Efectivamente, el título no deja lugar a dudas, las horas en
territorio argentino estaban contadas y todavía tendríamos que esperar unos
cuantos días para disfrutar de este país. Y es que el paso por la capital
porteña iba a ser un mero trámite para dirigirnos hacia uno de sus países vecinos
y limítrofes: Uruguay, por donde íbamos a comenzar nuestras andanzas por
Sudamérica.
Aterrizaríamos a las 07:35, diez minutos antes de la hora
prevista por Iberia, lo que suponía el poder ir con la máxima tranquilidad a la
hora de llevar a cabo todas las gestiones que teníamos por delante.
Lo bueno de ser tan temprano es que no coincidimos con más
vuelos, por lo que los trámites del control de pasaportes serían rápidos.
También es cierto que hay un montón de agentes de aduanas y no se eternizan con
preguntas, yendo al grano con la foto, la huella dactilar, la retirada de las
hojas con tus datos, que te hacen rellenar en a bordo de la nave, y el sello de
entrada a Argentina.
Tras ese primer trámite vendría después la recogida de las
maletas y el pasarlas por el escáner correspondiente, donde tampoco nos
demoramos demasiado. Aquí también entregaríamos la ficha del control de
alimentos.
Y así sin más filas, ni esperas, salíamos al hall principal
del aeropuerto de Ezeiza. No tardaríamos muchos segundos en encontrar la caseta
de la empresa Tienda León, junto con otras muchas que ofrecían los servicios de
omnibús, transfers, taxis y demás transportes al centro.
Nuestra idea inicial era tomar el autobús número ocho que te
deja en el mismo centro de Buenos Aires y a un precio de lo más económico de
dos pesos por billete, pero hablando con la chica de la oficina de turismo que
allí se encontraba, nos comentó que el problema de este autobús es que no
cabían las maletas grandes al ser un ser servicio de línea regular y que para
los turistas no era una opción del todo segura, por lo que optamos por la ya
mencionada empresa Tienda León, que había leído que era económica y muy fiable.
Los billetes nos costarían 190 pesos cada uno, bastante más
económicos que los entre 600 y 700 pesos que puede suponerte un taxi o un
transfer.
La última gestión que haríamos antes de tomar el autobús
sería cambiar euros a pesos en el Banco de la Nación Argentina que está también
en uno de los extremos del hall principal. Sí, efectivamente no iríamos al
mercado negro a cambiar a los famosos arbolitos de la calle Florida, pues desde
la llegada de Mauricio Macri al poder, este cambio secundario a dejado de tener
casi fuerza al equiparse el oficial al secundario, por lo que la diferencia es
mínima y no merece la pena arriesgarse a que te engañen. Durante todo el viaje y en cualquier parte de
Argentina los bancos nos darían 17 pesos por un euro.
El aeropuerto de Ezeiza se encuentra a unos 35 kilómetros
del centro de Buenos Aires y conectado por autovía por lo que sin tráfico en
una media hora te puedes plantar allí. Nosotros optaríamos por bajarnos en la
terminal norte de Puerto Madero, pues era lo que mejor nos venía para continuar
con nuestros planes. También hay otra parada en Retiro y allí se puede tomar el
metro hacia el alojamiento elegido.
Nuestros planes continuaban por cruzar el río de la Plata en
barco para de esta manera llegar hasta Uruguay y ya en este país conseguir
llegar en el día de hoy hasta Punta del Este, por lo que como se puede
comprobar todavía nos quedaba un largo viaje por realizar.
Son varias las compañías que prestan el servicio de cruzar
el río de la plata:
Buquebús: Es la más famosa de todas y por la que
optan un gran número de turistas. Ofrece tanto barcos rápidos, que tardan entre
una hora y hora y media en llegar a Colonia del Sacramento y tres horas a
Montevideo, como barcos lentos que cubren los viajes en el doble de tiempo. Sin
duda que es la más cara de todas las compañías que ofrecen sus servicios.
Seacat Colonia: Es la empresa de bajo coste
perteneciente a Buquebús, mucho más económica pero con el inconveniente de que
los servicios que ofrecen son mínimos por lo que si no te cuadra con tus
horarios y la demanda existente, es complicado comprar el billete con ellos.
Colonia Express: Otra compañía de bajo coste que
compite con las dos anteriores y con más horarios y disponibilidad que Seacat
Colonia. Los barcos son más viejos y precarios pero los billetes son mucho más
económicos, incluso la mitad.
Cacciola: Los barcos salen desde Tigre, teniendo que
hacer transbordo en Carmelo, por lo que no tiene mucho sentido utilizar esta
compañía.
Visto todo lo anterior y tras analizar precios y horarios,
al final nos decantaríamos por Colonia Express, pues el billete suponía gastarnos
la mitad que con Buquebús y el horario era perfecto para que todo se
desarrollase sin sorpresas de última hora.
Terminal de Colonia Express en Buenos Aires |
Los billetes los sacaríamos vía telefónica dado que por su
página web www.coloniaexpress.com
tendríamos problemas con las tarjetas, pues no las aceptaban. Por este segundo medio
no tendríamos ningún problema, eligiendo el trayecto rápido en barco de Buenos
Aires a Colonia del Sacramento y, dentro del mismo billete, un autobús desde
esta última localidad hasta Montevideo. Aunque hay barcos directos a
Montevideo, los horarios no coincidieron con los nuestros, así que no nos
quedaba mejor opción que esta última. El precio de cada billete por lo descrito
nos costaría 35 euros.
Hay que decir que los barcos de Colonia Express salen desde
la terminal sur de Puerto Madero, más exactamente de la avenida Pedro de
Mendoza, 330 que se encuentra muy cerca del barrio de La Boca, por lo que si
tenemos en cuenta que el autobús de Tienda León nos había dejado en la terminal
norte, no nos quedaba otra que tomar un taxi de un lado a otro, ya que no están
cercas la una de la otra y menos con las maletas.
Así que como nos habían dicho que no parásemos a taxis
callejeros, decidiríamos cruzar hasta el cercano Sheraton y en la parada de
este hotel coger uno. No nos equivocaríamos pues encima tendríamos suerte de
conocer a Jorge, un griego asentado en Buenos Aires que había vivido en varios
países y recorrido medio mundo. Nada más montarnos pondría en funcionamiento el
taxímetro y nos empezaría a dar todo tipo de consejos prácticos sobre la
capital y como moverse por ella. El trayecto nos costaría 112 pesos y su mail
por si alguien está interesado en contactar con él es veveloyannis@hotmail.com.
Es profesional y fiable, tanto que quedaríamos con él para que viniera a
recogernos cuando regresáramos de Uruguay.
Tarjeta de nuestro amigo Jorge |
El barco no partía hasta las 12.30, pero te hacen estar una
hora y media antes para todos los trámites que hay que realizar. Lo primero que
haríamos sería dirigirnos al mostrador que está nada más entrar al fondo, para
que confirmaran y sellaran los billetes que nos habían mandado por correo
electrónico.
Tras lo anterior nos dirigiríamos al control de pasaportes,
pues sales de Argentina y entras a Uruguay, por lo que si no tienes pasaporte
no puedes hacer este viaje, algo que por
otro lado es obvio. Hay dos agentes de aduanas, uno por cada país, que se
ocupan de plasmar el sello de salida y el de entrada de ambos países. Al ser
temporada baja éramos poquísimos pero en épocas de vacaciones esto debe ser el
infierno.
A todo esto se me había olvidado comentar que el tiempo que
nos había recibido en Buenos Aires era no malo, sino terrorífico. No paraba de
diluviar y en cuanto ponías un pie en el exterior de cualquier sitio, no
tardabas en calarte ni cinco segundos. Este tiempo tan desagradable haría que
también afectase al río de la Plata que teníamos que cruzar, pues estaba
también embravecido, lo que todo parecía indicar que podía ser un trayecto de
lo más movidito.
Pero independientemente de suposiciones, lo que sí que iba a
ser un hecho es que nuestro barco se retrasaba más de una hora por el viento y
el estado del río, comunicándonoslo a los pasajeros por los altavoces de la
sala de espera.
Terminal de Colonia Express en Buenos Aires |
Así que allí que nos tocaría esperar hasta casi las 14.00.
Cuando, por fin, proceden a visarnos, por los altavoces, de que estemos
preparados, también aprovechan para decirnos que dado el nivel del agua es
imposible habilitar las pasarelas para pasajeros, por lo que se procederá a
embarcar por donde lo hacen los vehículos. Así que nos tocaría salir al
exterior con el equipaje, calarnos hasta los huesos y presenciar algún que otro
resbalón como consecuencia de lo resbaladizo del suelo. Tras todo esto, por fin
levarían el ancla y comenzaría la travesía.
Río de la Plata desde Buque de Colonia Express |
Buque de Colonia Express |
Al principio y aunque el barco se movía, al permanecer en la
parte central de la nave no notaríamos en exceso el movimiento por lo que
aprovecharíamos para ir a la tienda y comprarnos unos sándwiches y unas bebidas
y así echar algo al estómago. (300 pesos)
Pero no duraría mucho más allá del almuerzo la tranquilidad,
pues como a la mitad del recorrido el barco se balanceaba de tal manera que
parecía una atracción de feria, ocasionando un gran número de mareos y
vomitonas por doquier. Si alguien ha leído algún que otro de mis diarios, sabrá
que yo y la mar no somos muy compatibles en cuanto esta se complica un poco,
por lo que aunque me libré de expulsar lo que hacía un rato me había comido, no
pude evitar ponerme blanco como la nieve y tener ganas de tirarme por la borda,
a la cual me acercaría para ver si con el gélido aire que corría se me pasaba
un poco el mareo, pero mi gozo sería un pozo, porque aquí el barco se movía
todavía más, daba unos bandazos tremendos y costaba mucho mantenerse en pie,
así que volvería a mi asiento y allí que me dejaría caer como un muerto,
rezando por que llegáramos lo antes posible.
Río de la Plata desde Buque de Colonia Express |
Río de la Plata desde Buque de Colonia Express |
A las 15:15 arribábamos al puerto de Colonia del Sacramento,
donde no tendríamos tiempo de nada, pues al ir con casi una hora y media de
retraso, no nos dejarían parar ni para ir al servicio. Tan sólo nos apremiaron
y nos metieron prisas para que nos metiéramos en el autobús que nos llevaría
hasta Montevideo, así que casi con la lengua fuera eso hicimos en la puerta de
la terminal.
En cuanto me senté en el asiento que me correspondía, no
tardaría ni tres minutos en quedarme frito, pues entre el estado deplorable que
me había dejado el barco y el tiempo que llevábamos ya de viaje, estaba que no
era persona.
Afortunadamente el viaje hasta Montevideo sería agradable y
tranquilo, yendo acompañados, en todo momento, del constante caer de la lluvia.
A la capital de Uruguay llegaríamos casi a las 18:00 de la tarde, por lo que
tampoco tendríamos tiempo para recrearnos demasiado, ya que todavía nos quedaba
por tomar un último autobús.
Así que cambiaríamos euros por pesos uruguayos en la
terminal de autobuses de Tres Cruces que era donde nos encontrábamos,
consiguiendo 31,5 pesos por cada euro. Después nos dirigiríamos a las taquillas
de la empresa COT, donde había reservado por teléfono, desde Madrid, dos
billetes hasta Punta del Este a las 18:45. La amable señorita que nos atendería
me ofrecería el cambiarlos por el trayecto de las 18.15, por lo que no
dudaríamos en aceptarlo, ya que queríamos llegar cuanto antes y así poder
descansar. Cada uno de ellos nos saldría por 278 pesos uruguayos.
Tras algo más de dos horas, por fin, llegábamos a la
terminal de autobuses de Punta del Este a las 20.30, exhaustos pero contentos
de que todo se hubiera dado tan bien, a pesar del tiempo y de todos los
transportes que teníamos que ir enlazando. Ya estábamos en nuestra primera base
de operaciones y eso era lo más importante.
Todavía nos quedaría por coger un último taxi (150 pesos)
para llegar de forma rápida y cómoda, en cinco minutos, a nuestro hotel Bonne Etoile, con una
ubicación excelente que te permite ir andando a cualquier sitio, un personal de
lo más cordial y atento, muy buena relación calidad precio y las habitaciones
muy limpias. El precio por habitación y noche sería de 48 euros.
Hotel Bonne Etoile |
Hotel Bonne Etoile |
Aunque estábamos muy cansados también es cierto que
estábamos muertos de hambre, por lo que no dudamos en salir a cenar y celebrar
que esta noche dormiríamos a pierna suelta y acababa de empezar nuestra
aventura sudamericana. Sólo dos cuadras más allá de nuestro hotel,
encontraríamos un restaurante con bastante buena pinta llamado Los Caracoles,
donde no dudaríamos en pegarnos un buen homenaje con dos lomos altos aderezados
con salsa de pimienta, un entrante de jamón serrano con piña natural y unas
buenas cervezas. (2375 pesos)
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