4 de Abril de 2015.
Su extenso patrimonio combinado con ser una ciudad que vive
por y para la música permite crear una perfecta sinfonía donde la vida de
Mozart y su familia, los escenarios de la película “Sonrisas y Lágrimas” y su
armonioso casco viejo, se entremezclan entre sí, haciéndote sentir que el
tiempo se ha detenido en la época de los Habsburgo y tu eres una parte más de
aquellos tiempo de esplendor del Imperio austriaco.
Salzburgo se levantaba bajo un cielo plomizo y con una fina
capa de lluvia cayendo sobre la ciudad, lo que no iba a ser un inconveniente ni
una limitación para salir a descubrir todos los tesoros que esconde este lugar
mágico y especial.
Hoy me encontraba bastante más animado que hacía dos días,
cuando me pilló de lleno la gran nevada en Alemania, por lo que no iba a
permitir que las inclemencias meteorológicas me fastidiaran el día y más cuando
hoy con una simple capucha se podía salir del paso. Así que al mal tiempo,
buena cara.
Tras desayunar en el Hostel un desayuno bastante aceptable
(tostadas, cereales, macedonia, etc. por 3,5 euros) me iría caminando hasta la
estación de tren que estaba tan sólo a diez minutos andando. Aquí se encuentra
una de las oficinas de turismo donde se puede adquirir o recoger, si ya la has
reservado y pagado por internet, la Salzburgo Card. Yo optaría por tramitarlo
todo por la red a través de la página:
El resguardo que te envían a tú correo personal, sólo tienes
que entregarlo a cualquiera de los encargados de la oficina de turismo y,
automáticamente te dan la tarjeta personal e intransferible. Hay que reconocer
que la susodicha tarjeta permite ahorrarte una auténtica fortuna en el momento
que quieras acceder a varios de los monumentos de la ciudad, pues se amortiza rápidamente
como se irá viendo. Con ella tienes el transporte público gratis tanto dentro
como en los alrededores de la localidad, así como la entrada en hasta 18
monumentos, incluyendo los más solicitados como el castillo y la casa de
Mozart.
Se puede obtener para 24, 48 o 72 horas, oscilando los
precios desde 23 a 26 euros, de 31 a 35 y de 36 a 41 euros respectivamente,
según si la temporada es alta o baja. En mi caso obtaría por la de 48 horas
costándome 32 euros. Por cierto, ojo con perderla porque no te dan una nueva.
Para estrenarla tomaría nada más salir de la estación el
autobús número 5 que me llevaría hasta la puerta del Palacio de Mirabell, por
donde comenzaría mi visita del día. (También podía haber cogido para llegar los
números 1,3 y 6 con dirección al centro).
Del interior de este edificio, sólo se puede visitar el
recibidor, pero esto es lo de menos, pues lo que más destaca en él son sus
jardines decorados con flores y sobre todo la fuente de Pegaso y las escaleras
donde María (Julie Andrews) y los niños cantan una parte de la canción de “Do
–Re-Mi”. Menuda ilusión que me hacía encontrarme en este lugar.
Tarareando en bajito la canción y con las vistas hacia la
fortaleza que tenía delante de mí, continuaría mi paseo hasta la Makart-platz,
plaza donde se sitúa la iglesia barroca de la Trinidad y la Casa Vivienda de
Mozart, la cual serviría como residencia para el compositor y su familia de
1773 a 1781, cansados del poco espacio que tenían en la anterior. En su
interior pude visitar el museo en el que está documentada la vida de la familia
Mozart y una gran cantidad de instrumentos musicales pertenecientes a su padre,
hermana y al propio genio de la música, entre ellos el fortepiano original del
compositor.
La entrada cuesta 10 euros, pero con la Salzburgo Card ya se
encuentra incluida. Además te dan un audio guía en tú idioma donde puedes ir
escuchando curiosidades de la familia de Mozart y de este, además de escuchar
fragmentos de ópera compuestas por el
genio a temprana edad.
Tras la interesante visita, tomaría, a la salida del
edificio, la calle Linzer Gasse donde podría encontrar la iglesia de San Sebastián,
cuyos orígenes se remontan a principios del S.XVI. Lo que más merece la pena
aquí es, sin duda, el cementerio situado junto a la iglesia y cuyo estilo
recuerda a un Campo Santo de estilo italiano. Aquí yacen personajes tan famosos
como el padre de Mozart,Leopold, la esposa del músico, Constanze y el padre de
la medicina moderna, Paracelsus. La sepultura más espectacular es el Mausoleo del Príncipe – Arzobispo, Wolf
Dietrich. Su visita es gratuita.
Cementerio Iglesia de San Sebastián |
Tumba Familia Mozart.Cementerio Iglesia de San Sebastián |
Mausoleo de Wolf Dietrich.Cementerio Iglesia de San Sebastián |
La Linzer Gasse, la calle en la que me encontraba, es uno de
los principales lugares para ir de tiendas, por lo que mientras bajaba por
ella, me entretuve mirando sus cafés, restaurantes y el ambiente que había para
ser un día un tanto desapacible como era el caso. Poco antes de que terminara
esta arteria principal de la parte derecha del río Salzach, daría con un gran
pasadizo que me llevaría a la montaña de los Capuchinos donde se ubica la
iglesia y el monasterio de esta comunidad y la iglesia de San Juan del Imberg.
Pero lo mejor es que desde aquí pude disfrutar de una amplia vista de
Salzburgo, con su fortaleza, las cúpulas y las fachadas de casas burguesas del
siglo XVI, conservadas todas ellas por una ley que impide que puedan ser
alteradas.
Crucifixión de Cristo. Monasterio de los Capuchinos |
Salzburgo desde Monasterio de los Capuchinos |
La bajada de este mirador natural la realizaría por una
estrecha escalinata con algún que otro pasadizo, que me volvería a dejar cerca
de la Makart-platz, por lo que aprovecharía para ver los exteriores de tres
importantes edificios: el Mozarteum o Conservatorio de Salzburgo, una de las
mejores escuelas de música de Europa; el museo de las marionetas, de lo más
genuinas y artesanales; y el Teatro de la ciudad.
Era el momento de llegar al río Salzach y pasear por su
ribera hasta uno de sus puentes, donde me encontraría con una maravillosa
panorámica del conjunto histórico y monumental presidido por su descomunal
fortaleza.
Centro Histórico de Salzburgo desde Ribera del Río Salzach |
Tras recrearme un buen rato con esta imagen, abandonaría el
lado del río por el que había pasado buena parte de la mañana y tras atravesar
un puente cercano me encontraría, para comenzar la visita de la parte más
fotografiada y con más ambiente de la
localidad, con la iglesia de Mülln y la
cervecería Augustiner Bräu, donde
pensaba tomarme una buena cerveza, pero esta no abría hasta las tres de la
tarde, así que ya que estaba al lado, caminé hasta un pequeño mirador que
estaba al lado de dicha iglesia y desde donde pude volver a tener una nueva
perspectiva de Salzburgo, pero esta vez desde el lado contrario del río.
Salzburgo desde el Mönchsberg |
Como ya llevaba una buena pateada a mis espaldas decidí
descansar un poco realizando un pequeño crucero por el río Salzach, algo que
también está incluido en la Salzburgo Card. Si no te cobran la burrada de 15
euros.
Siempre me ha gustado, si me da tiempo a ello, realizar
paseos en barco por las ciudades que disponen de ríos o canales navegables,
pues es una buena manera de ver estas desde otro punto de vista diferente y en
esta ocasión y dado que mañana también permanecería en la ciudad hasta la hora
de comer, me pareció una buena idea. La travesía duraría como 45 minutos y
terminaría en el mismo punto de embarque. Durante el trayecto te van contando
datos curiosos de la ciudad, de los que no me enteraría mucho, la verdad, y al
final se termina con música clásica haciendo que el barco gire sobre su propio
eje a modo de vals y al son de la música. Me resultó un final muy original y
bonito.
Crucero por el Río Salzach |
Castillo de Hohensalzburg desde el Río Salzach |
Mis siguientes pasos me llevarían hasta, seguramente, una de
las calles más concurridas de la ciudad y con más comercios, restaurantes y
tiendas por metro cuadrado. Hablo de la Getreidegasse. Por esta y sus aledaños
me entretendría un buen rato, perdiéndome por la infinidad de recodos, patios
interiores y rincones secretos con los que cuenta toda esta zona.
Getreidegasse |
En el número nueve de la recién mencionada calle se
encuentra la casa donde nació y vivió hasta los 17 años Wolfgang Amadeus
Mozart, por lo que esta sería la siguiente visita que realizaría. El precio de
la entrada es de 10 euros, pero al estar incluida en la Salzburgo Card, no tuve
que sacar la cartera. En este mismo momento acababa de amortizar la tarjeta y
todavía me quedaban un montón de lugares que visitar, así que creo que es una
gran idea si tienes intención de realizar unas cuantas visitas interiores.
En la casa museo se encuentran expuestos instrumentos
históricos como el violín infantil de Mozart, su violín de conciertos, su
clavicordio, y numerosos retratos y cartas de la familia Mozart.
A la salida de la casa del genio, me dedicaría a sentir el
corazón de la ciudad barroca, paseando por algunas de las plazas más fastuosas
e imponentes con las que cuenta la urbe. Es increíble que a pesar del transcurso
de los siglos, la belleza de este lugar se siga manteniendo intacta y perdure
generación tras generación. Gracias a ello pude disfrutar de la Plaza de la
Residencia, presidida por la suntuosa fuente de mármol rodeada de cuatro
caballos de los que brota agua y, seguramente, la mayor y más bonita al norte
de los Alpes y donde tiene lugar otra de las escenas de “Sonrisas y Lágrimas”;
la Plaza de Mozart con la estatua del compositor y que sería inaugurada en 1842
en presencia de sus hijos; la plaza del Kapitel con una inmensa bola dorada con
un hombrecillo encima de la misma, la hermosa fuente de Neptuno y un gran
ajedrez con enormes piezas con las que poder echar una buen partida a lo grande
(nunca mejor dicho) y todo ello bajo la atenta vigilancia del castillo de
Hohensalzburg; la plaza de la Catedral de San Ruperto y San Virgilio, cuya
entrada dejaría para mañana; o la plaza Alter Markt con otra bonita fuente en
el centro y muy cercana al Ayuntamiento o Rathaus.
Residenzplatz y Catedral |
Plaza de Mozart o Mozartplatz |
Es increíble que en tan pocos metros se pueda concentrar tal
conjunto de plazas de tan bastas dimensiones y con tantas esculturas, iglesias,
edificios y monumentos a cada cual más soberbio y grandioso que el anterior.
La fortaleza de Höhensalzburg, domina el casco histórico
desde la cima más alta del macizo Mönchsberg y se la puede contemplar desde casi cualquier punto de la ciudad, pues este era el momento de ir
a conquistarla. Aunque se puede subir andando a través de pendientes bastante
pronunciadas, preferiría subir en el funicular que te deja en la misma puerta
de la fortaleza. Además se encuentra incluido en la Salzburgo Card junto con la
entrada al castillo. Además accedes por una puerta especial donde no tienes que
esperar colas. Si no el precio conjunto de ambas cosas supone 11,30 euros.
Lo primero que encontraría ante mí, tras abrirse las puertas
y andar unos metros sería un festín de cúpulas y campanarios de iglesias
acompañadas del río Salzach. Aunque las vistas eran buenas y no había niebla,
es verdad que el hecho de que el cielo estuviera tan gris, desmerecía un poco
la imagen, pero no se puede ganar siempre. No es de extrañar que la ciudad
tenga el apodo de “Roma del norte” ante el gran número de templos y conventos
construidos y de los que sería responsable el poder eclesiástico que dominaría
la ciudad antes de ser absorbida por el imperio austriaco.
Salzburgo desde Fortaleza de Hohensalzburg |
Tras disfrutar de la panorámica, me internaría en los
secretos y habitaciones del castillo, encontrándome desde preciosas maquetas de
marionetas hasta una sala de torturas con instrumentos para este fin, pasando
por salas con uniformes, armas y muebles
medievales.
Pero lo que más destaca, para mi gusto, en la fortaleza es la
Cámara Dorada cuyo techo imita el cielo en una noche estrellada y posee una
rica ornamentación. Además aquí se encuentra una estufa gótica cubierta de
azulejos que es una auténtica joya.
Tras disfrutar del interior, me dedicaría a pasear por sus
patios exteriores, sus pequeñas plazoletas, sus pasajes con cañones, sus baluartes y bastiones,
comprobando in situ porque la califican como una de las mejores construcciones
de este tipo en Europa.
Fortaleza de Hohensalzburg |
Fortaleza de Hohensalzburg |
Fortaleza de Hohensalzburg |
La bajada decidiría hacerla caminando para de este modo
admirar otras perspectivas del imponente edificio y ya de paso poder llegar
(bastante más cercana de esta manera) hasta la abadía benedictina de Nonnberg,
un convento fundado en el siglo VIII y el más antiguo al norte de los Alpes.
Aquí las hermanas describían a la novicia, poco antes de mudarse a la casa de
los Von Trapp, con el inolvidable “María”, la segunda de las canciones de la
banda sonora de “Sonrisas y Lágrimas”.
Las visitas de hoy las terminaría con las iglesias de San
Erardo y Kajetaner, dos nuevos y descomunales edificios, situados en dos
hermosas plazas, como ya viene siendo tradición con cualquier lugar aquí.
Iglesia de San Erardo desde Abadía de Nonnberg |
Aunque no soy demasiado religioso, me gusta poder ver
ciertos actos solemnes que forman parte de la tradición y cultura de una región
o un país. Pues sería en la iglesia de Kajetaner donde al pasar por su puerta
podría observar cómo estaban haciendo una pequeña hoguera en la puerta del
templo. Como me resultó curioso, decidí entrar, aprovechando que otras dos
personas accedían al interior, y me situé justo al lado de la puerta, pudiendo
ver como un grupo de cinco religiosos más, salían al exterior con sus hábitos y
rodeaban la hoguera, procediendo a realizar una oración alrededor de ella,
acompañados en la misma por los miembros que se encontraban en el interior de
la iglesia. Después los religiosos entrarían en el templo, cerrarían las
puertas y nos quedaríamos casi en la más absoluta oscuridad.
Instantes después
comenzarían a repartir velas encendidas entre todo el mundo que quisiera y bajo
la tenue luz de las mismas comenzarían a realizar cánticos religiosos en un
ambiente de máxima emotividad. La verdad es que me gustó bastante y me imagino
que sería alguna celebración relacionada con la Pascua, pero no sabría decir
con seguridad de que evento se trataba.
A la salida, casi era ya de noche, por lo que tras
detenerme, de nuevo, en la Kapitelplatz para ver como terminaban una partida de
ajedrez en el descomunal tablero y hacer una foto más en los jardines de
Mirabell, me dirigiría a mi hostal.
Kapitelplatz y Fortaleza de Hohensalzburg |
Jardines y Palacio de Mirabell |
Hoy sólo había picoteado unas patatas fritas y un poco de
chocolate sobre la marcha, por lo que estaba que mordía. Así que lo mejor para
calmar mi hambre sería cenar una gran pizza con una buena cerveza en el pub del
hostal (12 euros).
Y antes de irme a acostar que mejor que ver un trozo de “The
sound of Music”, nombre en inglés de la afamada película, que seguían
proyectando en una de las salas comunes del Hostal, además de chapurrear un
poquito mi inglés con dos nuevos compañeros de cuarto, esta vez coreanos, que
me contaron un poco la situación entre las dos Coreas y sus andanzas por el
viejo continente. Muy simpáticos y, sorprendentemente, más o menos les
comprendí. Así que tras un día tan completo me fui feliz a dormir.
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