8 de Noviembre de 2015.
Nada como empezar la jornada conduciendo por la margen
derecha del río Tajo, al pie de espeluznantes acantilados, para llegar hasta la
tranquila laguna de Taravilla, que
aparece engastada como una esmeralda en el centro de un anillo montañoso. Para
explicar su deslumbrante color verde, cuenta una leyenda que la hija del último
rey godo arrojó en ella todos sus tesoros a fin de que no cayeran en manos del
moro, adquiriendo la superficie de las aguas el brillo de millones de alhajas.
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Laguna de Taravilla |
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Laguna de Taravilla |
Muy cerca se halla el Salto
de Poveda, una cascada de curioso origen, pues surgió por la rotura de una
antigua presa hidroeléctrica. La caída tiene unos veinte metros de alto,
conformando un paraje de gran belleza, que me invitaría a permanecer allí durante
un buen rato contemplándolo, acompañado por el rumor del agua.
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Alto Tajo de Laguna de Taravilla a Poveda |
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Salto de Poveda |
La ruta me llevaría a continuación hasta Poveda de la Sierra, en cuya parte alta
del núcleo urbano, precedido por su recinto amurallado, se encuentra la iglesia
románica, Nuestra Señora de los Remedios,
con una espadaña y una interesante portada con capiteles con decoración vegetal
y animales fantásticos.
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Poveda de la Sierra |
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Ntra Sra de los Remedios. Poveda de la Sierra |
Es también destacable su bonita plaza Mayor, así como el monumento
dedicado al Ganchero, situado al principio de la población, que recuerda el
duro trabajo que realizaban estos hombres transportando los troncos de los
árboles cortados desde esta región hasta las factorías madereras de Toledo,
Aranjuez y Talavera de la Reina.
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Plaza Mayor. Poveda de la Sierra |
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Monumento al Ganchero. Poveda de la Sierra |
Peñalén, mi
siguiente parada en el camino, es un pueblo que aparece colgado en un barranco,
destacando en lo más alto su iglesia de
San Juan Bautista, una construcción moderna que fue reconstruida no hace
muchos años, por encontrarse en ruinas la anterior. Lo mejor son las vistas que
se consiguen, mires donde mires, de los bravos parajes de su entorno como la
Peña del Águila, donde todos los años anidan un gran número de esta especie. A
partir de la iglesia, bajan como si fueran una cascada, los techos de tejas
rojas del resto de viviendas hasta su Plaza
Mayor. Pero no es su arquitectura tradicional, ni sus edificios lo que más
llaman la atención en este caserío, sino las minas de caolín a cielo abierto que se pueden ver al mismo borde de
la carretera. El caolín es un tipo de arcilla de color blanco que se utiliza en
la industria de la cerámica y en la fabricación de la fibra de vidrio, entre
otras muchas, y en este lugar se pueden ver dos de estas minas todavía activas,
aunque no se estén explotando en este momento.
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Peñalén |
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Minas de Caolín. Peñalén |
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Minas de Caolín. Peñalén |
A continuación se cruzaría en mi camino una nueva maravilla
natural: la sima de Alcorón, también
llamada de la Zapatilla por lo cómodo que resulta descender por sus escaleras a
más de sesenta metros de profundidad y desde las entrañas de la tierra
contemplar la enorme bóveda musgosa iluminada por la luz central que entra por
la boca de la cueva. Muy interesantes son también las misteriosas formas de
roca caliza que han sido modeladas por el agua, capaz de modificar el paisaje
destruyendo las rocas en unas zonas y creando nuevas rocas en otras.
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Sima de Alcorón |
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Sima de Alcorón |
Es aconsejable llevar un frontal o una linterna, según nos
vayamos adentrando en la sima, pues no es suficiente con la luz del sol que
llega a su interior. Si es verano o primavera también conviene llevar alguna
chaqueta pues la temperatura desciende en este caso bastante una vez estás
dentro de la misma. En mi caso que era noviembre no noté prácticamente
diferencia entre el exterior y el interior. Toda esta zona sirve también como
área recreativa donde poder reunirse y hacer barbacoas en época de buen tiempo.
Hay lugares que aunque son similares a otros, crean en uno
un sentimiento especial y te cuesta marcharte de ellos. Eso me sucedería con Arbeteta, mi siguiente destino, un
caserío con recios portales de piedra, sobre el que destaca su iglesia con una única nave donde se
puede ver una imagen de San Nicolás de
Bari, obispo titular de la parroquia y que le da nombre al edificio
religioso. Pero lo más tradicional y famoso de la misma es su veleta con la
figura del soldado Mambrú que se
alza sobre la torre de la iglesia y que según la leyenda tuvo un idilio, con
final trágico, con la Giralda del pueblo de Escamilla.
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Arbeteta |
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Iglesia de San Nicolás de Bari. Arbeteta |
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Veleta con Mambrú. San Nicolás de Bari. Arbeteta |
También reseñable es su plaza,
donde todavía pueden verse en su entorno las viviendas de los poderosos del
pueblo cuando los hubo, así como el Ayuntamiento,
un edificio moderno y funcional.
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Plaza Mayor. Arbeteta |
Pero, sin duda, el rincón más hermoso de la villa es el que
se corresponde con su castillo
encaramado en una peña. Pertenece al conjunto de este tipo de construcciones
que se denominan roqueros: macizo, sin torres ni saeteras, y tan perfectamente
adaptado al contorno de la cima que
parece una prolongación de la roca. Es un lugar mágico desde el que se
consiguen unas maravillosas vistas del entorno, que unidas a la puesta de sol,
convertirían el momento en uno de los mejores del día.
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Castillo de Arbeteta |
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Castillo y Torre de Arbeteta |
Pero todavía quedaba una última visita antes de dar por finalizada
la jornada, aunque tengo que reconocer que esta idea no sería una buena
planificación, pues no comprobé que 57 kilómetros me llevaría realizarlos una hora y unos pocos minutos, llegando al monasterio de La Buenafuente del Sistal
prácticamente anocheciendo, aunque tendría suerte y podría visitar su iglesia.
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Monasterio de Sta María de Buenafuente del Sistal |
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Monasterio de Sta María de Buenafuente del Sistal |
Se podría afirmar que este edificio cisterciense es el más
bello enclave románico de la comarca, levantado en la segunda mitad del siglo
XII. En la penumbra de la iglesia conventual brota rumorosa la fuente que da
nombre y sosiego al lugar, así como una valiosa talla en madera del Cristo de
la Salud, una hermosa talla románica de aspecto trágico.
Es así como pondría el punto final a la jornada que
acontecía, debiendo emplear más de una hora para regresar hasta mi lugar de
descanso.
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