FLANDES ORIENTAL Y VALONIA - DIA 1. De nuevo en Bélgica, tres años después

9 de Octubre de 2015.

Si existe un país del que guarde un recuerdo especial, ese es sin duda Bélgica, pues sería en él donde haría mi primera escapada en solitario por la vieja Europa y donde dejaría de lado buena parte de mis miedos viajeros, ya que a partir de entonces se sucedieron un sinfín de nuevos viajes que, hoy por hoy, continúan.

Comenzaría conociendo, como no podía ser de otra manera, las joyas de la corona, es decir, las siempre encantadoras Brujas y Gante, que son casi de visita obligada en la primera estancia en este país. Quedaría sorprendido por el embrujo de sus canales y por tener la sensación de haberme trasladado unos cuantos siglos atrás. Quedaría prendado de sus encantadoras casas de piedra, del aire romántico que se respiraba a cada paso en lugares como el Beaterio y los molinos de Brujas y el muelle y las torres de Gante. Disfrutaría de su afamada cerveza en algunas de las cervecerías de más tradición e incluso podría compartir algún brindis con improvisados amigos aparecidos por sorpresa.

En aquel viaje también tendría la oportunidad de conocer la capital belga, Bruselas, la cual y en contra de los que muchos opinan, me causaría una buena impresión, pues sin poder llegar a competir con otras capitales europeas, sí que es cierto que tiene lugares y rincones de lo más interesantes, más allá de la Grand Place y del niño meón.

Es verdad que aquella escapada dejaría el listón muy alto en este país, pero me resistía a dejar de conocer otras ciudades y pueblos a los que también se les reconoce un encanto y un prestigio importante y aún a riesgo de no volver con el mismo entusiasmo de aquel viaje, sí que quería darles una oportunidad a ciudades de renombre como Amberes, Lovaina, Dinant y Namur. De esta manera tocaba la parte oriental de la región flamenca y dos de las ciudades más famosas de la zona valona, que siempre va por detrás en lo que al turismo se refiere y es que es complicado competir con semejantes pesos pesados.

Folletos e imanes de las ciudades belgas

También es cierto, no lo vamos a negar, que el empujón final para acabar por estos lares me lo daría la oferta de la compañía aérea Bruselas Airlines, de la misma manera que ya sucediera  en el primer viaje y es que en esta ocasión conseguiría un vuelo al aeropuerto central de Bruselas por 78 euros, oferta imposible de rechazar, aunque hubiera sido para volver a repetir lugares.

Me preguntan muchas veces que como diablos consigo esos precios en puentes y en compañías como estas y siempre respondo lo mismo. Mirar los vuelos con siete y ocho meses de antelación y además de esto, estar pendiente de los precios durante varias semanas hasta conseguir semejantes chollos. Si no es evidente que es imposible algo así.

Otro de los factores que juegan a favor de este tipo de ofertas es la hora a la que vuelas  y es que no es lo mismo coger un avión de 15.00 a 19.00 que a partir de esta hora, aunque depende también de cada compañía. Mi vuelo en este caso salía a las 21.10, lo que iba a suponer que llegara a la capital belga a las tantas y más exactamente a  las 23.30, debido a un pequeño retraso de quince minutos en el despegue.

Debe ser que los años y la experiencia te van volviendo más sensato y en está ocasión no quise arriesgar como en otros viajes, pues cualquier imprevisto me hubiera condenado a tener que buscarme la vida casi a media noche y a perder seguramente el importe de la primera noche en Bélgica. Digo esto porque mi idea en un principio no era otra que recién aterrizado tratar de tomar el penúltimo o el último tren hacia Amberes o Namur, pero tras valorar un poco la situación y aunque en otras ocasiones, como en Suiza, me había salido la cosa bien, tampoco haya que tentar a la suerte.

Por tanto esta primera noche la pasaría en Bruselas, con el objetivo de partir al día siguiente hacia mi primer destino: Namur

Me alojaría en el Hostel que ya me acogió en mi primera estancia en la capital belga, el Brussels Hostel Grand Place situado en una de las calles que van a desembocar en la Grand Place (Haringstraat). Más vale lo bueno conocido y, por tanto, para que irme a otro cuando tan buen recuerdo me había quedado de este. (29 euros en habitación de cuatro personas).

Ya contaba en el diario de Flandes Occidental que antes de dirigirte a los aledaños de la soberbia plaza, para tomar posesión de la cama asignada, el check in se realiza en las oficinas situadas a unos diez minutos de este lugar, en el Boulevard Emile Jacqmain, 99.

Para llegar hasta aquí desde el aeropuerto central de Bruselas, sólo tienes que dirigirte a la planta -1, nada más salir a la zona común y tomar cualquiera de los trenes que hagan parada en la estación de Bruselas Norte, que son la gran mayoría, independientemente del destino al que vayan. El resto de indicaciones las explican de maravilla en su página web:


La vez anterior me colé por completo cogiendo el metro desde la estación norte de Bruselas, lo que me supuso más tiempo y más dinero, sin ser para nada necesario. Fue una tontería, pues en diez minutos andando, desde dicha estación, te has plantado en el hostal.

Llegaría a las 00.20 entre unas cosas y otras y cuando ya pensaba que tendría que seguir las instrucciones que hay en la puerta para la gente que llega a horas intempestivas, cual sería mi sorpresa que estaba uno de los encargados, el cual me haría pasar a recepción para hacer el check –in. La siguiente sorpresa sería que hablaba español, así que más fácil todavía. Gracias a esto me enteraría que había tenido una suerte enorme pues todo el personal de trenes había estado en huelga hasta las 22.00 y habían causado grandes problemas a mucha gente para conseguir llegar. Si alguien se ha leído el diario de Flandes Occidental, habrá visto que las huelgas me persiguen en Bélgica.

Aunque en principio tenía reservada una cama en el edificio que se encuentra al lado de la Grand Place, me dio a elegir entre eso o una cama en el edificio en el que me encontraba y como era tardísimo y mañana pensaba madrugar para dirigirme otra vez a la estación, me pareció una gran idea el quedarme en este lugar.

Las habitaciones cuentan con cuarto de baño incorporado y con ducha, algo atípico en los hostels, ya que casi siempre tienes que salir de la habitación para algo. Todo muy limpio y te facilitan las sábanas. La toalla supone un euro más.

Tras organizarme un poco, lo cual me supondría plantarme en la 01.00, daría por finalizado el intenso día.

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