28 de Agosto de 2015.
De nuevo, y al igual que ayer, me levantaría a las 5.30 para
aprovechar el tiempo al máximo y es que entre mis planes iniciales no se
encontraban realizar la visita del complejo de templos de Kamakura y de la
ciudad de Yokohama en la misma jornada. Me hubiera gustado hacerlo en dos días
diferentes para ir con más calma, pero debido a que el cielo casi cae sobre mi
cabeza unas jornadas atrás, donde acabaría en el museo Edo, no me quedaba otra
que concentrar los dos destinos a lo largo de hoy, si no quería perderme
ninguno.
A las 06.10 ya estaba en la estación de Kuramae donde
preguntaría al siempre amable y eficiente revisor, da igual de que persona se
trate, pues son todos igual de agradables, como llegar sin el Japan Rail Pass
hasta Kita Kamakura, donde iba iniciar las visitas en el día de hoy.
Me tocaría un jefe de estación que además de simpático era
práctico, ya que cogería un folio y me apuntaría paso por paso lo que tenía que
hacer, quedando la cosa de la siguiente manera:
1- Llegar hasta la estación de
metro Ueno – Okachimachi (170 yenes). 2- Transbordo para llegar de esta a Tokyo
Station (140 yenes). 3- Por último coger la línea Yokosuka que te lleva directa
a Kita Kamakura o Kamakura según la elección de cada uno.
Dicho y hecho, me plantaba a las 07.50 en la salida de la
estación de Kita Kamakura y yo no sé porqué, pero en la estación de Tokyo me
dirían que pagara el billete a la salida del destino y cuando fui a hacerlo
aquí, me dirían que saliera y que no me preocupara, sin darme tiempo ni a sacar
la cartera. Así que este último trayecto me saldría gratis.
Kamakura se encuentra enclavado entre colinas boscosas y el
mar, a tan sólo 50 kilómetros de Tokyo. Fue capital del Imperio desde 1185
hasta 1333 y aquí se establecería el primer Shogunato que gobernaría Japón. El
Shogun equivalía a lo que hoy es el primer ministro pero con el poder propio
del Parlamento, por lo que podía tomar, prácticamente, cualquier decisión en
cualquier materia.
Durante todo este periodo, al ser el lugar más importante
del país, proliferarían en él infinidad de santuarios y templos, parte de los
cuales me iba a dedicar a visitar durante la mañana.
El lugar ideal para comenzar la ruta sería un grupo de
templos a sólo dos minutos a pie desde la estación y cruzando las vías de esta.
Engaku – ji, se encuentra rodeado de antiguos cedros y es un importante templo
Zen, fundado en 1282 para honrar a los soldados muertos en la guerra contra los
mongoles.
La entrada me costaría 300 yenes y a lo largo de la colina
donde se encuentran los principales edificios, podría disfrutar de la belleza
austera de estos, suavizada por el follaje, arbustos y hasta un estanque.
Entre las construcciones más destacables estarían la inmensa
puerta Sanmon de 1783; el Butsuden, donde se halla la estatua de Shaka Budda
tallada en madera, considerada como uno de los mayores tesoros del complejo; y
en lo más alto de las instalaciones podría encontrar una inmensa campana
considerada tesoro nacional.
|
Templo Engaku-ji |
|
Templo Engaku-ji |
|
Templo Engaku-ji |
Toda la visita la haría casi en solitario. En principio
creía que sería un simple espejismo motivado por lo temprano que era, pero me
equivocaría porque esta situación sería la nota dominante en los sucesivos
templos. Además, aunque nublado, no llovía, lo que era otra magnífica noticia,
aparte de haber acertado en la estrategia, pues en Tokyo daban lluvia constante
para toda la jornada.
A lo largo de la carretera principal se puede llegar a todos
los templos de interés y el siguiente en mi ruta iba a ser Tokei-ji (200 yenes),
un templo budista del siglo XIII que sirvió originalmente como un convento de
monjas. También conocido como el templo del Divorcio, este fue uno de los pocos
lugares donde las mujeres podían escapar de los maridos abusivos. Hasta
mediados del siglo XIX sólo el hombre tenía la facultad de enviarle a su mujer
una carta comunicándole el divorcio, algo que no era recíproco. Así que si una
mujer conseguía llegar a Tokei-ji y permanecía tres años allí como monja, su
marido sería llamado y obligado a firmar los papeles, anulando el matrimonio.
|
Templo Tokei-ji |
|
Templo Tokei-ji |
Los jardines del templo también son un mar de tranquilidad y
se adentran por la colina. Esparcido por esta se encuentra un modesto
cementerio, donde yacen los restos de las monjas enterradas bajo las lápidas
cubiertas de musgo.
|
Cementerio Templo Tokei-ji |
Continué mi camino por la carretera para tomar un nuevo desvío
que en unos minutos me acercaría hasta la puerta de entrada de Meigetsu-in (300
yenes). Este santuario pertenece a una secta Zen denominada Rinzai y sería
fundado en 1160. Lo que más destaca en él es la ventana circular de su salón
principal, pues estas escasean en Japón. Justo en frente del Hall principal hay
un bonito jardín Zen donde me recreé veinte minutos en absoluta soledad para
recargar las pilas. Tampoco hay que dejar pasar el pequeño bosque de bambú que
hace de complemento perfecto al resto de las instalaciones.
|
Templo Meigetsu-in |
|
Templo Meigetsu-in |
|
Templo Meigetsu-in |
El gran Kencho-ji (300 yenes) sería mi siguiente visita.
Fundado en 1253 es uno de los templos más antiguos de entrenamiento Zen de
Japón. La descomunal puerta Sanmon me daba la bienvenida, para contemplar,
justo al lado, la campana Bonsho declarada tesoro Nacional.
|
Puerta Sanmon.Templo Kencho-ji |
Un poco más adelante encontraría el edificio del Butsuden que
originariamente sería un mausoleo perteneciente al shogunato y se encontraba en
el templo Zozo-ji en Tokyo. Sería trasladado pieza a pieza a su ubicación
actual en 1647. En su interior se puede ver una gran estatua de un buda que
representa al Dios protector de los niños, Jizo Bosatsu.
|
Butsuden.Templo Kencho-ji |
|
Butsuden.Templo Kencho-ji |
Casi adosado al Butsuden se encuentra el edificio llamado
Hatto, que muestra un Buda originario de Pakistán llamado Fasting Buddha y un
dragón pintado en el techo llamado Unryu-zu. Sería uno de los interiores que
más me sorprendería por lo diferente a lo que llevaba visto.
|
Fasting Buddha.Templo Kencho-ji |
|
Unryu-zu.Templo Kencho-ji |
Como se puede ver el complejo es inmenso y no tiene
desperdicio. Otro buen ejemplo de ello se da en el Hojo, conocido también como
Ryuo-den (sala del Rey Dragón). Actualmente, aquí se llevan a cabo los
servicios religiosos, aunque en su momento se utilizaba como residencia del
Sumo Sacerdote. Pero aunque su interior es interesante lo mejor son, sin duda,
sus maravillosos jardines, en los que no podría evitar parar para contemplarlos
un rato.
|
Hojo.Templo Kencho-ji |
|
Jardines Hojo.Templo Kencho-ji |
Tras recrearme lo necesario, afrontaría el último lugar del
recinto correspondiente al Hanso-bo, al que se llega por un camino, repleto de estatuas
y tumbas a los lados y en el que se encuentra el santuario protector del
templo.
Más allá de este lugar se encuentra un monasterio que está
cerrado al público y un mirador, pero no llegué hasta ellos porque todavía me
quedaban muchos lugares por recorrer y eran ya las doce del mediodía.
Era el momento de abandonar Kencho-ji y continuar hasta el
santuario más importante de Kamakura llamado Tsurugaoka Hachiman-gu, dedicado
al Dios de la guerra y de entrada gratuita.
Yo entraría desde la parte trasera al venir desde Kita
Kamukara y en mi camino hasta los edificios principales y alrededor de estos
podría encontrarme con estanques repletos de flores de loto, puentes arqueados,
múltiples toriis y, por primera vez en el día, bastante más gente de lo que me
había encontrado hasta ahora y es que estaba ante un lugar sagrado y dedicado
plenamente a la actividad religiosa, con personas rezando, sacerdotes llevando
a cabo ceremonias, familias vestidas con kimonos tradicionales y llevando a
cabo rituales específicos, etc. Todo ello da muestra de que este templo va
mucho más allá de ser una mera atracción turística y por ello hay que andarse
con más tiento del habitual a la hora de tirar fotografías, pues son algo más
rigurosos con las mismas.
|
Santuario Shinto Tsurugaoka Hachiman-gū |
|
Santuario Shinto Tsurugaoka Hachiman-gū |
|
Ofrenda de Barriles de Sake.Santuario Shinto Tsurugaoka Hachiman-gū |
Aunque yo no tendría suerte es uno de los lugares donde te
puedes encontrar, fácilmente, con la celebración de una boda tradicional. Eso
sí, podría ver a muchas mujeres vestidas con sus típicos kimonos e incluso
hacerles más de una foto a cualquiera de ellas, pues mi petición siempre fue
atendida con una amable sonrisa.
|
Chicas con Kimono en Santuario Shinto Tsurugaoka Hachiman-gū |
|
Chicas con Kimono en Avda Wakamiya-oji en Kamakura |
Al ir a contracorriente de lo que es la visita normal,
acabaría mi estancia en Tsurugaoka bajando por la gran escalinata por la que
todo aquel que viene desde la estación de Kamakura, casi que afronta en primer
lugar. Pero al final como el orden de los factores no altera el producto, da
igual empezar por un lado que por otro.
Era el momento de olvidarme un poco de tanto templo y
afrontar Komachi Dori, el gran bulevar que tenía por delante, repleto de
tiendas de souvenirs y productos tradicionales, restaurantes y locales de tapas
que ofrecían alguna que otra muestra de lo que se podía degustar en ellos.
De esta manera tan amena, llegaba hasta la estación de
Kamakura donde tomaría el tren de la línea que conecta esta ciudad con Enoden y
Enoshima.
En tan sólo tres paradas llegaba hasta la estación de Hase
en un pequeño tren eléctrico (200 yenes). Desde aquí me encaminaría a pie, por
la calle principal, dirección norte, hasta la entrada del templo Kotoku-in, que
alberga en su recinto el Daibutsu o Gran Buda.
Sorprendentemente, como venía siendo la tónica habitual del
día, había poca gente y en algún momento hasta podías darte el lujo de
fotografiarte a solas con la escultura sin que nadie saliera o te molestara en
la imagen. Algo a lo que no daba crédito. Estuve un buen rato observándolo y
rodeándolo para verlo por sus cuatro costados y entraría en su interior diáfano, por la cantidad simbólica de veinte
yenes, para después sentarme delante de él y bajo la tranquilidad del instante
y el marco de los bellos bosques que rodean la zona, preguntarme cómo era
posible que hubiese sobrevivido a incendios, tifones y múltiples terremotos.
|
Gran Buda o Daibutsu del Templo Kōtoku-in |
|
Gran Buda o Daibutsu del Templo Kōtoku-in |
Como curiosidades decir que la imagen representa a Amida
Nyorai, el Buda que recibe las almas en el Paraíso. En Japón es el segundo más
grande, después del que está situado en Nara, está construido en bronce y se
encontraba, originalmente, en un salón de madera que sufrió una serie de
catástrofes, que culminaron con un gran maremoto que arrasó el edificio. Todos
estos desastres se interpretaron como una señal de que el Buda quería
permanecer en el exterior, por lo que se dejó a la intemperie, expuesto al sol,
la sal y los vientos, lo que hizo que se fuera oxidando y adquiriera el
característico color verde con el que ahora se muestra.
Eran las 15.30 y estaba muerto de hambre por lo que decidí
regresar sobre mis pasos hacia la estación y antes de dirigirme hacia mi último
destino en Kamakura, parar a comer en un pequeño local que me llamaría la
atención por la pinta que tenían las croquetas de ternera que se mostraban en
el escaparate. Así que no lo dudé y entré para probarlas. Al final caerían dos,
pues eran contundentes, acompañadas por una coca cola. (550 yenes).
Mucho más feliz que hacía media hora, ahora sí que cruzaba
la calle y torcía a la derecha, para en pocos minutos adentrarme en los
terrenos del templo, del siglo VIII, Hase Dera.
Caminé más allá de un estanque ornamental y subí un tramo de
escalones que me llevaría a los principales recintos del santuario. En uno de
ellos me encontraría con la espectacular imagen de Kannon, realizada en madera,
bañada en pan de oro y de una altura de nueve metros.
|
Templo Hase-dera |
|
Deidad en el Templo Hase-dera |
Pero aunque la increíble talla me dejaría sorprendido, lo
que más me gustaría, sin dudarlo, serían las agrupaciones de pequeñas
esculturas Jizo, ataviadas con ropa para no pasar frío y que representan a
niños fallecidos o que ni siquiera llegaron a nacer.
Si a todo lo anterior le sumamos un mirador y una nueva
escalinata desde los cuales se obtienen unas espectaculares panorámicas de la
ciudad de Kamakura y el Pacífico, además de una cueva en la que tienes que
entrar en cuclillas, encontrándote en su interior figuras esculpidas en la roca
y pequeñas estatuillas esparcidas por todos los rincones, pues hacen que Hase
Dera sea, probablemente, el templo que más me gustaría de todos los que llevaba
vistos.
|
Estatuillas en el Templo Hase-dera |
|
Cueva del Templo Hase-dera |
|
Kamakura desde Templo Hase-dera |
Es un lugar donde se respira paz y tranquilidad, enclavado
en lo alto de la montaña, que te da una serenidad difícil de encontrar en otros
lugares.
La luz iba escaseando por lo que tenía el tiempo justo, para
abandonar este místico lugar y volver a abordar el tren de la línea Enoden (200
yenes) para regresar a Kamakura y ya desde aquí dirigirme en un tren de la
línea Yokosuka (390 yenes) hasta mi último destino del día, que no sería otro
que Yokohama, la segunda ciudad más grande de Japón, después de Tokyo.
No tenía demasiado tiempo para disfrutar del lugar por lo
que trataría de conocer lo que más ilusión me hacía de todo lo que ofrece esta
urbe, que no es poco.
Así que una vez en la gran estación y, una vez más, gracias
a la ayuda de dos chicas que me acompañaron hasta la línea Minato Mirai, pude llegar
al complejo del mismo nombre (180 yenes, dos paradas).
En esta zona pegada al mar, se encuentran los edificios y
rascacielos más emblemáticos de Yokohama y entre ellos había uno que no quería
dejar de visitar ni por fuera ni por dentro. Estoy hablando de la torre
Landmark, de una altura de 273 metros, y que ofrece desde su piso 68 unas
increíbles vistas de los cuatro puntos cardinales, destacando, sobre todo, las
que se obtienen de los canales y el puerto. El único inconveniente es el
precio, pues la entrada cuesta 1000 yenes. Aún así creo que merece bastante la
pena.
|
Landmark Tower |
|
Queen´s Square |
El ascensor que me llevaría hasta el fantástico observatorio
tardaría tan sólo cuarenta segundos en llegar a las alturas y una vez allí me
entretuve viendo como la ciudad se iba iluminando y dejaba atrás el nublado
día. Cuando se hizo de noche todavía permanecería allí bastante tiempo, pues
conseguí un sofá de lo más cómodo que, junto con una coca cola, harían que me
costara bastante levantarme y continuar mi camino.
|
Minato Mirai 21 desde Landmark Tower |
|
Minato Mirai 21 desde Landmark Tower |
Cuando por fin me incorporé, bajaría de nuevo a la calle y
me entretuve paseando un rato por todo el complejo de Minato Mirai 21, repleto
de centros comerciales, edificios de oficinas, grandes empresas, zona de ocio
con un Parque de atracciones. Había muchísimo ambiente en la zona, pues era la
hora de salida del trabajo de muchísima gente y la gente iba y venía sin parar.
No hacía nada de calor y soplaba una ligera brisa con la que
se estaba la mar de a gusto, por lo que me encaminé, para terminar la jornada
de hoy, hacia lo que llaman Kishamichi Promenade, una pasarela desde la que se
obtienen unas increíbles vistas de la bahía, los rascacielos y el parque de
atracciones Cosmo World.
|
Landmark Tower y Puerto desde Kishamichi Promenade |
|
Puerto y Cosmo World desde Kishamichi Promenade |
|
Cosmo World desde Kishamichi Promenade |
Daría un tranquilo paseo por ella hasta el final, me
sentaría un rato a contemplar el espectáculo visual que tenía delante de mí y
regresaría por donde había venido hacia el metro, para dirigirme hacia Tokyo,
donde llegaría a las 21.15.
Hoy cenaría en el Mc Donalds (950 yenes), pues me apetecía
un montón comida basura y además estaba a dos pasos del alojamiento y así no
tenía que moverme.
Efectivamente, no iría al barrio chino de Yokohama, el
mayor de Japón, pero aunque me apetecía mucho conocerlo estaba ya muy cansado y
ello me hubiera supuesto llegar a las tantas al hostel, así que creo que
tomaría la mejor decisión porque cuando me metía en la cama casi no sentía las
piernas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario