevábamos apenas hacían ya efecto, pero aún así permaneceríamos allí unos
veinte minutos, disfrutando del espectáculo.
Lástima que el tiempo no nos acompañara porque es un lugar
increíble donde estuvimos en completa soledad lo que invita a perderte en tus
pensamientos y disfrutar al máximo de la naturaleza. Y es que al final es
verdad que Iguazú se lleva toda la fama y muy poca gente tiene conocimiento de
este rincón perdido en territorio paraguayo, pero es una opción de lo más
recomendable si uno cuenta con tiempo suficiente y quiere salirse un poco de
los destinos más turísticos.
Saltos del Monday |
Saltos del Monday |
Saltos del Monday |
Aunque lo que habíamos pactado era volver hasta Ciudad del
Este, no teníamos ninguna gana de volver a atravesar diluviando el puente de la
Amistad, por lo que pactaríamos con el taxista que nos llevara hasta el centro
de Foz de Iguaçu por 30.000 guaraníes que nos quedaban y 12 reales, lo que al
cambio vienen a ser unos ocho euros.
El centro de Foz no nos entusiasmaría y para mi gusto está
mucho mejor Puerto Iguazú, pero no quería marcharme de esta área sin conocer
esta ciudad tan renombrada y que constantemente está en boca de todo el mundo
que viene a conocer las cascadas. Pero también es cierto que la razón principal
de llegar hasta aquí era que se me había antojado probar alguna especialidad de
comida brasileña, al hablarme de ella la novia de un buen amigo, así que dado
que esta era la ciudad que mejor nos pillaba, pues aquí que haríamos la
búsqueda. Nos decantaríamos, al final, por un restaurante familiar que ofrecía
comidas caseras y que encontraríamos de casualidad en la Avenida de Brasil, en una
de las calles principales. En esta ocasión se me olvidaría apuntar el nombre.
Comeríamos Feijao que son pequeñas judías negras y Picanha de carne y pollo,
mezcladas con cebolla y queso y todo revuelto. Estaba buenísimo y nos saldría
por 80 reales todo con la bebida incluida. (Unos 10 euros por persona).
Comiendo Picanha de Carne en Foz de Iguaçú |
Comiendo Feijao en Foz de Iguaçú |
Al terminar de comer seguía lloviendo, para variar, por lo
que nos iríamos directos hasta la estación de autobuses y allí tomaríamos el
bus hasta la frontera con Argentina (4 reales), donde bajaríamos para hacer los
respectivos trámites fronterizos y volver a coger un nuevo autobús (si lo coges
con la compañía que has empezado el viaje, no tienes que volver a pagar si
enseñas el ticket), que nos dejaría en la terminal de ómnibus de Puerto Iguazú.
Eran casi las 18:00 cuando llegábamos, por lo que
aprovecharíamos para ir a cambiar euros a pesos argentinos, que casi no nos
quedaban ya y descansar un rato en el apartamento hasta la hora de la cena. Hoy
decidiríamos repetir en el restaurante Color, donde volveríamos a las pizzas,
aunque esta vez medianas, más la bebida. (500 pesos).
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