Este diario y viaje es continuación de las tres semanas que
ya llevaba recorriendo Japón, país al que llegaba con muchos miedos, especialmente
por el tema del idioma y de no poder hacerme entender, y del que me marchaba
pletórico porque al final esos temores quedaron en nada y todo salió a la
perfección, así que sólo podía pedir que la semana que restaba para concluir el
gran viaje que estaba realizando, me saliera igual de bien que el resto de las
vacaciones. Veríamos si los coreanos daban la talla y me brindaban, sino la
misma, porque eso es complicado, la suficiente hospitalidad para que todo se
desarrollara sin sobresaltos.
Tengo que reconocer que en un principio no pensé en
aventurarme por Corea del Sur y que la idea que tenía era haber seguido
conociendo tantos y tantos lugares increíbles que ofrece Japón como por ejemplo
la isla de Okinawa, un paraíso de aguas cristalinas y arena blanca; las dunas
de arena de Tottori, un pequeño desierto casi desconocido; la isla norte de
Hokkaido, un paraíso virgen y repleto de naturaleza con multitud de especies
endémicas; o Nagasaki, otro lugar tristemente conocido por su no tan lejana
historia.
Todos esos lugares me llamaban muchísimo la atención, pero
cuando descubrí la posibilidad de poder acceder en barco desde el sur de Japón
a un país tan desconocido como Corea del Sur, fue algo que me tocaría la moral
y lo vería como una oportunidad para ir a un país que, de otra manera, creo que
hubiese sido complicado poder conocerlo. Así que tras poner las cartas sobre la
mesa, dejaría la cultura japonesa a un lado, pues ya me llevaba un saco repleto
de experiencias y lugares, y le daba la oportunidad a esta pequeña península
dividida en dos países, que un día fueron uno solo, cambiaba de aires y
descubría otro país asiático con nuevas costumbres, nueva gente y nuevas
sorpresas.
Bandera de Seúl |
Y ya, sin más preámbulos, sigamos por donde nos habíamos
quedado, que era el momento en el que me despertaba tras haber dormido en un
hotel cápsula en Japón. La experiencia fue gratamente positiva y es que me
sentí como si estuviera en una nave espacial camino hacia el espacio. Sí, muy
peliculero, pero tenía esa sensación infantil y no me importa reconocerlo.
Estaba ilusionado de haber probado esta experiencia, la cual había sido única y
nada desagradable, no sintiendo claustrofobia en ningún momento pues hay el
suficiente espacio para no sentirte agobiado y, sin duda, es bastante peor el
dormir en un mugroso refugio de montaña, pegado al techo y sin apenas poder
moverte, porque al lado tienes otra persona, que no conoces de nada, y que no
ha dejado de roncar en toda la noche. Sin duda, no hay comparación.
Hotel Cápsula en Fukuoka |
El despertador de la cabina lo programé para que sonara a
las 06.00, por lo que aun costándome un sacrificio, me incorporé, me puse la
bata que me habían facilitado la noche anterior para moverme por las
instalaciones del edificio, me aseé, preparé todo y me dirigí hacia la parada
de autobús número 88. La noche anterior no me había fijado bien y fue ahora
cuando me daría cuenta que el primero de estos no pasaba hasta las 07.06, por
lo que como no quería jugármela y arriesgarme a perder el barco que tenía que
coger, opté por tomar un taxi en la parada que se encontraba a tan sólo diez
pasos del hotel.
Esta sería la última vez que viviría la experiencia de
sentirme importante, abriéndome desde el interior la puerta trasera. El
trayecto se desarrolló por una inmensa avenida en línea recta, donde no había
un alma, llegando en menos de diez minutos a la puerta de la estación
internacional marítima de Fukuoka. Por ello me cobraría 1120 yenes.
El motivo de llegar hasta aquí no era otro que el de poder
tomar el barco que en tres horas permite llegar de Japón a Corea del Sur y más
exactamente del importante puerto marítimo de Fukuoka hasta Busán, la segunda
ciudad surcoreana en importancia, después de Seúl.
Lo primero que haría sería dirigirme a los mostradores de la
compañía Beetle para canjear la reserva que había hecho por internet en la
página www.jrbeetle.co.jp/Internet/index.html
. Su versión en inglés me daría bastantes problemas por lo que al final opté
por dirigirme a las oficinas de la empresa HIS, donde había comprado el Japan
Rail Pass, y la misma chica que me atendería para hacer esa gestión, me
ayudaría a gestionar el asunto del billete del barco, por lo que más fácil no
pudo ser.
En el mostrador comprobarían que todo estaba correcto y me
darían el billete que tres meses antes me había costado 8900 yenes (64 euros).
Pero aquí tendría que pagar, además, unas tasas extras que supusieron 1100
yenes del billete y 500 yenes del puerto.
Después cambiaría todos mis yenes disponibles a wones
coreanos. Por cierto, que no admiten el cambio de euros, sí de dólares. Y por
último rellenaría las hojas de entrada al nuevo país y la declaración de
inmigración que ya te dan aquí para que así te despreocupes de tener que andar
rellenándola durante el viaje o a la llegada de este.
Con las monedas que me sobraron me compraría un buen
desayuno y a las 07.30 habrían la puerta de embarque, donde pasaría el control
de pasaportes, sin el mayor problema, poniéndome el sello de salida de Japón,
snif, y me acomodaba en el asiento de al lado de la ventana, que me
correspondía en el barco Beetle. Este barco tiene como curiosidad que se eleva
por encima del agua, quedando únicamente sumergido el timón y las hélices,
permitiendo de esta manera reducir, de forma importante, el tiempo que tardaría
cualquier otra embarcación en realizar el mismo trayecto.
A las 08.00 en punto, el barco empezaba a moverse y a través
de los amplios ventanales empezaba a ver cómo se iba quedando atrás el puerto
de Fukuoka y, por tanto, el país nipón. A partir de este momento todo lo que
había vivido en él formaba ya parte del recuerdo y empezaba una nueva etapa que
afrontaba con nuevos nervios y bastante ilusión.
Terminal Hakata-Fukuoka desde el Ferry hacia Busán |
Fukuoka desde el Ferry hacia Busán |
El día era espléndido y no había restos de nubes, lo que
hacía que estuviese especialmente animado, además el barco estaba a la mitad de
su capacidad y se iba la mar de tranquilo. Durante el viaje me entretendría viendo
alguna que otra escena de una película cómica coreana que no era muy difícil de
comprender, porque no paraban de hacer chorradas, combinándolo con algún que
otro sueñecito para coger fuerzas durante el resto de la jornada.
También me empaparía un poco de la historia de Corea del Sur,
la cual era casi desconocida para mí, aprendiendo algo de sus tristes
acontecimientos. A modo de resumen y entre lo más destacable cabe mencionar que
este Estado ocupa la mitad sur de la península de Corea. Se halla separada de
Corea del Norte por la línea de alto el fuego acordada a finales de la Guerra
de Corea (1950 – 1953) que coincide aproximadamente con la frontera previa a
1950, situada en el paralelo 38. Durante muchos siglos, el reino de Corea
estuvo dominado por chinos y japoneses hasta que finalmente Japón se lo
anexionó en 1910. Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Corea
quedó dividida en una zona norte de influencia soviética y una zona sur de
influencia estadounidense. Ambos territorios no tardaron en convertirse en
entidades políticas independientes. En 1950, la Corea del Norte comunista
invadió Corea del Sur y, aunque la guerra concluyó en tablas en 1953, la amarga
hostilidad entre el norte y el sur sigue vigente en la actualidad, mientras
tienen lugar operaciones encubiertas.
En el periodo de cuarenta años que siguió a 1953, ambas Coreas
se distanciaron social, política y económicamente. Tras unos años bajo el
dominio autoritario de su primer presidente, Corea del Sur estableció el
liberalismo constitucional con la instauración de la Segunda República en 1960.
Desde entonces hasta su asesinado en 1979, el país estuvo presidido por el
general Park Chung Hee, quien sentó las bases para el progreso económico del
estado surcoreano moderno, combinando la planificación estatal con incentivos
de libre mercado.
Y casi sin darme casi cuenta, comencé a ver en la lejanía un
conglomerado de edificios y miles de casas blancas rodeadas de montañas
repletas de una densa vegetación. Era la señal de que en muy pocos instantes
desembarcaría en Corea del Sur y en la segunda mayor ciudad del país, la cual juega
un importante papel en los intercambios internacionales tanto comerciales como
culturales.
Llegando a Busán en Ferry |
Llegando a Busán en Ferry |
El tiempo del trayecto lo bordarían y a las 11.00 estaban
realizando el amarre, para pocos minutos después empezar el desembarco de la
nave. Estaba algo nervioso, pues en Japón todo había sido tan fácil y sencillo
y me habían tratado con tanta amabilidad que iba algo escéptico con que esto se
pudiera volver a repetir. Como casi siempre mis miedos eran injustificados,
dado que todo iría como la seda y pasaría el control de pasaportes sin el menor
contratiempo, no tardando más de diez minutos en hacerlo, dado que el barco,
como ya he comentado, venía medio vacío. Además no revisarían mi maleta,
pasando el control sin problemas.
Ferry a la llegada a Busán |
A TENER EN CUENTA:
DOCUMENTACIÓN: Es
necesario pasaporte con una validez mínima de seis meses para estancias no
superiores a 90 días.
ELECTRICIDAD: Es
de 100 vatios y los enchufes son de patillas planas como los japoneses o
americanos.
SEGURO DE VIAJE: Conviene
llevar un seguro para evitar cualquier imprevisto que pueda surgir. Yo
contrataría uno con Mapfre, conjuntamente para este país y Japón, de donde
venía, por 86 euros.
VACUNAS:
No son necesarias para viajar a Corea del Sur.
SEGURIDAD:
Es un país bastante seguro y Seúl es, junto a Tokyo, la capital con menos
problemas del continente asiático.
MONEDA: La
unidad monetaria es el won. Pueden cambiarse moneda extranjera en bancos,
centros de cambio, aeropuertos y terminales marítimas.
PROPINAS: No
es una costumbre en Corea. Un impuesto del 10% se añade ya a la mayoría de
bienes y servicios y en los restaurantes viene añadido en la cuenta.
CLIMA: El
país presenta cuatro estaciones diferenciadas. La época lluviosa coincide a
finales de junio y termina a mediados de julio. El verano es caluroso. El otoño
y la primavera son las mejores épocas para visitar Corea. El clima de invierno,
que dura de diciembre a febrero, es frío y seco.
Y sin comerlo, ni beberlo me encontraba en el exterior de la
estación portuaria, donde tras preguntar sólo dos veces, un amable señor me
indicaría el autobús lanzadera que tenía que coger para llegar hasta la Busan
Station. El precio sería de 1000 wones, los cuales hay que introducirlos en una
caja transparente que se encuentra nada más entrar al interior de los
autobuses. El conductor mira el importe que has introducido y si no es exacto,
dando a una palanquita te devuelve el cambio. Bastante curioso.
En cinco minutos me apeaba en la estación arriba indicada y
cogía el metro, donde compraría el pase diario con el que se ahorra bastante en
el momento que realizas varios trayectos. Su precio es de 4500 wones. Sólo
había cuatro líneas por lo que tras la experiencia japonesa todo era coser y
cantar. Cuando me introduje en el vagón tengo que reconocer que se me caería un
poco el alma a los pies, pues aquello era un auténtico gallinero entre gente
hablando alto y las conversaciones de móviles, a voz en grito, que se oían a
diferentes viajeros. Atrás quedaba ya el silencio y tranquilidad de los
japoneses, sus eternas siestas en cada trayecto y la exquisita educación en cada
pequeño acto que fueran a llevar a cabo. Esto volvía a ser parecido a Europa y
el jaleo, el escándalo y la vorágine de ruidos hacían, de nuevo, acto de
presencia.
Tras cinco paradas me bajaría en la estación llamada
Beomnaegol, cerca de la cual tenía reservado el alojamiento para la noche de
hoy. Esta zona es una importante área financiera y de negocios de la ciudad y
se encuentra muy céntrica para poder llegar, rápidamente, en metro a los lugares
más importantes para visitar.
El Hostel elegido se llamaba Dinamic Guesthouse, a cinco
minutos caminando del metro. Su principal característica y lo que me llevó a
reservar aquí sería que se encuentra
situado en una de las plantas más elevadas de un rascacielos, brindándote unas
vistas espectaculares de la zona. Si a esto además se le suma su limpieza y su
amplio salón, pues no se podía pedir más. Elegiría una habitación doble que me
saldría por 19.000 wones y que me tocaría compartir con una chica a la que casi
no vería el pelo.
Edificio del Dynamic Guesthouse |
Edificio del Dynamic Guesthouse |
Busán desde Edificio Dynamic Guesthouse |
Tras dejar la maleta y darme las claves de entrada y las
normas respectivas del uso de la cocina y demás compartimentos, me marcharía a
comenzar a descubrir Busán.
Bueno, siendo más exactos lo mejor sería decir que me iría a
los alrededores de la ciudad, pues estaba especialmente interesado en conocer
dos lugares de los que había leído auténticas maravillas: los templos de
Beomeosa y Haedong Yonggungsa.
Tan sólo eran las 12.30, por lo que iba bastante bien de
tiempo, así que empezaría por el templo de Beomeosa, pues lo mismo me daba
empezar por uno que por otro al estar los dos bastante alejados. Además la
puesta de sol desde el segundo de ellos parecía que prometía mucho más que
desde el primero.
Volvería a la estación de metro de Beomnaegol y cogería la
línea 1, la misma con la que había llegado hasta el hostel, para dirigirme
hasta la penúltima estación, con el mismo nombre del templo. Saldría por la
salida número siete, andaría unos cinco minutos, y cogería el autobús 90 de la
línea Samsin.
Creía que la amabilidad japonesa ya no se volvería a repetir
pero, claramente, me equivocaba. Cuando salí del metro, dudaría de la dirección
a seguir para llegar a la parada del autobús, por lo que para no perder tiempo,
no dudaría en preguntar a un joven que pasaba por allí. Este me diría que le
acompañara y me llevaría hasta el mismo autobús, se montó conmigo, me pagó los
1300 wones del billete y, por último, me llevaría hasta la puerta principal del
templo para decirme aquí que tenía que dejarme y que no podía seguir
acompañándome porque tenía que volver a su casa. Me quedé flipado y sin casi
poder hablar. Una vez más volvía a pasar y esta vez en Corea del Sur. ¿Cómo
puede alguien desviarse de esta manera e invitar a un completo desconocido al
billete del autobús? Está claro que la mentalidad y el altruismo asiático
distan mucho del de cualquier parte del mundo.
Le daría mil gracias y comenzaría la visita a este
importante lugar en el que no había que pagar entrada, era libre.
Lo primero que llama la atención, más allá de los mismos
edificios del templo, es el soberbio lugar en el que se encuentra emplazado,
pues está rodeado de un magnífico paisaje creado por la montaña Geumjeongsan.
Es por ello que este lugar también tiene fama por la gran cantidad de rutas de
senderismo que se pueden iniciar desde aquí, de hecho pude ver a multitud de
familias que, adecuadamente vestidas, empezaban a tomar veredas y caminos hasta
perderse en la lejanía.
Aunque el templo data del S.VII, pues sería construido por
el sacerdote Uisang, durante el reinado del rey Munmu de la dinastía Silla, los
edificios que hoy se pueden contemplar son del año 1713, ya que los originales
serían destruidos en la invasión japonesa de 1592 cuando los mismos japoneses,
derrotados por los monjes de Beomeosa, decidieron incendiar el complejo en su
retirada.
El propósito con el que fue construido sería para que
sirviera como un lugar de recogimiento donde a través de las diferentes
ceremonias religiosas se intentara lograr una vida llena de generosidad y
felicidad. Hoy en día es uno de los tres templos más importantes del sur de
Corea y en él se encuentran importantes bienes culturales, además de haber
servido de escuela a los más importantes maestros y sacerdotes budistas.
El camino por el que se transita te lleva ante una increíble
puerta, profusamente decorada y sostenida por cuatro pilares de roca. La llaman
la puerta Il Ju y dicen que al atravesarla eres conducido al mundo sagrado de
Buda. Todo aquel que la traspasa debe dejar atrás cualquier idea
discriminatoria que traiga consigo. Su característica principal es que si se
observa desde un lado parece que está sostenida únicamente por un pilar, lo que
simboliza el verdadero camino de la iluminación que soporta el mundo.
Puerta Il Ju.Templo Beomeosa |
Puerta Il Ju.Templo Beomeosa |
Tras pasar una segunda puerta, Cheonwangmun, protegida por
los llamados cuatro Reyes Celestiales, llegaba hasta una tercera que me permitía, por
fin, entrar a una gran explanada donde se encontraban los edificios más
importantes del templo, destacando sobre los demás el llamado Dae Woong Jeon,
el cual contiene la imagen del Buda Sakyamuni. La denominación del edificio
hace referencia al nombre virtuoso de Buda. Junto a él, también se puede ver la
presencia de los budas del pasado y del futuro.
Rey Celestial.Templo Beomeosa |
Dae Woong Jeon.Templo Beomeosa |
Buda Sakyamuni.Templo Beomeosa |
Tanto en la estructura principal como en las más pequeñas
pude ver gran cantidad de personas realizando rezos y plegarias y otras muchas
en posiciones de meditación sumamente concentrados. Decidiría en este momento,
pasar al final de una de las salas y quedarme allí un rato observando y
relajándome por unos momentos del gran trasiego de mañana que llevaba, pues al
final entre unas cosas y otras no había parado.
Sala del Templo Beomeosa |
Cuando salí me paré más detenidamente a contemplar otros
elementos que se encontraban en el gran patio central tales como dos pagodas de
tres y siete pisos y una lámpara, todas ellas construidas en piedra. También
destacan en las inmediaciones grandes estatuas de tortugas gigantes y un
riachuelo que atraviesa la montaña, alrededor del cual había muchas familias
comiendo y pasando un agradable día de campo.
Templo Beomeosa |
Escultura en el Templo Beomeosa |
Era el momento de deshacer el camino que me había traído
hasta aquí para, una vez en el metro, dirigirme hasta la parada Seomyeon donde
haría transbordo a la línea 2 y ya en esta continuar hasta la parada Haeundae,
donde se encuentra una de las playas más famosas de Busán. Pero mi objetivo no
iba a ser esta, sino el segundo templo que comentaba líneas atrás: Haedong
Yonggungsa. Para llegar hasta él desde aquí, sólo me quedaba ya tomar, en la parada
que se encontraba nada más salir de la estación, el autobús número 181, en el
que le pediría al conductor que me avisara de la parada del templo.
Durante el trayecto una amable pareja taiwanesa se dirigiría
a mí para preguntarme que de donde era y charlar un poco, así que estuve
chapurreando con ellos mi pobre inglés durante los cuarenta minutos que dura el
camino en bus y se me pasaría el tiempo volando.
Una vez que llegas hasta la parada, el templo no está
todavía a tiro de piedra, pues queda andar como unos diez minutos hasta que por
fin llegas a sus instalaciones. Eran las 17.00 cuando me dejaba caer por allí,
así que disponía como de hora y media para recrearme con todo lo que este lugar
te ofrece.
A diferencia de la mayoría de los templos situados en la
montaña, Haedong Yoggungsa se encuentra a orillas del mar, considerándose un
templo budista acuático. Además se considera uno de los lugares de mayor
importancia religiosa del país, pues aquí confluyen el mar, el dragón y el Gran
Buda, consiguiendo una armonía perfecta entre ellos.
El templo sería fundado por el gran monje Naong, que era el
asesor del rey Gongmin, debido a que los cultivos se echaban a perder por la
falta de lluvias y una gran hambruna afectó gravemente a l país. La
desesperanza en la población y las autoridades cada vez era mayor, hasta que un
día un Dios del mar se le aparecería en sueños a Naong y le diría que si se
construía un templo al borde de la montaña Bongrae todas las desgracias
cesarían y así se hizo y todo volvió a su cauce.
Desgraciadamente el
templo sería incendiado durante la invasión japonesa y lo que hoy se
puede ver es su reconstrucción que data de 1930.
Lo primero que me encontraría sería un amplio paseo
flanqueado por doce estatuas que representan a los doce animales del zodiaco.
Esto representa el concepto filosófico de que el universo se rige por dichos
animales que harían de ángeles protectores de los malos espíritus y de la mala
suerte. Es el único templo en toda Corea
que cuenta con dichas imágenes esculpidas.
Esculturas de animales del Zodiaco.Templo Haedong Yonggungsa |
Tras pasar la puerta de metal que te da la bienvenida al
templo, destaca la escultura de un buda con una gran barriga que se le conoce
como Deuknambul. Su enorme tripa tiene un color negro brillante que ha sido
pulida por las innumerables veces que es tocada día tras día por miles de manos
que tienen la creencia de que al hacerlo se cumplirá su deseo de poder concebir
un hijo.
Templo Haedong Yonggungsa |
Deuknambul.Templo Haedong Yonggungsa |
Justo en frente, descendería por 108 escalones que
simbolizan el popular deseo de tener una vida muy larga. El concepto de estos
pasos proviene de la enseñanza budista de las 108 agonías de la vida. El templo
enseñas a las personas la meditación profunda y la práctica budista de
esforzarse para llegar paso a paso al Nirvana y este procedimiento de la
disciplina está simbolizado por la ruta de las 108 escaleras que son necesarias
para poder acceder hasta el complejo de templos.
Una vez en estos son muchas los edificios, figuras y
elementos que te encuentras al mirar en cualquier dirección. Entre los más
destacables están los siguientes:
Puente del Dragón Rojo: Se ha hecho famoso,
especialmente, entre los jóvenes ya que muchas parejas llegan hasta aquí para
disfrutar de las estupendas vistas que se obtienen desde él y tener así un
increíble momento romántico.
Jijang Boddhisatva: Uno de los hechos misericordiosos
que practican los budistas es el de la liberación que significa el rescate de
vidas de las garras de la muerte. Todos los días 15 de cada mes, de acuerdo con
el calendario lunar, vienen a visitar este lugar y aquellos peces y tortugas
que han sido capturados son devueltos, de nuevo, al mar.
Jijang Boddhisatva.Templo Haedong Yonggungsa |
Yaksa Bodhisatva: Se sabe que este Buda tiene poderes
especiales para ayudar a curar enfermedades comunes. La estatua es
especialmente conocida por su energía espiritual y, por lo tanto, muchos
budistas llegan hasta ella para rezar por su salud. Este lugar también es
famoso por las oraciones que en él se realizan al final de la tarde y durante
la noche.
Pagoda Jinshin Sarira: Justo en frente de la sala del
templo principal hay una pequeña pero delicada construcción de tres pisos que
corresponde a una pagoda. Es famosa por su diseño poco común y se asemeja a la
que está situada en el monte Jirisan. Es por ello que muestra un diseño más
cercano al tradicional de la dinastía Silla. Lo más notable de ella son los
siete cristales sariras consagrados que hay en su interior y que fueron
liberados de Sri Lanka en 1997.
Daeung Bojon: Literalmente es el pabellón donde se
consagró al gran Buda. Esta Sala Principal del complejo es el lugar para
sentarse del buda, donde se concentran las masas budistas y el foro donde se da
la enseñanza del Dharma. El nombre del edificio, sin embargo, varía dependiendo
de que deidad esté consagrada en su interior. En esta ocasión estaba el Buda
Vairocana y ahí el nombre que recibe.
Daeung Bojon.Templo Haedong Yonggungsa |
Daeung Bojon.Templo Haedong Yonggungsa |
Manantial natural subterráneo: Bajo el edificio
Daeung Bojon, el templo tiene un acceso a un manantial natural del que brota un
agua misteriosa y que todo aquel que bebe de ella parece recuperarse de sus
dolencias. Lástima que mucha gente pase de largo sin percatarse de este lugar.
Cerdo de Oro: Tradicionalmente, el cerdo simboliza
riqueza y una gran familia. El templo creó la estatua de oro en el año 2008
para desear buena suerte a todos los visitantes que acudieron hasta aquí para
conocer el templo.
Cerdos de Oro.Templo Haedong Yonggungsa |
Buda Podaehwasang:
Se le conoce como el Buda de Santa Claus, aunque también es llamado el
Mandeokbul. Otorga a las personas todo tipo de caridad y la estatua es un
monumento en conmemoración de un monje que vivió en China durante la dinastía
Tang y que siempre llevaba un saco con comida y dinero que recibía de las
limosnas de la gente y que luego compartía con los pobres. Hoy en día la gente
deja aquí su limosna y reza con la creencia de que se harán realidad sus
sueños.
Buda Podaehwasang.Templo Haedong Yonggungsa |
Pagoda de las Siete Estrellas: Aunque tiene prohibido
el acceso, se aprecian bien desde la lejanía. Se construiría después de
escuchar la revelación que un gurú había recibido del espíritu santo y que
decía que si se llevaba a cabo, la energía de siete estrellas descendería al
mundo material.
Pagoda de las Siete Estrellas.Templo Haedong Yonggungsa |
Sea Kwanyin Buddha: Esta estatua es conocida por su
misticismo y por su poder en la concesión de deseos a todos aquellos que vienen
a orar ante ella.
Sea Kwanyin Buddha.Templo Haedong Yonggungsa |
Tras beber de las aguas del manantial, pedir deseos, rezar
por mí salud y tantas otras cosas me encaminé hacia unas rocas donde las olas
rompían y desde las que se tenía una visión global del complejo y aquí
esperaría a que se escondieran en el horizonte los últimos rayos del sol.
Templo Haedong Yonggungsa |
Templo Haedong Yonggungsa |
Ya anocheciendo volvería hacia la parada del autobús para
retornar a mi hotel y aquí me abordaría una chica tailandesa para preguntarme
cómo llegar hasta la estación de Haeundae. La simple pregunta acabaría en una
agradable conversación que duraría hasta que, mi guapa acompañante, tendría que
bajarse una parada antes de llegar al destino final al tener allí su
alojamiento. La pobre tuvo más paciencia que una santa para entenderme y que yo
la entendiera a ella, pero al final hablamos de varios de temas y es que
cuarenta minutos dan para mucho.
Busán iluminado desde Dynamic Guesthouse |
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