COPENHAGUE - DIA 04. Zona sur

25 de Julio de 2016.

Es innegable que Copenhague me estaba encantando y que lo estaba disfrutando al máximo, porque además de ser una capital que tiene méritos propios para poder calificarla como una de las bonitas del norte de Europa, el tiempo no podía estar siendo mejor, por lo que todo unido hacía que el recuerdo que me iba a llevar de esta ciudad fuese inolvidable y que me quedara el  convencimiento de volver a ella algún día.

Pero antes de eso, todavía tenía por delante casi una jornada para seguir disfrutando de la capital nórdica, por lo que tras el desayuno de siempre, me dirigiría a la zona sur, que era la que me quedaba pendiente.

Pegado al edificio del hostel, a sólo unos metros, se encontraba el puente Langebro que me iba a permitir cruzar el canal Inderhavnen y llegar así al barrio de Christianshavn.  Aunque aparecería en uno de sus extremos, aquí ya me encontraría con un gran lago llamado Stadsgraven.

Canal Inderhavnen


Lago Stadsgraven

Pronto lo dejaría atrás para llegar unos metros después hasta el moderno y sofisticado puente de los círculos, que el primer día ya lo había podido observar desde la orilla contraria. Ya decía que no tiene ni si quiera un año de vida y que está considerado como uno de los puentes con más estilo de los que se han construido en los últimos tiempos en el mundo y eso que su tamaño no es que sea descomunal.

Biblioteca Real de Dinamarca y Puente de los Círculos

Biblioteca Real de Dinamarca

Tras atravesar este primer canal que encontraba en mi camino, llegaría hasta la iglesia Christians y tras transitar por la vereda de algún que otro canal más, repleto de hermosos veleros y agradables barcos de paseo, llegaría hasta mi primer objetivo importante de esta mañana: la iglesia Vor Freisers.

Canal del Barrio de Christianshavn

Vor Frelsers Kirke

Su nota más característica es su torre espiral de 95 metros que te permite ver unas nuevas vistas del centro de Copenhague, pero esta vez desde la orilla contraria de uno de sus principales canales.

Para poder obtenerlas no tendría más remedio que afrontar sus 400 escalones, estando los últimos 150 ya en su exterior y procediendo a estrecharse cada vez más hasta desaparecer en lo más alto, casi fundidos con la cúpula dorada que preside el templo.

Torre Vor Frelsers Kirke

La experiencia, si no tienes vértigo, es fabulosa porque te permite sentirte casi en el vacío mientras vas teniendo un sinfín de perspectivas de Copenhague desde sus cuatro puntos cardinales.

Copenhague desde Torre de Vor Frelsers Kirke

Copenhague desde Torre de Vor Frelsers Kirke

Copenhague desde Torre de Vor Frelsers Kirke

El precio para disfrutar de todo ello son 45 DKK, pero si tienes la Copenhague Card está incluido. Esta sería la última vez que la utilizaría porque a las once de la mañana expiraba el uso de la misma.

Por tanto, creo que es un buen momento este para hacer cuentas y ver si conseguí que me saliera o no rentable.

Recordemos que el precio por 48 horas, que fue la que yo compré, sería de 529 DKK. Por otro lado el de los monumentos, pagando por separado las entradas y sin ofertas especiales, sería de 610 DKK, aunque si aprovechas entradas conjuntas a varios palacios y alguna que otra cosa más podría haberse quedado en 515 DKK. Y si no tienes interés en todos los palacios podría ser incluso menos. Por lo tanto y como siempre digo con este tipo de tarjetas que parecen súper rentables es muy importante valorar los sitios que se quieren visitar, el tiempo que se tiene para ello y hacer cuentas de lo que costaría todo, porque te puede pasar que no consigas amortizarla. Al final a mi me saldría rentable pero sólo por una pequeña diferencia.

Y era el momento de dedicar buena parte de lo que restaba de mañana a un lugar que merece varios párrafos aparte. Hablo de la ciudad libre de Christiania, con un atractivo morboso que imanta a millón y medio de turistas cada año. Las aproximadamente 900 almas que viven allí no consideran que sus terrenos pertenezcan a territorio danés sino que piensan que es un territorio libre y no siguen las leyes danesas.

Ciudad Libre de Christiania

La cosa empezó hace ya casi 50 años cuando unos jóvenes ocuparon instalaciones militares abandonadas en la zona del puerto para instaurar una comuna autogestionada. El gobierno acabó tolerando aquello como una especie de experimento social. En su momento no pagaban renta por el suelo, aunque tras varios litigios judiciales, sus habitantes decidieron comprarlo y hoy pertenecen a la comunidad. Sí que pagan agua y luz, pero no pagan impuestos por sus mercadillos y actividades.

Ciudad Libre de Christiania

Ciudad Libre de Christiania

Pero lo más famoso y por lo que más se conoce a Christiania es porque todo el mercado de drogas blandas, especialmente de marihuana y hachis, está asentado allí. Aunque no es legal, es aceptado y la policía no interviene y permite que tengan allí sus negocios.

La calle que más se lleva la fama es Pusher Street, donde te vas encontrando pequeños puestos en los que se exponen las sustancias ilegales con sus precios y sus cartelitos, indicando que es cada una, como si de puestos de hortalizas se tratara. Detrás de cada mostrador el dependiente se encuentra con el rostro tapado con un pasamontañas o una cortina evita que puedas ver quien está al otro lado.

Ciudad Libre de Christiania
               
Antes de afrontar esta curiosa calle en varios lugares se pueden observar carteles que te dan la bienvenida, pero donde también se pide que cumplas tres normas básicas si no quieres tener problemas. La más importante de todas es no hacer fotografías, lo que te van recordando constantemente con enormes grafitis de cámaras de fotos bajo señales de prohibido. Hay que decir que fuera de esta avenida, donde ya no se da el tráfico de sustancias varias, se es más permisivo y yo pude hacer todas las fotos que quise sin que nadie me dijera nada.

Ciudad Libre de Christiania

Las otras dos restricciones son que no corras, para evitar poner nerviosa a la gente y que seas feliz, las dos fáciles de respetar. Tampoco tienes que olvidar, no llevar armas y no montar peleas.

Ciudad Libre de Christiania

Es curiosísimo observar cómo la gente llega estudia el producto, pide el que le convence, paga y se va por donde ha venido, o cómo había en varios lugares personas totalmente fumadas, tiradas en el suelo y en rincones sintiendo los efectos secundarios de lo que se habían metido para el cuerpo.

Ciudad Libre de Christiania

Más allá del mundo del consumo y las drogas, lo que también llama mucho la atención es la arquitectura de las viviendas, realizadas con materiales reciclados y las fachadas pintadas de multitud de hermosos graffitis.

Ciudad Libre de Christiania

Ciudad Libre de Christiania

Ciudad Libre de Christiania

Esto unido al entorno privilegiado en el que se encuentran muchas de ellas, pues están en la ribera de un precioso lago, hacen que incluso te entren ganas de pertenecer a la comunidad durante un tiempo. Por cierto que en esta todo el mundo trata de participar de forma activa y cada uno aporta lo que puede en la medida de sus posibilidades.

Ciudad Libre de Christiania

Ciudad Libre de Christiania

Es también llamativo como un barrio de estas características se encuentre rodeado, sin embargo, de una de las zonas más caras y de más poder adquisitivo de Copenhague como es el barrio de Christianshavn y que no haya conflictos sociales entre unos y otros, aunque también es cierto que estamos en Dinamarca e incluso un lugar que puede considerarse marginal como este, probablemente sea más rico que muchos barrios de clase obrera de otros países.

Ciudad Libre de Christiania

Ciudad Libre de Christiania

Otra parte importante de la política que siguen aquí es el aprovechamiento del espacio, utilizando grandes naves y antiguos edificios para llevar a cabo exposiciones por muchos de los artistas que residen en este lugar. Cuentan además con varias plazuelas y una plaza principal con un gran escenario donde han actuado varios artistas de talla internacional. Esta última esta dispuesta con mesas y bancos donde poder degustar su propia cerveza artesanal (40 DKK), de lo que, por supuesto, no quise privarme, antes de abandonar un sitio tan diferente y curioso.

Ciudad Libre de Christiania

Ciudad Libre de Christiania

Tomando una Cerveza en la Ciudad Libre de Christiania

Aconsejo también cruzar el puente que te lleva hasta la otra ribera del lago, donde también hay viviendas curiosas y te permite tener unas perspectivas bien bonitas de toda la zona, además de ser una zona mucho más tranquila que invita a dar un agradable paseo. Se la conoce con el nombre de Dyssen y pertenece también a la ciudad libre.

Lago Stadsgraven en el Barrio de Christianshavn

En fin que creo que Christiania es un lugar de visita obligada por lo chocante y lo diferente que es de otros lugares de la capital danesa y por sus peculiaridades que no encuentras en otras ciudades europeas.

Ciudad Libre de Christiania

Después de haber cogido fuerzas con la refrescante cerveza, decidiría volver a la zona centro y dejar atrás el barrio de Christianshavn, atravesando para ello, otra vez, el gran canal, a través de un moderno puente que me dejaría en las inmediaciones del Nyhavn, por donde daría el último paseo, antes de volver a atravesar todo el centro para llegar hasta el mercado local, que tanto me había gustado el día anterior.

Esta vez no iba a ser un mero espectador y mi intención era probar alguna de las especialidades culinarias que preparan en muchos de sus puestos.

Me decantaría por uno llamado Grod que recomienda la Lonely planet y que está situado en el pabellón número dos y el puesto es el A8. Pediría una especie de papilla de arroz y pollo llamada congee que tengo que reconocer me gustaría bastante más de lo que esperaba. Esta la acompañaría por un zumo de frambuesa. Todo me saldría por 115 DKK.

Restaurante Grod en el Mercado de Abastos

Comiendo Congee en Restaurante Grod. Mercado de Abastos

Me quedaría bastante bien, pero es difícil que yo perdone el postre, por lo que encaminaría mis pasos hacia, probablemente, la pastelería más famosa  y más antigua de todo Copenhague llamada La Glace (calle Skoubougade, 3). En esta tienes para elegir un sinfín de tartas que sólo con verlas se te hace la boca agua. Las porciones son bastante generosas y no pude acabar con la mía. (57 DKK).

Pastelería La Glace

Tarta de la Pastelería La Glace

Más hinchado que un pez globo, volvería a la famosa Stroget, donde me llamarían la atención unos recuerdos en una de sus muchas tiendas, por lo que no dudé en entrar, hacerme con ellos y, cuál sería mi sorpresa, al ir a pagar que al entregar el billete de 100 DKK que me quedaba, me pareció entender que ese era un billete antiguo y que ya no estaba admitido en la circulación y tenía que cambiarlo en el banco por uno nuevo. Mi cara sería un poema porque a esas horas no había ningún banco abierto. Cuando les expliqué que el dichoso billete me lo habían entregado en La Glace, pusieron cara de circunstancia y no supieron que decirme durante un rato. Estaba claro que no querían hablar, ni decir nada, en contra de un lugar tan emblemático. Así que me dijeron que espera durante unos cinco minutos hasta que llegó la responsable de la tienda la cual, con muy buena palabras, me pediría que intentara que me lo cambiaran otra vez en la famosa pastelería, por lo que no me quedaba otra que volver hasta allí. Afortunadamente había guardado el ticket y cuando se lo enseñé y les conté lo que pasó, sólo supieron pedirme perdón y darme un billete legal.

Tras esta pequeña anécdota sólo me quedaba ya encaminarme a la plaza del Ayuntamiento, la cual vería por última vez, para desde esta dirigirme al hostel a recoger la maleta que tenía en consigna (10 DKK).

Un último paseo, de no más de quince minutos, me llevaría al mismo lugar en el que empezaron mis andanzas por Copenhague: la Estación Central, en cuyo exterior no me había fijado a la llegada y hay que reconocer que también es muy monumental.

Estación Central

Aquí sacaría en una maquina el billete al aeropuerto (36 DKK), donde me tocaría esperar sólo media hora más de la hora prevista de la salida de mi vuelo con Ryanair. Afortunadamente, esta sería la primera vez, con esta compañía, en que podría disfrutar de tener la fila completa de donde me había correspondido para mí sólo, por lo que pude ir durmiendo a pierna suelta durante todo el viaje. ¡Menuda gozada!

A las 23.30 aterrizaba en el aeropuerto Adolfo Suárez, con muchas ganas de poder volver pronto por aquellas latitudes y conocer las capitales nórdicas que aún me quedan pendientes, así como poder profundizar algo más en Dinamarca, que sólo con lo visto en la capital, ya te predispone a querer salir de ella y deleitarte con los paisajes y pueblos espectaculares que debe haber distribuidos por toda su geografía.

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